domingo, 23 de junio de 2013

EL HUMANISMO: SUS ORÍGENES, CAUSAS Y TRASCENDENCIA



 EL HUMANISMO: 
SUS ORÍGENES, CAUSAS Y TRASCENDENCIA

Autor: ©Giuseppe Isgró Cattafi


Conferencia dictada en Sevilla, España, el 30 de octubre de 2011, cuya visión panorámica de la historia del Mundo Occidental permitirá interpretar, fácilmente, los grandes enigmas históricos y comprender porqué algunas cosas son como son y la razón por la cual, otras, deben ser conscientemente cambiadas, gradualmente, en el tiempo perfecto de Dios.
-Qué es el Humanismo? Esta es la pregunta que todos, ahora, debemos formularnos, y encontrar, juntos, las múltiples y apasionantes respuestas.
-En qué época se gestó este importante movimiento histórico, filológico, literario, filosófico, espiritual, pedagógico y jurídico?
-Cuáles fueron los antecedentes que contribuyeron a que en el siglo XIV, en la ciudad de Florencia, Italia, en primera instancia, y luego a nivel europeo, se gestase el Humanismo?
-Cuáles son las causas, o razones, que, puestas movimiento mil años antes, al inicio del siglo IV de nuestra era, determinaran, en un momento dado, la necesidad de que emergiese una manifestación cultural de la magnitud y trascendencia del Humanismo?
-Cuáles fueron los aportes del Humanismo en el siglo en que emergió, y los sucesivos en los siglos XV y XVI, al contribuir a la manifestación del Renacimiento, italiano en primera instancia, europeo, acto seguido?
-Por qué razón los auténticos ideales del Humanismo se gestaron en los siglos XIX y XX?
-La respuesta a estas pocas preguntas nos permitirán interpretar la historia de los mil setecientos años siguientes al siglo IV de nuestra era, en el mundo occidental, y echar una rápida mirada a 4.000 años de acontecer histórico. Igualmente, nos facilitará el percibir por qué algunas cosas son como son en nuestro mundo actual, así como, observar las tendencias hacia la nueva edad de oro, en el planeta tierra, que de acuerdo a los más importantes utopistas del siglo XX, entre ellos Bernard Shaw, H. G. Wells, Henry Poincaré y Aldous Husley, entre otros, se gestará en torno al año 30.000 de nuestra era. Empero, esta labor de desarrollo en el Planeta Tierra ocupará una etapa de cien mil años, después de la cual vendrán tiempos que ahora son apenas sueños, pero que es nuestra misión estimular en las fértiles imaginaciones de quienes están destinados a realizar tan elevados ideales: cada uno de los seres que ahora vive en el Mundo Tierra, en incontables ciclos de vida. El Gran Arquitecto del Universo inspirará las conciencias individuales orientando las acciones a tal fin, oportunamente.
En el año 325 de nuestra era, en la ciudad de Isnik, en la actual Turquía, se realizó lo que se conoce como el primer Concilio de Nicea, bajo la dirección del emperador Constantino I.
En esta Asamblea se van a realizar algunos de los actos que habrán de tener inmensas consecuencias en la historia del mundo occidental, en lo fasto y en lo nefasto.
El primer acto que se va a realizar es la fundación de aquella institución cuya sede, en la actualidad, se encuentra en Roma, y que deriva su nombre del término griego “Catolicus”, cuyo significado es: universal.
El segundo acto consiste en la proposición de someter a votación la elevación a categoría de Divinidad la figura de un hombre nacido casi 300 años antes, en la ciudad de Nazareth. Esta proposición va a encontrar la férrea oposición del hombre más lúcido que asistió a aquella asamblea, el ilustre ARRIO, de origen libio. Arrio, eleva su voz de protesta, calificando la proposición de aberración histórico-espiritual. Tanto Arrio como sus seguidores estaban conscientes de que elevar la figura de un hombre a categoría de Dios constituía una tergiversación de la verdad.
Pese a la oposición arriana, aquella asamblea constituida mayormente por personas de escasa erudición, a pesar de la presencia de algunos eruditos, entre ellos Arrio y sus seguidores, aprobó por mínima diferencia de votos la elevación de aquel hijo del carpintero de Nazareth a la categoría de Divinidad, es decir: Dios.
Igualmente, en el Concilio de Nicea, se va a aprobar otra idea novedosa: la de la trinidad de Dios, es decir: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta idea emerge por primera vez y es una imitación de la trimurti hindú de: Brhama, Visnú y Shiva, que constituyen las tres vertientes de la Divinidad: la creadora, la conservadora y la transformadora o destructora, mecanismo de la ley del cambio.
Esta idea de la trinidad de Dios nacida en Nicea va a contradecir la de la UNICIDAD de Dios que siempre imperó desde la más remota antigüedad. Los Vedas, el Mahabharata, el Bhagavad Gita, la doctrina judía que se inicia con Abraham, y luego con la secuencia de Isaac, Jacob, Moisés, Elia, Elíseo, Samuel, Saúl, David, Salomón, Isaías y otros profetas judíos, Ameofis IV o Akhenatón, con su monoteísmo centrado en el Dios Atón, Zoroastro, Pitágoras, y la doctrina de los más importantes pensadores de todos los tiempos, hasta entonces, incluyendo la Masonería Universal, en su fase operativa, todos, absolutamente todos, habían sustentado la idea de la UNICIDAD de Dios.
De igual manera, la idea del Espíritu Santo nace en Nicea por primera vez. Jamás antes, nadie, absolutamente nadie, había mencionado la idea del Espíritu Santo. Ni Pablo de Tarso, ni los discípulos de Jesús, ni Jesús, en ningún momento hicieron referencia alguna al Espíritu Santo. Recordemos que el hermano Jesús de Nazareth sí habló del Espíritu de Verdad que, oportunamente, no al final de los tiempos, vendría para reestablecer la verdad de las cosas. Jesús le atribuía al Espíritu de Verdad una mayor jerarquía de la que él estimaba tener. Sólo a título de referencia, señalaremos que se le conocen tres existencias al Espíritu de Verdad, de acuerdo a una corriente espírita latinoamericana, la de la EMECU, las cuales son: la primera, la de Servio Tulio, legislador romano de la época monárquica, hacia la segunda centuria de la cronología de Roma; la segunda, la de Poncio Pilato, y la tercera, la del filosofo alemán Arthur Schopenhauer, un pensador de gran profundidad y vigencia, aún, pese al calificativo de pesimismo que se le asigna a su obra. Igualmente, el hermano de Nazareth se refirió a la figura de un CONSOLADOR que, oportunamente, vendría con un fin similar. De acuerdo con Allan Kardec, esta figura de un Consolador, más que representar a un personaje en particular, parecería hacerlo con un cuerpo de doctrinas. Kardec estima, con justa razón, en su obra Génesis, que quien mejor representa el rol de este consolador es la DOCTRINA ESPÍRITA.
Habiendo asumido el propósito, la institución romana, en su orígenes, de constituirse en la representante de Dios en el planeta tierra, concibe la idea de elevar la figura de un hombre a la categoría de Divinidad, así como la de la trinidad, de Padre, hijo y espíritu santo, “un Dios en tres personas distintas, pero un solo Dios, y siendo el hijo el mismo Dios”, y la institución romana la representante del hijo, anclando la autoridad del hijo en la del padre, se consolida la autoridad de la institución que asume el rol de representarles a ambos.
Esta idea del anclaje en una autoridad mayor, nace en el siglo XX con las enseñanzas del chamán mejicano Don Juan Matus, que divulga en sus obras Carlos Castaneda, y que la psicología adapta en diversos sistemas de anclajes. Gran número de líderes actuales aplican este poderoso método para imponer su liderazgo sustentado por el anclaje en una autoridad superior que todos aceptan y siguen dócilmente. Evidentemente, ya en el siglo IV Constantino dominaba a la perfección este método del anclaje, como los hechos históricos lo demuestran.
En la Asamblea de Nicea se encontraban reunidos en torno a trescientos quince manuscritos de aquellos que hoy se conocen como evangelios. Se van a elegir cuatro como los auténticos, y se destruye el resto, allí mismo. El más antiguo de aquellos manuscritos había sido redactado alrededor del año 70 de nuestra era, y de los otros tres, el más antiguo, cerca del año 100 de nuestra era; es decir, eran escritos de discípulos de discípulos del hermano de Nazareth, o ni siquiera eso.
En la Asamblea de Nicea se va a promulgar un Decreto que ordena a todo poseedor de un manuscrito diferente de aquellos cuatro que allí se habían aprobado como los auténticos, que debía destruirlo ipso facto, al término de la distancia, so pena máxima. Evidentemente, esta orden determinó que se destruyera cualquier escrito que tuviese alguna relación con las enseñanzas del hermano de Nazareth.
Quedó en circulación el Evangelio de Bernabé, que aún circula, el cual contiene algunos elementos históricos dignos de consideración. Todos los manuscritos que aún circulan con el nombre de evangelios apócrifos, en mayor o menor grado, contienen elementos de la tergiversación histórico-espiritual de la verdad, nacida en Nicea.
A partir del Concilio de Nicea comienza un proceso de ocultamiento de la verdad en todas sus vertientes y variantes. Se empieza a inhibir la libertad de pensamiento y a restringir la doctrina de la Reencarnación, la cual formaba parte de las ideas generales de la gente desde remota antigüedad y lo va a hacer, todavía, durante los primeros cinco siglos de nuestra era. De igual manera, se comienza a destruir el grueso de las grandes obras de la antigüedad clásica, eliminándose en torno al 80% de ese gran legado. El 20% restante comenzará a ser adulterado y amoldado a las nacientes ideas de Nicea. Se les hacen interpolaciones a gran número de obras, pese a lo cual, no se pudo exterminar del todo esa importante herencia cultural. Se encomienda a Justino la recopilación de los manuscritos que conformaran la Vulgata, la cual, evidentemente, contiene enormes interpolaciones y adulteraciones de la verdad, como lo va a demostrar al inicio del siglo XVI el gran humanista Erasmo de Rotterdam, Entre los compiladores de la Vulgata se cuenta, también, a Jerónimo.
Hacia el final de su ciclo de vida, Constantino I se percata de que había incurrido en un error al promulgar la trinidad de Dios, y decide volver a la idea de la UNICIDAD de Dios, pero ya aquella concepción había tomado fuerza al igual que lo hace una bola de nieve al descender por una montaña; mientras desciende su volumen se va agigantando, y le fue imposible revertirla. La pugna entre Unitarios, representados por los arrianos, entre otros, y los trinitarios, va a seguir hasta mediados del siglo VII, en que, definitivamente, se va a imponer, en mayor grado, la idea de la trinidad. Pero, dicha controversia sigue vigente. Las mentes más preclaras son las que respaldan a la doctrina unitaria de Dios.
En torno al año 361 de nuestra era, un joven brillante, el emperador Juliano, quien recordaba haber sido Alejandro Magno, en una vida anterior, se percató del inmenso peligro que representaba aquel movimiento de tergiversación histórico-espiritual de la verdad, nacido en Nicea. Se propuso exterminar aquel peligro con tres generaciones de cultura clásica. Un jerarca de la época declara que “eso pasará”. Efectivamente, pasó, al ir Juliano a una batalla y no regresar de la misma, quedando interrumpida la realización de su proyecto, el cual será llevado a cabo un poco más de 200 años después, por otro gran personaje que representa una análoga visión de la realidad, como veremos dentro de poco.
En el año 381 de nuestra era, el emperador Teodosio prohíbe los Misterios Eleusinos que habían sido la fuente en la que habían bebido los filósofos griegos. Igualmente lo hace con los Misterios Mayores y Menores egipcios, en los que, además de los egipcios y de los griegos, habían sido iniciados ilustres personajes romanos y otros de regiones circunvecinas. Emite un decreto prohibiendo hablar de la reencarnación y envía a mejor vida en torno a un millón de personas que se rehúsan a dejar de hacerlo.
