sábado, 18 de agosto de 2012

SÍ, POEMA DE RUDYARD KLIPLING


Sí...

Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza
Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.
Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.
Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.
Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.
Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado
Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío....
Rudyard Kipling

DON QUIJOTE DE LA MANCHA, Capítulo II


DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Autor: Miguel de Cervantes y Saavedra
Versión modernizada: Giuseppe Isgró C.

Capítulo II

DE LA PRIMERA SALIDA QUE HIZO EL INGENIOSO DON QUIJOTE DE LA MANCHA DE SU TIERRA.

Hechos estos preparativos, no quiso diferir más en poner en ejecución su propósito, impulsándole a esto la persuasión de que su tardanza fuese causa de perjuicio para el mundo. Sí, numerosos eran los agravios que pensaba reivindicar, los tuertos que enderezar, las injusticias que quitar, los abusos que corregir y las deudas que satisfacer.
Sin decir nada a persona alguna de cuanto había planificado, y sin ser visto por nadie, una mañana del primer día del mes de julio, que fue uno de los más calurosos, equipado con  todas sus armas salió sobre Rocinante. Se adaptó su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la secreta puerta de un corral salió a la campiña, rebosante de alegría al ver con cuanta facilidad había dado inicio a su noble deseo. Pero en cuanto se vio en el campo abierto, le sobrevino un terrible pensamiento, que por poco le hace desistir de la ya iniciada empresa. Esto se debió a que recordara no haber sido armado caballero, y que conforme a la ley de caballería no podía ni debía entablar batalla con ningún auténtico caballero de este mundo. Además, aunque ya fuese caballero novel tendría que llevar armas blancas sin empresa en el escudo hasta tanto la ganase por mérito propio. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; pero más que la razón pudo en él su fervor trascendente. Se propuso hacerse armar caballero por el primero con quien se topase, a emulación de muchos otros que así lo hicieron, según lo había leído en los libros que a tal estado de exaltación le condujeron. En cuanto a la blancura de las armas decidió limpiarlas en el primer poblado por el que pasara, de modo que quedasen relucientes. Con esto se aquietó y prosiguió su viaje sin llevar otro rumbo que aquel que su caballo quisiere, teniendo por cierto que en esto consistía la fuerza emotiva de las aventuras.

Caminando con esa peculiar forma, nuestro novel aventurero iba dialogando consigo mismo, y se decía: -“Quién puede dudar de que en los tiempos por venir, cuando salga a la luz la historia verdadera de mis heroicas hazañas, el sabio que las escribiere, ciñéndose en dar cuenta de esta mi primera salida, en tan temprana hora, no empiece el relato de esta manera?
 -Había apenas, por la amplia y espaciosa tierra, el rubicundo Apolo, extendido las doradas hebras de sus hermosos cabellos. Los pequeños y coloridos pajarillos, de canoras lenguas, habían saludado con dulce y meliflua  armonía la aparición de la rosácea Aurora, la cual, abandonando la mórbida cama del celoso esposo, se mostraba a los humanos por las puertas y ventanas del Manchego horizonte. Es el momento en que el insigne Don Quijote de la Mancha, dejando el colchón de suaves plumas, subió sobre su  famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por la antigua y célebre campiña de Montiel…(y era la verdad, que por ella caminaba); después agregó, suspirando: -Oh edad afortunada, siglo venturoso en el que verán la luz mis famosas hazañas, dignas de ser incisas en bronces, esculpidas en mármoles y pintadas en telas para el eterno recuerdo de la posteridad! Oh tú, sabio encantador, quienquiera que tú seas, a quien será confiada la misión de ser el cronista de esta peregrina historia, ruégote de no olvidar a mi buen Rocinante, perpetuo compañero en cada uno de mis viajes, y enriquecedoras vivencias. Luego exclamaba, como si en verdad estuviese enamorado: -“Oh princesa Dulcinea, señora de mi cautivo corazón, mucho agravio me habéis hecho al despedirme, ordenándome, además, que no ose jamás de aparecer en presencia de vuestra singular belleza! Os exhorto, señora mía, que recapacitéis sobre este anhelante corazón, que tanto suspira por vuestro amor!”
Iba con éstos tejiendo otros pensamientos de este tenor, análogos a aquellos que había aprehendido de sus libros emulando el estilo de su lenguaje. Al mismo tiempo procedía con lentitud, y el sol, elevándose, producía un calor tan ardiente capaz de activar la trascendencia de su entendimiento, si es que alguno le quedaba todavía.
De esta manera viajó todo aquel día sin que le ocurriese cosa digna de ser contada; de lo cual se exasperaba, bramando ávidamente de que se le ofreciese la oportunidad de cimentar el valor de su carácter y la destreza de su fuerte brazo.
Algunos autores afirman que su primera aventura fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; lo que, en verdad, he podido averiguar, es lo que encontré escrito en los anales de la Mancha, en los cuales se refiere que él anduvo errante durante todo el día, y que, al acercarse la noche, tanto él como su rocín, se encontraban cansados y con mucha hambre. Y mirando por todos lados buscó de ver si había algún castillo o morada de pastores, en que descansar, satisfaciendo sus necesidades. Vio, no muy lejos del camino por donde iba, una venta, que fue para él como una estrella que le guiase, no a los portales, sino a los alcázares de la felicidad. Aceleró el paso, y llegó a ella justo al anochecer.
Estaban por casualidad, en la puerta, dos mujeres mozas, de las que se denominan del partido, quienes se dirigían a Sevilla, con algunos arrieros que en la venta, aquella noche, hicieron parada. Dado que todo esto que pensaba, veía o fantasticaba nuestro aventurero, dentro de su mente tomaba forma, y semblanza, de acuerdo con las ideas fervorosas que se había imaginado con sus lecturas. Así, en cuanto descubrió la venta se la representó como un castillo, con sus cuatro torres y capiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadizo por encima de un profundo foso. Igualmente, equipado de todas aquellas otras pertenencias que suelen atribuírsele a tales moradas.
Se enrumbó en dirección de la venta, o castillo, como a él le parecía, y habiendo llegado cerca, recogió las riendas y paró a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal, con alguna trompeta, de la llegada de un caballero al castillo. Pero viendo, luego, que tardaba, y que Rocinante se afanaba por llegar a la caballeriza, se acercó a la puerta de la venta, donde divisó a las dos mozas que allí estaban. Al caballero aquellas dos mujeres le parecieron hermosas doncellas, o graciosas damas, que delante de la puerta del castillo se estaban distrayendo.
 En esto sucedió, casualmente, que un porquero que iba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos, (que con perdón así se llaman), tocó un cuerno a cuya señal todos se recogen. Instantáneamente, Don Quijote se representó lo que anhelaba y era que un enano anunciase su llegada. Con inefable alegría se acercó a la puerta y a las damas, las cuales viéndole llegar de tal suerte armado, con lanza y adarga, se voltearon, con temor, para entrar en la venta. Empero, Don Quijote, percibiendo por la huida su miedo, alzó la visera de cartón y descubriendo su enflaquecido y polvoriento rostro, les dijo con gentil modo y voz tranquila: -“No se retiren las señoras, ni teman ultraje alguno, que la Orden de Caballería que profeso  prohíbe de hacer tuertos a quienquiera que sea, cuanto más, después, a doncellas de alto linaje, cual lo demuestra vuestra noble presencia”.


-Las dos jóvenes lo iban observando, y buscaban de verle bien la cara, que muy poco se vislumbraba debajo de aquella visera, pero cuando se sintieron llamar doncellas, nombre que no se avenía bien con su profesión, no pudieron contenerse de reír.
Don Quijote se resintió, y le dijo: -Cuanto una digna mesura es virtud en las hermosas damas, la risa que de leve causa procede es mucha sandez; no por esto os amonesto, sino que os lo digo solo por el deseo de que seáis de ánimo benévolo hacia mi, que el mío está imbuido de la total voluntad de serviros.
El lenguaje no entendido por las señoras, y el aspecto de nuestro caballero, acrecentaban en ellas la risa, y en él, el disgusto. La situación habría trascendido si en aquel momento no hubiese salido el dueño de la venta, hombre que por ser muy gordo, era de talante pacífico. Al ver aquella contrahecha figura, equipada con armas tan dispares entre sí, como lo eran la brida, la lanza, la adarga y el coselete, el ventero estuvo a punto de ponerse a reír, él también, no menos que las dos jóvenes. Empero, algún respeto le inspiró la indumentaria tan pertrechada del caballero, que se determinó en hablarle comedidamente, y así le dijo:
-Si vuestra merced, señor caballero, solicita ser alojado en esta venta, aparte del lecho, que no hay ninguno disponible, encontrará en todo de que satisfacerse en abundancia.
Viendo Don Quijote la gentileza con que le hablaba el gobernador de la fortaleza, que tal le pareció el ventero y la venta, respondió:
-Para mí, señor castellano, cualquier cosa me es suficiente, porque “mis arreos son las armas, mi descanso el combatir”.

 El ventero se imaginó que Don Quijote le dio el nombre de castellano por haberle parecido oriundo de Castilla. En cambio, era andaluz, y de los de la playa de Sanlúcar. Su índole se asemejaba a la de Caco, que precisaba perfeccionar sus virtudes, al igual que un estudiante o paje, y le respondió de esta manera:
-Según esto, las camas de vuestra merced deben ser duras piedras, y su dormir una continúa vigilia. Y, siendo así, tenga por cierto que aquí encontrará las mejores ocasiones para no cerrar los ojos durante un año, cuanto más en una noche.
Dicho esto fue a agarrarle el estribo a Don Quijote, quien desmontó con gran esfuerzo y cansancio, como aquel que durante el día no se ha, siquiera, desayunado.
Le recomendó al ventero, enseguida, de tener el mayor cuidado con su caballo, que era el mejor de cuantos hubiesen en el mundo.
 El ventero lo escudriñó, y no le pareció que fuera tan bueno como sostenía Don Quijote, pero, alojándolo en el establo, se dirigió, rápidamente, a recibir las instrucciones de su huésped.

Él se dejaba desarmar por las doncellas, ya que se habían reconciliado; pero aunque le habían quitado la coraza y el espaldar, le fue imposible desencajarle la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y queriéndosela quitar, era preciso cortar los nudos, a lo que Don Quijote se opuso resolutamente. Se quedó, por lo tanto, toda aquella noche con la celada puesta, lo que le hacía aparecer como la más simpática y extraña figura que imaginar se pueda. Luego, mientras le iban desarmando, imaginando que aquellas mujeres fuesen principales señoras o damas de aquel castillo, le dijo con singular gentileza:
-Jamás hubo caballero
de damas tan bien servido,
como lo fuera Don Quijote,
cuando salió del patrio suelo;
doncellas cuidaban dél;
princesas, de su rocín,

o, más bien Rocinante; porque éste, señor, es el nombre de mi caballo, y el mío Don Quijote de la Mancha. En verdad, no quisiera descubrirme sino por alguna empresa conducida a glorioso fin en servicio vuestro; pero la necesidad de adaptar al presente propósito aquel viejo romance de Lanzarote ha sido la causa de que sepáis mi nombre ahora. Tiempo vendrá, por otra parte, en el que vuestras señorías me manden y yo obedezca. Será, entonces, que el valor de mi carácter, y la destreza de mi brazo, os prueben el deseo que tengo de serviros.
Las alegres jóvenes que no estaban acostumbradas a oír tales razonamientos, no dijeron nada; empero, le preguntaron si deseaba comer algo.
-Cualquier cosa, -respondió Don Quijote-, me vendría bien al caso.  
Ocurrió que por ser viernes no había en aquella venta sino algunas raciones de un pescado que en Castilla denominan Abadejo, y en Andalucía Bacallao, y en otras partes Curadillo, y en otras, aún,  Truchuela, y que nada más había para darle.
-Si hay muchas Truchuelas, -dijo Don Quijote-, podrán servir en lugar de una trucha grande, por cuanto para mí tanto hacen ocho reales cuanto una pieza de ocho. Podría también darse que estas truchuelas fuesen como la ternera, que es mejor que la vaca, y el cabrito que el cabrón. Sea lo que fuere, venga luego, que el trabajo y el peso de las armas no se puede sostener cuando el vientre no está bien gobernado.
Se le sirvió la mesa a la puerta de la venta, al fresco, y el ventero le trajo una porción de la mal remojada y peor cocida merluza, y un pan tan negro y mohoso cuanto lo eran sus armas.

