jueves, 9 de agosto de 2012

EL LIBRO DE LAS FACULTADES: Capítulo X completo


EL LIBRO DE LAS FACULTADES: Capítulo X
MANIFESTACIONES VISUALES
AUTOR: ALLAN KARDEC
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.

Cuestiones sobre las apariciones. Ensayo sobre las apariciones. Espíritus glóbulos. Teorías de las alucinaciones.

1. Entre todas las manifestaciones espirituales, las más interesantes son aquellas en las cuales los Espíritus pueden hacerse visibles. Se verá, de la explicación de este fenómeno, que no es más sobrenatural que los demás. Nosotros damos antes de todo las respuestas que sobre estos argumentos nos hicieron los Espíritus.
I.       Pueden los Espíritus hacerse visibles?
–“Sí, sobre todo durante el sueño; todavía, ciertos individuos los ven, también, durante la vigilia, pero esto es más raro”.
Observaciones: Durante el reposo del cuerpo, el Espíritu se desdobla; él, entonces, es más libre y puede ver más fácilmente los demás Espíritus con los quienes entra en comunicación. El sueño es el recuerdo de este estado; por cuanto, despertándonos, no recordamos nada, decimos que no hemos soñado, pero el Espíritu no ha dejado de ver y ha, igualmente, disfrutado de su libertad. Nosotros aquí nos ocuparemos más directamente de las apariciones en el estado de vigilia. Ver, para mayores explicaciones sobre el estado del Espíritu durante el sueño El Libro de los Espíritus, capítulo Emancipación del Espíritu, Nº 409.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: El peri-espíritu, o alma, que une el Espíritu con el cuerpo, es un filamento fluídico elástico. Esta elasticidad del alma, durante el sueño, o en los momentos de relajación del cuerpo, le permite al Espíritu de desdoblarse o proyectarse, y viajar en la dimensión espiritual, entrando en contacto con otros Espíritus encarnados, en el mismo estado de proyección, o desencarnados. El Espíritu desdoblado se encuentra en la misma condición que la de los Espíritus desencarnados, excepto que los encarnados, por intermedio de su hilo de plata, o periespíritu, se encuentran unidos al cuerpo. Todas las actividades realizadas en ese estado de desdoblamiento no es registrada por los sentidos físicos, por cuanto éstos no participan como receptores de dichas actividades. Empero, cuando el Espíritu regresa a la materia, durante esas fracciones de segundos en los cuales se reincorpora al cuerpo, las ideas que más le han impresionados, durante su excursión espiritual, al rememorarlas, durante el breve instante de reincorporación, encontrándose la persona en un estado fronterizo de conciencia, el cerebro los registra y los transfiere a la conciencia objetiva, por una parte, y al archivo espiritual en el alma, por otra, y los recuerda como sueños.
II.          Los Espíritus que se manifiestan a la vista, pertenecen, más bien, a una clase que a otra?
-“No, ellos pueden pertenecer a todas las clases, desde las más elevadas a las más ínfimas”-.
III.  Está permitido a todos los Espíritus de manifestarse visiblemente?
-“Todos lo pueden; pero ellos no siempre tienen el permiso, ni la voluntad”-.
IV.         Cuál es la finalidad de los Espíritus que se manifiestan visiblemente?
-“Según su propia naturaleza, la finalidad puede ser buena o mala”-.
V.             Cómo es posible que pueda ser dado este permiso cuando la finalidad es mala?
–“Esta es una prueba para quienes ellos se les aparecen. La intención del Espíritu puede ser mala, pero el resultado puede ser bueno”.,
VI.         Cuál puede ser la finalidad de los Espíritus que tienen una mala intención, en el hacerse ver?
-“Aterrorizar, y con frecuencia vengarse”-.
-Cuál es, en cambio, el objetivo de los Espíritus que vienen con una buena intención?
-“Consolar las personas que sufren por ellos; probarles que existen y que están cerca de vosotros; dar consejos, y alguna vez reclamar asistencia para sí mismos”-.
VII. Cuál inconveniente habría, si la posibilidad de ver los Espíritus fuese permanente y general? No sería este el medio de quitar las dudas a los más incrédulos?
.”Siendo el ser humano constantemente rodeado por Espíritus, su percepción permanente le perturbaría, le inhibiría en sus acciones y le quitaría su iniciativa  en la mayor parte de los casos; mientras, en cambio, creyéndose solo él actúa con más libertad”-.
-“En cuanto a los incrédulos, ellos tienen medios suficientes para convencerse, si quieren hacerlo y no se encuentran cegados por el orgullo. Vosotros sabéis bien que hay personas que han visto y todavía no creen.  Ellas dicen que es una ilusión. No os inquietéis por gente de esa índole, Dios se ocupará de ellos”-.
Observación. –Habrían otros inconvenientes que podrían verse en presencia de los Espíritus, al igual que el aire que nos circunda, o las miríadas de de seres microscópicos que pululan en torno y arriba de nosotros. De lo que debemos concluir que todo lo que Dios ha hecho, está bien realizado, y que Él conoce mejor lo que nos conviene.
VIII.    Si la percepción de los Espíritus tiene algunos inconvenientes, por qué está permitida en ciertos casos?
-“Está permitida para probar que no todo termina con el cuerpo, y que el Espíritu conserva su individualidad después de la desencarnación. Esta vida pasajera basta para dar tal prueba y atestiguar la presencia de vuestros amigos cerca de vosotros; pero ella no tiene los inconvenientes de la permanencia”.
IX.         En los mundos más avanzados que el nuestro, es más frecuente la percepción de los Espíritus?
-“Cuanto más el ser humano se aproxima a la naturaleza espiritual, tanto más fácilmente entra en relación con los Espíritus; únicamente la densidad de vuestra envoltura rinde más difícil y más rara la percepción de los seres etéreos”.
X.             Es razonable asustarse por la aparición de un Espíritu?
-“Quien reflexiona debe comprender que un Espíritu, quienquiera que sea, es menos peligroso que un encarnado. Los Espíritus, por otra parte, van por todas partes, y no se precisa verlos para saber que puede haberlos a nuestro lado”.
-“El Espíritu que quisiese molestar, podría, sin hacerse ver, ocasionar daño con más seguridad. No es peligroso por su cualidad de Espíritu, sino por la influencia que puede ejercer sobre el pensamiento, desviando del bien, e incitando al mal”.
Observación: -Los individuos que tienen temor en la soledad y en la oscuridad, se percatan muy raramente de la causa del mismo; ellos no sabrían decir de qué tienen miedo, pero ciertamente deberían temer más a los humanos que a los Espíritus, por cuanto un ser de índole nociva es más peligroso encarnado, que después de su desencarnación. Una señora conocida nuestra tuvo, una noche, en su dormitorio, una aparición tan bien caracterizada, que ella creyó tratarse de la presencia física de alguien, y su primera reacción fue la de asustarse. Habiéndose asegurado de que no había nadie, se dijo a sí misma: -“Por lo que parece, no se trata más que de un Espíritu; entonces puedo dormir tranquila”-.
XI.         Podría, aquel a quien se le aparece un Espíritu, entablar una conversación con él?
-“Perfectamente; inclusive, es precisamente esto lo que se debe hacer en un caso similar, preguntándole quién es, qué desea, y lo que se puede hacer para serle útil. Si el Espíritu es infeliz y precisa sosiego, la comprensión que se le demuestra, le estimula;  si, en cambio, es un Espíritu benévolo, puede haber venido para dar buenos consejos”.
-En este caso, cómo puede responder el Espíritu?
-“Lo hace, alguna vez, con algunos gestos, cono lo haría una persona encarnada; pero, mayormente, por la comunicación de contenidos mentales”-.
XII.      Los Espíritus que aparecen con las alas, las tienen realmente, o más bien esto es, únicamente, una apariencia simbólica?
-“Los Espíritus no tienen alas; ellos no las necesitan, porque, como Espíritus, pueden viajar por todas partes. Ellos aparecen en la manera como quieren ser percibidos por la persona a la cual se muestran. Los unos aparecen con ropa común, los otros en ropajes, y algunos con las alas, como atributos de las categorías de Espíritus que representa”-.
XIII.   Las personas que se ven en sueños, son siempre aquellas de las cuales presentan el aspecto?
-“Son casi siempre las mismas personas, que vuestro Espíritu va a encontrar, o que vienen a encontraros”-.
XIV.     Los Espíritus ligeros no podrían asumir la apariencia de las personas que nos son queridas para inducirnos en error?
-“Ellos asumen apariencias fantásticas sólo para divertirse a costa vuestra, pera hay cosas de las cuales no les es posible tomarlas a juego”-.
XV.        El pensamiento, constituyendo una especie de evocación, se comprende que pueda provocar la presencia del Espíritu; pero, por qué, con frecuencia, las personas en las cuales se piensa más, y que ardientemente se desean ver, no se presentan nunca en un sueño, mientras se ven personas indiferentes a las cuales no se piensa para nada?
-“Los Espíritus no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, aún en sueño, y pese al deseo que se tiene de verlos; pueden estar limitados por causas independientes de su voluntad. Muchas veces, por otra parte, es una prueba, que se debe asumir pese al ardiente deseo. En cuanto a las personas indiferentes, si no pensáis a ellos, es posible que ellos piensen en vosotros. Por otra parte, no podéis haceros una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus. Vosotros os encontraríais en un cúmulo de conocimientos íntimos, antiguos o nuevo, de los cuales no tenéis idea alguna en el estado de vigilia”.
Observaciones: -Por cuanto no hay ningún medio para controlar las visiones o apariciones, se pueden considerar como alucinaciones; pero dado que ellas son conformadas por los acontecimientos, no se podría atribuirlas a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones al momento de la desencarnación, en sueño o en el estado de vigilia, de las personas a las cuales no se piensa para nada, y que, con diversas señales, nos revelan las circunstancias totalmente inesperadas en relación a su transición. Se han visto, con frecuencia, caballos que se encabritan y niegan de seguir adelante por las apariciones que asustaban, también, a aquellos que los conducían. Si la imaginación puede influir los seres humanos, ella no debería hacerlo, seguramente, cuando se trata de animales. Por otra parte, si las imágenes que se ven en sueño fuesen siempre un efecto de la preocupaciones de la vigilia, nada podría explicar el por qué, con frecuencia, no se sueñe, nunca, con las cosas a las cuales se piensa más”.
XVI.      Por qué ciertas visiones son más frecuentes en estado de ausencia de salud?
–“Ellas tienen lugar, igualmente, en el estado de perfecta salud; pero en el estado opuesto, los ligámenes materiales se aflojan y la poca fortaleza del cuerpo deja mayor libertad al Espíritu, que entra más fácilmente en comunicación con los demás Espíritus.
XVII.   Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes en ciertos lugares; algunos pueblos están, quizá, mejores dotados que otros por tener esta clase de manifestaciones?