Roma, en esta época, se encuentra en franca decadencia, fragmentándose en el imperio romano de Oriente y en el de Occidente; éste se va a disponer a darle acogida a una afluencia enorme de germanos, con la idea de fortalecerse, pero, unos cien años después, los germanos se apoderan del imperio romano de occidente. Para el mundo occidental nace un período menos luminoso, en torno al año 465 de nuestra era, que se va a conocer como la edad media, en sus diversas fases, de baja y alta edad media,  calificándose de edad oscura o de un período de oscurantismo en la historia del mundo occidental, que aún, lamentablemente, no ha concluido del todo.
En el año 527 de nuestra era, asciende al poder del Imperio Bizantino, el emperador Justiniano, quien da comienzo a una importante compilación del Derecho Romano.
1. Encarga al jurisconsulto Triboniano para resumir, en un solo Código, depurándolo de los elementos superfluos, o exentos de vigencia,  a los Códigos: Gregoriano, Hermogeniano y Teodosiano, el cual será publicado en el año 529, de nuestra era, bajo el título de CODEX JUSTINIANEUS o Corpus Juris Civilis. Cinco años después, en el año 534, se editará una nueva edición definitiva con notables mejoras y la inclusión de un gran número de constituciones redactadas por el mismo Justiniano.
2.  En el año 530, Justiniano encarga a Triboniano para redactar una compilación conformada con los extractos de los escritos de 39 jurisconsultos romanos, los cuales sustentaban la categoría del jus respondendi. Participó en este trabajo trascendental una comisión de dieciséis juristas y esta obra se conoce con el título de El Digesto o las Pandectas, la cual fue publicada en el año 533, y se le dio carácter de normativa de obligatorio cumplimiento. En esa época las opiniones de los jurisconsultos eran tomadas muy en cuenta para dirimir las disputas entre las partes quienes emitían un informe jurídico que lo tomaban en cuenta, además de las partes involucradas, los jueces.
3. Las Instituciones: Son los extractos de diversos jurisconsultos con fines pedagógicos, que incluyen las Instituciones de Gayo, Florentino, Ulpiano, Marciano, Teofilo, y las Reglas de Ulpiano. Tratan de las personas, de las cosas, de las acciones, así como de los principios jurídicos.
4. Las Novelas o Novellae constituciones: Se conocen en torno a 138 novelas jurídicas, de las cuales Justiniano es autor de 131. Se consideran a 97 de ellas con un carácter fundamental; al resto se le estima de relevancia secundaria. La importancia de estas novelas de Justiniano la podemos observar cuando en todos los Códigos Civiles del mundo, la parte relativa al Derecho Sucesorio se rige, aún, por unas pocas novelas de Justiniano, a pesar del tiempo transcurrido.
5. Una importante colección de aproximadamente 50 constituciones, redactadas por Justiniano, se han perdido.
Esta compilación del Derecho Romano se había perdido, prácticamente, en su totalidad; fue al final del siglo XII, en la ciudad de Bolonia, en Italia, que se encontró un ejemplar, en torno al cual se formó la escuela de los  Glosadores, siendo el primer jurista que se ocupó de ello Pepo; le siguió su discípulo Irnerio de Bolonia. En los siglos XIV y XV surgió, y se desarrolló, la escuela de Bartolo de Sassaferrato y sus discípulos; en el siglo XVI el derecho romano pasó a Francia, donde alcanzó notable desarrollo; en el siglo XVIII, Montesquieu escribe su gran tratado El Espíritu de las Leyes, con la que se inicia la humanización del Derecho. En el siglo XIX, en Francia, se redacta el Código Napoleónico, una gran joya jurídica, realizada bajo las órdenes de Napoleón, quien se reservó para él la parte relativa al Derecho de Familia. Napoleón, solía asombrar a los más importantes juristas de su época, reunidos por él para la redacción del Código Napoleónico, al citarle de memoria extensos fragmentos de los textos del Derecho Romano, con una lucidez que denotaba una profunda comprensión de su contenido. En el siglo XIX pasó a Alemania, donde grandes juristas le dieron brillo, entre ellos Rudolf Ihering y Friedrich Carl Von Savigny.
Hemos querido destacar la obra de Justiniano en la compilación del Derecho Romano, por cuanto es uno de los grandes legados que nos queda de la antigüedad.
En el año 529 de nuestra era, Justiniano ordena el cierre de la Escuela Platónica, por cuanto las ideas del ilustre filósofo ateniense contradecían a las del movimiento de tergiversación de la verdad, nacido en Nicea. Este importante contingente humano se ve precisado a emigrar a la región persa, en el actual Irán, cuyos descendientes jugarán un importante rol unos cien años después con la expansión de la civilización árabe, como lo veremos después.
Justiniano mantiene la prohibición de los Misterios Eleusinos, los Mayores y Menores Egipcios, y al margen de que haya emitido, o no, el decreto de herejía, en el Concilio de Constantinopla del año 553, -ya que parecieran haber elementos que indican que no llegó a promulgarlo-, las consecuencias fueron las mismas que si lo hubiese emitido, dado que él, al igual que Teodosio, también envío a mejor vida en torno a un millón de personas por rehusarse a dejar de hablar de la Reencarnación.
Justiniano pensaba que los cristianos, creyendo que pagarían en la siguiente vida los actos indebidos que realizaban en esta, incurrían en ellos alegremente. Esa fue la razón por la que proscribía la idea de la Reencarnación.
Nosotros creemos, hoy en día, que un mayor conocimiento de la Ley de la Reencarnación, de las leyes de la justicia, de la igualdad, de la compensación y de la afinidad, contribuiría a que las personas tuviesen una mejor conciencia de la importancia de realizar solamente actos de índole positiva, por cuanto la siembra determina la cosecha que se habrá de obtener en todos los casos. Si queremos una vida feliz, es preciso cultivar una conducta virtuosa.
En el año 570 de nuestra era, nace en la Meca un hombre extraordinario: MAHOMA; lo hace en una familia ilustre, aunque venida algo a menos. Se va a criar con su abuelo Abu Mutalib, y con su tio, Abu Talib; con este último va a aprender el oficio de caravanero desde muy joven, en cuya actividad lo vemos a la edad de 25 años, viajando a los confines de la India y de la China, a las órdenes de una rica mujer de nombre Kadisha, de 15 años mayor que él, con quien, finalmente, se va a casar.
En aquellos cruces de caminos, Mahoma se va a encontrar con maestros taoístas y del budismo zen,  con quienes va a aprender técnicas de meditación en estado de quietud, y en movimiento, tipo tai chi, las cuales va a practicar, a su regreso, en una cueva ubicada en las afueras de la Meca.
Recordemos que nos encontramos a finales del siglo VI, y que, en el año 527 viajó de la India a la China y al Tibet, el maestro del budismo zen, Bodhidarma, quien, además del budismo zen, que en China y en el Tibet se le denominó Chan, y al pasar a Japón, Zen, también trajo con él las diferentes variantes de las artes marciales.
Mahoma, después de una asidua práctica de meditación, alcanza un estado de éxtasis, mediante el cual recibe las comunicaciones espirituales del Espíritu Gabriel, que le revela la existencia de un solo Dios: ALLAH, el Creador Universal, y la designación de que él, Mahoma, es su mensajero.
Evidentemente, Mahoma se impacta con el mensaje recibido, pero es tal la firmeza con que se le manifiesta el Espíritu Gabriel que asume el reto y la misión que se le asigna.
El Espíritu Gabriel le reafirma: -Hay un solo Dios, Allah, el Creador Universal; debes difundir este mensaje y evitar que se le forjen imágenes a Él y a ti mismo. Evita que se te rinda culto a ti; el único culto se debe rendir a Allah.
Aquí observamos un hecho extraordinario entre una acción y su reacción inherente, como equilibrio en la historia del mundo occidental. Mientras en el Concilio de Nicea se eleva a categoría de Divinidad a un hombre, diciendo que es Dios, y conformando la trinidad de Dios, aquí en la Meca, Mahoma recibe la misión de divulgar la existencia de un solo Dios, Allah, el Creador Universal. Entre una acción y otra media un lapso aproximado de 280 años. Pero hubo incontables manifestaciones menores que fueron aplicadas como reacciones equilibrantes, con anterioridad, tal como lo denotan las constantes pugnas entre trinitarios y unitarios, hasta que, con Mahoma, retomando el hilo conductor del emperador Juliano, da comienzo a uno de los procesos civilizadores más extraordinarios del mundo occidental. Frente al oscurantismo nacido en Nicea, emerge, luminoso, el Islam de Mahoma, que, de beduinos analfabetos del desierto, gente indómita que no se inclinaban frente a nadie, lo van a hacer cinco veces al día inclinando su frente al suelo, en homenaje a Allah. El mensaje de un solo Dios de Mahoma retoma el argumento de la UNICIDAD de Dios que siempre existió desde la más remota antigüedad.
Con un escuálido número de seguidores, conformado por un amanuense, su tío Abu Talib y su esposa Kadisha, Mahoma emprende su misión civilizadora-espiritual en la Meca, donde existía un acentuado politeísmo con un dios para cada día del año, y en torno al cubo negro de la Meca, un inmenso meteorito que había caído del espacio en épocas remotas, giraba un rico comercio para el cual, Mahoma, con su mensaje de un solo Dios, representaba un serio peligro. Se le advierte que las cosas están bien como están, y que se deje de eso, volviendo a las prácticas habituales.
Empero, Mahoma, en una demostración de firme convicción, siguió adelante con su mensaje de la existencia de un solo Dios, acuñando la frase: SÓLO DIOS ES DIOS, que los musulmanes repiten muchas veces, diariamente, como una variante del Dzickr: el constante recuerdo del nombre de ALLAH, como una forma de mantra.
Los jerarcas de la Meca, viendo que Mahoma seguía firme con su mensaje, deciden sacarlo de escena con medios más convincentes. Mahoma se ve obligado a empuñar la espada para defenderse y salvar su vida y la de sus seguidores. Pero, con la espada del Islam se derrama infinitamente menos sangre de la que ha derramado aquel movimiento nacido en Nicea, cuyos horrores son de tal magnitud que se hace preciso dejar de mencionarlos y olvidarlos. Un ser humano normal es incapaz de imaginar, siquiera, y menos soportar, el conocimiento de las páginas oscuras, los horrores y el atraso que significan para la humanidad del planeta tierra todo lo que han realizados los seguidores de aquel movimiento nacido en Nicea. Lamentablemente,  esa gente todavía no ha salido de escena, y camuflada persiste, tenazmente, en su intento de mantener a la humanidad en ese camino oscurantista iniciado en Nicea. Empero, las evidencias demuestran, como lo decía Andrés Luiz, que: -“Todo, en la vida, es un movimiento hacia la victoria del bien supremo”-.
Mahoma, empuñando la espada del Islam comienza a triunfar de los enemigos de la luz. Demuestra una generosidad que supera cualquier demostración conocida, excepto la de aquel joven macedonio, Alejandro Magno, cuyo Espíritu, por la evidente semejanza y grandeza que les identifican, es el mismo en el uno y en el otro. Mahoma libera a los prisioneros que va tomando como tales, por medio de diversas variantes: a unos, por el pago del respectivo rescate; a otros, quienes tuviesen algo que enseñarle a sus hombres, mediante la impartición de ese conocimiento; y a quienes no tenían rescate alguno que pagar ni conocimiento que transmitir, los dejaba en libertad sin exigirle nada. Mahoma es tolerante con los pueblos que va conquistando y respetuoso, con tal que acepten que únicamente existe un solo Dios, Allah, sin importar cual camino espiritual sigan, razón por la cual, donde imperó el Islam convivieron en armonía las más diversas culturas.