Fue argumento de grandes risas el verle comer; por cuanto, teniendo todavía la celada, y levantada la visera, nada podía meterse en la boca con sus propias manos, precisando que otros lo hicieran, por lo cual, una de aquellas señoras se puso a realizar esa tarea.
Pero, en cuanto a darle de beber fue imposible, ni lo hubiese hecho nunca si el ventero no horadara una caña, y puesto un extremo en la boca, vertiéndole, por el otro, el vino. Todo esto él lo soportaba con paciencia, con el objeto de no romper la cinta de la celada.
Estando en esto, llegó por casualidad a la venta un castrador de puercos, y tan pronto como llegara, sonó cuatro o cinco veces su silbato de caña, con lo cual Don Quijote terminó por confirmar que estaba en algún famoso castillo, donde era servido con música; que las raciones de merluza eran truchas; el pan blanquísimo; y las mujeres de vida “fácil”, damas; el ventero, gobernador del castillo; y, por lo tanto calificaba bien venturosa su resolución y primera salida.

Lo que le inquietaba, por otra parte, era el no verse, aún, armado caballero, pareciéndole que no podía exponerse jurídicamente a emprender aventura alguna sin haber, antes, en buena forma, recibido la Orden de Caballería.



miércoles, 15 de agosto de 2012

META-HISTORIA: UNA CIENCIA APASIONANTE



LA META-HISTORIA:

CIENCIA APASIONANTE

 

©Abg. Giuseppe Isgró C.

 

 

 

Se dice, con frecuencia, que la historia se repite. ¿Por qué ocurre esto? Cada generación, al pasar a la dimensión espiritual, da paso a otra. Cuando, aquella, en un futuro próximo vuelve de la dimensión espiritual a la física, retoma el hilo de sus actividades exactamente donde las dejó en el ciclo de vida anterior, reproduciendo en forma exacta una realidad preexistente. Son los mismos seres con ropaje distinto, y un análogo propósito evolutivo.

Cuando analizamos la vida de Pisistrato, Alejandro Magno, el emperador Juliano, Mahoma, Saladino y Solimán el Magnífico, observamos que estos diferentes personajes estuvieron animados por un mismo espíritu y un idéntico propósito.

Alejandro Magno conquistaba para civilizar mediante el cruce étnico y la difusión de la cultura helénica. El emperador Juliano, tenía conciencia clara de haber sido Alejandro Magno. Se dio cuenta, en el siglo IV d.n.e., del inmenso peligro que representaba el naciente movimiento gestado en el primer Concilio de Nicea y se propuso contrarrestarlo con tres generaciones de cultura clásica. Empero, en ese ciclo de vida quedó inconcluso ese objetivo. 

Pero, lo retoma en el año 570, d.n.e., cuando reencarna como Mahoma, forjando una civilización extraordinaria, y llevando a cabo un equilibrio en el mundo occidental en contra de la tergiversación histórica ensamblada en el primer Concilio de Nicea.

Allí se elevó la figura de un hombre a categoría divina; aquí, Mahoma dice: -”Hay un solo Dios, Allah, el Ser Universal; Mahoma es solamente su mensajero”-.

·       Este equilibrio en el mundo occidental sigue manteniéndolo como Saladino, en el siglo XIII y en el siglo XVI, como Solimán el Magnífico.

·       Homero, Solón, Platón, Plotino y Marsilio Ficino, son expresiones existenciales del mismo Espíritu.

·       Aristóteles, Apolonio de Tiana, Leonardo da Vinci y Emanuel Swedemborg, igualmente.

·       El General Tolomeo I Soter, funda el Museo y la biblioteca de Alejandría; Al-Hakam II, hijo de Abderraban III, continuando con la labor de su padre, transforma a Córdoba, en la lumbre de occidente, con una biblioteca casi de análogas proporciones; Lorenzo el Magnífico, sigue la misma trayectoria en Florencia, en el Renacimiento italiano.

·       Una nueva área de conocimiento de vital importancia para la humanidad es la meta-historia. Tiene múltiples vertientes.

·       Por ejemplo, uno de los descubrimientos más sorprendentes de la investigación efectuada sobre la reencarnación es lo que se ha denominado con PHILIAS, un término que engloba, en los niños que recuerdan existencia pasadas, el arrastre de fobias, traumas, aptitudes, marcas y defectos de nacimientos, gustos y afinidades, costumbres y tendencias, rasgos físicos y otros elementos inherentes, vinculados con existencias pasadas.

·       Este elemento Philias, tiene importancia en el estudio del surgimiento de las nuevas civilizaciones donde antes existían humanidades primitivas, mientras que las nuevas descuellan en mayor belleza física y elevados rasgos culturales y artísticos.

·       Allan Kardec, en el libro Génesis desarrolla hábilmente este tema y es el primero que, en el siglo XIX se percata de este hecho, si bien el término Philias es muy antiguo, como equivalente a amistad, en la acepción con que se emplea en este trabajo, fue reacuñado en el siglo XX.

·       Esto nos permite entender porque se suele afirmar que la historia se repite, y es que, al reencarnar un determinado grupo se seres, en una época determinada, van a reproducir las mismas tendencias que venían arrastrando en su último ciclo de vida, manifestándose la misma manera de pensar y el mismo cultivo sofisticado de arte, poesía, literatura, pensamiento filosófico, etcétera. 

·       La meta-historia nos permitirá descifrar los grandes enigmas de las civilizaciones y rastrear, en el tiempo, el pensamiento de un espíritu a través de diversas personalidades. Tales son los casos de Platón, Plotino y Marsilio Ficino; Alejandro Magno, el emperador Juliano y Mahoma. Pitágoras y Jesús de Nazareth. Plutarco y Miguel de Cervantes Saavedra. Simón Bolívar y José Martí. Elia y Juan el Bautista. Juan Vicente González y Arturo Uslar Pietri. Y, por último, el caso de Antonio José de Sucre y Carlos Andrés Pérez.

  Este tema es extenso, pero verdaderamente apasionante.

Adelante

 

lunes, 13 de agosto de 2012

BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN



El primer libro de la historia sobre las facultades espirituales, que todos deberían leer para conocer el propio potencial humano.

BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN
Capítulo XI, de EL LIBRO DE LAS FACULTADES
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos: Giuseppe Isgró C.

Apariciones del Espíritu de los vivientes. Personas dobles. Alfonso de Ligorio y Antonio de Padua.    Vespasiano. Transfiguración. Invisibilidad.

1. Estos dos fenómenos, el de bicorporeidad y la transfiguración, son una variedad de las manifestaciones visuales, y por maravillosos que puedan parecer, en primera instancia, se reconocerá, fácilmente, de la explicación que aporta, de que no salen del orden natural.          
Ambos se basan sobre el siguiente principio: Todo cuanto fue dicho sobre el periespíritu, -o alma-, después de la desencarnación, se aplica al de los seres encarnados. Nosotros sabemos que durante el sueño el Espíritu vuelve a adquirir, en parte, su libertad, es decir, que él se separa del cuerpo, y es en este estado que nosotros hemos tenido, muchas veces, la ocasión de observarlo. Pero el Espíritu, tanto en el estado de encarnado como en el de desencarnado, tiene siempre la envoltura semi-material, la cual, por las mismas causas que nosotros hemos descrito, puede adquirir la visibilidad y la tangibilidad. Algunos hechos muy positivos no pueden dejar duda alguna sobre este punto; citaremos, únicamente, algún ejemplo conocido por nosotros, y del cual podemos garantizar la exactitud, estando, cada quien, en la facultad de de referir otros de análoga naturaleza por experiencia propia.
2. La esposa de uno de nuestros amigos vio, varias veces, durante la noche, entrar en su dormitorio, tanto que éste estuviese iluminado, como a oscuras, a una vendedora de fruta de los alrededores, que ella conocía de vista, pero con quien jamás había hablado. Esta aparición le provocó gran temor, tanto más que, en aquella época, ella no conocía, aún, la Doctrina Espirita, y este fenómeno se renovó con gran frecuencia. La referida vendedora de fruta estaba encarnada, y, probablemente, en aquel momento, dormía. Mientras su cuerpo material se encontraba en su casa, su Espíritu, y su cuerpo fluídico, se encontraban en la casa de esta señora. El motivo de estas visitas no se conoce. En casos similares, un estudiante experimentado se lo habría preguntado, pero a ella no se le ocurrió. En cada ocasión la aparición se eclipsaba sin que la señora supiese el como y cada vez, después de su desaparición, ella quiso asegurarse de que todas las puertas se encontraban perfectamente cerradas, y de que nadie hubiese podido introducirse en su apartamento. Esta precaución le demostró que ella se encontraba completamente despierta, y de que no se trataba del efecto de un sueño.

Otras veces, ella vio, de la misma manera, un hombre que no conocía; un día, posteriormente, vio a su hermano, que se encontraba, entonces, en California, quien tenía en tal grado la apariencia de una persona viva, que ella, en el primer instante, creyó que había regresado y quiso dirigirle la palabra, pero él desapareció sin darle tiempo para hacerlo. Una carta recibida posteriormente le demostró que aún se encontraba encarnado. Esta señora era una sensitiva vidente natural, pero para esa época ella jamás había oído hablar de este tipo de facultades espirituales.
3. Otra señora que vive en una provincia, encontrándose en estado poco saludable, una noche, alrededor de las diez, vio un hombre de edad avanzada que vivía en la misma ciudad, que algunas veces encontraba en las reuniones sociales, pero sin haber establecido estrechos vínculos de amistad. Este hombre, sentado en una butaca a los pies de su cama, con algo que sostenía en las manos, tenía las apariencias de cuidarla. Sorprendida ella de una tal visita a esa hora, ella quiso preguntarle el motivo, pero aquel hombre le indicó de no hablar, y, en vez de lo cual, dormir. Varias veces ellas quiso dirigirle la palabra, y cada vez le repetía la misma recomendación. Finalmente, ella terminó por dormirse. Después de algunos días, habiéndose restablecido, ella recibió la visita de aquel mismo hombre, pero a una hora más conveniente, y esta vez era propiamente él, en persona, con el mismo traje, el mismo utensilio en las manos, y exactamente los mismos modales. Persuadida de que él la hubiese, en verdad, visitado durante el proceso de su recuperación, le dio las gracias por el interés que había tenido. El hombre, sorprendido, le respondió que durante mucho tiempo él no había tenido el placer de verla. La señora, que conocía los fenómenos espirituales, comprendió, entonces, lo que había ocurrido; pero no queriendo entrar con él en explicaciones, se conformó con decirle que, probablemente, había soñado. Y, precisamente, eso es lo más probable, dirán los incrédulos; pero queda, siempre, una cosa aceptada, y es la de que esta señora no dormía en absoluto, al igual que no lo hacía la otra, mencionada con anterioridad. Entonces ella soñaba despierta; en otros términos, tenía una alucinación.  Es esta la gran palabra, la explicación universal de todo lo que no se comprende. Habiendo nosotros dado una amplia respuesta a esta objeción, seguimos adelante.