Compiláis, vosotros, algunos procesos verbales por cada aparición? Las apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, son igualmente esparcidas sobre toda la tierra, pero ellas presentan algunos caracteres propios de acuerdo con los pueblos en los cuales se realizan. Por ejemplo, donde la escritura es poco difundida, no hay sensitivos escribientes; en cambio, abundan en otra parte. En otros lugares, después, encontramos más frecuentemente los ruidos y los movimientos, pero no las comunicaciones inteligentes, por cuanto estas son menos estimadas y buscadas”.
XVIII.             Por qué las apariciones tienen lugar, preferentemente, en la noche? No sería esto un efecto del silencio o de la oscuridad sobre la imaginación?
-“Por la misma razón por la cual no veis las estrellas en pleno día. La luz clara puede hacer imperceptible una aparición sutil. Pero es un error creer que la noche tenga alguna relación. Interrogad a todos quienes han tenido apariciones, y veréis que casi todos la tuvieron de día”.
Observación: -Los hechos de aparición son más generales y frecuentes de lo que se cree; pero muchos no los comentan por el temor del ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si cerca de algunos pueblos parecen más complicados, esto depende del hecho que se observan también mayormente las tradiciones, verdaderas o falsas, pero casi siempre amplificadas por el prestigio de lo maravilloso, al cual se presta más o menos el aspecto de la localidad. La credulidad hace ver, entonces, efectos sobrenaturales en los fenómenos más comunes: el silencio de la soledad, la escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, el soplo impetuoso del huracán, el eco de la montaña, la forma fantástica de las nubes, las sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta a la ilusión, para las imaginaciones simples e ingenuas, que relatan en buena fe todo lo que han visto, o creyeron ver. Pero, cerca de la ficción reside la verdad; y el estudio serio del Espiritismo ayuda, por lo tanto, a liberarla de todos los ridículos accesorios de la superstición.
XIX.     La visión de los Espíritus se produce en el estado normal, o solamente en el estático?
-“Ella puede tener lugar en condiciones perfectamente normales; todavía, quienes las ven se encuentran, muchas veces, en un estado que se acerca al éxtasis, lo que le permite, a ellos, una doble vista”. (El Libro de los Espíritus, Nº 447).
XX.        Quienes ven los Espíritus, los ven por medio de los ojos?
-“Ellos lo creen, pero en realidad es el Espíritu que ve, y esto está probado por el hecho de que se les puede ver con los ojos cerrados”-.
XXI.     Cómo puede el Espíritu hacerse visible?
-“El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones; ello depende de las propiedades del periespíritu, que puede asumir diversas modificaciones, a gusto del Espíritu”.
XXII.  Puede el Espíritu propiamente dicho hacerse visible, o lo puede hacer, únicamente, con la ayuda del periespíritu, o alma?
-“En vuestro estado material, los Espíritus no se os pueden manifestar, sino con la ayuda de su envoltura semi-material, porque esta es la  intermediaria con el cual actúan sobre vuestros sentidos. Bajo esta envoltura ellos aparecen, alguna vez bajo la una o la otra forma humana, bien sea en los sueños o en el estado de vigilia; tanto en la luz como en la oscuridad”.
XXIII.           Podría decirse que el Espíritu se hace visible por la condensación del fluido del periespíritu?
-“Condensación no es la expresión correcta. Es más bien, una comparación, que puede ayudaros a comprender los fenómenos, por cuanto, en realidad, no hay condensación. Por medio de la combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu un particular fenómeno que no tiene, entre vosotros, nada que se le pueda comparar y que lo rinde perceptible”.
XXIV.  Los Espíritus que aparecen no se pueden agarrar, ni tocar?
-“No se pueden agarrar, como sucede en los sueños, en su estado natural; todavía, pueden hacer impresiones sobre el tacto o dejar trazas de su presencia, y también, en ciertos casos, convertirse en tangibles totalmente, lo que prueba que entre ellos y vosotros existe una materia”-.
XXV.    Es posible para todos ver los Espíritus?
-“En el sueño sí, pero no en el estado de vigilia. En el sueño el Espíritu ve sin intermediario; en la vigilia él está más o menos influenciado por el organismo, por lo cual las condiciones no son idénticas”.
XXVI.  De qué depende la facultad de ver los Espíritus durante la vigilia?
-“Esta facultad depende del organismo y de la facilidad más o menos grande, que tiene el fluido del vidente de combinarse con el del Espíritu. De esta manera, no le es suficiente al Espíritu querer mostrarse; es preciso que él encuentre en la persona de la cual quiere hacerse ver la aptitud necesaria”-.
-Puede esta facultad desarrollarse con el ejercicio?
-“Ella lo puede al igual que todas las demás facultades; pero es algo de lo que más vale esperar el desarrollo natural y no provocarlo, por el temor de excitar demasiado la imaginación. La visión general y permanente de los Espíritus es excepcional, y no se encuentra en las condiciones normales del ser humano”-.
XXVII.           Es posible provocar la aparición de los Espíritus?
-“Alguna vez se puede, pero muy raramente”. Ella es, casi siempre, espontánea. Para poder hacerlo, es preciso estar dotado de una facultad especial”-.
XXVIII. Pueden los Espíritus hacerse visible bajo otra apariencia que no sea la forma humana?
-“La forma humana es la forma normal. El Espíritu puede variar la apariencia, pero el tipo es siempre el humano”-.
-No pueden ellos manifestarse bajo forma de flama?
-“Ellos pueden producir flamas y luces, como cualquier otro efecto, para demostrar su presencia; pero las mencionadas luces no son los Espíritus. La flama no es, frecuentemente, más que una ilusión óptica o una emanación del periespíritu, o alma; no sería, en todos los casos más que una parte; el periespíritu no aparece entero sino en las visiones”.
XXVIII.        Qué debemos pensar de la creencia que atribuye los fuegos fatuos a la presencia de Espíritus?
-“Superstición producida por la ignorancia. La causa física de los fuegos fatuos es bien conocida”-.
-La flama azul que apareció, según se dice, sobre la cabeza de Servio Tulio niño, es una leyenda o una realidad?
-“Una realidad; ella fue producida por el Espíritu familiar, que quería advertir a la madre. Esta madre, sensitiva vidente, había visto un rayo del Espíritu protector de su hijo. No todos los sensitivos videntes ven con la misma intensidad, de igual manera que vuestros sensitivos escribientes no escriben todos lo mismo. Mientras esta madre veía solamente una flama, otro sensitivo habría podido ver el mismo cuerpo del Espíritu”-.
XXIX.  Podrían los Espíritus presentarse bajo forma de animales?
-“Esto puede suceder; pero son siempre Espíritus de bajo nivel evolutivo que asumen estas apariencias. En todos los casos, esta no podría ser más que una apariencia momentánea; ya que sería absurdo creer que un verdadero animal pudiese ser la encarnación de un Espíritu humano cualquiera. Los animales son siempre animales, y nada más”-.
Observación: -La sola superstición puede crear la creencia que ciertos animales sean animados por los Espíritus –humanos-; y ocurriría una imaginación bien complaciente y férvida, para ver algo sobrenatural en las circunstancias, un poco extravagantes, en las cuales ellos alguna vez se presentan; pero el temor hace ver, frecuentemente, lo que no existe. El temor no es, siempre, fuente de esta idea. Hemos conocido una señora, de notable inteligencia, que era, más allá de la justa medida, aficionada a un enorme gato negro, poro lo creía de una naturaleza por encima del animal. Ella no había oído hablar de la Doctrina Espírita, caso contrario habría entendido lo ridículo de la causa de su predilección, conociendo la prueba de la imposibilidad de una metamorfosis similar.
ENSAYO TEORÍCO SOBRE LAS APARICIONES
2. Las manifestaciones aparentes más ordinarias tienen lugar en el sueño; son visiones que se manifiestan por medio de los sueños. No entra en nuestro objetivo el examinar todas las particularidades que pueden presentar los sueños; las resumiremos diciendo que los sueños pueden ser: una visión actual de las cosas presentes o ausentes; una visión retrospectiva del pasado, y, en algún caso excepcional, un presentimiento del porvenir. Otras veces pueden ser cuadros alegóricos, que los Espíritus hacen pasar bajo nuestros ojos para darnos útiles advertimientos y consejos saludables, si ellos son buenos Espíritus; o para inducirnos en error y estimular nuestras pasiones, si son Espíritus imperfectos y bajos. La teoría siguiente se aplica a los sueños, como a todos los otros casos de apariciones. (Ver El Libro de los Espíritus, Nº 400 y siguientes).
La interpretación de los sueños no es fruto de la superstición.
3. Las apariciones propiamente dichas, tienen lugar en el estado de vigilia, por lo cual se goza de la plenitud y de la entera libertad de las propias facultades. Ellas se presentan, generalmente, bajo una forma vaporosa y diáfana, alguna vez vaga e imprecisa; en principio, aparece solamente una tenue luz blanquecina, cuyos contornos se dibujan poco. Otras veces, las formas son netamente acentuadas, y se distinguen los más pequeños rasgos de la cara, al punto de poder hacer una precisísima descripción. La compostura y el aspecto son parecidos a los que tenía el Espíritu cuando se encontraba encarnado.
Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta bajo aquella que le sirve mejor para hacerse reconocer, si tal es su deseo. De esta manera, aún cuando como Espíritu no tenga más algún trastorno físico, se mostrará con los detalles que le caracterizaban, si esto fuese necesario para constatar su identidad. Esopo, por ejemplo, como Espíritu no es deforme, y aunque él hubiese tenido seguidamente muchas existencias, aparecerá feo, con joroba, y con el traje tradicional.
Una cosa notable es que, salvo casos particulares, las partes menos dibujadas son los miembros inferiores, mientras que la cabeza, el tronco, los brazos y las manos son siempre netamente acentuados. De hecho, no se ven casi nunca caminar, sino deslizarse como sombras.  El vestido se compone, casi siempre, de un ropaje terminando en largos pliegues flotantes; tal, por lo menos, unido a una cabellera ondulante y graciosa, es la apariencia de los Espíritus que nada han conservado de las cosas terrestres; pero los Espíritus vulgares, aquellos que fueron conocidos por nosotros, tienen, generalmente, la vestimenta que ellos tenían en el último período de su existencia. Frecuentemente tienen atributos característicos de su elevación, como una aureola, u otros distintivos de su elevada condición; mientras otros tienen aquellos que se relacionan con sus ocupaciones terrestres. Así, un guerrero podrá aparecer con su armadura, un científico con algunos libros, y otros, con sus respectivos instrumentos habituales, etcétera. Los Espíritus superiores tienen una fisonomía bella, noble, serena; los inferiores tienen una fisonomía feroz y bestial, y alguna vez traen, todavía, la huella de algunas acciones que les son inherentes,  o de suplicios que han experimentado. La cuestión de la vestimenta y de todos los objetos accesorios, es, quizá, la que sorprende más. Nosotros regresaremos en un capítulo especial por cuanto este tema se relaciona con otros hechos importantísimos.