Con la expansión del Islam a la India, a la China, al Indostán, al norte de África, al de Europa, al sur de Italia, y al de España, la civilización árabe alcanza un esplendor inigualable. En Andalucía, el Al Andalus refleja una de sus manifestaciones más excelsas.
Aquellos descendientes de los discípulos de Platón que se vieron obligados a emigrar de Constantinopla a la región persa, el actual Irán, al cierre de la escuela platónica ordenada por Justiniano, al desplazarse el centro de poder de la Meca a Medina y de ésta a Bagdad, constituyen un recurso humano que, enriquecido con las ideas del filósofo ateniense y la cultura del Zend Avesta, de Zoroastro, quien viviera en el siglo VI antes de nuestra era, representan un terreno abonado para el desarrollo del Islamismo, del cual van a emerger grandes poetas, místicos, filósofos, juristas, científicos, matemáticos, arquitectos, artistas de gusto exquisito, etcétera, que van a crear la civilización más esplendorosa en el mundo occidental, y, virtualmente, en todo el mundo conocido, hasta entonces.
En la ciudad de Córdoba, en el siglo X, emerge un gobernante, de nombre Abderramán III, que durante 48 años de gobierno fértil, la transformará en la Lumbre de Occidente, en la capital cultural del mundo.
Abderramán III, emula a Ptolomeo I Soter, aquel general de Alejandro Magno que fundara, en la ciudad de Alejandría, el Museo y la biblioteca de Alejandría, con sus 800.000 volúmenes.
Allí, en Alejandría, Ptolomeo I Soter se rodea de filósofos, poetas, científicos, matemáticos, artistas, etcétera; en Córdoba, Abderramás III hace lo mismo. Sin duda, el Espíritu del primero anima al segundo, ya que realizan análoga obra de esplendor inigualable e incomparable.
Abderramán III, en Córdoba, va a terminar el palacio que se había comenzado a construir algunos años antes de él, y lo va a dedicar a una hermosa mujer a quien ama profundamente, a Zahra, razón por la cual se le conoce como Medina Azahra, es decir, el Palacio de Zahra, que después de más de 1.000 años, miles de turistas, diariamente, siguen admirando.
La biblioteca de Córdoba tuvo análoga magnitud de la de Alejandría, con sus 400.000 a 600.000 volúmenes, según la opinión de los diversos historiadores, la cual, con la reconquista fue destruida.
En el siglo XI, en Almería, emerge la escuela Sufí de Abulabás Ben Alarif de Almería, considerada la más importante, en su época, a nivel mundial. Circula, aún, de este insigne maestro, su obra: MAHASIN AL-MACHALIS. En Málaga, surge el filósofo judío-español Solomón Ibn Gabirol, que va a escribir un importante diálogo intitulado EN LA FUENTE DE LA VIDA, de corte aristotélico, y una extensa obra poética, que aún acaparan la atención mundial.
En el siglo XII, en Córdoba, conservando aún su esplendor intacto, descuellan personajes como Moisés Maimónides y su hijo Abraham, cuya obra intelectual es portentosa. Moisés Maimónides es el autor de LA GUÍA DE LOS PERPLEJOS, de espiritualidad directa centrada en el Creador Universal, concluyendo, al final de la misma, de que es factible conocer a Dios. También, es el redactor de los 639 preceptos por los cuales se rigen los judíos, a nivel mundial, hasta nuestros días. Averroes, al igual que se va a hacer en la escuela de traductores de Toledo, España, y en la de Palermo, Sicilia, en la ciudad de Córdoba va a traducir las obras de Aristóteles, comentándolas. Gracias a estas escuelas de traductores se salva el 20% de las grandes obras de la antigüedad clásica, y habiéndolas traducido del griego y del latín, al árabe, y de éste al castellano, o en italiano, en Sicilia, es la razón por la cual, aún hoy, podemos leer lo poco que nos queda de aquel gran legado de la antigüedad, entre ellos Homero, Hesíodo, Esquilo, Herodoto, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Euclides, Cicerón, Séneca, Plutarco, Plotino, etcétera.
Al final del siglo XII, esa cristiandad nacida en Nicea busca de extender su férreo oscurantismo buscando apoderarse del centro de poder de Jerusalén, en poder de Saladino, otro de los grandes elementos equilibrantes en la historia del mundo occidental. Saladino era un personaje de una personalidad admirable, de gran sabiduría y generosidad. Fue amigo personal de Moisés Maimónides y de Ricardo Corazón de León. Gracias a la amistad con este último y por el acuerdo entre ambos, la tercera cruzada fue menos sangrienta de lo que pudo haber sido. Igual papel equilibrante habrá de cumplir en el siglo XVI el Gran Turco, Solimán El Magnífico, tan admirado por Cervantes como el mejor ejemplo de liderazgo forjado por sí mismo.
En el siglo XIII van a ocurrir una serie de acontecimientos que preanuncian el nacimiento de una vuelta a los orígenes de la cultura clásica, como antecedentes directos del humanismo, en diversas partes de Europa: en España y en Italia, en sus principales ciudades.
Esa institución cuya sede reside en Roma, que constituye la expresión de aquel movimiento de tergiversación de la verdad, nacido en Nicea, va a tener un enfrentamiento con los Cataros, que le va a menoscabar su nivel de poder. Al mismo tiempo, los viajes de Marco Polo, y los de los navegantes venecianos, genoveses y catalanes, entre otros, por las rutas de las especies y de la seda, permiten redescubrir regiones que habían sido olvidadas durante muchos siglos. El comercio que esto implica, va enriqueciendo a estos navegantes, quienes comienzan a anhelar un cultivo de sus personalidades y a interesarse por las culturas clásicas olvidadas.
El feudalismo, también se viene a menos, y el florecimiento exitoso de los artesanos e industriales le inspira un anhelo de cultivarse en mayor grado, así como de acceder a los cargos de gobiernos en los ayuntamientos, que, antes, habían estado, casi exclusivamente, en gente vinculada a aquella institución romana.
En el siglo XIII emergen figuras como la de Ibn Arabi, Rumi y Al Gazzali, en el sufismo, que van a escribir algunas de las páginas más hermosas de la sabiduría universal, en la historia de la humanidad.
En España destaca Alfonso X El Sabio, que va a reunir en torno a él a un sequito de filósofos, poetas, juristas, científicos, literatos, filólogos, etcétera, que estudiarán las obras de la antigüedad clásicas traducidas por los árabes al castellano, como son las de astronomía, de Ptolomeo, entre otras. La historia de España, con su Primera Crónica General, y Los Libros del Saber de la Astronomía, que escribirá Alfonso X El Sabio, se encuentran entre los que más contribuyeron a darle el calificativo de sabio. El Fuero Real, El Especulo y Las Siete Partidas, son obras jurídicas escritas por Alfonso X El Sabio, inspiradas en el Derecho Romano, de gran nivel. Podemos ver la importancia de LAS SIETE PARTIDAS cuando en cualquier Código Civil del mundo, al tratar el tema de los Contratos, la normativa allí sintetizada se encuentra inspirada en esta obra alfonsina.
Un sobrino de Alfonso X El Sabio, el Infante Don Juan Manuel, va a escribir una obra extraordinaria, como antecedente del humanismo florentino, intitulada EL CONDE LUCANOR. Sus 50 cuentos, muchos de ellos inspirados en personajes árabes, contienen un mensaje moralizante ejemplar. Esta obra es un antecedente de los cien cuentos, o novelas cortas, del Decamerón, que en el siglo XIV escribirá Bocaccio.
Como último antecedente del Humanismo, aunque, realmente, es una manifestación paralela al humanismo, que citaremos antes de adentrarnos en el siglo XIV, mencionamos a Ibn Jaldún, con su magna obra UNA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA UNIVERSAL. Es una síntesis del esplendor alcanzado en todos los ámbitos del saber humano por la civilización árabe y trata, virtualmente, de todos los temas cuyas ciencias cultivaron los árabes: Poesía, literatura, sufismo, filosofía, ciencia, astronomía, derecho, política, matemática, álgebra, música, entre otros. El objetivo que le anima a Ibn Jaldún es el de investigar y/o percibir la razón por la cual las civilizaciones -y los grupos de poder-, en un momento dado emergen, se desarrollan, alcanzar un gran auge, para luego declinar, y, finalmente, desaparecer, o venir a menos. Este gran contenido sociológico de su obra es la razón por la cual se le considera como el padre de la Sociología, por lo menos en los países de cultura árabe.
En el siglo XIV, en el “Trecento” italiano, emergen tres figuras descollantes, en la literatura y en la filología, como son Francesco Petrarca, Giovanni Bocaccio y Dante Alighieri. En el arte, encontramos a Giotto, Cimabue y Duccio, que inician un movimiento de expresión artística más representativa de la naturaleza, que alcanzará su mayor esplendor en el Renacimiento.
Petrarca, es el primero de los tres en emerger como uno de los padres del Humanismo. Vuelve su mirada a la antigüedad clásica, a Homero, a Hesíodo, a Herodoto, a Tucidides, a Platón, a Aristóteles, a Teofrasto, a Aristófanes, a Esquilo, a Sófocles, y a Plutarco, a los latinos, Cicerón, Séneca, entre otros. Homero y sus dos grandes poemas La Ilíada y La Odisea, le acompañarán a lo largo de su vida. Las obras homéricas, cuya descripción de las virtudes heroicas en acción, capaces de haber contribuido a gestación de la edad de oro griega, le inspirarán su mensaje de aliento. Petrarca percibe que el ser humano, afrontando las grandes pruebas de la vida es capaz de superarlas y someter al destino. A tales efectos, va a escribir sus Triunfos, impartiendo un mensaje de aliento a sus lectores y despertando su anhelo de volver su mirada a las fuentes clásicas, como en efectos lo hacen, donde encuentran una sabiduría olvidada durante la edad media. Sus rimas, sus cartas, su obra África, que relata las hazañas de Escipión El Africano, todas constituyen un estímulo positivo y alentador. El amor platónico de una hermosa mujer de nombre Laura, al igual que lo hiciera Dulcinea del Toboso con Don Quijote, y Beatriz con Dante, habrá de inspirar  gran parte de la densa obra de Petrarca.
Giovanni Bocaccio, también alimentado en fuentes clásicas, gran amigo de Petrarca, va a escribir su obra cumbre El Decamerón, para transmitir un mensaje de aliento. Él percibe que el ser humano es capaz de someter al destino, si afronta las pruebas de la vida con paciencia, tenacidad, confianza y fe. A tales efectos, somete a cada uno de los personajes de su magna obra a las más severas vicisitudes, quienes las superan positivamente, para acto seguido pasar a disfrutar de los beneficios compensatorios inherentes.
El Decamerón contiene cien cuentos o novelas cortas, y son relatos que van a realizar diez personas, durante diez días, en los alrededores de Florencia, en la época de la peste negra. Siete damas y tres caballeros, diariamente van a narrar un cuento. Esta obra inspirará, en el siglo XVI, a Cervantes, para escribir la primera gran novela de la lengua castellana, el Quijote, así como sus Novelas Ejemplares, de análogo valor literario que la magna obra.
Dante Alighieri, emerge como un meteoro, para completar el cuadro de los fundadores del Humanismo, con su Comedia, que con el correr del tiempo será conocida como la Divina Comedia.
Dante, poeta cultivado emulando a los grandes poetas de la edad clásica, a quienes va a traducir, desarrollando un estilo elegante, fluido, de corte clásico, e inspirándose en quien él denomina su maestro, Virgilio, alcanza una excelencia inigualable. La Comedia es una obra inspirada en un sueño que tuviera Mahoma, y el gran número de personajes de la cultura clásica que describe en los tres niveles de Infierno, Purgatorio y Paraíso, en su mayoría desconocidos por los contemporáneos, al leer la comedia se motivan para recurrir a las respectivas obras que conocen por las referencias de Dante. Esa vuelta a los orígenes de la cultura greco – latina, es lo que le dará un impulso decisivo a la consolidación del Humanismo.