4. He aquí, otro hecho más característico, y nosotros veríamos con agrado la manera de cómo se pudiese explicar por el sólo juego de la imaginación.
Un hombre que habitaba en la provincia, nunca había querido contraer matrimonio, pese a las insistencias de la familia. Esta había insistido, de manera particular, para que se casase con una joven que vivía en una ciudad vecina, y que él no había visto nunca antes. Un día, estando en su dormitorio, se sorprendió de verse en presencia de una joven, vestida de blanco, con la cabeza ornamentada con una corona de flores. Ella le dijo que era su novia, le tendió la mano, que él tomo en la suya, y en la cual vio un anillo. En pocos instantes, todo desapareció. Sorprendido por esta aparición, y habiéndose asegurado de estar bien despierto, se informó si alguien había ido durante el día; la respuesta fue que nadie lo había hecho. Un año después, cediendo a nuevas solicitudes de un pariente él se decidió de ir a conocer a la joven que se le había propuesto por esposa. Llegó en un día de fiesta; y era el momento en que se regresaba a casa, y una de las primeras personas que vio entrando en la casa fue una joven, la que se le había aparecido; estaba vestida de la misma manera y, además, el día de la aparición, era exactamente el mismo, pero un año antes. Él quedó impresionado, y por su parte la joven lanzó un grito y se desmayó. Vuelta en sí, dijo que ya había visto a aquel hombre en el mismo día del año precedente. El matrimonio se llevó a cabo. Esto ocurría en el año 1835; en tal época no se hablaba, aún, de Espíritus, y por otra parte ambos protagonistas son personas muy positivas y de prudente imaginación.
Se dirá, quizá, que tanto el uno como la otra tenían el Espíritu imbuido de la idea de la unión propuesta, y que esta preocupación determinó una alucinación; pero es preciso no olvidar que el hombre era tan indiferente que estuvo un año sin ir a ver a su futura esposa. Y aún cuando se quisiese admitir esta hipótesis, quedaría por explicar la doble aparición, la coincidencia del vestido con el día de exacto a distancia de un año, y, en fin, el reconocimiento físico entre personas que no se habían visto jamás, circunstancias, estas, que no pueden ser producto de la imaginación.
5. Antes de seguir adelante, debemos responder inmediatamente a una pregunta que alguno no faltará en hacernos, la cual es: Cómo puede vivir el cuerpo mientras el Espíritu está ausente? Podríamos responder que el cuerpo puede vivir de vida orgánica, la cual es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba está en que las plantas viven y no tienen Espíritu; pero debemos agregar que durante la vida, el Espíritu no está jamás completamente separado del cuerpo. Los Espíritus, de la misma manera que ciertos sensitivos videntes, reconocen el Espíritu de una persona encarnada gracias a un cordón luminoso que mantiene unido el Espíritu con el cuerpo, fenómeno que no ocurre jamás cuando el Espíritu ha desencarnado, por cuanto, entonces, la separación es completa. Es por esta comunicación que el Espíritu es advertido al instante, a cualquier distancia en que él se encuentre, de la necesidad que el cuerpo pueda tener de su presencia, y entonces, él regresa con la celeridad del relámpago. De esto resulta que el cuerpo siempre mantiene la vida durante la ausencia del Espíritu y que no puede ocurrir nunca que este último, a su regreso, “encuentre la puerta cerrada”, como lo han escrito algunos novelistas en relatos de fantasía. (El Libro de los Espíritus, Nº 400 y siguientes).

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: El maestro Kardec aporta, en este parágrafo, dos ideas, la primera aseverando que, con la ausencia del Espíritu, por desdoblamiento, el cuerpo podría vivir la vida orgánica, y esboza la idea, que resulta de un criterio imperante en la época, de que la vida orgánica es independiente de la presencia del Espíritu, y dice: -“Y la prueba está en que las plantas viven y no tienen Espíritu”.
Los estudios realizados a partir de la época en que vivió el maestro Kardec, demuestran que, si efectivamente el Espíritu estuviese separado totalmente, y en forma definitiva, del cuerpo, esa vida orgánica cesaría en forma inmediata. Siendo una sola la ley que rige todo en la naturaleza, sustentada por principios universales inmutables, también las plantas, al separarse su Espíritu en forma definitiva del cuerpo físico, según la especie de la que se trate, terminaría su ciclo de vida, dado que el Espíritu es la vida que anima todo. Estos mismos estudios a que aludimos, nos señalan que todos los seres, en los cuatro reinos naturales, el humano, el animal, el vegetal y el mineral, poseen Espíritu, alma, -o periesíiritu-, y cuerpo. La solución la aporta el mismo maestro Kardec, cuando afirma, acto seguido: -“Pero debemos agregar que durante la vida, el Espíritu no está jamás completamente separado del cuerpo. Los Espíritus, de la misma manera que ciertos sensitivos videntes, reconocen el Espíritu de una persona encarnada gracias a un cordón luminoso que mantiene unido el Espíritu con el cuerpo, fenómeno que no ocurre jamás cuando el Espíritu ha desencarnado, por cuanto, entonces, la separación es completa”. En esta amplia percepción, Kardec sugiere la clave esencial: El Espíritu, pese a estar separado del cuerpo, algunas veces estando a grandes distancias, no obstante se mantiene unido al cuerpo mediante el “hilo de plata”, alma, o peri-espíritu, que es una especie de cordón fluídico elástico, lo cual le permite desplazarse a muy lejanas distancias, en fracciones de segundo, manteniéndose, no obstante, unido a su cuerpo. Mientras el Espíritu permanezca unido al cuerpo, aunque se proyecte espiritualmente, por medio de la elasticidad del alma, a pequeñas o a grandes distancias, algunas veces interplanetarias, siempre mantendrá la vida del cuerpo, en cualquiera de los cuatro reinos en que esto ocurra. Por otra parte, la vida que mantiene el cuerpo, cuando el Espíritu se desdobla, es la misma que sustenta durante el sueño, momentos en que el Espíritu, con el adormecimiento de los sentidos físicos y por la elasticidad del alma, o periespíritu, se emancipa del cuerpo, sin separarse dél, es decir, permaneciendo unido mediante el cordón fluídico, y se proyecta a cualquier lugar donde su interés espiritual le conduzca. Ese proceso de proyección espiritual, se efectúa, durante el día, casi sin percatarse la persona, en incontables números veces, durante esas pequeñas abstracciones mentales que con naturalidad realiza, evadiendo su conciencia del lugar en que se encuentra. Si alguien le hablara, durante esas brevísimas evasiones mentales, la persona no escucharía lo que se le dijese. Esa es la razón por la cual, muchas personas, suelen decir: -“Disculpa, qué me dijiste, estaba muy lejos de aquí”-. Este tipo de conducta normal de la vida diaria, nos aporta una clave esencial para comprender mejor estos fenómenos de la bicorporeidad, o desdoblamiento de la personalidad.

6. Terminemos ahora nuestro argumento. El Espíritu de una persona viviente, aislado del cuerpo, puede aparecer como el de un Espíritu desencarnado, y tener todas las apariencias de la realidad; por otra parte, por motivos ya explicados, él puede adquirir una tangibilidad momentánea. Este fenómeno, designado bajo el nombre de bicorporeidad, dio lugar a las historias de los seres humanos dobles, es decir, de individuos cuya presencia simultánea fue constatada en dos lugares diferentes.
He aquí dos ejemplos: El primero: Alfonso de Ligorio, fue visto, simultáneamente, en dos lugares diferentes.
Antonio de Padua: Se encontraba en España, y en el momento en que él daba un discurso, su padre, en la ciudad de Padua, iba al suplicio acusado de un delito grave. En ese instante, aparece Antonio, quien demostró la inocencia de su padre, e hizo conocer al verdadero culpable, que asumió, más tarde, la respectiva sanción. Fue constatado que en ese momento Antonio de Padua no había abandonado España.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Se tiene conocimiento de que, mientras duró el desdoblamiento de Antonio de Padua, lapso en que apareció en Padua, para demostrar la inocencia de su padre, en España, donde estaba dando su discurso, se quedó abstraído, -como ausente-, en estado de éxtasis, durante una hora. Al volver al estado de conciencia objetiva, explicó lo que había ocurrido, con la defensa de su padre, hecho que fue comprobado en los días siguientes, así como de que, en ese día y hora, él no había salido de España.

 Alfonso de Ligorio, evocado e interrogado por nosotros, sobre este hecho, dio esta respuesta:
1. -Podríais vos darnos la explicación de este fenómeno?
-“Sí; el ser humano, cuando por sus virtudes se ha completamente liberado de la influencia de la materia y ha elevado su Espíritu hacia Dios, puede aparecer en dos lugares al mismo tiempo, y he aquí como:
-“El Espíritu encarnado, sintiéndose próximo a quedarse dormido, puede pedir a Dios de trasladarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu, o personalidad del alma, como queréis llamarle, abandona, entonces, el cuerpo, seguido de una parte del periespíritu y deja la materia en estado de sueño. En dicho estado de sueño, quedó en el cuerpo un ligamen que tiene unidos el periespíritu y el Espíritu a la materia, y este ligamen no puede ser definido. El cuerpo aparece, por lo tanto, en el lugar solicitado. No creo que sea necesario decir más”.
2. Esto no nos da la explicación de la visibilidad  y de la tangibilidad del periespíritu.
-“El Espíritu, encontrándose suelto de la materia según su grado de elevación, puede rendirse tangible a la materia”.
3. Es indispensable el sueño del cuerpo para que el Espíritu aparezca en otros lugares?
-“El Espíritu se proyecta y se siente llevado a un lugar diferente del que se encuentra el cuerpo. Puede suceder que el cuerpo no duerma, aún cuando esto sea rarísimo, pero entonces el cuerpo no se encuentra nunca en un estado perfectamente normal; está siempre en un estado más o menos extático”.
Observación: El Espíritu no se divide en el sentido literal de la palabra; puede manifestarse en muchos puntos sin dividirse; lo mismo ocurre con una luz que se irradia sin dividirse, y con una luz que puede simultáneamente reflejarse en muchos espejos.

 COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: La observación anterior es realizada por el maestro Kardec, por cuanto en la respuesta número tres, Alfonso de Ligorio expresa que el Espíritu “puede dividirse”, expresión que hemos traducido por “se proyecta”, que es más adecuada, aún cuando, también, podía haberse dicho: “se separa”. Lo cierto del caso es que, la enorme velocidad con que se proyecta, y traslada un Espíritu de un lugar a otro, es la del pensamiento, es decir, casi instantáneamente el Espíritu está en el lugar en que piensa, y tan rápido como piense en el lugar, o persona que se encuentre en determinado sitio. Empero, jamás puede estar simultáneamente en dos o más lugares al mismo tiempo. Pero, dado que viaja a la velocidad del pensamiento, como fue dicho, en una fracción de segundos, puede ir desplazándose en una multitud de lugares, sucesivamente, uno tras otro, o de uno a otro, y así compenetrarse de lo que ocurre en diversos lugares virtualmente al mismo tiempo. La diferencia de tiempo de estar en un lugar a otro es el que se tarde en pensar en uno u otro sitio. Pero, para tener la precisión en sentido estricto de lo que ocurre, el desplazamiento se efectúa en forma sucesiva, de un lugar a otro, con infinitesimales diferencias de tiempo.
4. Qué le ocurriría a una persona que fuese de manera imprevista despertada, mientras se encuentra inmersa en el sueño, y su Espíritu aparece en otra parte?
-“Esto no podría ocurrir, ya que si alguien tuviese la intención de despertarle, el Espíritu regresaría al cuerpo y prevería la intención de despertarla, por cuanto el Espíritu lee el pensamiento”-.
Una explicación del todo idéntica nos fue dada muchas veces por el Espíritu de seres encarnados o desencarnados. Alfonso explica el hecho de la doble presencia, pero no nos da la teoría de la visibilidad y de la tangibilidad.