4. Hemos dicho que la aparición tiene alguna cosa de vaporosa; en ciertos casos, se podría paragonar a la imagen reflejada en un espejo sin alinde; imagen que, no obstante su limpieza, no impide de ver a través del mismo, los objetos que se encuentran detrás. Generalmente, los sensitivos videntes los distinguen en esta forma: Ellos les ven ir, venir, entrar en un apartamento o salir, circular entre las masas de encarnados, teniendo el aspecto, por lo menos para los Espíritus inferiores, de tomar parte activa a todo esto que sucede alrededor de ellos, de interesarse y de escuchar lo que se dice. Frecuentemente, ven acercársele una persona, y le sugieren ideas, le influencian, le consuelan, si son buenos, ridiculizarla, si son malos, mostrarse tristes o contentos por los resultados que obtienen; en una palabra, es como un facsímil del mundo corpóreo. Tal es este mundo oculto que nos circunda, en medio del cual vivimos sin dudar, como lo hacemos, sin mayormente dudar, en medio a las miríadas de insectos y corpúsculos del mundo microscópico.
El microscopio nos revela un mundo de seres infinitamente pequeños, del cual no teníamos idea; el Espiritismo, ayudado por los sensitivos videntes, nos revela el mundo de los Espíritus, el cual es, también, una de las fuerzas activas de la naturaleza. Con la ayuda de los sensitivos videntes, hemos podido estudiar el mundo invisible, iniciarnos a sus hábitos, al igual que un pueblo de ciegos pudiese estudiar el mundo visible, con la ayuda de algún hombre que gozase de la vista. (Ver más adelante, el capítulo sobre los Sensitivos, el artículo relativo a los Sensitivos videntes).
5. El Espíritu que quiere, o puede, aparecer, reviste alguna vez una forma todavía más nítida, teniendo todas las apariencias de un cuerpo sólido, al punto de producir una ilusión completa, haciendo creer que se tiene delante un ser corpóreo.  En algún caso, en fin, y en determinadas circunstancias, la tangibilidad puede convertirse en real, es decir, que es posible tocar, palpar, sentir la misma resistencia, el mismo calor que distinguen un cuerpo vivo, lo que no le impide de desvanecerse con la rapidez del rayo. En este caso, su presencia es constatada no sólo por la vista, sino también por el tacto. Aún cuando se pudiese atribuir a la ilusión, o a una especie de fascinación, la aparición simplemente visual, la duda no sería más permitida, cuando se puede agarrar, palparla, cuando ella misma os agarra y os estrecha. Los hechos de apariciones tangibles son más raros; pero aquellos que ocurrieron en estos últimos tiempos, por la influencia de sensitivos poderosos, entre ellos, por ejemplo, el caso de Daniel Douglas Home, y que tienen toda la autenticidad de testigos irrecusables, prueban y explican lo que la historia refiere en relación a personas que se han mostrado después de su desencarnación, con todas las apariencias de la realidad. Del resto, como hemos dicho, por cuanto extraordinarios sean los fenómenos de esta índole, desaparece todo lo maravilloso cuando se conoce la manera por la cual se producen, y se comprende que, muy lejos de ser una excepción a las leyes de la naturaleza, ellos constituyen una nueva aplicación, o por lo menos conocida como nueva.
6. Por su naturaleza, y en su estado normal, el periespíritu es invisible, y tiene esto algo en común con una cantidad de fluidos, que nosotros sabemos que existen, aún cuando no los hemos visto jamás; pero ellos, como ciertos otros fluidos, puede también experimentar modificaciones que le rinden perceptible a la vista, bien sea por una especie de condensación como por medio de un cambio en la disposición molecular; entonces, él aparece bajo una forma vaporosa. La condensación (no convendría tomar esta palabra literalmente, ya que la empleamos únicamente a título de comparación), según nosotros, puede ser tal, que el periespíritu adquiera las propiedades de un cuerpo sólido y tangible; pero él puede instantáneamente reemprender su estado etéreo e invisible. Nosotros podemos darnos cuenta de este efecto por medio de aquel del vapor, que puede pasar de la invisibilidad al estado de neblina, después al líquido, luego sólido y viceversa.
Estos diferentes estados del periespíritu, o alma, son el resultado de la voluntad del Espíritu, y no de una causa física exterior, como nuestros gases. Cuando el Espíritu se nos aparece, él coloca su periespíritu en el estado necesario para rendirlo visible; pero para esto su voluntad no es suficiente, porque la modificación del periespíritu se efectúa mediante su combinación con el fluido propio del sensitivo, pero esta combinación no es siempre posible; esto explica porque la visibilidad de los Espíritus  no es general. Por lo tanto, no es suficiente que el Espíritu quiera mostrarse; al igual que no es suficiente que una persona quiera verlo; es preciso que los dos fluidos puedan combinarse y que exista entre ellos una especie de afinidad. Y, quizá, sea necesario, también, que la emisión del fluido de la persona sea suficientemente abundante, para efectuar la transformación del periespíritu. Es probable de que, todavía, se precisen otras condiciones a nosotros desconocidas; es necesario, en fin, que el Espíritu tenga el permiso de hacerse ver a tal persona, lo que no siempre se le autoriza, o lo es únicamente en ciertas circunstancias, por motivos que nosotros  no podemos todavía conocer.
7. Otra propiedad del periespíritu, (alma), inherente a su naturaleza etérea, es la penetrabilidad. Ninguna materia le opone obstáculo; él las atraviesa todas, al igual que la luz pasa a través de los cuerpos transparentes. Esta es la razón por la cual no existe barrera que pueda ponerse a la entrada de los Espíritus: ellos van a visitar al recluso, en su prisión, fácilmente, como lo haría con una persona que se encontrara a campo abierto.
8. Las apariciones en el estado de vigilia no son ni raras ni nuevas; las hubo en todos los tiempos; la historia ha registrado un gran número; pero, sin remontarse tanto tiempo atrás, ellas son muy frecuentes también en nuestros días, y muchas personas las tuvieron, aunque en primera instancia las hayamos considerado como alucinaciones. Ellas son frecuentes, sobre todo, en los casos de desencarnación de personas ausentes, que vienen a visitar a los parientes y amigos. Con frecuencia, ellos no tienen un objetivo determinado, pero se puede decir que, en general, los Espíritus que aparecen en esta forma, son atraídos por la simpatía. Pocas son las personas que no tengan conocimiento de algún hecho de este tipo, cuya autenticidad no podría ser puesta en duda.
9. Agregaremos a las consideraciones precedentes, el examen de algunos efectos ópticos, que dieron lugar al singular sistema de los Espíritus glóbulos.
El aire no siempre es de una limpidez absoluta, y existen circunstancias en las cuales las corrientes de las moléculas aeriformes y su agitación producida por el calor, son perfectamente visibles. Algunos han tomado este fenómeno por multitudes de Espíritus agitándose en el espacio. Basta explicar el motivo que ha dado origen a esta opinión para comprobarlo. Pero, existe otro tipo de ilusión no menos extravagante en contra de la cual es preciso estar prevenidos. El humor acuoso del ojo ofrece algunos puntos apenas perceptibles que han perdido su propia trasparencia. Estos puntos son como cuerpos opacos en suspensión en el líquido, del cual siguen los movimientos. Ellos producen en el aire ambiente y a distancia, por el efecto del aumento y de la refracción, la apariencia de pequeños discos variables de uno a diez milímetros de diámetro, y que parecen nadar en la atmósfera. Hemos vistos a algunos tomar estos discos por Espíritus, que les seguían y les acompañaban por todas partes, y en su entusiasmo tomar por figuras los matices de la irisación, lo que es casi tan razonable como ver una cara en la luna.
Una simple observación, proveniente de estas mismas personas, las reconducirá  al terreno de la realidad.
Estos discos o medallones, ellos dicen, no solamente les acompañan, sino  que siguen todos sus movimientos; ellos van a la derecha, a la izquierda, hacia arriba, hacia abajo, o se paran según el movimiento de la cabeza. Esto no es sorprendente; de hecho, siendo que la sede de esto aparece en el globo ocular, la imagen debe seguir sus movimientos. Si fueran Espíritus, sería preciso convenir que ellos estarían obligados a una función muy mecánica, en razón de su cualidad de seres inteligentes y libres; labor muy fastidiosa, también para los Espíritus inferiores, y más justa razón incompatible con la idea que nosotros nos hacemos de los Espíritus superiores. Algunos, es verdad, toman por malos Espíritus los puntos negros o “moscas amauróticas”.
Estos discos, como las manchas negras, tienen un movimiento ondulatorio, el cual no se mueve jamás de la amplitud de cierto ángulo, y esto aumenta la ilusión, si es que no siguen bruscamente los movimientos de la línea visual.
La razón es muy simple. Los puntos opacos del humor acuoso, causa primera del fenómeno, son, como hemos dicho, tenido en suspensión, y tienen siempre una tendencia hacia el descenso. Por cuanto ascienden, si es porque están solicitados por los movimientos del ojo de abajo hacia arriba; pero llegados a cierta altura, si el ojo es fijado, se ven los discos descender por si mismos, después pararse. Su movilidad es extrema ya que basta un imperceptible movimiento del ojo, para hacerle cambiar de dirección, y hacerle recorrer, rápidamente, toda la amplitud del arco en el espacio donde se produce la imagen. Hata tanto no se haya probado que una imagen posee un movimiento propio, espontáneo e inteligente, no se puede percibir más que un simple fenómeno óptico o fisiológico.
Lo mismo puede decirse de las lucecitas que se producen alguna vez en gavillas o manojos más o menos compactos por medio de la contracción del ojo, y que son probablemente debidas a la electricidad fosforescente del iris, ya que ellas están, generalmente, circunscritas a la circunferencia del disco de este órgano.
Símiles ilusiones no pueden ser más que el resultado de una observación incompleta. Quienes han estudiado con seriedad la naturaleza de los Espíritus con todos los medios que da la ciencia práctica, comprenderán cuanto en ellos hay de pueril. Dado que nosotros combatimos las teorías arriesgadas, por medio de las cuales se llega a atacar las manifestaciones, aún cuando estas teorías son basadas en la ignorancia de los hechos, así debemos buscar de deshacer las falsas ideas, las cuales prueban más entusiasmo que reflexión, y que, por esto, precisamente, producen más daño que bien en los incrédulos, ya predispuestos en buscar el lado ridículo.
10.    El periespíritu, o el alma, como se ve, es el principio de todas las manifestaciones. Su conocimiento ha dado la explicación de una cantidad de fenómenos y ha permitido dar un paso inmenso a la ciencia espírita, haciéndola entrar en una vía nueva, y quitándole todo carácter arcano o maravilloso. Nosotros hemos encontrado, por medio de los Espíritus mismos (por cuanto es preciso notar que ellos nos han colocado en esta vía), la explicación de la acción del Espíritu sobre la materia, del movimiento de los cuerpos inertes, de los ruidos y de las apariciones. Nosotros encontraremos, todavía, la de muchos otros fenómenos que todavía debemos examinar, antes de pasar al estudio de las comunicaciones propiamente dichas. Ellos se comprenderán tanto más fácilmente cuanto mejor nos hayamos percatado, antes, de las causas. Si este principio fue bien comprendido, se hará más fácilmente su aplicación a los diversos hechos, que podrían eventualmente presentarse al observador.