La obra de Dante centra la atención en la supervivencia del Espíritu y en la pluralidad de moradas o mundos, cuyo mensaje es preciso analizar más a fondo a la luz de la Doctrina Espírita.
La obra de Dante es amplia y variada y, rápidamente se posiciona en un lugar preponderante, tanto en el siglo XIV como a nivel general, en toda la literatura universal, entre los más importantes clásicos, sobre todo su obra cumbre, La Divina Comedia.
Entre los grandes humanistas, a nivel europeo, encontramos a Chaucer, con sus Cuentos de Cantemburry, con un excelente mensaje místico y de espiritualidad elevada.
Victorino de Feltre, va a iniciar el humanismo pedagógico, por cuya senda seguirán Juan Amos Comenio, Juan Luís Vives, Juan Jacobo Rousseau,  Juan Pestalozzi e Hipolite León Denizard Rivail, estos dos últimos en el siglo XIX.
En los siglos XV y XVI, los aportes del Humanismo, al volcar las miradas hacia la cultura de la antigüedad clásica, los contemporáneos descubren una ciencia que había sido olvidada, también, la cual estimula el interés para su mayor profundización. Las disecciones del cuerpo humano realizadas por Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel y Andrés Vesalio, junto con los aportes sucesivos de Miguel Servet y William Harvey, darán nacimiento a la Escuela de Anatomía y de Fisiología. Copérnico, leyendo a los antiguos, descubre el movimiento de rotación de la tierra en torno a su propio eje, y el de traslación alrededor del sol, con lo cual enuncia la teoría heliocéntrica en vez de la geocéntrica que imperaba, la cual va a recibir el apoyo de Johan Kepler y el de Galileo. Sobre este tema Galileo escribirá un importante tratado, analizando el sistema de Ptolomeo y el de Copérnico.
Tanto Galileo como Francis Bacón se van a constituir en los fundadores de la ciencia moderna, desarrollando el método científico, centrando su atención, fundamentalmente, en el enfoque inductivo.
Francis Bacón, mejor conocido por sus 58 Ensayos sobre diversos tópicos de los valores universales, síntesis de gran sabiduría y de su aguda capacidad de observación, va a enfocar su atención en el método inductivo, en contraposición al deductivo, de Aristóteles. Pese a no ser un investigador experimental, sugiere la experimentación y el análisis práctico, destacando que, realizando observaciones a partir de fenómenos individuales se puedan deducir consecuencias o principios generales. Se propone redactar una extensa obra de carácter científico, denominada INSTAURATIA MAGNA, de la cual va a sobresalir el NOVUM ORGANUM, -el Nuevo Organón-, a emulación del Organón, de Aristóteles. También escribirá una obra de carácter utópico, al estilo de las imperantes, en la época, como la de Moro y Campanella, que intitulará: La Nueva Atlántida.
Tomás Moro había escrito, ya, su obra en torno a la Isla Utopía, que definirá este tipo de literatura de carácter utópico, inspirada en la vida natural de los indios americanos. Esto ocurre en las inmediaciones del descubrimiento de América, después del año 1492.
A caballo entre los siglos XV y XVI emerge el gran humanista Erasmo de Rotterdam, quizá la figura señera del Renacimiento, de gran erudición clásica. Va a escribir los Coloquios, y una extensa obra humanística. Será mejor conocido por su obra EL ELOGIO DE LA ESTULTICIA, que escribiera a vuela pluma en honor de su amigo Tomás Moro. Este pequeño ensayo denota la profunda agudeza  que poseía Erasmo sobre  los valores universales y su inmensa capacidad de observación de las singularidades del carácter humano. Siendo una pequeña muestra de su ingenio, se deduce la magnitud del ingenio global que le animaba. Erasmo es un paradigma de la autonomía, o total independencia, que debe tener una persona en todos los ámbitos existenciales.
En Francia encontramos a una insigne humanista, la hermana de Francisco I, Margarita de Angulema, que, emulando a Bocaccio, va a escribir su Heptamerón; son setenta cuentos cuyo tono erótico superan a algunos de los que, de esta índole, escribiera Bocaccio.
En la misma Francia emerge otro gran humanista, Francois Rabelais, con su obra: Gargantúa y Pantagruel, obra no exenta de humorismo, con profundo contenido alquímico y constantes referencias a los autores y sus respectivas obras de la antigüedad clásica, que estimulan el volver la mirada a ese gran legado. El estilo pantagruélico de la obra no es sino una excusa para poder decir grandes verdades en una época en que decirla abría el camino hacia la hoguera, con un fuerte recrudecer de la inquisición hacia finales del siglo XV, y durante los siguientes tres siglos y medio, hasta mediados del siglo XIX.
En la Florencia del siglo XV emerge un gran personaje de la talla de Ptolomeo I Soter y de Abderramán III. Se trata de Lorenzo El Magnífico, quien va a emular sus obras y se va a rodear de un sequito de importantes filósofos, artistas y científicos, entre ellos Miguel Ángel, Marsilio Ficino y Giovanni Pico Della Mirandolla.
Marsilio Ficino va a traducir a los más importantes filósofos de la edad clásica: a Platón, sobre todo; además, el Corpus Hermeticum, de Hermes Trismegisto, las Eneadas, de Plotino, y los diversos Tratados de los Neoplatónicos, entre ellos Porfirio y Anmonio Sacas, las obras principales de Aristóteles, algunas Vidas Paralelas y Moralia, de Plutarco, los Tratados Morales de Cicerón y de Séneca, entre otros. Su obra: Teología Platónica, denota el gran nivel de su pensamiento y una enorme similitud con la del filósofo ateniense. En uno de sus ensayos destaca los tres grandes principios de la UNIDAD, de la VERDAD y de la BONDAD, regidores de todo cuanto existe. Es preciso tomar en cuenta que a Marsilio Ficino se le considera como a una reencarnación tanto de Plotino como de Platón.
Pico Della Mirandolla, vuelca su mirada a la filología hebrea y a la Cábala. Percibe, también él que el ser humano es capaz de someter al destino cuando afronta sus pruebas más severas con dignidad. A tales efectos escribe un TRATADO SOBRE LA DIGNIDAD, aportando elementos de gran interés sobre este argumento.
Tanto Ficino como Della Mirandolla, constituyen figuras señeras del Renacimiento italiano.
En España emergen grandes humanistas. Descuella, por encima de todos, Miguel de Cervantes y Saavedra, con su inmortal Quijote, la obra cumbre del pensamiento universal y sus Novelas Ejemplares. López de Vega, Baltazar Gracian,  Quevedo, Calderón de la Barca, Mateo Alemán, Francisco Vázquez y Valdés de Leal, son apenas una pequeña muestra del gran aporte de España, tanto al humanismo como al Renacimiento.
Valdés de Leal es un artista cuya obra “Gloria Finis Mundi”, analizada por el mayor alquimista del siglo XX, conocido por el pseudónimo Fulcanelli, que en 1999, 70 años después de publicar sus obras maestras “El misterio de las catedrales” y “Las Moradas filosofales”, envió al editor francés un libro con el mismo título que el del cuadro de Valdés de Leal, Gloria Finis Mundi, lo que implica una longevidad, en Fulcanelli, superior a 120 años, y un conocimiento de la historia y de la realidad mundial digno de la mente que fue capaz de descubrir el secreto de la transmutación alquímica en los símbolos de las grandes construcciones góticas, realizadas por los masones operativos, conocedores de un saber perdido, de la antigüedad, pero que, empero, persiste en el simbolismo universal por quien es capaz de percibirlo e interpretarlo.
En el primer capítulo, Fulcanelli analiza el simbolismo alquímico plasmado por Valdés de Leal en su cuadro, el cual se encuentra, aún, en Sevilla. Dicho análisis indica que Valdés de Leal fue una de las mentes más brillantes del Renacimiento europeo, en España, poseedor de una cultura clásica, y filosófica, profunda, además de lúcido alquimista.
Tanto el Humanismo como el Renacimiento, dan una constelación de grandes personajes, en todos los ámbitos de la cultura y de la ciencia, pese a lo cual, cuando analizamos los motivos plasmados en el arte del Renacimiento, esas mentes prodigiosas no fueron capaces, en gran medida, de zafarse de la tergiversación histórico-espiritual de la verdad, conducida por aquel movimiento nacido en Nicea.
Al principio del siglo XVI, en las décadas de los años 20 y 30, se lleva a cabo el cisma de las reformas luteranas, calvinistas y anglicanas. Estas reformas merman, inicialmente, a la institución romana, pero siguen participando, y sosteniendo, el gran engaño histórico-espiritual nacido en Nicea. Hacia mediado del siglo XVI, la institución romana vuelve al ataque con la contrarreforma, buscando recuperarse y arremeten, con todas estas variantes, con más fuerza, inhibiendo la libertad de pensamiento y frenando en determinados grados los avances alcanzados durantes los siglos XIV, XV y XVI, tanto por el Humanismo como por el Renacimiento.
Grandes personajes emergen en todos los ámbitos del conocimiento y actividades humanas, en el Renacimiento, cuyas obras aún esperan que sean analizadas con mayor profundidad, por cuanto contienen percepciones que anticipan nuevas eras de esplendor, entres ellos podemos citar a Giordano Bruno, con su obra: Sobre el infinito universo y los mundos,  en la que plasma su percepción de la pluralidad de mundos habitados; en sus demás libros, expresa, además, un conocimiento profundo de la cultura clásica, de los valores universales y de la filosofía moral, imbuida de un elevado idealismo. Paracelso, describe todas las áreas en que se divide la medicina, con agudas percepciones y anticipa el nacimiento de la Homeopatía; Maquiavelo, cuya visión precisa del correcto liderazgo plasma obras que habrán de orientar, aún, a incontables líderes; Baltasar de Castiglione, cuya obra El cortesano, describe, en forma admirable, el arte de la diplomacia; Shakeaspeare, al margen de que sus obras hayan sido escritas, o no, por Francis Bacon, constituyen un tesoro de incalculable valor por el caudal de sabiduría que contienen. Michel de Montaigne, con sus Ensayos, de un valor imperecedero, da inicio a un género literario que han cultivado los más importantes pensadores a partir de entonces.
Será en el siglo XIX cuando se va a lograr, en mayor grado, una emancipación del oscurantismo medieval, realizando los auténticos ideales tanto del Humanismo como del Renacimiento.
Sören Kierkegaard, Goethe, Ernesto Renán, Karl Jaspers, Nietzsche, Martín Heiddeger, Allan Kardec, Víctor Hugo, José Mazzini, León Denis, Emilio Castelar y H, P, Blavasky, entre otros, constituyen figuras fundamentales que van a alcanzar en mayor grado, aún, que en ninguna época pasada, los auténticos ideales del Humanismo y del Renacimiento.
En su obra: Temor y Temblor, Kierkegaard coloca, magistralmente, a diez personas, quienes van a imaginarse la forma en que Abraham sube al monte Moria para efectuar el sacrificio a Dios, de su primogénito Isaac, por una indicación de Aquel para probar, supuestamente, su fe; lo cual ha pasado a los seguidores de ese movimiento nacido en Nicea como una demostración de fe.
La última de las diez personas se plantea: -“Este acto de sacrificar a su primogénito, llevado a cabo por Abraham pasa a la posteridad como una prueba  de fe; pero, si en vez de Abraham lo hubiese realizado “X” persona, como lo considerarían sus contemporáneos?” Evidentemente, como un acto anómalo y digno de ser criticado y sancionado por la justicia humana, y la divina, por lo que aquel acto  hubiese significado de haber sido culminado.