7. Tácito refiere un hecho análogo:
Durante el mes que Vespasiano transcurrió en Alejandría para esperar el regreso periódico de los vientos del verano y la estación en la cual el viento se convierte en más seguro, ocurrieron muchos prodigios, por medio de los cuales se manifestó el favor del cielo, y el interés que del mundo espiritual pareciera tomarse por este gobernante…. Estos prodigios multiplicaron doblemente en Vespasiano el deseo de visitar el lugar del oráculo, para consultarle sobre las cuestiones del imperio. El ordena que el lugar se cierre para todos; entrado él mismo, y todo inmerso en la expectativa de lo que el oráculo habría pronunciado, vio, detrás de ello, uno de los jefes egipcios, llamado Basilide, que él sabía que se encontraba recuperando la salud en un lugar muy lejano de Alejandría. Se informa con los funcionarios del lugar si Basilide vino aquel día al oráculo, e igualmente lo hace con la gente que pasaba si alguien le había visto en la ciudad. En fin, envía hombres a caballo y obtiene la información de que Basilide, en aquel momento, se encuentra a ochenta millas de distancia. Entonces él no dudó más de que la visión no fuese sobrenatural, y tuvo el nombre de Basilide como oráculo. (Tácito, Historias, Libro IV, Cap. 81 y 82).
8. El individuo que se muestra simultáneamente en dos lugares diferentes tiene por lo tanto dos cuerpos; pero de estos dos cuerpos uno sólo es real, el otro no es más que apariencia; se puede decir que el primero tiene vida orgánica, y el segundo la del Espíritu. Al despertarse, los dos cuerpos se reúnen, y la vida del Espíritu vuelve a entrar en el cuerpo material. (Como expresión de vida inteligente). No parece posible, por lo menos nosotros no tenemos ejemplo alguno, y la razón así lo demuestra, que en el estado de separación, los dos cuerpos puedan, simultáneamente, gozar, y en el mismo grado, de la vida activa e inteligente. Resulta, por otra parte, de lo que hemos dicha ahora, que el cuerpo real no podría pasar por el proceso de la desencarnación mientras el cuerpo aparente quedase visible: al acercarse el instante de la desencarnación atraería el Espíritu al cuerpo, aunque no fuese más que por un momento.

Resulta, igualmente, que el cuerpo aparente no podría ser destruido, ya que no es orgánico y no está formado de carne y huesos; él desaparecería en el momento  en el cual se le quisiera destruir. (1)
9. Pasemos al segundo fenómeno, aquel de la transfiguración. Ella consiste en el cambio de aspecto de un cuerpo viviente. He aquí, a este respecto, un hecho del cual nosotros podemos garantizar la perfecta autenticidad, y que ocurre en los años 1858 y 1859 en las cercanías de Saint-Etienne.
Una joven de unos quince años gozaba de la singular facultad de transfigurarse, es decir, de tomar en determinados momentos todas las apariencias de algunas personas desencarnadas. La ilusión era talmente completa, que se creía de tener la persona de sí, tanto eran similares los rasgos físicos, la mirada, el sonido de la voz, y hasta el dialecto. Este fenómeno se ha efectuado centenares de veces, sin que la voluntad de la joven tuviese nada que ver. Ella tomó, muchas veces, la apariencia de su hermano desencarnado algunos años antes; tenía, además de la figura, la estatura y el volumen del cuerpo, Un médico del pueblo, testigo, muchas veces, de  estos efectos singulares, queriendo asegurarse de no ser objeto de una ilusión, realizó a cabo la experiencia siguiente, según él mismo nos la refirió, además del padre de la joven y otros testigos, todos dignos de fe. Él tuvo la idea de pesar a la joven en su estado normal, después en aquel de la transfiguración, aún cuando ella tenía la apariencia de su hermano de veinte o más años, y que era mucho más grande u fuerte. Pues bien, encontró que, en este último dato, el peso era casi el doble. La experiencia era concluyente, y era imposible atribuir esta apariencia a una simple ilusión óptica.
Tratemos de explicar este hecho, que una vez habría sido considerado como un prodigio, y que nosotros denominamos, simplemente, fenómeno.
10.   La transfiguración, en ciertos casos, puede tener por causa una simple contracción muscular, que puede darle a la fisonomía una expresión totalmente diversa, al punto de rendir la persona casi irreconocible. Nosotros la hemos observado con frecuencia en ciertos sonámbulos, pero en este caso la transformación no es radical; una mujer podrá parecer joven o de edad madura, bella o fea, pero será siempre una mujer, y sobre todo su peso no aumentará ni disminuirá. En el caso del cual se trata, es bien cierto que hay algo más; es la teoría del periespíritu que nos ubicará sobre la vía.
Está admitido, en principio, que el Espíritu puede dar a su periespíritu todas las apariencias; que por una modificación en la disposición molecular, puede dar la visibilidad, la tangibilidad y, en consecuencia, la “opacidad”; que el periespíritu de una persona viva, aislado del cuerpo, puede tener las mismas transformaciones; que este cambio de estado se efectúa por la combinación de los fluidos. Imaginemos, ahora, el periespíritu de una persona viva, que no esté aislado, sino radiante alrededor del cuerpo de manera de envolverlo casi como un vapor. En este estado, él puede tener las mismas modificaciones que pudiese asumir estando separado; si él pierde su trasparencia, el cuerpo puede desaparecer, volverse invisible y ser ocultado como si fuese inmerso en la niebla.

Él podrá, también, cambiar aspecto y volverse brillante si tal es la voluntad y el poder del Espíritu. Otro Espíritu, combinando el propio fluido con el primero, puede sustituir la propia apariencia, y en tal manera, que el cuerpo real desaparece bajo una envoltura  fluídica exterior, cuya apariencia puede variar a voluntad del Espíritu. Tal parece ser la causa verdadera del fenómeno extraño y raro, conviene decirlo, de la transfiguración. En cuanto a la diferencia de peso, ella se explica de la misma manera que en los cuerpos inertes. El peso intrínseco del cuerpo no ha variado, por cuanto la cantidad de materia no ha aumentado; él experimenta la influencia de un agente exterior, que puede aumentar o disminuir el peso relativo, como lo hemos explicado con antelación, en el número 78 y siguientes. Es probable, por lo tanto, que,  si la transfiguración ocurriese bajo el aspecto de un niño, el peso disminuiría proporcionalmente.

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Conocemos un caso ocurrido en Andalucía, en la cuidad de Lucena, en el cual una persona que recibió la visita de diversos estudiantes de la doctrina espírita, una señora, en la primera visita, al hablar se le notaba en el tono de la voz una exaltación en la que visiblemente se percibía el influjo de la inspiración espiritual. En la siguiente visita, la dama, acompañada de su tío, al hablar volvió su voz a adquirir el mismo influjo de la visita anterior, solo que en esta oportunidad, sus rasgos se transfiguraron adquiriendo la fisonomía de Amalia Domingo Soler, durante algunos instantes lo suficientemente largos para apreciar que era algo definido y nítido que no cabía duda alguna. El influjo de la voz perduró un mayor tiempo, aún. Esta dama, a quien el observador de la transfiguración pudo oír en cierto número de exposiciones, cada vez que actuaba en público, su voz adquiría el mismo influjo de inspiración. Cuando el observante del fenómeno le comentó la transfiguración observada, la dama le comentó que un cierto número de personas le habían mencionado exactamente lo mismo, en diversas ocasiones.
Evidentemente, en este caso de transfiguración se realiza una materialización del Espíritu cuya imagen se hace visible. El Espíritu, tomando fluido de la persona cuyos rasgos transfigura, materializa su propia imagen que sobrepone a los rasgos de la persona. Pero, la transfiguración en sí, va acompañada, además de una semi-posesión espiritual, razón por la cual, la persona objeto del fenómeno, adopta la actitud del Espíritu transfigurador, además de los rasgos físicos, idiosincrasia, modismos, tonos de voz, y sobre todo, contenidos mentales, en conocimientos, que les son propios, o característicos, por inspiración.

11.   Se comprende que el cuerpo pueda asumir otra apariencia más grande y de la misma dimensión; pero como podría tomar una más pequeña, como la de un niño? En este caso el cuerpo real no debería superar los límites del cuerpo aparente? Por esto nosotros no afirmamos que esto se haya producido; hemos solamente querido mostrar, refiriéndonos a la teoría del peso específico, que el peso aparente habría podido disminuir. En cuanto al fenómeno en sí mismo, nosotros no afirmamos ni su posibilidad ni su imposibilidad; pero en el caso  que debiese producirse, no se podría negar la cosa, por el solo motivo de que no se pudiese dar una explicación satisfactoria. Es preciso recordar que nosotros nos encontramos en los primeros pasos de la ciencia, y que ella se encuentra, aún, muy lejos de haber dicho la última palabra sobre este punto, al igual que sobre otros muchos.  Además, las partes excedentes podrían perfectamente ser envueltas en una niebla que las haga invisibles a la vista. La teoría del fenómeno de la invisibilidad resulta naturalmente de las explicaciones precedentes y de aquellas que han sido dadas en torno al fenómeno de los aportes, (Ver Nº 96 y siguientes).
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Excelente percepción la del maestro Kardec, al mencionar que las partes excedentes podrían ser rendidas invisibles. Esto es factible al transfigurar el cuerpo de mayores dimensiones con la imagen del niño, y las partes excedentes envolverlas en una niebla que las vuelva invisibles a la vista. La acción de una fuerza extra-física, cuya energía siempre aportará la persona transfigurada, puede determinar que adecue el peso del cuerpo al del niño que la imagen representa. Empero, lo más usual, en estos casos de transfiguraciones de niños, es que los rasgos de la cara del adulto se transfiguren con la imagen del niño, adoptando otras características del Espíritu que dirige el fenómeno, en cuanto a actitud, conducta, idiosincrasia, modales, tono de voz, posturas, etcétera. 
12.         Quedaría por hablar del singular fenómeno de los “no engendrados”, que, por cuanto extraordinario pueda parecer en primera instancia, no es de una naturaleza diferente a los otros.
Pero, dado que lo hemos explicado en la Revue Spirite (febrero de 1859), creemos inútil de reproducir aquí los particulares; diremos solamente que es una variedad de la aparición tangible; es el estado de ciertos Espíritus, los cuales pueden revestir, momentáneamente, las formas de una persona viviente, al punto de producir una completa ilusión. (Del griego a privativo, y geine, geinomai, generar, que no fue generado).



(1) Véase en la Revue Spirite de enero de 1859: El Duende de Bayona. Febrero 1859: Los no engendrados; Mi amigo Hermann. Mayo 1859: El lazo entre el Espíritu y el cuerpo. Noviembre 1859: El Espíritu errante. Enero 1860: El Espíritu de un lado y el cuerpo de otro.  Marzo 1860: Estudio sobre el Espíritu de las personas vivas: el doctor V. y la señora I. Abril 1860: El fabricante de San Petersburgo: apariciones tangibles. Noviembre 1860: Historia de María de Agreda. Julio 1861: Una aparición providencial.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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sábado, 18 de agosto de 2012

SÍ, POEMA DE RUDYARD KLIPLING


Sí...

Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza
Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.
Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.
Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.
Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.
Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado
Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío....
Rudyard Kipling

DON QUIJOTE DE LA MANCHA, Capítulo II


DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Autor: Miguel de Cervantes y Saavedra
Versión modernizada: Giuseppe Isgró C.

Capítulo II

DE LA PRIMERA SALIDA QUE HIZO EL INGENIOSO DON QUIJOTE DE LA MANCHA DE SU TIERRA.

Hechos estos preparativos, no quiso diferir más en poner en ejecución su propósito, impulsándole a esto la persuasión de que su tardanza fuese causa de perjuicio para el mundo. Sí, numerosos eran los agravios que pensaba reivindicar, los tuertos que enderezar, las injusticias que quitar, los abusos que corregir y las deudas que satisfacer.
Sin decir nada a persona alguna de cuanto había planificado, y sin ser visto por nadie, una mañana del primer día del mes de julio, que fue uno de los más calurosos, equipado con  todas sus armas salió sobre Rocinante. Se adaptó su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la secreta puerta de un corral salió a la campiña, rebosante de alegría al ver con cuanta facilidad había dado inicio a su noble deseo. Pero en cuanto se vio en el campo abierto, le sobrevino un terrible pensamiento, que por poco le hace desistir de la ya iniciada empresa. Esto se debió a que recordara no haber sido armado caballero, y que conforme a la ley de caballería no podía ni debía entablar batalla con ningún auténtico caballero de este mundo. Además, aunque ya fuese caballero novel tendría que llevar armas blancas sin empresa en el escudo hasta tanto la ganase por mérito propio. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; pero más que la razón pudo en él su fervor trascendente. Se propuso hacerse armar caballero por el primero con quien se topase, a emulación de muchos otros que así lo hicieron, según lo había leído en los libros que a tal estado de exaltación le condujeron. En cuanto a la blancura de las armas decidió limpiarlas en el primer poblado por el que pasara, de modo que quedasen relucientes. Con esto se aquietó y prosiguió su viaje sin llevar otro rumbo que aquel que su caballo quisiere, teniendo por cierto que en esto consistía la fuerza emotiva de las aventuras.

Caminando con esa peculiar forma, nuestro novel aventurero iba dialogando consigo mismo, y se decía: -“Quién puede dudar de que en los tiempos por venir, cuando salga a la luz la historia verdadera de mis heroicas hazañas, el sabio que las escribiere, ciñéndose en dar cuenta de esta mi primera salida, en tan temprana hora, no empiece el relato de esta manera?
 -Había apenas, por la amplia y espaciosa tierra, el rubicundo Apolo, extendido las doradas hebras de sus hermosos cabellos. Los pequeños y coloridos pajarillos, de canoras lenguas, habían saludado con dulce y meliflua  armonía la aparición de la rosácea Aurora, la cual, abandonando la mórbida cama del celoso esposo, se mostraba a los humanos por las puertas y ventanas del Manchego horizonte. Es el momento en que el insigne Don Quijote de la Mancha, dejando el colchón de suaves plumas, subió sobre su  famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por la antigua y célebre campiña de Montiel…(y era la verdad, que por ella caminaba); después agregó, suspirando: -Oh edad afortunada, siglo venturoso en el que verán la luz mis famosas hazañas, dignas de ser incisas en bronces, esculpidas en mármoles y pintadas en telas para el eterno recuerdo de la posteridad! Oh tú, sabio encantador, quienquiera que tú seas, a quien será confiada la misión de ser el cronista de esta peregrina historia, ruégote de no olvidar a mi buen Rocinante, perpetuo compañero en cada uno de mis viajes, y enriquecedoras vivencias. Luego exclamaba, como si en verdad estuviese enamorado: -“Oh princesa Dulcinea, señora de mi cautivo corazón, mucho agravio me habéis hecho al despedirme, ordenándome, además, que no ose jamás de aparecer en presencia de vuestra singular belleza! Os exhorto, señora mía, que recapacitéis sobre este anhelante corazón, que tanto suspira por vuestro amor!”
Iba con éstos tejiendo otros pensamientos de este tenor, análogos a aquellos que había aprehendido de sus libros emulando el estilo de su lenguaje. Al mismo tiempo procedía con lentitud, y el sol, elevándose, producía un calor tan ardiente capaz de activar la trascendencia de su entendimiento, si es que alguno le quedaba todavía.
De esta manera viajó todo aquel día sin que le ocurriese cosa digna de ser contada; de lo cual se exasperaba, bramando ávidamente de que se le ofreciese la oportunidad de cimentar el valor de su carácter y la destreza de su fuerte brazo.
Algunos autores afirman que su primera aventura fue la de Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; lo que, en verdad, he podido averiguar, es lo que encontré escrito en los anales de la Mancha, en los cuales se refiere que él anduvo errante durante todo el día, y que, al acercarse la noche, tanto él como su rocín, se encontraban cansados y con mucha hambre. Y mirando por todos lados buscó de ver si había algún castillo o morada de pastores, en que descansar, satisfaciendo sus necesidades. Vio, no muy lejos del camino por donde iba, una venta, que fue para él como una estrella que le guiase, no a los portales, sino a los alcázares de la felicidad. Aceleró el paso, y llegó a ella justo al anochecer.
Estaban por casualidad, en la puerta, dos mujeres mozas, de las que se denominan del partido, quienes se dirigían a Sevilla, con algunos arrieros que en la venta, aquella noche, hicieron parada. Dado que todo esto que pensaba, veía o fantasticaba nuestro aventurero, dentro de su mente tomaba forma, y semblanza, de acuerdo con las ideas fervorosas que se había imaginado con sus lecturas. Así, en cuanto descubrió la venta se la representó como un castillo, con sus cuatro torres y capiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadizo por encima de un profundo foso. Igualmente, equipado de todas aquellas otras pertenencias que suelen atribuírsele a tales moradas.
Se enrumbó en dirección de la venta, o castillo, como a él le parecía, y habiendo llegado cerca, recogió las riendas y paró a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal, con alguna trompeta, de la llegada de un caballero al castillo. Pero viendo, luego, que tardaba, y que Rocinante se afanaba por llegar a la caballeriza, se acercó a la puerta de la venta, donde divisó a las dos mozas que allí estaban. Al caballero aquellas dos mujeres le parecieron hermosas doncellas, o graciosas damas, que delante de la puerta del castillo se estaban distrayendo.
 En esto sucedió, casualmente, que un porquero que iba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos, (que con perdón así se llaman), tocó un cuerno a cuya señal todos se recogen. Instantáneamente, Don Quijote se representó lo que anhelaba y era que un enano anunciase su llegada. Con inefable alegría se acercó a la puerta y a las damas, las cuales viéndole llegar de tal suerte armado, con lanza y adarga, se voltearon, con temor, para entrar en la venta. Empero, Don Quijote, percibiendo por la huida su miedo, alzó la visera de cartón y descubriendo su enflaquecido y polvoriento rostro, les dijo con gentil modo y voz tranquila: -“No se retiren las señoras, ni teman ultraje alguno, que la Orden de Caballería que profeso  prohíbe de hacer tuertos a quienquiera que sea, cuanto más, después, a doncellas de alto linaje, cual lo demuestra vuestra noble presencia”.


-Las dos jóvenes lo iban observando, y buscaban de verle bien la cara, que muy poco se vislumbraba debajo de aquella visera, pero cuando se sintieron llamar doncellas, nombre que no se avenía bien con su profesión, no pudieron contenerse de reír.
Don Quijote se resintió, y le dijo: -Cuanto una digna mesura es virtud en las hermosas damas, la risa que de leve causa procede es mucha sandez; no por esto os amonesto, sino que os lo digo solo por el deseo de que seáis de ánimo benévolo hacia mi, que el mío está imbuido de la total voluntad de serviros.
El lenguaje no entendido por las señoras, y el aspecto de nuestro caballero, acrecentaban en ellas la risa, y en él, el disgusto. La situación habría trascendido si en aquel momento no hubiese salido el dueño de la venta, hombre que por ser muy gordo, era de talante pacífico. Al ver aquella contrahecha figura, equipada con armas tan dispares entre sí, como lo eran la brida, la lanza, la adarga y el coselete, el ventero estuvo a punto de ponerse a reír, él también, no menos que las dos jóvenes. Empero, algún respeto le inspiró la indumentaria tan pertrechada del caballero, que se determinó en hablarle comedidamente, y así le dijo:
-Si vuestra merced, señor caballero, solicita ser alojado en esta venta, aparte del lecho, que no hay ninguno disponible, encontrará en todo de que satisfacerse en abundancia.
Viendo Don Quijote la gentileza con que le hablaba el gobernador de la fortaleza, que tal le pareció el ventero y la venta, respondió:
-Para mí, señor castellano, cualquier cosa me es suficiente, porque “mis arreos son las armas, mi descanso el combatir”.

 El ventero se imaginó que Don Quijote le dio el nombre de castellano por haberle parecido oriundo de Castilla. En cambio, era andaluz, y de los de la playa de Sanlúcar. Su índole se asemejaba a la de Caco, que precisaba perfeccionar sus virtudes, al igual que un estudiante o paje, y le respondió de esta manera:
-Según esto, las camas de vuestra merced deben ser duras piedras, y su dormir una continúa vigilia. Y, siendo así, tenga por cierto que aquí encontrará las mejores ocasiones para no cerrar los ojos durante un año, cuanto más en una noche.
Dicho esto fue a agarrarle el estribo a Don Quijote, quien desmontó con gran esfuerzo y cansancio, como aquel que durante el día no se ha, siquiera, desayunado.
Le recomendó al ventero, enseguida, de tener el mayor cuidado con su caballo, que era el mejor de cuantos hubiesen en el mundo.
 El ventero lo escudriñó, y no le pareció que fuera tan bueno como sostenía Don Quijote, pero, alojándolo en el establo, se dirigió, rápidamente, a recibir las instrucciones de su huésped.

Él se dejaba desarmar por las doncellas, ya que se habían reconciliado; pero aunque le habían quitado la coraza y el espaldar, le fue imposible desencajarle la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y queriéndosela quitar, era preciso cortar los nudos, a lo que Don Quijote se opuso resolutamente. Se quedó, por lo tanto, toda aquella noche con la celada puesta, lo que le hacía aparecer como la más simpática y extraña figura que imaginar se pueda. Luego, mientras le iban desarmando, imaginando que aquellas mujeres fuesen principales señoras o damas de aquel castillo, le dijo con singular gentileza:
-Jamás hubo caballero
de damas tan bien servido,
como lo fuera Don Quijote,
cuando salió del patrio suelo;
doncellas cuidaban dél;
princesas, de su rocín,

o, más bien Rocinante; porque éste, señor, es el nombre de mi caballo, y el mío Don Quijote de la Mancha. En verdad, no quisiera descubrirme sino por alguna empresa conducida a glorioso fin en servicio vuestro; pero la necesidad de adaptar al presente propósito aquel viejo romance de Lanzarote ha sido la causa de que sepáis mi nombre ahora. Tiempo vendrá, por otra parte, en el que vuestras señorías me manden y yo obedezca. Será, entonces, que el valor de mi carácter, y la destreza de mi brazo, os prueben el deseo que tengo de serviros.
Las alegres jóvenes que no estaban acostumbradas a oír tales razonamientos, no dijeron nada; empero, le preguntaron si deseaba comer algo.
-Cualquier cosa, -respondió Don Quijote-, me vendría bien al caso.  
Ocurrió que por ser viernes no había en aquella venta sino algunas raciones de un pescado que en Castilla denominan Abadejo, y en Andalucía Bacallao, y en otras partes Curadillo, y en otras, aún,  Truchuela, y que nada más había para darle.
-Si hay muchas Truchuelas, -dijo Don Quijote-, podrán servir en lugar de una trucha grande, por cuanto para mí tanto hacen ocho reales cuanto una pieza de ocho. Podría también darse que estas truchuelas fuesen como la ternera, que es mejor que la vaca, y el cabrito que el cabrón. Sea lo que fuere, venga luego, que el trabajo y el peso de las armas no se puede sostener cuando el vientre no está bien gobernado.
Se le sirvió la mesa a la puerta de la venta, al fresco, y el ventero le trajo una porción de la mal remojada y peor cocida merluza, y un pan tan negro y mohoso cuanto lo eran sus armas.