11.   Nosotros estamos lejos de considerar nuestra teoría como absoluta y como si fuese la última palabra sobre la cuestión; ella será sin duda completada o rectificada más adelante con nuevos estudios. Pero, por cuanto imperfecta e incompleta sea ella al día de hoy, puede, siempre, ayudar a darnos cuenta de la posibilidad de los hechos, por medio de las causas que nada tienen de sobrenatural. Si después una hipótesis es aceptada, no se le podría, todavía, rechazar el mérito de la racionalidad y de la probabilidad, y esto vale mucho más de todas las explicaciones de los negadores, para probar que en los fenómenos espíritas todo es pura ilusión, fantasmagoría y subterfugio.
TEORÍA DE LA ALUCINACIÓN
12.         Quienes no admiten la dimensión incorpórea e invisible, creen que lo explican todo con la palabra alucinación. La definición de esta palabra es conocida: un error, la ilusión de una persona que cree tener percepciones que, en realidad, no tiene, (del latino hallucinari, errar, compuesto por las palabras ad lucem). Pero que los científicos no han explicado, todavía, por lo que sabemos, la razón fisiológica.
Parece que la óptica y la fisiología no tengan más, para ellos, secreto alguno; cómo puede ser, por lo tanto, que no hayan, todavía, explicado la naturaleza y la fuente de las imágenes que se ofrecen al Espíritu en ciertas circunstancias?
Ellos quieren explicar todo con las leyes de la materia; pero, por lo menos que nos den, sobre la base de estas leyes, una teoría de la alucinación: buena o mala, ella será siempre una explicación.
13.   La causa de los sueños no fue nunca explicada por la ciencia; ella los atribuye a un efecto de la imaginación; pero no nos dice, por otra parte, qué es esta imaginación, ni como ella produce estas imágenes, tan claras y nítidas, como en ocasiones se nos aparecen. Esto implica explicar algo que no es conocido, por medio de otra cosa igualmente ignota; la cuestión permanece toda por explorar. Se dice que el sueño es un recuerdo de las preocupaciones del día; pero aún cuando se quisiese admitir esta solución, la cual, empero, no es tal, quedaría todavía por descubrir qué es este espejo mágico que conserva tan bien la impronta de las cosas. Cómo explicar, sobre todo, aquellas visiones de las cosas reales que no se vieron nunca en el estado de vigilia y a las cuales, también, jamás se ha pensado? Únicamente el Espiritismo podía darnos la clave de este común fenómeno, que pasa desapercibido por causa de su misma abundancia, como todas las maravillas de la naturaleza que se suelen subestimar.
Los científicos mostraron poco interés en ocuparse de la alucinación; que ella sea real o no, es, no obstante, siempre un fenómeno que la fisiología debe poder explicar, so pena de confesar su insuficiencia. Se verá, un día en el que un científico se empeñe en darnos no una definición, entendámonos bien, sino una explicación fisiológica, en cuyo caso nosotros debemos ver, todavía, si su teoría resuelve todos los casos; no deje él, sobre todo los hechos tan comunes de apariciones de personas, a sus seres queridos, al momento de su desencarnación; nos diga, cómo puede suceder la coincidencia de la aparición, con la desencarnación de la persona? Si se tratase, solamente, de un hecho aislado, se podría atribuirlo al azar; pero, siendo frecuentísimo, el azar no presenta este tipo de repeticiones. Si todavía, aquel que ve la aparición tuviese la imaginación compenetrada de la idea de la persona que debe desencarnar, estaría bien; pero la que aparece es, mayormente, la persona en la cual él piensa menos, por lo tanto la imaginación no es relevante.
Todavía menos se pueden explicar por medio de la imaginación las circunstancias de la desencarnación, de la cual no se tiene alguna idea. Dirán, quizá, los partidarios de la alucinación que el Espíritu (en el caso de que admitan un Espíritu), tiene momentos de sobreexcitación, en los cuales sus facultades se encuentran exaltadas.
Estamos de acuerdo, pero cuando lo que él ve es real el fenómeno no puede atribuirse a una ilusión. Si, en su exaltación, el Espíritu ve algo que no se encuentra presente, es una evidencia de que él se traslada: pero, si nuestro Espíritu puede trasportarse hacia una persona ausente, por qué el Espíritu de esta persona ausente no debería poder trasportarse hasta nosotros? Nosotros les invitamos a tener en cuenta, en su teoría de la alucinación, de estos hechos, y a no olvidar que una teoría a la cual se pueden oponer hechos contrarios, es necesariamente falsa e incompleta. Esperando su explicación, nosotros buscaremos, mientras tanto, de aportar alguna idea sobre este argumento.
14.         Los hechos nos prueban, que existen apariciones verdaderas, que la teoría espírita nos explica perfectamente, y que pueden ser negadas únicamente por quienes nada admiten fuera del organismo material; pero al lado de las visiones reales hay, quizá, alucinaciones en el sentido verdadero de la palabra? No existe duda alguna. Cuál es, por lo tanto, la fuente? Los Espíritus mismos nos colocarán en la vía por cuanto la explicación nos parece completamente contenida en las respuestas dadas a las siguientes cuestiones:
a)  Las visiones son siempre reales, o son, alguna vez, el efecto de la alucinación? Cuando, por ejemplo, se ve en sueño además del diablo, u otras cosas fantásticas, que no existen, no es esto un producto de la imaginación?
-“Si, alguna vez, cuando se es influidos por determinadas lecturas o historias fantásticas que nos impresionan, las recordamos, y creemos  ver lo que no existe. Pero nosotros también hemos dicho que el Espíritu, bajo su envoltura sem-imaterial, puede tomar todo tipo de formas para manifestarse. Un Espíritu inferior puede, por lo tanto, aparecer con los cuernos y garras, si esto le place, para ser coherente con la credulidad; al igual que un buen Espíritu puede mostrase con las alas y un semblante radiante”-.
b) Pueden considerarse como apariciones las figuras y otras imágenes que se presentan, frecuentemente, entre el sueño y la vigilia o, simplemente, cuando se cierran los ojos?
En cuanto los sentidos se adormezcan, el Espíritu se libera, y puede ver de lejos, o de cerca, lo que no podría ver con los ojos corpóreos. Estas imágenes son, muchas veces, visiones, pero ellas puede ser, también, el efecto de las impresiones que la vista de ciertos objetos ha dejado en el cerebro, que conserva las huellas, al igual que lo hace con los sonidos. El Espíritu desprendido ve, entonces, en su propia mente, estas improntas  que se le fijaron como una imagen fotográfica. Su variedad y su mezcla forman un conjunto extravagante y evasivo, que se borra casi enseguida, pese a los esfuerzos que se hacen para retenerlos. Es a una causa similar que conviene atribuir determinadas apariciones fantásticas, que no tienen nada de real y que se producen, frecuentemente, en el estado de ausencia de salud”-.
Es cierto que la memoria es el resultado de las improntas conservadas en la mente; ahora, por cuál singular fenómeno estas improntas tan variadas y múltiples no se confunden? Este es un misterio  impenetrable, pero no más extraño que el de las ondas sonoras, que se cruzan en el aire, y todavía quedan diferenciadas. En una mente sana y bien organizada, estas improntas son nítidas y precisas; en un estado menos favorable, ellas se borran y se confunden; de ahí se deriva la pérdida de la memoria o la confusión de las ideas. Esto parece, todavía, menos extraordinario se si admite, como en la frenología, una destinación especial a cada parte, inclusive a cada fibra del cerebro.
Las imágenes llegadas al cerebro por conducto de los ojos,  os dejan, por lo tanto, una impronta, la cual hace sí que nos recordemos de un cuadro, como si lo tuviéramos, aún, delante de nosotros; pero es, siempre, una cuestión de memoria, por cuanto no lo vemos.
Ahora, en ciertos estados de emancipación, el Espíritu ve en la mente, y reencuentra estas imágenes, sobre todo las que le han mayormente impactado, según la naturaleza de la inquietud, o las disposiciones del Espíritu; en tal modo, ella reencuentra la impronta de escenas espirituales, terroríficas, dramáticas, mundanas, figuras extravagantes de animales, que él ha visto en otra época, en pintura o, también, en relato, ya que también los relatos dejan determinadas huellas. El Espíritu ve, realmente, pero él ve, únicamente, una imagen fotografiada en el cerebro.  En el estado normal, estas imágenes son evasivas y efímeras, porque todas las partes  de la mente funcionan libremente; pero en el estado de ausencia de salud, el cerebro es más o menos fuerte, no presenta un equilibrio entre todos los órganos; algunos solamente conservan su actividad, mientras los otros se encuentran en cierto modo inhibidos; de aquí la permanencia de algunas imágenes, que no son borradas, como en el estado normal, por las preocupaciones de la vida exterior. Es esta la verdadera alucinación y la causa primera de las ideas fijas.
Como se ve, nosotros hemos rendido cuenta de esta anomalía, con una ley toda fisiológica y conocidísima, es decir, la de las improntas cerebrales; pero hemos sido, siempre, obligados a hacer intervenir el Espíritu; ahora, si los materialistas no han podido, todavía, dar una solución satisfactoria a este fenómeno, es porque no quieren admitir el Espíritu; y, ciertamente, ellos dirán que nuestra explicación es errada, porque nosotros anteponemos por principio lo que por ellos es cuestionado; pero es todavía admitido por la inmensa mayoría, desde el momento que hay seres humanos sobre la tierra, y la negación de algunos no puede constituir la norma.
Es buena nuestra explicación? Nosotros la damos por cuanto puede servir a falta de otra, y, si se quiere, a título de simple hipótesis, en espera de algo mejor. Ahora, tal como ella se encuentra, explica todos los casos de visiones? Ciertamente no, y nosotros exhortamos a todos los fisiólogos a aportar una sola, tomada desde su punto de vista exclusivo, que los resuelva todos; dado que, cuando ellos han pronunciado sus solemnes palabras de sobreexcitación y de exaltación, ellos no han dicho nada; por lo tanto, si todas las teorías de la alucinación son insuficientes para explicar todos los hechos, es preciso convenir que existe algo más por encima de la alucinación propiamente dicha. Nuestra teoría sería falsa, si nosotros la aplicáramos a todos los casos de visión, por cuanto los hay de los que vendrían a contradecirla; pero ella puede ser justa si es aplicada a ciertos efectos.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      










                                      



EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

jueves, 9 de agosto de 2012

EL LIBRO DE LAS FACULTADES: Capítulo X completo


EL LIBRO DE LAS FACULTADES: Capítulo X
MANIFESTACIONES VISUALES
AUTOR: ALLAN KARDEC
Versión castellana: Giuseppe Isgró C.