Aquí, Kierkegaard, inteligentemente, cuestiona un acto que se considera como un ejemplo de fe, y lo hace ver como un absurdo que en sí constituye un delito si lo realizara cualquier persona, incluyendo Abraham, en la época de Kierkegaard, o en la nuestra.
Kierkegaard comienza a redimensionar algunos criterios absurdos de esa cristiandad nacida en Nicea, que constituyen un engaño histórico-espiritual de la verdad para la humanidad. Él, como principal fundador del Existencialismo, percibe, al igual que los del Humanismo, que el ser humano es capaz de someter al destino, y triunfar de las pruebas más severas. Aporta un mensaje alentador, el cual van a fortalecer los demás existencialistas, entre ellos, Goethe, Jaspers, Heiddeger, Nietzsche, entre otros, y  Jean Paul Sartré, en el siglo XX.
Ernesto Renán, con su Vida de Jesús, deslastrándolo de los elementos de tergiversación de la verdad, nacidos en Nicea, es quien comienza a redimensionar, con su profunda visión de la cultura clásica, y de la historia, la verdad sobre Jesús de Nazareth. Escribe obras como El Anticristo, Marcos El Romano, una Vida de Averroes, e incontables más, que denotan su profunda erudición y percepción de la realidad histórica.
La figura señera del Humanismo, en el siglo XIX, la va a constituir el humanista Hipolite León Denizard Rivail, el codificador de la Doctrina Espírita.
Al definir al Humanismo, explicando el desenvolvimiento de este movimiento histórico, en su contexto filológico, literario, filosófico, espiritual,  artístico, pedagógico y jurídico, se contribuiría a redefinir la Doctrina Universal.
Además de Doctrina filosófica, científica y metafísica-espiritual, con un profundo contenido ético-moral, en sus enseñazas la Doctrina Espírita  es la mejor expresión del HUMANISMO –de corte RENACENTISTA-.
La Doctrina Espirita expresa un interés por el  estudio global: es decir, de los objetivos iniciales del humanismo, -de una vuelta a los orígenes, a la cultura clásica, con un interés literario, filológico, espiritual, filosófico y artístico, en sus inicios, en el siglo XIV, con Petrarca, Boccaccio, Dante, Giotto, Cimabue y Duccio-.
Realmente, como se ha observado, los verdaderos objetivos del HUMANISMO y del RENACIMIENTO, se comienzan a gestar a partir del siglo XIX, dentro de cuyos máximos exponentes, como Sören Kierkegaard, Goethe, Ernesto Renán, Karl Jaspers, Heiddeger, y Nietzsche, -del existencialismo y libre pensamiento- en general, es, en particular, la Doctrina Espirita quien cumple -de la manera más amplia, e integralmente, los propósitos tanto del Humanismo como del Renacimiento, CON TODOS SUS GRANDES EXPONENTES, como Allan Kardec, León Denis, Myers, Lodge, Conan Doyle, Amalia Domingo Soler, y una constelación de pensadores más.
La Doctrina Espirita restituye la reencarnación al conocimiento colectivo, la verdad histórica del hermano Jesús de Nazareth, -deslastrándolo de la tergiversación histórico-espiritual nacida en el Concilio de Nicea, en el año 325 de nuestra era, y del oscurantismo que de allí emanara, que desembocó en la Edad Media-, como una época poco luminosa para la humanidad.
La Doctrina Universal constituye una expresión clara de los valores universales, estudiados por la AXIOLOGÍA, además del resto de los objetivos del Espiritismo, que, fundamentalmente, y en esencia, son los mismos que los de los filósofos de la edad clásica.
El Humanismo, además, permite rastrear, en sus antecedentes históricos, el gran aporte de la civilización árabe, a partir del año 610 –d.n.e.-, como una demostración del equilibrio de la HISTORIA, por medio de la ACCIÓN-REACCIÓN EN LOS ACONTECIMIENTOS, donde, al lado de un período oscuro, como el de la Edad Media, fluyó la luz, con los filósofos árabes-judíos, y otros como Raimundo Lull, Don Juan Manuel, Chaucer y Alfonso X El Sabio, éste último, sobre todo, en cuanto al Derecho –Las Siete Partidas-.
Por lo cual, al percibir que la condición de ESPIRITA refleja la mejor expresión de HUMANISTA, -y del Humanismo-, en sentido lato, es decir, integral, filosófico-científico-espiritual,-artístico-literario, pedagógico y jurídico, en la concepción renacentista del término, nos permite percatarnos de que el ESPIRITA es un HUMANISTA en el verdadero sentido de la palabra.
Al igual que Martín Heiddeger, y Jean Paul Sartre quienes concluyeron que el EXISTENCIALISMO era HUMANISMO, con razón justificada, la Doctrina Espirita es HUMANISMO, además, de corte Renacentista, es decir, un Humanismo integral, en sentido lato, pero emancipado de todos aquellos elementos de los cuales ni aún las mentes más preclaras del Renacimientos pudieron hacerlo.
Además, el Humanismo, como ya fuera dicho, permite interpretar la historia del mundo occidental a partir del siglo IV de nuestra era, y comprender, mejor, los últimos 3.200 años de historia, a partir de Homero, cuyos relatos se encuentran enmarcados en el siglo XII –a.d.n.e.-, y como uno de los principales maestros e inspiradores de la edad de oro griega, a cuyas obras, en primer lugar, centran la atención, los humanistas como Petrarca y Boccaccio, además de las de Platón, Aristóteles, y otros.
Víctor Hugo, poeta de corte espírita, con su magna obra Los Miserables y La pena de muerte, sigue el proceso de humanización del Derecho penal, alcanzando un elevadísimo nivel de expresión humanística con su obra La leyenda de los siglos.
En España, en el siglo XIX, emergen dos grandes mujeres, humanistas por excelencia, que siguen el proceso de humanización del Derecho; la primera es la gallega Concepción Arenal, que va a escribir un Tratado sobre la Igualdad, y otro sobre los Derechos de la mujer; la segunda, es la andaluza Amalia Domingo Soler, cuyos ensayos sobre la reencarnación y la ley de justicia divina, entre otras, constituyen una de las mejores expresiones del pensamiento universal.
Es preciso, para concluir, destacar que en América, en el siglo XIX, tanto en el Norte como en el Centro y en el Sur, brillaron una constelación de grandes humanistas, entre ellos los venezolanos Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Andrés Bello, Rafael María Baralt, Juan Vicente González, Juan Manuel Cajigal y Cecilio Acosta; Domingo Faustino Sarmiento, en Argentina; José Martí, en Cuba; Benjamín Franklin, Ralph Waldo Emerson y Walt Witman,  en Estados Unidos; José Joaquín de Olmedo y Juan Montalvo, en Ecuador, Rufino José Cuervo, en Colombia, entre tantos otros, cuyas obras son de lectura obligada.
En el siglo XX emergen un sinnúmero de grandes humanistas, pero éste será un tema que tocaremos en otra ocasión.
Adelante.


PEQUEÑO ENSAYO SOBRE EL HOMBRE Y SU RELACIÓN CON DIOS


PEQUEÑO ENSAYO SOBRE EL HOMBRE
Y SU RELACIÓN CON DIOS

©Giuseppe Isgró C.


En el curso de los milenios, la proliferación de ideas y conceptos sobre Dios ha permitido que pueda existir gran confusión y constante duda sobre la “insondable” personalidad de Dios.
Desde las épocas primitivas, cuando el hombre temía al rayo, a los truenos y a otros fenómenos naturales, concibió ideas de adoración y de ofrendar sacrificios que pudieran granjearle la simpatía de determinados dioses. Con la evolución de esas ideas y creencias, con el transcurso del tiempo, pasando por la adoración de los espíritus de los antepasados, etcétera, hasta concluir con el concepto monoteísta que en diferentes partes del mundo conocido, en cada época, fuera propagado por gran número de “guías de pueblos”, patriarcas, profetas, entre los cuales, nombrando sólo algunos, tenemos al “Hellí”. de Abraham, al Jehová, de Moisés, al Dios Atón, de Aknatón, en Egipto, etcétera, quienes han conducido las creencias hacia la existencia de un solo Dios Universal.
Cada nueva generación hace posible la introducción de “cambios” que aportan “nuevas luces” e “innovaciones” sobre los más arduos problemas del hombre, sus relaciones con una “casi ignorada” causa superior de los reinos espirituales, de los cuales, la proliferada división de creencias impartidas por las múltiples religiones, han sembrado la más espantosa oscuridad en las conciencias, cuyos cimientos arcaicos y dogmáticos, las nuevas generaciones se están haciendo cargo de demoler, para establecer ideas más dinámicas y acordes con la evolución que la humanidad está viviendo en los momentos históricos actuales tan trascendentales.
El hombre, por su condición intrínseca, al referirse a alguna cosa, tiende siempre a relacionarlo con las experiencias que él posee. Es común observar como el ser humano atribuye a Dios sus propias cualidades e imperfecciones humanas. Los conceptos que de Dios el hombre tiene, pareciera que lejos de ser un Creador Inmutable, fuese un Dios parcial, vengativo e injusto y terrible.
De igual manera se atribuye a Dios el don de perdonar si el pecador se arrepiente y algún semejante, “uno de sus ministros” le absolviera. Como si la naturaleza no diera suficientes manifestaciones y pruebas del rigor -de causa y efecto- que sigue a la infracción de las inmutables leyes.
Es frecuente ver que existen personas que creen que Dios puede permitir o impedir algunas realizaciones del hombre de manera arbitraria, dado que, si Él hizo las leyes, se piensa que también puede modificarlas.
Acertadamente, Joaquín Trincado, expresó: -“Dios hace todo cuanto debe y no cuanto quiere”-.
Cierto día, recuerdo haber oído a alguien que preguntaba a su amigo: -“¿Vienes mañana?” Y el amigo le contestó –“Bueno, ¡si Dios quiere!” Mientras que el amigo, sonriente, nuevamente, le decía: -“Bueno, ¡si Él no quiere, te vienes a escondidas!” Esto evidencia hasta que punto el hombre ha humanizado a Dios, pero también señala su despertar cuando ya comienza por romper los lazos del temor y de la superstición respecto a Dios.
Los clásicos y fantásticos infierno y paraíso, por los que fuera posible aumentaron, en el plano económico, los “millones” en las distintas instituciones u organizaciones de índole religioso, de manera especial en la llamada “iglesia universal”.
Pese a que a la ciencia le ha resultado fácil y ya ha sido posible demostrar la carencia de fundamentos de esas creencias, sin embargo, persiste una ola de confusión, especialmente en las mentes muy religiosas y fanáticas, en los últimos intentos de esas instituciones por mantener un poco más sus influencias.
La misma concepción absurda del “diablo” ya fue posible que rodara por el suelo, cuando las mentes abiertas no tuvieron prejuicios de abordar temas tan “delicados” e “insondables”. A tal objeto, cabe mencionar lo que a continuación copiamos del interesante libro “El Diablo” de Giovanni Papini: -“En una de las primeras páginas del librito de texto el pequeño Byron leyó estas palabras que nunca olvidó: “Dios hizo a Satán y Satán hizo el pecado…..Jorge (Byron) había sido educado por su niñera Mary Gray en un temor saludable a Satanás y de sus llamas eternas. Pero ahora en el libro le enseñaban que Satanás había sido hecho por Dios y que este hijo de Dios había tenido por hijo el pecado. ¿Cómo Dios, entonces, había creado a Satanás con capacidad para errar, para pecar y para hacer el mal? Dios era el Padre de Satanás y Satanás era el padre del pecado. Y una de dos: o no debió poner en el mundo a Satanás o debió haberlo hecho de una sustancia más pura, incapaz de perjudicarse a sí mismo y a los demás”. –“Razonamiento de niño?”, -pregunta Papini, y él mismo se responde: -“De acuerdo, pero, ¿acaso no ha dicho Jesús que a los niños ha sido dado comprender aquello que es oscuro a los sabios?”.