Fue argumento de grandes risas el verle comer; por cuanto, teniendo todavía la celada, y levantada la visera, nada podía meterse en la boca con sus propias manos, precisando que otros lo hicieran, por lo cual, una de aquellas señoras se puso a realizar esa tarea.
Pero, en cuanto a darle de beber fue imposible, ni lo hubiese hecho nunca si el ventero no horadara una caña, y puesto un extremo en la boca, vertiéndole, por el otro, el vino. Todo esto él lo soportaba con paciencia, con el objeto de no romper la cinta de la celada.
Estando en esto, llegó por casualidad a la venta un castrador de puercos, y tan pronto como llegara, sonó cuatro o cinco veces su silbato de caña, con lo cual Don Quijote terminó por confirmar que estaba en algún famoso castillo, donde era servido con música; que las raciones de merluza eran truchas; el pan blanquísimo; y las mujeres de vida “fácil”, damas; el ventero, gobernador del castillo; y, por lo tanto calificaba bien venturosa su resolución y primera salida.

Lo que le inquietaba, por otra parte, era el no verse, aún, armado caballero, pareciéndole que no podía exponerse jurídicamente a emprender aventura alguna sin haber, antes, en buena forma, recibido la Orden de Caballería.



miércoles, 15 de agosto de 2012

META-HISTORIA: UNA CIENCIA APASIONANTE



LA META-HISTORIA:

CIENCIA APASIONANTE

 

©Abg. Giuseppe Isgró C.

 

 

 

Se dice, con frecuencia, que la historia se repite. ¿Por qué ocurre esto? Cada generación, al pasar a la dimensión espiritual, da paso a otra. Cuando, aquella, en un futuro próximo vuelve de la dimensión espiritual a la física, retoma el hilo de sus actividades exactamente donde las dejó en el ciclo de vida anterior, reproduciendo en forma exacta una realidad preexistente. Son los mismos seres con ropaje distinto, y un análogo propósito evolutivo.

Cuando analizamos la vida de Pisistrato, Alejandro Magno, el emperador Juliano, Mahoma, Saladino y Solimán el Magnífico, observamos que estos diferentes personajes estuvieron animados por un mismo espíritu y un idéntico propósito.

Alejandro Magno conquistaba para civilizar mediante el cruce étnico y la difusión de la cultura helénica. El emperador Juliano, tenía conciencia clara de haber sido Alejandro Magno. Se dio cuenta, en el siglo IV d.n.e., del inmenso peligro que representaba el naciente movimiento gestado en el primer Concilio de Nicea y se propuso contrarrestarlo con tres generaciones de cultura clásica. Empero, en ese ciclo de vida quedó inconcluso ese objetivo. 

Pero, lo retoma en el año 570, d.n.e., cuando reencarna como Mahoma, forjando una civilización extraordinaria, y llevando a cabo un equilibrio en el mundo occidental en contra de la tergiversación histórica ensamblada en el primer Concilio de Nicea.

Allí se elevó la figura de un hombre a categoría divina; aquí, Mahoma dice: -”Hay un solo Dios, Allah, el Ser Universal; Mahoma es solamente su mensajero”-.

·       Este equilibrio en el mundo occidental sigue manteniéndolo como Saladino, en el siglo XIII y en el siglo XVI, como Solimán el Magnífico.

·       Homero, Solón, Platón, Plotino y Marsilio Ficino, son expresiones existenciales del mismo Espíritu.

·       Aristóteles, Apolonio de Tiana, Leonardo da Vinci y Emanuel Swedemborg, igualmente.

·       El General Tolomeo I Soter, funda el Museo y la biblioteca de Alejandría; Al-Hakam II, hijo de Abderraban III, continuando con la labor de su padre, transforma a Córdoba, en la lumbre de occidente, con una biblioteca casi de análogas proporciones; Lorenzo el Magnífico, sigue la misma trayectoria en Florencia, en el Renacimiento italiano.

·       Una nueva área de conocimiento de vital importancia para la humanidad es la meta-historia. Tiene múltiples vertientes.

·       Por ejemplo, uno de los descubrimientos más sorprendentes de la investigación efectuada sobre la reencarnación es lo que se ha denominado con PHILIAS, un término que engloba, en los niños que recuerdan existencia pasadas, el arrastre de fobias, traumas, aptitudes, marcas y defectos de nacimientos, gustos y afinidades, costumbres y tendencias, rasgos físicos y otros elementos inherentes, vinculados con existencias pasadas.

·       Este elemento Philias, tiene importancia en el estudio del surgimiento de las nuevas civilizaciones donde antes existían humanidades primitivas, mientras que las nuevas descuellan en mayor belleza física y elevados rasgos culturales y artísticos.

·       Allan Kardec, en el libro Génesis desarrolla hábilmente este tema y es el primero que, en el siglo XIX se percata de este hecho, si bien el término Philias es muy antiguo, como equivalente a amistad, en la acepción con que se emplea en este trabajo, fue reacuñado en el siglo XX.

·       Esto nos permite entender porque se suele afirmar que la historia se repite, y es que, al reencarnar un determinado grupo se seres, en una época determinada, van a reproducir las mismas tendencias que venían arrastrando en su último ciclo de vida, manifestándose la misma manera de pensar y el mismo cultivo sofisticado de arte, poesía, literatura, pensamiento filosófico, etcétera. 

·       La meta-historia nos permitirá descifrar los grandes enigmas de las civilizaciones y rastrear, en el tiempo, el pensamiento de un espíritu a través de diversas personalidades. Tales son los casos de Platón, Plotino y Marsilio Ficino; Alejandro Magno, el emperador Juliano y Mahoma. Pitágoras y Jesús de Nazareth. Plutarco y Miguel de Cervantes Saavedra. Simón Bolívar y José Martí. Elia y Juan el Bautista. Juan Vicente González y Arturo Uslar Pietri. Y, por último, el caso de Antonio José de Sucre y Carlos Andrés Pérez.

  Este tema es extenso, pero verdaderamente apasionante.

Adelante

 

lunes, 13 de agosto de 2012

BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN



El primer libro de la historia sobre las facultades espirituales, que todos deberían leer para conocer el propio potencial humano.

BICORPOREIDAD Y TRANSFIGURACIÓN
Capítulo XI, de EL LIBRO DE LAS FACULTADES
Autor: Allan Kardec
Versión castellana y comentarios exegéticos: Giuseppe Isgró C.

Apariciones del Espíritu de los vivientes. Personas dobles. Alfonso de Ligorio y Antonio de Padua.    Vespasiano. Transfiguración. Invisibilidad.

1. Estos dos fenómenos, el de bicorporeidad y la transfiguración, son una variedad de las manifestaciones visuales, y por maravillosos que puedan parecer, en primera instancia, se reconocerá, fácilmente, de la explicación que aporta, de que no salen del orden natural.          
Ambos se basan sobre el siguiente principio: Todo cuanto fue dicho sobre el periespíritu, -o alma-, después de la desencarnación, se aplica al de los seres encarnados. Nosotros sabemos que durante el sueño el Espíritu vuelve a adquirir, en parte, su libertad, es decir, que él se separa del cuerpo, y es en este estado que nosotros hemos tenido, muchas veces, la ocasión de observarlo. Pero el Espíritu, tanto en el estado de encarnado como en el de desencarnado, tiene siempre la envoltura semi-material, la cual, por las mismas causas que nosotros hemos descrito, puede adquirir la visibilidad y la tangibilidad. Algunos hechos muy positivos no pueden dejar duda alguna sobre este punto; citaremos, únicamente, algún ejemplo conocido por nosotros, y del cual podemos garantizar la exactitud, estando, cada quien, en la facultad de de referir otros de análoga naturaleza por experiencia propia.
2. La esposa de uno de nuestros amigos vio, varias veces, durante la noche, entrar en su dormitorio, tanto que éste estuviese iluminado, como a oscuras, a una vendedora de fruta de los alrededores, que ella conocía de vista, pero con quien jamás había hablado. Esta aparición le provocó gran temor, tanto más que, en aquella época, ella no conocía, aún, la Doctrina Espirita, y este fenómeno se renovó con gran frecuencia. La referida vendedora de fruta estaba encarnada, y, probablemente, en aquel momento, dormía. Mientras su cuerpo material se encontraba en su casa, su Espíritu, y su cuerpo fluídico, se encontraban en la casa de esta señora. El motivo de estas visitas no se conoce. En casos similares, un estudiante experimentado se lo habría preguntado, pero a ella no se le ocurrió. En cada ocasión la aparición se eclipsaba sin que la señora supiese el como y cada vez, después de su desaparición, ella quiso asegurarse de que todas las puertas se encontraban perfectamente cerradas, y de que nadie hubiese podido introducirse en su apartamento. Esta precaución le demostró que ella se encontraba completamente despierta, y de que no se trataba del efecto de un sueño.

Otras veces, ella vio, de la misma manera, un hombre que no conocía; un día, posteriormente, vio a su hermano, que se encontraba, entonces, en California, quien tenía en tal grado la apariencia de una persona viva, que ella, en el primer instante, creyó que había regresado y quiso dirigirle la palabra, pero él desapareció sin darle tiempo para hacerlo. Una carta recibida posteriormente le demostró que aún se encontraba encarnado. Esta señora era una sensitiva vidente natural, pero para esa época ella jamás había oído hablar de este tipo de facultades espirituales.
3. Otra señora que vive en una provincia, encontrándose en estado poco saludable, una noche, alrededor de las diez, vio un hombre de edad avanzada que vivía en la misma ciudad, que algunas veces encontraba en las reuniones sociales, pero sin haber establecido estrechos vínculos de amistad. Este hombre, sentado en una butaca a los pies de su cama, con algo que sostenía en las manos, tenía las apariencias de cuidarla. Sorprendida ella de una tal visita a esa hora, ella quiso preguntarle el motivo, pero aquel hombre le indicó de no hablar, y, en vez de lo cual, dormir. Varias veces ellas quiso dirigirle la palabra, y cada vez le repetía la misma recomendación. Finalmente, ella terminó por dormirse. Después de algunos días, habiéndose restablecido, ella recibió la visita de aquel mismo hombre, pero a una hora más conveniente, y esta vez era propiamente él, en persona, con el mismo traje, el mismo utensilio en las manos, y exactamente los mismos modales. Persuadida de que él la hubiese, en verdad, visitado durante el proceso de su recuperación, le dio las gracias por el interés que había tenido. El hombre, sorprendido, le respondió que durante mucho tiempo él no había tenido el placer de verla. La señora, que conocía los fenómenos espirituales, comprendió, entonces, lo que había ocurrido; pero no queriendo entrar con él en explicaciones, se conformó con decirle que, probablemente, había soñado. Y, precisamente, eso es lo más probable, dirán los incrédulos; pero queda, siempre, una cosa aceptada, y es la de que esta señora no dormía en absoluto, al igual que no lo hacía la otra, mencionada con anterioridad. Entonces ella soñaba despierta; en otros términos, tenía una alucinación.  Es esta la gran palabra, la explicación universal de todo lo que no se comprende. Habiendo nosotros dado una amplia respuesta a esta objeción, seguimos adelante.