Cuestiones sobre las apariciones. Ensayo sobre las apariciones. Espíritus glóbulos. Teorías de las alucinaciones.

1. Entre todas las manifestaciones espirituales, las más interesantes son aquellas en las cuales los Espíritus pueden hacerse visibles. Se verá, de la explicación de este fenómeno, que no es más sobrenatural que los demás. Nosotros damos antes de todo las respuestas que sobre estos argumentos nos hicieron los Espíritus.
I.       Pueden los Espíritus hacerse visibles?
–“Sí, sobre todo durante el sueño; todavía, ciertos individuos los ven, también, durante la vigilia, pero esto es más raro”.
Observaciones: Durante el reposo del cuerpo, el Espíritu se desdobla; él, entonces, es más libre y puede ver más fácilmente los demás Espíritus con los quienes entra en comunicación. El sueño es el recuerdo de este estado; por cuanto, despertándonos, no recordamos nada, decimos que no hemos soñado, pero el Espíritu no ha dejado de ver y ha, igualmente, disfrutado de su libertad. Nosotros aquí nos ocuparemos más directamente de las apariciones en el estado de vigilia. Ver, para mayores explicaciones sobre el estado del Espíritu durante el sueño El Libro de los Espíritus, capítulo Emancipación del Espíritu, Nº 409.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: El peri-espíritu, o alma, que une el Espíritu con el cuerpo, es un filamento fluídico elástico. Esta elasticidad del alma, durante el sueño, o en los momentos de relajación del cuerpo, le permite al Espíritu de desdoblarse o proyectarse, y viajar en la dimensión espiritual, entrando en contacto con otros Espíritus encarnados, en el mismo estado de proyección, o desencarnados. El Espíritu desdoblado se encuentra en la misma condición que la de los Espíritus desencarnados, excepto que los encarnados, por intermedio de su hilo de plata, o periespíritu, se encuentran unidos al cuerpo. Todas las actividades realizadas en ese estado de desdoblamiento no es registrada por los sentidos físicos, por cuanto éstos no participan como receptores de dichas actividades. Empero, cuando el Espíritu regresa a la materia, durante esas fracciones de segundos en los cuales se reincorpora al cuerpo, las ideas que más le han impresionados, durante su excursión espiritual, al rememorarlas, durante el breve instante de reincorporación, encontrándose la persona en un estado fronterizo de conciencia, el cerebro los registra y los transfiere a la conciencia objetiva, por una parte, y al archivo espiritual en el alma, por otra, y los recuerda como sueños.
II.          Los Espíritus que se manifiestan a la vista, pertenecen, más bien, a una clase que a otra?
-“No, ellos pueden pertenecer a todas las clases, desde las más elevadas a las más ínfimas”-.
III.  Está permitido a todos los Espíritus de manifestarse visiblemente?
-“Todos lo pueden; pero ellos no siempre tienen el permiso, ni la voluntad”-.
IV.         Cuál es la finalidad de los Espíritus que se manifiestan visiblemente?
-“Según su propia naturaleza, la finalidad puede ser buena o mala”-.
V.             Cómo es posible que pueda ser dado este permiso cuando la finalidad es mala?
–“Esta es una prueba para quienes ellos se les aparecen. La intención del Espíritu puede ser mala, pero el resultado puede ser bueno”.,
VI.         Cuál puede ser la finalidad de los Espíritus que tienen una mala intención, en el hacerse ver?
-“Aterrorizar, y con frecuencia vengarse”-.
-Cuál es, en cambio, el objetivo de los Espíritus que vienen con una buena intención?
-“Consolar las personas que sufren por ellos; probarles que existen y que están cerca de vosotros; dar consejos, y alguna vez reclamar asistencia para sí mismos”-.
VII. Cuál inconveniente habría, si la posibilidad de ver los Espíritus fuese permanente y general? No sería este el medio de quitar las dudas a los más incrédulos?
.”Siendo el ser humano constantemente rodeado por Espíritus, su percepción permanente le perturbaría, le inhibiría en sus acciones y le quitaría su iniciativa  en la mayor parte de los casos; mientras, en cambio, creyéndose solo él actúa con más libertad”-.
-“En cuanto a los incrédulos, ellos tienen medios suficientes para convencerse, si quieren hacerlo y no se encuentran cegados por el orgullo. Vosotros sabéis bien que hay personas que han visto y todavía no creen.  Ellas dicen que es una ilusión. No os inquietéis por gente de esa índole, Dios se ocupará de ellos”-.
Observación. –Habrían otros inconvenientes que podrían verse en presencia de los Espíritus, al igual que el aire que nos circunda, o las miríadas de de seres microscópicos que pululan en torno y arriba de nosotros. De lo que debemos concluir que todo lo que Dios ha hecho, está bien realizado, y que Él conoce mejor lo que nos conviene.
VIII.    Si la percepción de los Espíritus tiene algunos inconvenientes, por qué está permitida en ciertos casos?
-“Está permitida para probar que no todo termina con el cuerpo, y que el Espíritu conserva su individualidad después de la desencarnación. Esta vida pasajera basta para dar tal prueba y atestiguar la presencia de vuestros amigos cerca de vosotros; pero ella no tiene los inconvenientes de la permanencia”.
IX.         En los mundos más avanzados que el nuestro, es más frecuente la percepción de los Espíritus?
-“Cuanto más el ser humano se aproxima a la naturaleza espiritual, tanto más fácilmente entra en relación con los Espíritus; únicamente la densidad de vuestra envoltura rinde más difícil y más rara la percepción de los seres etéreos”.
X.             Es razonable asustarse por la aparición de un Espíritu?
-“Quien reflexiona debe comprender que un Espíritu, quienquiera que sea, es menos peligroso que un encarnado. Los Espíritus, por otra parte, van por todas partes, y no se precisa verlos para saber que puede haberlos a nuestro lado”.
-“El Espíritu que quisiese molestar, podría, sin hacerse ver, ocasionar daño con más seguridad. No es peligroso por su cualidad de Espíritu, sino por la influencia que puede ejercer sobre el pensamiento, desviando del bien, e incitando al mal”.
Observación: -Los individuos que tienen temor en la soledad y en la oscuridad, se percatan muy raramente de la causa del mismo; ellos no sabrían decir de qué tienen miedo, pero ciertamente deberían temer más a los humanos que a los Espíritus, por cuanto un ser de índole nociva es más peligroso encarnado, que después de su desencarnación. Una señora conocida nuestra tuvo, una noche, en su dormitorio, una aparición tan bien caracterizada, que ella creyó tratarse de la presencia física de alguien, y su primera reacción fue la de asustarse. Habiéndose asegurado de que no había nadie, se dijo a sí misma: -“Por lo que parece, no se trata más que de un Espíritu; entonces puedo dormir tranquila”-.
XI.         Podría, aquel a quien se le aparece un Espíritu, entablar una conversación con él?
-“Perfectamente; inclusive, es precisamente esto lo que se debe hacer en un caso similar, preguntándole quién es, qué desea, y lo que se puede hacer para serle útil. Si el Espíritu es infeliz y precisa sosiego, la comprensión que se le demuestra, le estimula;  si, en cambio, es un Espíritu benévolo, puede haber venido para dar buenos consejos”.
-En este caso, cómo puede responder el Espíritu?
-“Lo hace, alguna vez, con algunos gestos, cono lo haría una persona encarnada; pero, mayormente, por la comunicación de contenidos mentales”-.
XII.      Los Espíritus que aparecen con las alas, las tienen realmente, o más bien esto es, únicamente, una apariencia simbólica?
-“Los Espíritus no tienen alas; ellos no las necesitan, porque, como Espíritus, pueden viajar por todas partes. Ellos aparecen en la manera como quieren ser percibidos por la persona a la cual se muestran. Los unos aparecen con ropa común, los otros en ropajes, y algunos con las alas, como atributos de las categorías de Espíritus que representa”-.
XIII.   Las personas que se ven en sueños, son siempre aquellas de las cuales presentan el aspecto?
-“Son casi siempre las mismas personas, que vuestro Espíritu va a encontrar, o que vienen a encontraros”-.
XIV.     Los Espíritus ligeros no podrían asumir la apariencia de las personas que nos son queridas para inducirnos en error?
-“Ellos asumen apariencias fantásticas sólo para divertirse a costa vuestra, pera hay cosas de las cuales no les es posible tomarlas a juego”-.
XV.        El pensamiento, constituyendo una especie de evocación, se comprende que pueda provocar la presencia del Espíritu; pero, por qué, con frecuencia, las personas en las cuales se piensa más, y que ardientemente se desean ver, no se presentan nunca en un sueño, mientras se ven personas indiferentes a las cuales no se piensa para nada?
-“Los Espíritus no tienen siempre la posibilidad de manifestarse a la vista, aún en sueño, y pese al deseo que se tiene de verlos; pueden estar limitados por causas independientes de su voluntad. Muchas veces, por otra parte, es una prueba, que se debe asumir pese al ardiente deseo. En cuanto a las personas indiferentes, si no pensáis a ellos, es posible que ellos piensen en vosotros. Por otra parte, no podéis haceros una idea de las relaciones del mundo de los Espíritus. Vosotros os encontraríais en un cúmulo de conocimientos íntimos, antiguos o nuevo, de los cuales no tenéis idea alguna en el estado de vigilia”.
Observaciones: -Por cuanto no hay ningún medio para controlar las visiones o apariciones, se pueden considerar como alucinaciones; pero dado que ellas son conformadas por los acontecimientos, no se podría atribuirlas a la imaginación; tales son, por ejemplo, las apariciones al momento de la desencarnación, en sueño o en el estado de vigilia, de las personas a las cuales no se piensa para nada, y que, con diversas señales, nos revelan las circunstancias totalmente inesperadas en relación a su transición. Se han visto, con frecuencia, caballos que se encabritan y niegan de seguir adelante por las apariciones que asustaban, también, a aquellos que los conducían. Si la imaginación puede influir los seres humanos, ella no debería hacerlo, seguramente, cuando se trata de animales. Por otra parte, si las imágenes que se ven en sueño fuesen siempre un efecto de la preocupaciones de la vigilia, nada podría explicar el por qué, con frecuencia, no se sueñe, nunca, con las cosas a las cuales se piensa más”.
XVI.      Por qué ciertas visiones son más frecuentes en estado de ausencia de salud?
–“Ellas tienen lugar, igualmente, en el estado de perfecta salud; pero en el estado opuesto, los ligámenes materiales se aflojan y la poca fortaleza del cuerpo deja mayor libertad al Espíritu, que entra más fácilmente en comunicación con los demás Espíritus.
XVII.   Las apariciones espontáneas parecen ser más frecuentes en ciertos lugares; algunos pueblos están, quizá, mejores dotados que otros por tener esta clase de manifestaciones?