No obstante, a la luz de este trascendental siglo, y con los aportes de las nuevas generaciones, ya es posible vislumbrar un “Principio Creador” muy por encima de los absurdos atribuidos a Dios hasta ahora. La demostración repetida de la Reencarnación ha puesto en evidencia el reflejo superior de una “Ley” o “Justicia Divina Superior” muy digna del Creador Universal y de sus inmutables leyes, de las cuales, una muy fundamental, en ciertas instituciones de estudios superiores de filosofía o en la Escuela Espírita, se conoce con el nombre de “Ley del Karma” o “Ley de Compensación”.



La frase: “Dios creo al hombre a su imagen y semejanza” no es sino una tergiversación de la correcta expresión: -“Dios creó al hombre a imagen y semejanza de su naturaleza”; lo cual es muy distinto.
Sólo la acentuación de la ignorancia ha hecho posible que el hombre adorara como Dioses a maestros, profetas o misioneros de la antigüedad, tal como aconteció con Krisna, Jesús y otros.
El hombre, en la medida que evoluciona desecha las creencias cuya falsedad comprueba. Hoy ya comprende que no puede existir un Dios de Venganza, cuyo hecho más despreciable sería condenar eternamente a sus hijos. Así como, el de colocar para una sola existencia a cualquiera de sus hijos en el mundo de vicisitudes como el planeta tierra para luego condenarle a sufrir eternamente, como si ya no le hubiera sido suficiente la vida de luchas terrenas. Además, por otra parte, las vidas de gran número de individuos a quienes la “institución artífice de tales extravíos” elevara a la categoría de “santos” reflejan un cuadro poco halagador en cuanto a la práctica de todas las virtudes.
Las personas familiarizadas con la doctrina de la Reencarnación y la ley de compensación, comprenden perfectamente lo que de cierto hay sobre el punto anterior.
Ya el ser humano, en cada nueva generación, y de manera especial en los actuales momentos históricos, piensa en un Principio Creador, del cual emana todo lo existente; quien formalizó –en el eterno presente- las inmutables leyes –universales- las cuales comienzan por conocer y cumplir, aunque las fundamentales, sin conocerlas, también las cumple, pues como dijera Jesús: “Ni una hoja de un árbol se mueve –por la ley cósmica- sin la voluntad del Creador”. La ley por sí misma se manifiesta y el hombre sin darse cuenta no escapa de su fuerza de gravedad.
El hombre se percata de que a Dios es “imposible” que pueda conocerlo, a no ser por el reconocimiento de su grandeza en la grandeza de la naturaleza y en ella “conocerse a sí mismo”. Acertadamente expresó Quilón, el Lacedemonio: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios, sino conocerse a sí mismo”. –Aquí reside el gran secreto para conocer a Dios. Primeramente el hombre debe conocerse a sí mismo; entonces conocerá a Dios, dentro de sí mismo y del que forma parte en una unidad perfecta e indisoluble. Al descubrir su propia divinidad, lo hace simultáneamente con la de Dios. La condición sine que non es conocerse a sí mismo, y en el mismo instante y grado, conocerá a Dios. Una pregunta interesante: ¿No conocemos ya a Dios? ¿No les hemos visto ya cara a cara, en la Rueda de la vida, en el Círculo y el Signo Más? Tratemos de recordar……subjetivamente, interiorizándonos profundamente, muy profundamente, con confianza. Nuestro Espíritu ya Le conoce. El constante recuerdo de su nombre nos conduce al recuerdo del recordado. Cuando Le veamos, en el Círculo y el Signo Más, en la Rueda de la Vida, nos percatamos, enseguida, de que ya Le conocíamos y apenas breves instantes antes se tiene la certeza de que se la va a ver. La meditación en los atributos divinos –valores universales- nos lleva al conocimiento de los propios atributos divinos o sentidos cósmicos, facilitando la práctica de todas las virtudes. Es preciso para ello una elevada depuración del propio Espíritu y vibrar a frecuencias acordes al fin propuesto. Es el testimonio de quienes aseveran este tipo de experiencias. Su número en el tiempo es mayor de lo que podría pensarse. (Nota del autor del día 25 de julio de 2009).
Bastante es la labor que el hombre tiene para conocerse a sí mismo. Es su misión inmediata, por lo que reconoce la presencia del Principio Creador cuya grandeza es un estímulo en el conocimiento y cumplimiento de sus leyes. Evoluciona, siendo de esta manera posible conquistar más conocimiento de sí mismo. La contemplación estática sobre la naturaleza y la meditación pasiva sobre Dios no aportan beneficio alguno para la evolución del hombre. El hombre debería destacarse por su acción en todas las labores desechando para siempre la pasividad. Sólo el estudio activo y el constante trabajo permiten la evolución, la que hace posible la presencia de la Fe Viva, por el conocimiento y la sabiduría. Es preciso recordar que en lo que se centra la atención se expande la conciencia intuitiva y el poder creador.
Mediante el desarrollo alcanzado por la Psicología Experimental, -y las diversas corrientes de pensamientos- ha sido posible que el hombre verificara que la presente existencia es sólo una de las miles –o millones- que ha tenido y que tendrá en el futuro, en este planeta y en infinitos otros. Sabiamente expresó Kardec: -“Nacer, desencarnar y volver a nacer”, mientras que el filósofo Trincado corrobora lo mismo en la proclama del programa perpetuo de estudio “La vida eterna y continuada”.
El conocimiento de lo que acontecerá al hombre después de dejar la materia humana, unido a la comprensión de la Ley de Reencarnación, permite derribar, desechando, gran cúmulo de supersticiones sobre la “desencarnación”, despojándose la mente de absurdos dogmas, quien ya ha dejado de sentir temor de un supuesto Dios de “Venganza” e “ira”, sino que mediante la acción continua deberá reparar –compensando- los perjuicios que habrá podido ocasionar y –de esta manera- evolucionar.
El hombre actual, generalmente libre pensador, ya dejó de lado la adoración de imágenes y figuras porque comprende que al Principio Creador, esa no es la forma adecuada de adorarle o amarle. Comprende ya porque Isaías había condenado a los Dioses de barro y palo. Moisés, también es muy explícito cuando en el Decálogo dice: -“…¡No harás para ti obra de escultura ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra, no las adorarás ni le darás culto”!
El filósofo Joaquín Trincado, en una de sus múltiples obras, cuando se refiere a la adoración del Principio Creador, sabiamente expresa: -“…la adoración al Padre será en espíritu y verdad y con el pensamiento, sin fórmulas de oración que representan la rutina o el pensamiento de quien la compuso. El “espíritu” debe expresar por el pensamiento la necesidad o la alegría del momento, de pedido o de gratitud, y basta pensar en el Padre, sabiendo que somos sus hijos y nuestro pensamiento en estas condiciones llega a Él y porque con vosotros están espíritus afines que recogen vuestro pedido y nos sirven de intermediarios; pero los cantos de amor, de plegaría o gratitud hechos en común, son de mayor intensidad y son del agrado del Padre porque representan vuestras alegrías y unidad en el Pedido”. Nosotros, hoy en día, quienes promulgamos una espiritualidad directa centrada en el Creador Universal, estamos conscientes de que en la relación del hombre con su Creador son innecesarios los intermediarios. Empero, la asistencia espiritual de los afines, guías y protectores, es siempre de gran utilidad y apoyo y forma parte de la solidaridad universal.
El hombre tiene como templo el Universo, en él cumple las leyes naturales, su misión de “acrecentar la creación y ser maestro de la misma” y para elevarse a Dios lo hace sin fórmulas ni ritos. Bástale su potente pensamiento. La mejor manera en que el hombre puede adorar a Dios, es amando al semejante; la mejor oración es el trabajo productivo; el más sabio preceptor espiritual es la conciencia; el mejor perdón: reparar las faltas cometidas.
El hombre actual debería estimular las cualidades superiores del ser; intensificar su evolución, y saber que existe un Principio Creador, que tiene leyes inmutable, las cuales es preciso cumplir, pero también conocer, única manera de acentuar la propia evolución y demoler los castillos de la superstición respecto a la personalidad de Dios.
El Gran Pedagogo es Dios, -el Creador Universal: ELOÍ-, quien se expresa en la conciencia por medio de los sentimientos equivalentes a los valores universales. Es la Ley Cósmica en acción por medio de la conciencia. La ley de afinidad es la gran ordenadora del universo, con el veredicto de la ley de justicia, con la cooperación de la ley de compensación y la ley de igualdad, -en la ley y ante ella-. Por su intermedio, el ser recibe su salario cósmico de acuerdo a la obra realizada, el cual le ubica y reubica, constantemente, en el orden que le corresponde en armonía con su suma existencial.


EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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domingo, 23 de junio de 2013

EL HUMANISMO: SUS ORÍGENES, CAUSAS Y TRASCENDENCIA



 EL HUMANISMO: 
SUS ORÍGENES, CAUSAS Y TRASCENDENCIA

Autor: ©Giuseppe Isgró Cattafi


Conferencia dictada en Sevilla, España, el 30 de octubre de 2011, cuya visión panorámica de la historia del Mundo Occidental permitirá interpretar, fácilmente, los grandes enigmas históricos y comprender porqué algunas cosas son como son y la razón por la cual, otras, deben ser conscientemente cambiadas, gradualmente, en el tiempo perfecto de Dios.
-Qué es el Humanismo? Esta es la pregunta que todos, ahora, debemos formularnos, y encontrar, juntos, las múltiples y apasionantes respuestas.
-En qué época se gestó este importante movimiento histórico, filológico, literario, filosófico, espiritual, pedagógico y jurídico?
-Cuáles fueron los antecedentes que contribuyeron a que en el siglo XIV, en la ciudad de Florencia, Italia, en primera instancia, y luego a nivel europeo, se gestase el Humanismo?
-Cuáles son las causas, o razones, que, puestas movimiento mil años antes, al inicio del siglo IV de nuestra era, determinaran, en un momento dado, la necesidad de que emergiese una manifestación cultural de la magnitud y trascendencia del Humanismo?
-Cuáles fueron los aportes del Humanismo en el siglo en que emergió, y los sucesivos en los siglos XV y XVI, al contribuir a la manifestación del Renacimiento, italiano en primera instancia, europeo, acto seguido?
-Por qué razón los auténticos ideales del Humanismo se gestaron en los siglos XIX y XX?
-La respuesta a estas pocas preguntas nos permitirán interpretar la historia de los mil setecientos años siguientes al siglo IV de nuestra era, en el mundo occidental, y echar una rápida mirada a 4.000 años de acontecer histórico. Igualmente, nos facilitará el percibir por qué algunas cosas son como son en nuestro mundo actual, así como, observar las tendencias hacia la nueva edad de oro, en el planeta tierra, que de acuerdo a los más importantes utopistas del siglo XX, entre ellos Bernard Shaw, H. G. Wells, Henry Poincaré y Aldous Husley, entre otros, se gestará en torno al año 30.000 de nuestra era. Empero, esta labor de desarrollo en el Planeta Tierra ocupará una etapa de cien mil años, después de la cual vendrán tiempos que ahora son apenas sueños, pero que es nuestra misión estimular en las fértiles imaginaciones de quienes están destinados a realizar tan elevados ideales: cada uno de los seres que ahora vive en el Mundo Tierra, en incontables ciclos de vida. El Gran Arquitecto del Universo inspirará las conciencias individuales orientando las acciones a tal fin, oportunamente.
En el año 325 de nuestra era, en la ciudad de Isnik, en la actual Turquía, se realizó lo que se conoce como el primer Concilio de Nicea, bajo la dirección del emperador Constantino I.
En esta Asamblea se van a realizar algunos de los actos que habrán de tener inmensas consecuencias en la historia del mundo occidental, en lo fasto y en lo nefasto.