4. He aquí, otro hecho más característico, y nosotros veríamos con agrado la manera de cómo se pudiese explicar por el sólo juego de la imaginación.
Un hombre que habitaba en la provincia, nunca había querido contraer matrimonio, pese a las insistencias de la familia. Esta había insistido, de manera particular, para que se casase con una joven que vivía en una ciudad vecina, y que él no había visto nunca antes. Un día, estando en su dormitorio, se sorprendió de verse en presencia de una joven, vestida de blanco, con la cabeza ornamentada con una corona de flores. Ella le dijo que era su novia, le tendió la mano, que él tomo en la suya, y en la cual vio un anillo. En pocos instantes, todo desapareció. Sorprendido por esta aparición, y habiéndose asegurado de estar bien despierto, se informó si alguien había ido durante el día; la respuesta fue que nadie lo había hecho. Un año después, cediendo a nuevas solicitudes de un pariente él se decidió de ir a conocer a la joven que se le había propuesto por esposa. Llegó en un día de fiesta; y era el momento en que se regresaba a casa, y una de las primeras personas que vio entrando en la casa fue una joven, la que se le había aparecido; estaba vestida de la misma manera y, además, el día de la aparición, era exactamente el mismo, pero un año antes. Él quedó impresionado, y por su parte la joven lanzó un grito y se desmayó. Vuelta en sí, dijo que ya había visto a aquel hombre en el mismo día del año precedente. El matrimonio se llevó a cabo. Esto ocurría en el año 1835; en tal época no se hablaba, aún, de Espíritus, y por otra parte ambos protagonistas son personas muy positivas y de prudente imaginación.
Se dirá, quizá, que tanto el uno como la otra tenían el Espíritu imbuido de la idea de la unión propuesta, y que esta preocupación determinó una alucinación; pero es preciso no olvidar que el hombre era tan indiferente que estuvo un año sin ir a ver a su futura esposa. Y aún cuando se quisiese admitir esta hipótesis, quedaría por explicar la doble aparición, la coincidencia del vestido con el día de exacto a distancia de un año, y, en fin, el reconocimiento físico entre personas que no se habían visto jamás, circunstancias, estas, que no pueden ser producto de la imaginación.
5. Antes de seguir adelante, debemos responder inmediatamente a una pregunta que alguno no faltará en hacernos, la cual es: Cómo puede vivir el cuerpo mientras el Espíritu está ausente? Podríamos responder que el cuerpo puede vivir de vida orgánica, la cual es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba está en que las plantas viven y no tienen Espíritu; pero debemos agregar que durante la vida, el Espíritu no está jamás completamente separado del cuerpo. Los Espíritus, de la misma manera que ciertos sensitivos videntes, reconocen el Espíritu de una persona encarnada gracias a un cordón luminoso que mantiene unido el Espíritu con el cuerpo, fenómeno que no ocurre jamás cuando el Espíritu ha desencarnado, por cuanto, entonces, la separación es completa. Es por esta comunicación que el Espíritu es advertido al instante, a cualquier distancia en que él se encuentre, de la necesidad que el cuerpo pueda tener de su presencia, y entonces, él regresa con la celeridad del relámpago. De esto resulta que el cuerpo siempre mantiene la vida durante la ausencia del Espíritu y que no puede ocurrir nunca que este último, a su regreso, “encuentre la puerta cerrada”, como lo han escrito algunos novelistas en relatos de fantasía. (El Libro de los Espíritus, Nº 400 y siguientes).

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: El maestro Kardec aporta, en este parágrafo, dos ideas, la primera aseverando que, con la ausencia del Espíritu, por desdoblamiento, el cuerpo podría vivir la vida orgánica, y esboza la idea, que resulta de un criterio imperante en la época, de que la vida orgánica es independiente de la presencia del Espíritu, y dice: -“Y la prueba está en que las plantas viven y no tienen Espíritu”.
Los estudios realizados a partir de la época en que vivió el maestro Kardec, demuestran que, si efectivamente el Espíritu estuviese separado totalmente, y en forma definitiva, del cuerpo, esa vida orgánica cesaría en forma inmediata. Siendo una sola la ley que rige todo en la naturaleza, sustentada por principios universales inmutables, también las plantas, al separarse su Espíritu en forma definitiva del cuerpo físico, según la especie de la que se trate, terminaría su ciclo de vida, dado que el Espíritu es la vida que anima todo. Estos mismos estudios a que aludimos, nos señalan que todos los seres, en los cuatro reinos naturales, el humano, el animal, el vegetal y el mineral, poseen Espíritu, alma, -o periesíiritu-, y cuerpo. La solución la aporta el mismo maestro Kardec, cuando afirma, acto seguido: -“Pero debemos agregar que durante la vida, el Espíritu no está jamás completamente separado del cuerpo. Los Espíritus, de la misma manera que ciertos sensitivos videntes, reconocen el Espíritu de una persona encarnada gracias a un cordón luminoso que mantiene unido el Espíritu con el cuerpo, fenómeno que no ocurre jamás cuando el Espíritu ha desencarnado, por cuanto, entonces, la separación es completa”. En esta amplia percepción, Kardec sugiere la clave esencial: El Espíritu, pese a estar separado del cuerpo, algunas veces estando a grandes distancias, no obstante se mantiene unido al cuerpo mediante el “hilo de plata”, alma, o peri-espíritu, que es una especie de cordón fluídico elástico, lo cual le permite desplazarse a muy lejanas distancias, en fracciones de segundo, manteniéndose, no obstante, unido a su cuerpo. Mientras el Espíritu permanezca unido al cuerpo, aunque se proyecte espiritualmente, por medio de la elasticidad del alma, a pequeñas o a grandes distancias, algunas veces interplanetarias, siempre mantendrá la vida del cuerpo, en cualquiera de los cuatro reinos en que esto ocurra. Por otra parte, la vida que mantiene el cuerpo, cuando el Espíritu se desdobla, es la misma que sustenta durante el sueño, momentos en que el Espíritu, con el adormecimiento de los sentidos físicos y por la elasticidad del alma, o periespíritu, se emancipa del cuerpo, sin separarse dél, es decir, permaneciendo unido mediante el cordón fluídico, y se proyecta a cualquier lugar donde su interés espiritual le conduzca. Ese proceso de proyección espiritual, se efectúa, durante el día, casi sin percatarse la persona, en incontables números veces, durante esas pequeñas abstracciones mentales que con naturalidad realiza, evadiendo su conciencia del lugar en que se encuentra. Si alguien le hablara, durante esas brevísimas evasiones mentales, la persona no escucharía lo que se le dijese. Esa es la razón por la cual, muchas personas, suelen decir: -“Disculpa, qué me dijiste, estaba muy lejos de aquí”-. Este tipo de conducta normal de la vida diaria, nos aporta una clave esencial para comprender mejor estos fenómenos de la bicorporeidad, o desdoblamiento de la personalidad.

6. Terminemos ahora nuestro argumento. El Espíritu de una persona viviente, aislado del cuerpo, puede aparecer como el de un Espíritu desencarnado, y tener todas las apariencias de la realidad; por otra parte, por motivos ya explicados, él puede adquirir una tangibilidad momentánea. Este fenómeno, designado bajo el nombre de bicorporeidad, dio lugar a las historias de los seres humanos dobles, es decir, de individuos cuya presencia simultánea fue constatada en dos lugares diferentes.
He aquí dos ejemplos: El primero: Alfonso de Ligorio, fue visto, simultáneamente, en dos lugares diferentes.
Antonio de Padua: Se encontraba en España, y en el momento en que él daba un discurso, su padre, en la ciudad de Padua, iba al suplicio acusado de un delito grave. En ese instante, aparece Antonio, quien demostró la inocencia de su padre, e hizo conocer al verdadero culpable, que asumió, más tarde, la respectiva sanción. Fue constatado que en ese momento Antonio de Padua no había abandonado España.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Se tiene conocimiento de que, mientras duró el desdoblamiento de Antonio de Padua, lapso en que apareció en Padua, para demostrar la inocencia de su padre, en España, donde estaba dando su discurso, se quedó abstraído, -como ausente-, en estado de éxtasis, durante una hora. Al volver al estado de conciencia objetiva, explicó lo que había ocurrido, con la defensa de su padre, hecho que fue comprobado en los días siguientes, así como de que, en ese día y hora, él no había salido de España.

 Alfonso de Ligorio, evocado e interrogado por nosotros, sobre este hecho, dio esta respuesta:
1. -Podríais vos darnos la explicación de este fenómeno?
-“Sí; el ser humano, cuando por sus virtudes se ha completamente liberado de la influencia de la materia y ha elevado su Espíritu hacia Dios, puede aparecer en dos lugares al mismo tiempo, y he aquí como:
-“El Espíritu encarnado, sintiéndose próximo a quedarse dormido, puede pedir a Dios de trasladarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu, o personalidad del alma, como queréis llamarle, abandona, entonces, el cuerpo, seguido de una parte del periespíritu y deja la materia en estado de sueño. En dicho estado de sueño, quedó en el cuerpo un ligamen que tiene unidos el periespíritu y el Espíritu a la materia, y este ligamen no puede ser definido. El cuerpo aparece, por lo tanto, en el lugar solicitado. No creo que sea necesario decir más”.
2. Esto no nos da la explicación de la visibilidad  y de la tangibilidad del periespíritu.
-“El Espíritu, encontrándose suelto de la materia según su grado de elevación, puede rendirse tangible a la materia”.
3. Es indispensable el sueño del cuerpo para que el Espíritu aparezca en otros lugares?
-“El Espíritu se proyecta y se siente llevado a un lugar diferente del que se encuentra el cuerpo. Puede suceder que el cuerpo no duerma, aún cuando esto sea rarísimo, pero entonces el cuerpo no se encuentra nunca en un estado perfectamente normal; está siempre en un estado más o menos extático”.
Observación: El Espíritu no se divide en el sentido literal de la palabra; puede manifestarse en muchos puntos sin dividirse; lo mismo ocurre con una luz que se irradia sin dividirse, y con una luz que puede simultáneamente reflejarse en muchos espejos.

 COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: La observación anterior es realizada por el maestro Kardec, por cuanto en la respuesta número tres, Alfonso de Ligorio expresa que el Espíritu “puede dividirse”, expresión que hemos traducido por “se proyecta”, que es más adecuada, aún cuando, también, podía haberse dicho: “se separa”. Lo cierto del caso es que, la enorme velocidad con que se proyecta, y traslada un Espíritu de un lugar a otro, es la del pensamiento, es decir, casi instantáneamente el Espíritu está en el lugar en que piensa, y tan rápido como piense en el lugar, o persona que se encuentre en determinado sitio. Empero, jamás puede estar simultáneamente en dos o más lugares al mismo tiempo. Pero, dado que viaja a la velocidad del pensamiento, como fue dicho, en una fracción de segundos, puede ir desplazándose en una multitud de lugares, sucesivamente, uno tras otro, o de uno a otro, y así compenetrarse de lo que ocurre en diversos lugares virtualmente al mismo tiempo. La diferencia de tiempo de estar en un lugar a otro es el que se tarde en pensar en uno u otro sitio. Pero, para tener la precisión en sentido estricto de lo que ocurre, el desplazamiento se efectúa en forma sucesiva, de un lugar a otro, con infinitesimales diferencias de tiempo.
4. Qué le ocurriría a una persona que fuese de manera imprevista despertada, mientras se encuentra inmersa en el sueño, y su Espíritu aparece en otra parte?
-“Esto no podría ocurrir, ya que si alguien tuviese la intención de despertarle, el Espíritu regresaría al cuerpo y prevería la intención de despertarla, por cuanto el Espíritu lee el pensamiento”-.
Una explicación del todo idéntica nos fue dada muchas veces por el Espíritu de seres encarnados o desencarnados. Alfonso explica el hecho de la doble presencia, pero no nos da la teoría de la visibilidad y de la tangibilidad.