Compiláis, vosotros, algunos procesos verbales por cada aparición? Las apariciones, los ruidos, todas las manifestaciones, en fin, son igualmente esparcidas sobre toda la tierra, pero ellas presentan algunos caracteres propios de acuerdo con los pueblos en los cuales se realizan. Por ejemplo, donde la escritura es poco difundida, no hay sensitivos escribientes; en cambio, abundan en otra parte. En otros lugares, después, encontramos más frecuentemente los ruidos y los movimientos, pero no las comunicaciones inteligentes, por cuanto estas son menos estimadas y buscadas”.
XVIII.             Por qué las apariciones tienen lugar, preferentemente, en la noche? No sería esto un efecto del silencio o de la oscuridad sobre la imaginación?
-“Por la misma razón por la cual no veis las estrellas en pleno día. La luz clara puede hacer imperceptible una aparición sutil. Pero es un error creer que la noche tenga alguna relación. Interrogad a todos quienes han tenido apariciones, y veréis que casi todos la tuvieron de día”.
Observación: -Los hechos de aparición son más generales y frecuentes de lo que se cree; pero muchos no los comentan por el temor del ridículo, otros los atribuyen a la ilusión. Si cerca de algunos pueblos parecen más complicados, esto depende del hecho que se observan también mayormente las tradiciones, verdaderas o falsas, pero casi siempre amplificadas por el prestigio de lo maravilloso, al cual se presta más o menos el aspecto de la localidad. La credulidad hace ver, entonces, efectos sobrenaturales en los fenómenos más comunes: el silencio de la soledad, la escabrosidad de los torrentes, el mugido del bosque, el soplo impetuoso del huracán, el eco de la montaña, la forma fantástica de las nubes, las sombras, las ilusiones ópticas, todo, en fin, se presta a la ilusión, para las imaginaciones simples e ingenuas, que relatan en buena fe todo lo que han visto, o creyeron ver. Pero, cerca de la ficción reside la verdad; y el estudio serio del Espiritismo ayuda, por lo tanto, a liberarla de todos los ridículos accesorios de la superstición.
XIX.     La visión de los Espíritus se produce en el estado normal, o solamente en el estático?
-“Ella puede tener lugar en condiciones perfectamente normales; todavía, quienes las ven se encuentran, muchas veces, en un estado que se acerca al éxtasis, lo que le permite, a ellos, una doble vista”. (El Libro de los Espíritus, Nº 447).
XX.        Quienes ven los Espíritus, los ven por medio de los ojos?
-“Ellos lo creen, pero en realidad es el Espíritu que ve, y esto está probado por el hecho de que se les puede ver con los ojos cerrados”-.
XXI.     Cómo puede el Espíritu hacerse visible?
-“El principio es el mismo que el de todas las manifestaciones; ello depende de las propiedades del periespíritu, que puede asumir diversas modificaciones, a gusto del Espíritu”.
XXII.  Puede el Espíritu propiamente dicho hacerse visible, o lo puede hacer, únicamente, con la ayuda del periespíritu, o alma?
-“En vuestro estado material, los Espíritus no se os pueden manifestar, sino con la ayuda de su envoltura semi-material, porque esta es la  intermediaria con el cual actúan sobre vuestros sentidos. Bajo esta envoltura ellos aparecen, alguna vez bajo la una o la otra forma humana, bien sea en los sueños o en el estado de vigilia; tanto en la luz como en la oscuridad”.
XXIII.           Podría decirse que el Espíritu se hace visible por la condensación del fluido del periespíritu?
-“Condensación no es la expresión correcta. Es más bien, una comparación, que puede ayudaros a comprender los fenómenos, por cuanto, en realidad, no hay condensación. Por medio de la combinación de los fluidos, se produce en el periespíritu un particular fenómeno que no tiene, entre vosotros, nada que se le pueda comparar y que lo rinde perceptible”.
XXIV.  Los Espíritus que aparecen no se pueden agarrar, ni tocar?
-“No se pueden agarrar, como sucede en los sueños, en su estado natural; todavía, pueden hacer impresiones sobre el tacto o dejar trazas de su presencia, y también, en ciertos casos, convertirse en tangibles totalmente, lo que prueba que entre ellos y vosotros existe una materia”-.
XXV.    Es posible para todos ver los Espíritus?
-“En el sueño sí, pero no en el estado de vigilia. En el sueño el Espíritu ve sin intermediario; en la vigilia él está más o menos influenciado por el organismo, por lo cual las condiciones no son idénticas”.
XXVI.  De qué depende la facultad de ver los Espíritus durante la vigilia?
-“Esta facultad depende del organismo y de la facilidad más o menos grande, que tiene el fluido del vidente de combinarse con el del Espíritu. De esta manera, no le es suficiente al Espíritu querer mostrarse; es preciso que él encuentre en la persona de la cual quiere hacerse ver la aptitud necesaria”-.
-Puede esta facultad desarrollarse con el ejercicio?
-“Ella lo puede al igual que todas las demás facultades; pero es algo de lo que más vale esperar el desarrollo natural y no provocarlo, por el temor de excitar demasiado la imaginación. La visión general y permanente de los Espíritus es excepcional, y no se encuentra en las condiciones normales del ser humano”-.
XXVII.           Es posible provocar la aparición de los Espíritus?
-“Alguna vez se puede, pero muy raramente”. Ella es, casi siempre, espontánea. Para poder hacerlo, es preciso estar dotado de una facultad especial”-.
XXVIII. Pueden los Espíritus hacerse visible bajo otra apariencia que no sea la forma humana?
-“La forma humana es la forma normal. El Espíritu puede variar la apariencia, pero el tipo es siempre el humano”-.
-No pueden ellos manifestarse bajo forma de flama?
-“Ellos pueden producir flamas y luces, como cualquier otro efecto, para demostrar su presencia; pero las mencionadas luces no son los Espíritus. La flama no es, frecuentemente, más que una ilusión óptica o una emanación del periespíritu, o alma; no sería, en todos los casos más que una parte; el periespíritu no aparece entero sino en las visiones”.
XXVIII.        Qué debemos pensar de la creencia que atribuye los fuegos fatuos a la presencia de Espíritus?
-“Superstición producida por la ignorancia. La causa física de los fuegos fatuos es bien conocida”-.
-La flama azul que apareció, según se dice, sobre la cabeza de Servio Tulio niño, es una leyenda o una realidad?
-“Una realidad; ella fue producida por el Espíritu familiar, que quería advertir a la madre. Esta madre, sensitiva vidente, había visto un rayo del Espíritu protector de su hijo. No todos los sensitivos videntes ven con la misma intensidad, de igual manera que vuestros sensitivos escribientes no escriben todos lo mismo. Mientras esta madre veía solamente una flama, otro sensitivo habría podido ver el mismo cuerpo del Espíritu”-.
XXIX.  Podrían los Espíritus presentarse bajo forma de animales?
-“Esto puede suceder; pero son siempre Espíritus de bajo nivel evolutivo que asumen estas apariencias. En todos los casos, esta no podría ser más que una apariencia momentánea; ya que sería absurdo creer que un verdadero animal pudiese ser la encarnación de un Espíritu humano cualquiera. Los animales son siempre animales, y nada más”-.
Observación: -La sola superstición puede crear la creencia que ciertos animales sean animados por los Espíritus –humanos-; y ocurriría una imaginación bien complaciente y férvida, para ver algo sobrenatural en las circunstancias, un poco extravagantes, en las cuales ellos alguna vez se presentan; pero el temor hace ver, frecuentemente, lo que no existe. El temor no es, siempre, fuente de esta idea. Hemos conocido una señora, de notable inteligencia, que era, más allá de la justa medida, aficionada a un enorme gato negro, poro lo creía de una naturaleza por encima del animal. Ella no había oído hablar de la Doctrina Espírita, caso contrario habría entendido lo ridículo de la causa de su predilección, conociendo la prueba de la imposibilidad de una metamorfosis similar.
ENSAYO TEORÍCO SOBRE LAS APARICIONES
2. Las manifestaciones aparentes más ordinarias tienen lugar en el sueño; son visiones que se manifiestan por medio de los sueños. No entra en nuestro objetivo el examinar todas las particularidades que pueden presentar los sueños; las resumiremos diciendo que los sueños pueden ser: una visión actual de las cosas presentes o ausentes; una visión retrospectiva del pasado, y, en algún caso excepcional, un presentimiento del porvenir. Otras veces pueden ser cuadros alegóricos, que los Espíritus hacen pasar bajo nuestros ojos para darnos útiles advertimientos y consejos saludables, si ellos son buenos Espíritus; o para inducirnos en error y estimular nuestras pasiones, si son Espíritus imperfectos y bajos. La teoría siguiente se aplica a los sueños, como a todos los otros casos de apariciones. (Ver El Libro de los Espíritus, Nº 400 y siguientes).
La interpretación de los sueños no es fruto de la superstición.
3. Las apariciones propiamente dichas, tienen lugar en el estado de vigilia, por lo cual se goza de la plenitud y de la entera libertad de las propias facultades. Ellas se presentan, generalmente, bajo una forma vaporosa y diáfana, alguna vez vaga e imprecisa; en principio, aparece solamente una tenue luz blanquecina, cuyos contornos se dibujan poco. Otras veces, las formas son netamente acentuadas, y se distinguen los más pequeños rasgos de la cara, al punto de poder hacer una precisísima descripción. La compostura y el aspecto son parecidos a los que tenía el Espíritu cuando se encontraba encarnado.
Pudiendo tomar todas las apariencias, el Espíritu se presenta bajo aquella que le sirve mejor para hacerse reconocer, si tal es su deseo. De esta manera, aún cuando como Espíritu no tenga más algún trastorno físico, se mostrará con los detalles que le caracterizaban, si esto fuese necesario para constatar su identidad. Esopo, por ejemplo, como Espíritu no es deforme, y aunque él hubiese tenido seguidamente muchas existencias, aparecerá feo, con joroba, y con el traje tradicional.
Una cosa notable es que, salvo casos particulares, las partes menos dibujadas son los miembros inferiores, mientras que la cabeza, el tronco, los brazos y las manos son siempre netamente acentuados. De hecho, no se ven casi nunca caminar, sino deslizarse como sombras.  El vestido se compone, casi siempre, de un ropaje terminando en largos pliegues flotantes; tal, por lo menos, unido a una cabellera ondulante y graciosa, es la apariencia de los Espíritus que nada han conservado de las cosas terrestres; pero los Espíritus vulgares, aquellos que fueron conocidos por nosotros, tienen, generalmente, la vestimenta que ellos tenían en el último período de su existencia. Frecuentemente tienen atributos característicos de su elevación, como una aureola, u otros distintivos de su elevada condición; mientras otros tienen aquellos que se relacionan con sus ocupaciones terrestres. Así, un guerrero podrá aparecer con su armadura, un científico con algunos libros, y otros, con sus respectivos instrumentos habituales, etcétera. Los Espíritus superiores tienen una fisonomía bella, noble, serena; los inferiores tienen una fisonomía feroz y bestial, y alguna vez traen, todavía, la huella de algunas acciones que les son inherentes,  o de suplicios que han experimentado. La cuestión de la vestimenta y de todos los objetos accesorios, es, quizá, la que sorprende más. Nosotros regresaremos en un capítulo especial por cuanto este tema se relaciona con otros hechos importantísimos.