El primer acto que se va a realizar es la fundación de aquella institución cuya sede, en la actualidad, se encuentra en Roma, y que deriva su nombre del término griego “Catolicus”, cuyo significado es: universal.
El segundo acto consiste en la proposición de someter a votación la elevación a categoría de Divinidad la figura de un hombre nacido casi 300 años antes, en la ciudad de Nazareth. Esta proposición va a encontrar la férrea oposición del hombre más lúcido que asistió a aquella asamblea, el ilustre ARRIO, de origen libio. Arrio, eleva su voz de protesta, calificando la proposición de aberración histórico-espiritual. Tanto Arrio como sus seguidores estaban conscientes de que elevar la figura de un hombre a categoría de Dios constituía una tergiversación de la verdad.
Pese a la oposición arriana, aquella asamblea constituida mayormente por personas de escasa erudición, a pesar de la presencia de algunos eruditos, entre ellos Arrio y sus seguidores, aprobó por mínima diferencia de votos la elevación de aquel hijo del carpintero de Nazareth a la categoría de Divinidad, es decir: Dios.
Igualmente, en el Concilio de Nicea, se va a aprobar otra idea novedosa: la de la trinidad de Dios, es decir: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta idea emerge por primera vez y es una imitación de la trimurti hindú de: Brhama, Visnú y Shiva, que constituyen las tres vertientes de la Divinidad: la creadora, la conservadora y la transformadora o destructora, mecanismo de la ley del cambio.
Esta idea de la trinidad de Dios nacida en Nicea va a contradecir la de la UNICIDAD de Dios que siempre imperó desde la más remota antigüedad. Los Vedas, el Mahabharata, el Bhagavad Gita, la doctrina judía que se inicia con Abraham, y luego con la secuencia de Isaac, Jacob, Moisés, Elia, Elíseo, Samuel, Saúl, David, Salomón, Isaías y otros profetas judíos, Ameofis IV o Akhenatón, con su monoteísmo centrado en el Dios Atón, Zoroastro, Pitágoras, y la doctrina de los más importantes pensadores de todos los tiempos, hasta entonces, incluyendo la Masonería Universal, en su fase operativa, todos, absolutamente todos, habían sustentado la idea de la UNICIDAD de Dios.
De igual manera, la idea del Espíritu Santo nace en Nicea por primera vez. Jamás antes, nadie, absolutamente nadie, había mencionado la idea del Espíritu Santo. Ni Pablo de Tarso, ni los discípulos de Jesús, ni Jesús, en ningún momento hicieron referencia alguna al Espíritu Santo. Recordemos que el hermano Jesús de Nazareth sí habló del Espíritu de Verdad que, oportunamente, no al final de los tiempos, vendría para reestablecer la verdad de las cosas. Jesús le atribuía al Espíritu de Verdad una mayor jerarquía de la que él estimaba tener. Sólo a título de referencia, señalaremos que se le conocen tres existencias al Espíritu de Verdad, de acuerdo a una corriente espírita latinoamericana, la de la EMECU, las cuales son: la primera, la de Servio Tulio, legislador romano de la época monárquica, hacia la segunda centuria de la cronología de Roma; la segunda, la de Poncio Pilato, y la tercera, la del filosofo alemán Arthur Schopenhauer, un pensador de gran profundidad y vigencia, aún, pese al calificativo de pesimismo que se le asigna a su obra. Igualmente, el hermano de Nazareth se refirió a la figura de un CONSOLADOR que, oportunamente, vendría con un fin similar. De acuerdo con Allan Kardec, esta figura de un Consolador, más que representar a un personaje en particular, parecería hacerlo con un cuerpo de doctrinas. Kardec estima, con justa razón, en su obra Génesis, que quien mejor representa el rol de este consolador es la DOCTRINA ESPÍRITA.
Habiendo asumido el propósito, la institución romana, en su orígenes, de constituirse en la representante de Dios en el planeta tierra, concibe la idea de elevar la figura de un hombre a la categoría de Divinidad, así como la de la trinidad, de Padre, hijo y espíritu santo, “un Dios en tres personas distintas, pero un solo Dios, y siendo el hijo el mismo Dios”, y la institución romana la representante del hijo, anclando la autoridad del hijo en la del padre, se consolida la autoridad de la institución que asume el rol de representarles a ambos.
Esta idea del anclaje en una autoridad mayor, nace en el siglo XX con las enseñanzas del chamán mejicano Don Juan Matus, que divulga en sus obras Carlos Castaneda, y que la psicología adapta en diversos sistemas de anclajes. Gran número de líderes actuales aplican este poderoso método para imponer su liderazgo sustentado por el anclaje en una autoridad superior que todos aceptan y siguen dócilmente. Evidentemente, ya en el siglo IV Constantino dominaba a la perfección este método del anclaje, como los hechos históricos lo demuestran.
En la Asamblea de Nicea se encontraban reunidos en torno a trescientos quince manuscritos de aquellos que hoy se conocen como evangelios. Se van a elegir cuatro como los auténticos, y se destruye el resto, allí mismo. El más antiguo de aquellos manuscritos había sido redactado alrededor del año 70 de nuestra era, y de los otros tres, el más antiguo, cerca del año 100 de nuestra era; es decir, eran escritos de discípulos de discípulos del hermano de Nazareth, o ni siquiera eso.
En la Asamblea de Nicea se va a promulgar un Decreto que ordena a todo poseedor de un manuscrito diferente de aquellos cuatro que allí se habían aprobado como los auténticos, que debía destruirlo ipso facto, al término de la distancia, so pena máxima. Evidentemente, esta orden determinó que se destruyera cualquier escrito que tuviese alguna relación con las enseñanzas del hermano de Nazareth.
Quedó en circulación el Evangelio de Bernabé, que aún circula, el cual contiene algunos elementos históricos dignos de consideración. Todos los manuscritos que aún circulan con el nombre de evangelios apócrifos, en mayor o menor grado, contienen elementos de la tergiversación histórico-espiritual de la verdad, nacida en Nicea.
A partir del Concilio de Nicea comienza un proceso de ocultamiento de la verdad en todas sus vertientes y variantes. Se empieza a inhibir la libertad de pensamiento y a restringir la doctrina de la Reencarnación, la cual formaba parte de las ideas generales de la gente desde remota antigüedad y lo va a hacer, todavía, durante los primeros cinco siglos de nuestra era. De igual manera, se comienza a destruir el grueso de las grandes obras de la antigüedad clásica, eliminándose en torno al 80% de ese gran legado. El 20% restante comenzará a ser adulterado y amoldado a las nacientes ideas de Nicea. Se les hacen interpolaciones a gran número de obras, pese a lo cual, no se pudo exterminar del todo esa importante herencia cultural. Se encomienda a Justino la recopilación de los manuscritos que conformaran la Vulgata, la cual, evidentemente, contiene enormes interpolaciones y adulteraciones de la verdad, como lo va a demostrar al inicio del siglo XVI el gran humanista Erasmo de Rotterdam, Entre los compiladores de la Vulgata se cuenta, también, a Jerónimo.
Hacia el final de su ciclo de vida, Constantino I se percata de que había incurrido en un error al promulgar la trinidad de Dios, y decide volver a la idea de la UNICIDAD de Dios, pero ya aquella concepción había tomado fuerza al igual que lo hace una bola de nieve al descender por una montaña; mientras desciende su volumen se va agigantando, y le fue imposible revertirla. La pugna entre Unitarios, representados por los arrianos, entre otros, y los trinitarios, va a seguir hasta mediados del siglo VII, en que, definitivamente, se va a imponer, en mayor grado, la idea de la trinidad. Pero, dicha controversia sigue vigente. Las mentes más preclaras son las que respaldan a la doctrina unitaria de Dios.
En torno al año 361 de nuestra era, un joven brillante, el emperador Juliano, quien recordaba haber sido Alejandro Magno, en una vida anterior, se percató del inmenso peligro que representaba aquel movimiento de tergiversación histórico-espiritual de la verdad, nacido en Nicea. Se propuso exterminar aquel peligro con tres generaciones de cultura clásica. Un jerarca de la época declara que “eso pasará”. Efectivamente, pasó, al ir Juliano a una batalla y no regresar de la misma, quedando interrumpida la realización de su proyecto, el cual será llevado a cabo un poco más de 200 años después, por otro gran personaje que representa una análoga visión de la realidad, como veremos dentro de poco.
En el año 381 de nuestra era, el emperador Teodosio prohíbe los Misterios Eleusinos que habían sido la fuente en la que habían bebido los filósofos griegos. Igualmente lo hace con los Misterios Mayores y Menores egipcios, en los que, además de los egipcios y de los griegos, habían sido iniciados ilustres personajes romanos y otros de regiones circunvecinas. Emite un decreto prohibiendo hablar de la reencarnación y envía a mejor vida en torno a un millón de personas que se rehúsan a dejar de hacerlo.
Roma, en esta época, se encuentra en franca decadencia, fragmentándose en el imperio romano de Oriente y en el de Occidente; éste se va a disponer a darle acogida a una afluencia enorme de germanos, con la idea de fortalecerse, pero, unos cien años después, los germanos se apoderan del imperio romano de occidente. Para el mundo occidental nace un período menos luminoso, en torno al año 465 de nuestra era, que se va a conocer como la edad media, en sus diversas fases, de baja y alta edad media,  calificándose de edad oscura o de un período de oscurantismo en la historia del mundo occidental, que aún, lamentablemente, no ha concluido del todo.
En el año 527 de nuestra era, asciende al poder del Imperio Bizantino, el emperador Justiniano, quien da comienzo a una importante compilación del Derecho Romano.
1. Encarga al jurisconsulto Triboniano para resumir, en un solo Código, depurándolo de los elementos superfluos, o exentos de vigencia,  a los Códigos: Gregoriano, Hermogeniano y Teodosiano, el cual será publicado en el año 529, de nuestra era, bajo el título de CODEX JUSTINIANEUS o Corpus Juris Civilis. Cinco años después, en el año 534, se editará una nueva edición definitiva con notables mejoras y la inclusión de un gran número de constituciones redactadas por el mismo Justiniano.
2.  En el año 530, Justiniano encarga a Triboniano para redactar una compilación conformada con los extractos de los escritos de 39 jurisconsultos romanos, los cuales sustentaban la categoría del jus respondendi. Participó en este trabajo trascendental una comisión de dieciséis juristas y esta obra se conoce con el título de El Digesto o las Pandectas, la cual fue publicada en el año 533, y se le dio carácter de normativa de obligatorio cumplimiento. En esa época las opiniones de los jurisconsultos eran tomadas muy en cuenta para dirimir las disputas entre las partes quienes emitían un informe jurídico que lo tomaban en cuenta, además de las partes involucradas, los jueces.
3. Las Instituciones: Son los extractos de diversos jurisconsultos con fines pedagógicos, que incluyen las Instituciones de Gayo, Florentino, Ulpiano, Marciano, Teofilo, y las Reglas de Ulpiano. Tratan de las personas, de las cosas, de las acciones, así como de los principios jurídicos.
4. Las Novelas o Novellae constituciones: Se conocen en torno a 138 novelas jurídicas, de las cuales Justiniano es autor de 131. Se consideran a 97 de ellas con un carácter fundamental; al resto se le estima de relevancia secundaria. La importancia de estas novelas de Justiniano la podemos observar cuando en todos los Códigos Civiles del mundo, la parte relativa al Derecho Sucesorio se rige, aún, por unas pocas novelas de Justiniano, a pesar del tiempo transcurrido.