7. Tácito refiere un hecho análogo:
Durante el mes que Vespasiano transcurrió en Alejandría para esperar el regreso periódico de los vientos del verano y la estación en la cual el viento se convierte en más seguro, ocurrieron muchos prodigios, por medio de los cuales se manifestó el favor del cielo, y el interés que del mundo espiritual pareciera tomarse por este gobernante…. Estos prodigios multiplicaron doblemente en Vespasiano el deseo de visitar el lugar del oráculo, para consultarle sobre las cuestiones del imperio. El ordena que el lugar se cierre para todos; entrado él mismo, y todo inmerso en la expectativa de lo que el oráculo habría pronunciado, vio, detrás de ello, uno de los jefes egipcios, llamado Basilide, que él sabía que se encontraba recuperando la salud en un lugar muy lejano de Alejandría. Se informa con los funcionarios del lugar si Basilide vino aquel día al oráculo, e igualmente lo hace con la gente que pasaba si alguien le había visto en la ciudad. En fin, envía hombres a caballo y obtiene la información de que Basilide, en aquel momento, se encuentra a ochenta millas de distancia. Entonces él no dudó más de que la visión no fuese sobrenatural, y tuvo el nombre de Basilide como oráculo. (Tácito, Historias, Libro IV, Cap. 81 y 82).
8. El individuo que se muestra simultáneamente en dos lugares diferentes tiene por lo tanto dos cuerpos; pero de estos dos cuerpos uno sólo es real, el otro no es más que apariencia; se puede decir que el primero tiene vida orgánica, y el segundo la del Espíritu. Al despertarse, los dos cuerpos se reúnen, y la vida del Espíritu vuelve a entrar en el cuerpo material. (Como expresión de vida inteligente). No parece posible, por lo menos nosotros no tenemos ejemplo alguno, y la razón así lo demuestra, que en el estado de separación, los dos cuerpos puedan, simultáneamente, gozar, y en el mismo grado, de la vida activa e inteligente. Resulta, por otra parte, de lo que hemos dicha ahora, que el cuerpo real no podría pasar por el proceso de la desencarnación mientras el cuerpo aparente quedase visible: al acercarse el instante de la desencarnación atraería el Espíritu al cuerpo, aunque no fuese más que por un momento.

Resulta, igualmente, que el cuerpo aparente no podría ser destruido, ya que no es orgánico y no está formado de carne y huesos; él desaparecería en el momento  en el cual se le quisiera destruir. (1)
9. Pasemos al segundo fenómeno, aquel de la transfiguración. Ella consiste en el cambio de aspecto de un cuerpo viviente. He aquí, a este respecto, un hecho del cual nosotros podemos garantizar la perfecta autenticidad, y que ocurre en los años 1858 y 1859 en las cercanías de Saint-Etienne.
Una joven de unos quince años gozaba de la singular facultad de transfigurarse, es decir, de tomar en determinados momentos todas las apariencias de algunas personas desencarnadas. La ilusión era talmente completa, que se creía de tener la persona de sí, tanto eran similares los rasgos físicos, la mirada, el sonido de la voz, y hasta el dialecto. Este fenómeno se ha efectuado centenares de veces, sin que la voluntad de la joven tuviese nada que ver. Ella tomó, muchas veces, la apariencia de su hermano desencarnado algunos años antes; tenía, además de la figura, la estatura y el volumen del cuerpo, Un médico del pueblo, testigo, muchas veces, de  estos efectos singulares, queriendo asegurarse de no ser objeto de una ilusión, realizó a cabo la experiencia siguiente, según él mismo nos la refirió, además del padre de la joven y otros testigos, todos dignos de fe. Él tuvo la idea de pesar a la joven en su estado normal, después en aquel de la transfiguración, aún cuando ella tenía la apariencia de su hermano de veinte o más años, y que era mucho más grande u fuerte. Pues bien, encontró que, en este último dato, el peso era casi el doble. La experiencia era concluyente, y era imposible atribuir esta apariencia a una simple ilusión óptica.
Tratemos de explicar este hecho, que una vez habría sido considerado como un prodigio, y que nosotros denominamos, simplemente, fenómeno.
10.   La transfiguración, en ciertos casos, puede tener por causa una simple contracción muscular, que puede darle a la fisonomía una expresión totalmente diversa, al punto de rendir la persona casi irreconocible. Nosotros la hemos observado con frecuencia en ciertos sonámbulos, pero en este caso la transformación no es radical; una mujer podrá parecer joven o de edad madura, bella o fea, pero será siempre una mujer, y sobre todo su peso no aumentará ni disminuirá. En el caso del cual se trata, es bien cierto que hay algo más; es la teoría del periespíritu que nos ubicará sobre la vía.
Está admitido, en principio, que el Espíritu puede dar a su periespíritu todas las apariencias; que por una modificación en la disposición molecular, puede dar la visibilidad, la tangibilidad y, en consecuencia, la “opacidad”; que el periespíritu de una persona viva, aislado del cuerpo, puede tener las mismas transformaciones; que este cambio de estado se efectúa por la combinación de los fluidos. Imaginemos, ahora, el periespíritu de una persona viva, que no esté aislado, sino radiante alrededor del cuerpo de manera de envolverlo casi como un vapor. En este estado, él puede tener las mismas modificaciones que pudiese asumir estando separado; si él pierde su trasparencia, el cuerpo puede desaparecer, volverse invisible y ser ocultado como si fuese inmerso en la niebla.

Él podrá, también, cambiar aspecto y volverse brillante si tal es la voluntad y el poder del Espíritu. Otro Espíritu, combinando el propio fluido con el primero, puede sustituir la propia apariencia, y en tal manera, que el cuerpo real desaparece bajo una envoltura  fluídica exterior, cuya apariencia puede variar a voluntad del Espíritu. Tal parece ser la causa verdadera del fenómeno extraño y raro, conviene decirlo, de la transfiguración. En cuanto a la diferencia de peso, ella se explica de la misma manera que en los cuerpos inertes. El peso intrínseco del cuerpo no ha variado, por cuanto la cantidad de materia no ha aumentado; él experimenta la influencia de un agente exterior, que puede aumentar o disminuir el peso relativo, como lo hemos explicado con antelación, en el número 78 y siguientes. Es probable, por lo tanto, que,  si la transfiguración ocurriese bajo el aspecto de un niño, el peso disminuiría proporcionalmente.

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Conocemos un caso ocurrido en Andalucía, en la cuidad de Lucena, en el cual una persona que recibió la visita de diversos estudiantes de la doctrina espírita, una señora, en la primera visita, al hablar se le notaba en el tono de la voz una exaltación en la que visiblemente se percibía el influjo de la inspiración espiritual. En la siguiente visita, la dama, acompañada de su tío, al hablar volvió su voz a adquirir el mismo influjo de la visita anterior, solo que en esta oportunidad, sus rasgos se transfiguraron adquiriendo la fisonomía de Amalia Domingo Soler, durante algunos instantes lo suficientemente largos para apreciar que era algo definido y nítido que no cabía duda alguna. El influjo de la voz perduró un mayor tiempo, aún. Esta dama, a quien el observador de la transfiguración pudo oír en cierto número de exposiciones, cada vez que actuaba en público, su voz adquiría el mismo influjo de inspiración. Cuando el observante del fenómeno le comentó la transfiguración observada, la dama le comentó que un cierto número de personas le habían mencionado exactamente lo mismo, en diversas ocasiones.
Evidentemente, en este caso de transfiguración se realiza una materialización del Espíritu cuya imagen se hace visible. El Espíritu, tomando fluido de la persona cuyos rasgos transfigura, materializa su propia imagen que sobrepone a los rasgos de la persona. Pero, la transfiguración en sí, va acompañada, además de una semi-posesión espiritual, razón por la cual, la persona objeto del fenómeno, adopta la actitud del Espíritu transfigurador, además de los rasgos físicos, idiosincrasia, modismos, tonos de voz, y sobre todo, contenidos mentales, en conocimientos, que les son propios, o característicos, por inspiración.

11.   Se comprende que el cuerpo pueda asumir otra apariencia más grande y de la misma dimensión; pero como podría tomar una más pequeña, como la de un niño? En este caso el cuerpo real no debería superar los límites del cuerpo aparente? Por esto nosotros no afirmamos que esto se haya producido; hemos solamente querido mostrar, refiriéndonos a la teoría del peso específico, que el peso aparente habría podido disminuir. En cuanto al fenómeno en sí mismo, nosotros no afirmamos ni su posibilidad ni su imposibilidad; pero en el caso  que debiese producirse, no se podría negar la cosa, por el solo motivo de que no se pudiese dar una explicación satisfactoria. Es preciso recordar que nosotros nos encontramos en los primeros pasos de la ciencia, y que ella se encuentra, aún, muy lejos de haber dicho la última palabra sobre este punto, al igual que sobre otros muchos.  Además, las partes excedentes podrían perfectamente ser envueltas en una niebla que las haga invisibles a la vista. La teoría del fenómeno de la invisibilidad resulta naturalmente de las explicaciones precedentes y de aquellas que han sido dadas en torno al fenómeno de los aportes, (Ver Nº 96 y siguientes).
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: Excelente percepción la del maestro Kardec, al mencionar que las partes excedentes podrían ser rendidas invisibles. Esto es factible al transfigurar el cuerpo de mayores dimensiones con la imagen del niño, y las partes excedentes envolverlas en una niebla que las vuelva invisibles a la vista. La acción de una fuerza extra-física, cuya energía siempre aportará la persona transfigurada, puede determinar que adecue el peso del cuerpo al del niño que la imagen representa. Empero, lo más usual, en estos casos de transfiguraciones de niños, es que los rasgos de la cara del adulto se transfiguren con la imagen del niño, adoptando otras características del Espíritu que dirige el fenómeno, en cuanto a actitud, conducta, idiosincrasia, modales, tono de voz, posturas, etcétera. 
12.         Quedaría por hablar del singular fenómeno de los “no engendrados”, que, por cuanto extraordinario pueda parecer en primera instancia, no es de una naturaleza diferente a los otros.
Pero, dado que lo hemos explicado en la Revue Spirite (febrero de 1859), creemos inútil de reproducir aquí los particulares; diremos solamente que es una variedad de la aparición tangible; es el estado de ciertos Espíritus, los cuales pueden revestir, momentáneamente, las formas de una persona viviente, al punto de producir una completa ilusión. (Del griego a privativo, y geine, geinomai, generar, que no fue generado).



(1) Véase en la Revue Spirite de enero de 1859: El Duende de Bayona. Febrero 1859: Los no engendrados; Mi amigo Hermann. Mayo 1859: El lazo entre el Espíritu y el cuerpo. Noviembre 1859: El Espíritu errante. Enero 1860: El Espíritu de un lado y el cuerpo de otro.  Marzo 1860: Estudio sobre el Espíritu de las personas vivas: el doctor V. y la señora I. Abril 1860: El fabricante de San Petersburgo: apariciones tangibles. Noviembre 1860: Historia de María de Agreda. Julio 1861: Una aparición providencial.