4. Hemos dicho que la aparición tiene alguna cosa de vaporosa; en ciertos casos, se podría paragonar a la imagen reflejada en un espejo sin alinde; imagen que, no obstante su limpieza, no impide de ver a través del mismo, los objetos que se encuentran detrás. Generalmente, los sensitivos videntes los distinguen en esta forma: Ellos les ven ir, venir, entrar en un apartamento o salir, circular entre las masas de encarnados, teniendo el aspecto, por lo menos para los Espíritus inferiores, de tomar parte activa a todo esto que sucede alrededor de ellos, de interesarse y de escuchar lo que se dice. Frecuentemente, ven acercársele una persona, y le sugieren ideas, le influencian, le consuelan, si son buenos, ridiculizarla, si son malos, mostrarse tristes o contentos por los resultados que obtienen; en una palabra, es como un facsímil del mundo corpóreo. Tal es este mundo oculto que nos circunda, en medio del cual vivimos sin dudar, como lo hacemos, sin mayormente dudar, en medio a las miríadas de insectos y corpúsculos del mundo microscópico.
El microscopio nos revela un mundo de seres infinitamente pequeños, del cual no teníamos idea; el Espiritismo, ayudado por los sensitivos videntes, nos revela el mundo de los Espíritus, el cual es, también, una de las fuerzas activas de la naturaleza. Con la ayuda de los sensitivos videntes, hemos podido estudiar el mundo invisible, iniciarnos a sus hábitos, al igual que un pueblo de ciegos pudiese estudiar el mundo visible, con la ayuda de algún hombre que gozase de la vista. (Ver más adelante, el capítulo sobre los Sensitivos, el artículo relativo a los Sensitivos videntes).
5. El Espíritu que quiere, o puede, aparecer, reviste alguna vez una forma todavía más nítida, teniendo todas las apariencias de un cuerpo sólido, al punto de producir una ilusión completa, haciendo creer que se tiene delante un ser corpóreo.  En algún caso, en fin, y en determinadas circunstancias, la tangibilidad puede convertirse en real, es decir, que es posible tocar, palpar, sentir la misma resistencia, el mismo calor que distinguen un cuerpo vivo, lo que no le impide de desvanecerse con la rapidez del rayo. En este caso, su presencia es constatada no sólo por la vista, sino también por el tacto. Aún cuando se pudiese atribuir a la ilusión, o a una especie de fascinación, la aparición simplemente visual, la duda no sería más permitida, cuando se puede agarrar, palparla, cuando ella misma os agarra y os estrecha. Los hechos de apariciones tangibles son más raros; pero aquellos que ocurrieron en estos últimos tiempos, por la influencia de sensitivos poderosos, entre ellos, por ejemplo, el caso de Daniel Douglas Home, y que tienen toda la autenticidad de testigos irrecusables, prueban y explican lo que la historia refiere en relación a personas que se han mostrado después de su desencarnación, con todas las apariencias de la realidad. Del resto, como hemos dicho, por cuanto extraordinarios sean los fenómenos de esta índole, desaparece todo lo maravilloso cuando se conoce la manera por la cual se producen, y se comprende que, muy lejos de ser una excepción a las leyes de la naturaleza, ellos constituyen una nueva aplicación, o por lo menos conocida como nueva.
6. Por su naturaleza, y en su estado normal, el periespíritu es invisible, y tiene esto algo en común con una cantidad de fluidos, que nosotros sabemos que existen, aún cuando no los hemos visto jamás; pero ellos, como ciertos otros fluidos, puede también experimentar modificaciones que le rinden perceptible a la vista, bien sea por una especie de condensación como por medio de un cambio en la disposición molecular; entonces, él aparece bajo una forma vaporosa. La condensación (no convendría tomar esta palabra literalmente, ya que la empleamos únicamente a título de comparación), según nosotros, puede ser tal, que el periespíritu adquiera las propiedades de un cuerpo sólido y tangible; pero él puede instantáneamente reemprender su estado etéreo e invisible. Nosotros podemos darnos cuenta de este efecto por medio de aquel del vapor, que puede pasar de la invisibilidad al estado de neblina, después al líquido, luego sólido y viceversa.
Estos diferentes estados del periespíritu, o alma, son el resultado de la voluntad del Espíritu, y no de una causa física exterior, como nuestros gases. Cuando el Espíritu se nos aparece, él coloca su periespíritu en el estado necesario para rendirlo visible; pero para esto su voluntad no es suficiente, porque la modificación del periespíritu se efectúa mediante su combinación con el fluido propio del sensitivo, pero esta combinación no es siempre posible; esto explica porque la visibilidad de los Espíritus  no es general. Por lo tanto, no es suficiente que el Espíritu quiera mostrarse; al igual que no es suficiente que una persona quiera verlo; es preciso que los dos fluidos puedan combinarse y que exista entre ellos una especie de afinidad. Y, quizá, sea necesario, también, que la emisión del fluido de la persona sea suficientemente abundante, para efectuar la transformación del periespíritu. Es probable de que, todavía, se precisen otras condiciones a nosotros desconocidas; es necesario, en fin, que el Espíritu tenga el permiso de hacerse ver a tal persona, lo que no siempre se le autoriza, o lo es únicamente en ciertas circunstancias, por motivos que nosotros  no podemos todavía conocer.
7. Otra propiedad del periespíritu, (alma), inherente a su naturaleza etérea, es la penetrabilidad. Ninguna materia le opone obstáculo; él las atraviesa todas, al igual que la luz pasa a través de los cuerpos transparentes. Esta es la razón por la cual no existe barrera que pueda ponerse a la entrada de los Espíritus: ellos van a visitar al recluso, en su prisión, fácilmente, como lo haría con una persona que se encontrara a campo abierto.
8. Las apariciones en el estado de vigilia no son ni raras ni nuevas; las hubo en todos los tiempos; la historia ha registrado un gran número; pero, sin remontarse tanto tiempo atrás, ellas son muy frecuentes también en nuestros días, y muchas personas las tuvieron, aunque en primera instancia las hayamos considerado como alucinaciones. Ellas son frecuentes, sobre todo, en los casos de desencarnación de personas ausentes, que vienen a visitar a los parientes y amigos. Con frecuencia, ellos no tienen un objetivo determinado, pero se puede decir que, en general, los Espíritus que aparecen en esta forma, son atraídos por la simpatía. Pocas son las personas que no tengan conocimiento de algún hecho de este tipo, cuya autenticidad no podría ser puesta en duda.
9. Agregaremos a las consideraciones precedentes, el examen de algunos efectos ópticos, que dieron lugar al singular sistema de los Espíritus glóbulos.
El aire no siempre es de una limpidez absoluta, y existen circunstancias en las cuales las corrientes de las moléculas aeriformes y su agitación producida por el calor, son perfectamente visibles. Algunos han tomado este fenómeno por multitudes de Espíritus agitándose en el espacio. Basta explicar el motivo que ha dado origen a esta opinión para comprobarlo. Pero, existe otro tipo de ilusión no menos extravagante en contra de la cual es preciso estar prevenidos. El humor acuoso del ojo ofrece algunos puntos apenas perceptibles que han perdido su propia trasparencia. Estos puntos son como cuerpos opacos en suspensión en el líquido, del cual siguen los movimientos. Ellos producen en el aire ambiente y a distancia, por el efecto del aumento y de la refracción, la apariencia de pequeños discos variables de uno a diez milímetros de diámetro, y que parecen nadar en la atmósfera. Hemos vistos a algunos tomar estos discos por Espíritus, que les seguían y les acompañaban por todas partes, y en su entusiasmo tomar por figuras los matices de la irisación, lo que es casi tan razonable como ver una cara en la luna.
Una simple observación, proveniente de estas mismas personas, las reconducirá  al terreno de la realidad.
Estos discos o medallones, ellos dicen, no solamente les acompañan, sino  que siguen todos sus movimientos; ellos van a la derecha, a la izquierda, hacia arriba, hacia abajo, o se paran según el movimiento de la cabeza. Esto no es sorprendente; de hecho, siendo que la sede de esto aparece en el globo ocular, la imagen debe seguir sus movimientos. Si fueran Espíritus, sería preciso convenir que ellos estarían obligados a una función muy mecánica, en razón de su cualidad de seres inteligentes y libres; labor muy fastidiosa, también para los Espíritus inferiores, y más justa razón incompatible con la idea que nosotros nos hacemos de los Espíritus superiores. Algunos, es verdad, toman por malos Espíritus los puntos negros o “moscas amauróticas”.
Estos discos, como las manchas negras, tienen un movimiento ondulatorio, el cual no se mueve jamás de la amplitud de cierto ángulo, y esto aumenta la ilusión, si es que no siguen bruscamente los movimientos de la línea visual.
La razón es muy simple. Los puntos opacos del humor acuoso, causa primera del fenómeno, son, como hemos dicho, tenido en suspensión, y tienen siempre una tendencia hacia el descenso. Por cuanto ascienden, si es porque están solicitados por los movimientos del ojo de abajo hacia arriba; pero llegados a cierta altura, si el ojo es fijado, se ven los discos descender por si mismos, después pararse. Su movilidad es extrema ya que basta un imperceptible movimiento del ojo, para hacerle cambiar de dirección, y hacerle recorrer, rápidamente, toda la amplitud del arco en el espacio donde se produce la imagen. Hata tanto no se haya probado que una imagen posee un movimiento propio, espontáneo e inteligente, no se puede percibir más que un simple fenómeno óptico o fisiológico.
Lo mismo puede decirse de las lucecitas que se producen alguna vez en gavillas o manojos más o menos compactos por medio de la contracción del ojo, y que son probablemente debidas a la electricidad fosforescente del iris, ya que ellas están, generalmente, circunscritas a la circunferencia del disco de este órgano.
Símiles ilusiones no pueden ser más que el resultado de una observación incompleta. Quienes han estudiado con seriedad la naturaleza de los Espíritus con todos los medios que da la ciencia práctica, comprenderán cuanto en ellos hay de pueril. Dado que nosotros combatimos las teorías arriesgadas, por medio de las cuales se llega a atacar las manifestaciones, aún cuando estas teorías son basadas en la ignorancia de los hechos, así debemos buscar de deshacer las falsas ideas, las cuales prueban más entusiasmo que reflexión, y que, por esto, precisamente, producen más daño que bien en los incrédulos, ya predispuestos en buscar el lado ridículo.
10.    El periespíritu, o el alma, como se ve, es el principio de todas las manifestaciones. Su conocimiento ha dado la explicación de una cantidad de fenómenos y ha permitido dar un paso inmenso a la ciencia espírita, haciéndola entrar en una vía nueva, y quitándole todo carácter arcano o maravilloso. Nosotros hemos encontrado, por medio de los Espíritus mismos (por cuanto es preciso notar que ellos nos han colocado en esta vía), la explicación de la acción del Espíritu sobre la materia, del movimiento de los cuerpos inertes, de los ruidos y de las apariciones. Nosotros encontraremos, todavía, la de muchos otros fenómenos que todavía debemos examinar, antes de pasar al estudio de las comunicaciones propiamente dichas. Ellos se comprenderán tanto más fácilmente cuanto mejor nos hayamos percatado, antes, de las causas. Si este principio fue bien comprendido, se hará más fácilmente su aplicación a los diversos hechos, que podrían eventualmente presentarse al observador.
11.   Nosotros estamos lejos de considerar nuestra teoría como absoluta y como si fuese la última palabra sobre la cuestión; ella será sin duda completada o rectificada más adelante con nuevos estudios. Pero, por cuanto imperfecta e incompleta sea ella al día de hoy, puede, siempre, ayudar a darnos cuenta de la posibilidad de los hechos, por medio de las causas que nada tienen de sobrenatural. Si después una hipótesis es aceptada, no se le podría, todavía, rechazar el mérito de la racionalidad y de la probabilidad, y esto vale mucho más de todas las explicaciones de los negadores, para probar que en los fenómenos espíritas todo es pura ilusión, fantasmagoría y subterfugio.
TEORÍA DE LA ALUCINACIÓN
12.         Quienes no admiten la dimensión incorpórea e invisible, creen que lo explican todo con la palabra alucinación. La definición de esta palabra es conocida: un error, la ilusión de una persona que cree tener percepciones que, en realidad, no tiene, (del latino hallucinari, errar, compuesto por las palabras ad lucem). Pero que los científicos no han explicado, todavía, por lo que sabemos, la razón fisiológica.
Parece que la óptica y la fisiología no tengan más, para ellos, secreto alguno; cómo puede ser, por lo tanto, que no hayan, todavía, explicado la naturaleza y la fuente de las imágenes que se ofrecen al Espíritu en ciertas circunstancias?
Ellos quieren explicar todo con las leyes de la materia; pero, por lo menos que nos den, sobre la base de estas leyes, una teoría de la alucinación: buena o mala, ella será siempre una explicación.
13.   La causa de los sueños no fue nunca explicada por la ciencia; ella los atribuye a un efecto de la imaginación; pero no nos dice, por otra parte, qué es esta imaginación, ni como ella produce estas imágenes, tan claras y nítidas, como en ocasiones se nos aparecen. Esto implica explicar algo que no es conocido, por medio de otra cosa igualmente ignota; la cuestión permanece toda por explorar. Se dice que el sueño es un recuerdo de las preocupaciones del día; pero aún cuando se quisiese admitir esta solución, la cual, empero, no es tal, quedaría todavía por descubrir qué es este espejo mágico que conserva tan bien la impronta de las cosas. Cómo explicar, sobre todo, aquellas visiones de las cosas reales que no se vieron nunca en el estado de vigilia y a las cuales, también, jamás se ha pensado? Únicamente el Espiritismo podía darnos la clave de este común fenómeno, que pasa desapercibido por causa de su misma abundancia, como todas las maravillas de la naturaleza que se suelen subestimar.
Los científicos mostraron poco interés en ocuparse de la alucinación; que ella sea real o no, es, no obstante, siempre un fenómeno que la fisiología debe poder explicar, so pena de confesar su insuficiencia. Se verá, un día en el que un científico se empeñe en darnos no una definición, entendámonos bien, sino una explicación fisiológica, en cuyo caso nosotros debemos ver, todavía, si su teoría resuelve todos los casos; no deje él, sobre todo los hechos tan comunes de apariciones de personas, a sus seres queridos, al momento de su desencarnación; nos diga, cómo puede suceder la coincidencia de la aparición, con la desencarnación de la persona? Si se tratase, solamente, de un hecho aislado, se podría atribuirlo al azar; pero, siendo frecuentísimo, el azar no presenta este tipo de repeticiones. Si todavía, aquel que ve la aparición tuviese la imaginación compenetrada de la idea de la persona que debe desencarnar, estaría bien; pero la que aparece es, mayormente, la persona en la cual él piensa menos, por lo tanto la imaginación no es relevante.
Todavía menos se pueden explicar por medio de la imaginación las circunstancias de la desencarnación, de la cual no se tiene alguna idea. Dirán, quizá, los partidarios de la alucinación que el Espíritu (en el caso de que admitan un Espíritu), tiene momentos de sobreexcitación, en los cuales sus facultades se encuentran exaltadas.
Estamos de acuerdo, pero cuando lo que él ve es real el fenómeno no puede atribuirse a una ilusión. Si, en su exaltación, el Espíritu ve algo que no se encuentra presente, es una evidencia de que él se traslada: pero, si nuestro Espíritu puede trasportarse hacia una persona ausente, por qué el Espíritu de esta persona ausente no debería poder trasportarse hasta nosotros? Nosotros les invitamos a tener en cuenta, en su teoría de la alucinación, de estos hechos, y a no olvidar que una teoría a la cual se pueden oponer hechos contrarios, es necesariamente falsa e incompleta. Esperando su explicación, nosotros buscaremos, mientras tanto, de aportar alguna idea sobre este argumento.
14.         Los hechos nos prueban, que existen apariciones verdaderas, que la teoría espírita nos explica perfectamente, y que pueden ser negadas únicamente por quienes nada admiten fuera del organismo material; pero al lado de las visiones reales hay, quizá, alucinaciones en el sentido verdadero de la palabra? No existe duda alguna. Cuál es, por lo tanto, la fuente? Los Espíritus mismos nos colocarán en la vía por cuanto la explicación nos parece completamente contenida en las respuestas dadas a las siguientes cuestiones:
a)  Las visiones son siempre reales, o son, alguna vez, el efecto de la alucinación? Cuando, por ejemplo, se ve en sueño además del diablo, u otras cosas fantásticas, que no existen, no es esto un producto de la imaginación?
-“Si, alguna vez, cuando se es influidos por determinadas lecturas o historias fantásticas que nos impresionan, las recordamos, y creemos  ver lo que no existe. Pero nosotros también hemos dicho que el Espíritu, bajo su envoltura sem-imaterial, puede tomar todo tipo de formas para manifestarse. Un Espíritu inferior puede, por lo tanto, aparecer con los cuernos y garras, si esto le place, para ser coherente con la credulidad; al igual que un buen Espíritu puede mostrase con las alas y un semblante radiante”-.
b) Pueden considerarse como apariciones las figuras y otras imágenes que se presentan, frecuentemente, entre el sueño y la vigilia o, simplemente, cuando se cierran los ojos?
En cuanto los sentidos se adormezcan, el Espíritu se libera, y puede ver de lejos, o de cerca, lo que no podría ver con los ojos corpóreos. Estas imágenes son, muchas veces, visiones, pero ellas puede ser, también, el efecto de las impresiones que la vista de ciertos objetos ha dejado en el cerebro, que conserva las huellas, al igual que lo hace con los sonidos. El Espíritu desprendido ve, entonces, en su propia mente, estas improntas  que se le fijaron como una imagen fotográfica. Su variedad y su mezcla forman un conjunto extravagante y evasivo, que se borra casi enseguida, pese a los esfuerzos que se hacen para retenerlos. Es a una causa similar que conviene atribuir determinadas apariciones fantásticas, que no tienen nada de real y que se producen, frecuentemente, en el estado de ausencia de salud”-.
Es cierto que la memoria es el resultado de las improntas conservadas en la mente; ahora, por cuál singular fenómeno estas improntas tan variadas y múltiples no se confunden? Este es un misterio  impenetrable, pero no más extraño que el de las ondas sonoras, que se cruzan en el aire, y todavía quedan diferenciadas. En una mente sana y bien organizada, estas improntas son nítidas y precisas; en un estado menos favorable, ellas se borran y se confunden; de ahí se deriva la pérdida de la memoria o la confusión de las ideas. Esto parece, todavía, menos extraordinario se si admite, como en la frenología, una destinación especial a cada parte, inclusive a cada fibra del cerebro.
Las imágenes llegadas al cerebro por conducto de los ojos,  os dejan, por lo tanto, una impronta, la cual hace sí que nos recordemos de un cuadro, como si lo tuviéramos, aún, delante de nosotros; pero es, siempre, una cuestión de memoria, por cuanto no lo vemos.
Ahora, en ciertos estados de emancipación, el Espíritu ve en la mente, y reencuentra estas imágenes, sobre todo las que le han mayormente impactado, según la naturaleza de la inquietud, o las disposiciones del Espíritu; en tal modo, ella reencuentra la impronta de escenas espirituales, terroríficas, dramáticas, mundanas, figuras extravagantes de animales, que él ha visto en otra época, en pintura o, también, en relato, ya que también los relatos dejan determinadas huellas. El Espíritu ve, realmente, pero él ve, únicamente, una imagen fotografiada en el cerebro.  En el estado normal, estas imágenes son evasivas y efímeras, porque todas las partes  de la mente funcionan libremente; pero en el estado de ausencia de salud, el cerebro es más o menos fuerte, no presenta un equilibrio entre todos los órganos; algunos solamente conservan su actividad, mientras los otros se encuentran en cierto modo inhibidos; de aquí la permanencia de algunas imágenes, que no son borradas, como en el estado normal, por las preocupaciones de la vida exterior. Es esta la verdadera alucinación y la causa primera de las ideas fijas.
Como se ve, nosotros hemos rendido cuenta de esta anomalía, con una ley toda fisiológica y conocidísima, es decir, la de las improntas cerebrales; pero hemos sido, siempre, obligados a hacer intervenir el Espíritu; ahora, si los materialistas no han podido, todavía, dar una solución satisfactoria a este fenómeno, es porque no quieren admitir el Espíritu; y, ciertamente, ellos dirán que nuestra explicación es errada, porque nosotros anteponemos por principio lo que por ellos es cuestionado; pero es todavía admitido por la inmensa mayoría, desde el momento que hay seres humanos sobre la tierra, y la negación de algunos no puede constituir la norma.
Es buena nuestra explicación? Nosotros la damos por cuanto puede servir a falta de otra, y, si se quiere, a título de simple hipótesis, en espera de algo mejor. Ahora, tal como ella se encuentra, explica todos los casos de visiones? Ciertamente no, y nosotros exhortamos a todos los fisiólogos a aportar una sola, tomada desde su punto de vista exclusivo, que los resuelva todos; dado que, cuando ellos han pronunciado sus solemnes palabras de sobreexcitación y de exaltación, ellos no han dicho nada; por lo tanto, si todas las teorías de la alucinación son insuficientes para explicar todos los hechos, es preciso convenir que existe algo más por encima de la alucinación propiamente dicha. Nuestra teoría sería falsa, si nosotros la aplicáramos a todos los casos de visión, por cuanto los hay de los que vendrían a contradecirla; pero ella puede ser justa si es aplicada a ciertos efectos.