5. Una importante colección de aproximadamente 50 constituciones, redactadas por Justiniano, se han perdido.
Esta compilación del Derecho Romano se había perdido, prácticamente, en su totalidad; fue al final del siglo XII, en la ciudad de Bolonia, en Italia, que se encontró un ejemplar, en torno al cual se formó la escuela de los  Glosadores, siendo el primer jurista que se ocupó de ello Pepo; le siguió su discípulo Irnerio de Bolonia. En los siglos XIV y XV surgió, y se desarrolló, la escuela de Bartolo de Sassaferrato y sus discípulos; en el siglo XVI el derecho romano pasó a Francia, donde alcanzó notable desarrollo; en el siglo XVIII, Montesquieu escribe su gran tratado El Espíritu de las Leyes, con la que se inicia la humanización del Derecho. En el siglo XIX, en Francia, se redacta el Código Napoleónico, una gran joya jurídica, realizada bajo las órdenes de Napoleón, quien se reservó para él la parte relativa al Derecho de Familia. Napoleón, solía asombrar a los más importantes juristas de su época, reunidos por él para la redacción del Código Napoleónico, al citarle de memoria extensos fragmentos de los textos del Derecho Romano, con una lucidez que denotaba una profunda comprensión de su contenido. En el siglo XIX pasó a Alemania, donde grandes juristas le dieron brillo, entre ellos Rudolf Ihering y Friedrich Carl Von Savigny.
Hemos querido destacar la obra de Justiniano en la compilación del Derecho Romano, por cuanto es uno de los grandes legados que nos queda de la antigüedad.
En el año 529 de nuestra era, Justiniano ordena el cierre de la Escuela Platónica, por cuanto las ideas del ilustre filósofo ateniense contradecían a las del movimiento de tergiversación de la verdad, nacido en Nicea. Este importante contingente humano se ve precisado a emigrar a la región persa, en el actual Irán, cuyos descendientes jugarán un importante rol unos cien años después con la expansión de la civilización árabe, como lo veremos después.
Justiniano mantiene la prohibición de los Misterios Eleusinos, los Mayores y Menores Egipcios, y al margen de que haya emitido, o no, el decreto de herejía, en el Concilio de Constantinopla del año 553, -ya que parecieran haber elementos que indican que no llegó a promulgarlo-, las consecuencias fueron las mismas que si lo hubiese emitido, dado que él, al igual que Teodosio, también envío a mejor vida en torno a un millón de personas por rehusarse a dejar de hablar de la Reencarnación.
Justiniano pensaba que los cristianos, creyendo que pagarían en la siguiente vida los actos indebidos que realizaban en esta, incurrían en ellos alegremente. Esa fue la razón por la que proscribía la idea de la Reencarnación.
Nosotros creemos, hoy en día, que un mayor conocimiento de la Ley de la Reencarnación, de las leyes de la justicia, de la igualdad, de la compensación y de la afinidad, contribuiría a que las personas tuviesen una mejor conciencia de la importancia de realizar solamente actos de índole positiva, por cuanto la siembra determina la cosecha que se habrá de obtener en todos los casos. Si queremos una vida feliz, es preciso cultivar una conducta virtuosa.
En el año 570 de nuestra era, nace en la Meca un hombre extraordinario: MAHOMA; lo hace en una familia ilustre, aunque venida algo a menos. Se va a criar con su abuelo Abu Mutalib, y con su tio, Abu Talib; con este último va a aprender el oficio de caravanero desde muy joven, en cuya actividad lo vemos a la edad de 25 años, viajando a los confines de la India y de la China, a las órdenes de una rica mujer de nombre Kadisha, de 15 años mayor que él, con quien, finalmente, se va a casar.
En aquellos cruces de caminos, Mahoma se va a encontrar con maestros taoístas y del budismo zen,  con quienes va a aprender técnicas de meditación en estado de quietud, y en movimiento, tipo tai chi, las cuales va a practicar, a su regreso, en una cueva ubicada en las afueras de la Meca.
Recordemos que nos encontramos a finales del siglo VI, y que, en el año 527 viajó de la India a la China y al Tibet, el maestro del budismo zen, Bodhidarma, quien, además del budismo zen, que en China y en el Tibet se le denominó Chan, y al pasar a Japón, Zen, también trajo con él las diferentes variantes de las artes marciales.
Mahoma, después de una asidua práctica de meditación, alcanza un estado de éxtasis, mediante el cual recibe las comunicaciones espirituales del Espíritu Gabriel, que le revela la existencia de un solo Dios: ALLAH, el Creador Universal, y la designación de que él, Mahoma, es su mensajero.
Evidentemente, Mahoma se impacta con el mensaje recibido, pero es tal la firmeza con que se le manifiesta el Espíritu Gabriel que asume el reto y la misión que se le asigna.
El Espíritu Gabriel le reafirma: -Hay un solo Dios, Allah, el Creador Universal; debes difundir este mensaje y evitar que se le forjen imágenes a Él y a ti mismo. Evita que se te rinda culto a ti; el único culto se debe rendir a Allah.
Aquí observamos un hecho extraordinario entre una acción y su reacción inherente, como equilibrio en la historia del mundo occidental. Mientras en el Concilio de Nicea se eleva a categoría de Divinidad a un hombre, diciendo que es Dios, y conformando la trinidad de Dios, aquí en la Meca, Mahoma recibe la misión de divulgar la existencia de un solo Dios, Allah, el Creador Universal. Entre una acción y otra media un lapso aproximado de 280 años. Pero hubo incontables manifestaciones menores que fueron aplicadas como reacciones equilibrantes, con anterioridad, tal como lo denotan las constantes pugnas entre trinitarios y unitarios, hasta que, con Mahoma, retomando el hilo conductor del emperador Juliano, da comienzo a uno de los procesos civilizadores más extraordinarios del mundo occidental. Frente al oscurantismo nacido en Nicea, emerge, luminoso, el Islam de Mahoma, que, de beduinos analfabetos del desierto, gente indómita que no se inclinaban frente a nadie, lo van a hacer cinco veces al día inclinando su frente al suelo, en homenaje a Allah. El mensaje de un solo Dios de Mahoma retoma el argumento de la UNICIDAD de Dios que siempre existió desde la más remota antigüedad.
Con un escuálido número de seguidores, conformado por un amanuense, su tío Abu Talib y su esposa Kadisha, Mahoma emprende su misión civilizadora-espiritual en la Meca, donde existía un acentuado politeísmo con un dios para cada día del año, y en torno al cubo negro de la Meca, un inmenso meteorito que había caído del espacio en épocas remotas, giraba un rico comercio para el cual, Mahoma, con su mensaje de un solo Dios, representaba un serio peligro. Se le advierte que las cosas están bien como están, y que se deje de eso, volviendo a las prácticas habituales.
Empero, Mahoma, en una demostración de firme convicción, siguió adelante con su mensaje de la existencia de un solo Dios, acuñando la frase: SÓLO DIOS ES DIOS, que los musulmanes repiten muchas veces, diariamente, como una variante del Dzickr: el constante recuerdo del nombre de ALLAH, como una forma de mantra.
Los jerarcas de la Meca, viendo que Mahoma seguía firme con su mensaje, deciden sacarlo de escena con medios más convincentes. Mahoma se ve obligado a empuñar la espada para defenderse y salvar su vida y la de sus seguidores. Pero, con la espada del Islam se derrama infinitamente menos sangre de la que ha derramado aquel movimiento nacido en Nicea, cuyos horrores son de tal magnitud que se hace preciso dejar de mencionarlos y olvidarlos. Un ser humano normal es incapaz de imaginar, siquiera, y menos soportar, el conocimiento de las páginas oscuras, los horrores y el atraso que significan para la humanidad del planeta tierra todo lo que han realizados los seguidores de aquel movimiento nacido en Nicea. Lamentablemente,  esa gente todavía no ha salido de escena, y camuflada persiste, tenazmente, en su intento de mantener a la humanidad en ese camino oscurantista iniciado en Nicea. Empero, las evidencias demuestran, como lo decía Andrés Luiz, que: -“Todo, en la vida, es un movimiento hacia la victoria del bien supremo”-.
Mahoma, empuñando la espada del Islam comienza a triunfar de los enemigos de la luz. Demuestra una generosidad que supera cualquier demostración conocida, excepto la de aquel joven macedonio, Alejandro Magno, cuyo Espíritu, por la evidente semejanza y grandeza que les identifican, es el mismo en el uno y en el otro. Mahoma libera a los prisioneros que va tomando como tales, por medio de diversas variantes: a unos, por el pago del respectivo rescate; a otros, quienes tuviesen algo que enseñarle a sus hombres, mediante la impartición de ese conocimiento; y a quienes no tenían rescate alguno que pagar ni conocimiento que transmitir, los dejaba en libertad sin exigirle nada. Mahoma es tolerante con los pueblos que va conquistando y respetuoso, con tal que acepten que únicamente existe un solo Dios, Allah, sin importar cual camino espiritual sigan, razón por la cual, donde imperó el Islam convivieron en armonía las más diversas culturas.
Con la expansión del Islam a la India, a la China, al Indostán, al norte de África, al de Europa, al sur de Italia, y al de España, la civilización árabe alcanza un esplendor inigualable. En Andalucía, el Al Andalus refleja una de sus manifestaciones más excelsas.
Aquellos descendientes de los discípulos de Platón que se vieron obligados a emigrar de Constantinopla a la región persa, el actual Irán, al cierre de la escuela platónica ordenada por Justiniano, al desplazarse el centro de poder de la Meca a Medina y de ésta a Bagdad, constituyen un recurso humano que, enriquecido con las ideas del filósofo ateniense y la cultura del Zend Avesta, de Zoroastro, quien viviera en el siglo VI antes de nuestra era, representan un terreno abonado para el desarrollo del Islamismo, del cual van a emerger grandes poetas, místicos, filósofos, juristas, científicos, matemáticos, arquitectos, artistas de gusto exquisito, etcétera, que van a crear la civilización más esplendorosa en el mundo occidental, y, virtualmente, en todo el mundo conocido, hasta entonces.
En la ciudad de Córdoba, en el siglo X, emerge un gobernante, de nombre Abderramán III, que durante 48 años de gobierno fértil, la transformará en la Lumbre de Occidente, en la capital cultural del mundo.
Abderramán III, emula a Ptolomeo I Soter, aquel general de Alejandro Magno que fundara, en la ciudad de Alejandría, el Museo y la biblioteca de Alejandría, con sus 800.000 volúmenes.
Allí, en Alejandría, Ptolomeo I Soter se rodea de filósofos, poetas, científicos, matemáticos, artistas, etcétera; en Córdoba, Abderramás III hace lo mismo. Sin duda, el Espíritu del primero anima al segundo, ya que realizan análoga obra de esplendor inigualable e incomparable.
Abderramán III, en Córdoba, va a terminar el palacio que se había comenzado a construir algunos años antes de él, y lo va a dedicar a una hermosa mujer a quien ama profundamente, a Zahra, razón por la cual se le conoce como Medina Azahra, es decir, el Palacio de Zahra, que después de más de 1.000 años, miles de turistas, diariamente, siguen admirando.
La biblioteca de Córdoba tuvo análoga magnitud de la de Alejandría, con sus 400.000 a 600.000 volúmenes, según la opinión de los diversos historiadores, la cual, con la reconquista fue destruida.
En el siglo XI, en Almería, emerge la escuela Sufí de Abulabás Ben Alarif de Almería, considerada la más importante, en su época, a nivel mundial. Circula, aún, de este insigne maestro, su obra: MAHASIN AL-MACHALIS. En Málaga, surge el filósofo judío-español Solomón Ibn Gabirol, que va a escribir un importante diálogo intitulado EN LA FUENTE DE LA VIDA, de corte aristotélico, y una extensa obra poética, que aún acaparan la atención mundial.
En el siglo XII, en Córdoba, conservando aún su esplendor intacto, descuellan personajes como Moisés Maimónides y su hijo Abraham, cuya obra intelectual es portentosa. Moisés Maimónides es el autor de LA GUÍA DE LOS PERPLEJOS, de espiritualidad directa centrada en el Creador Universal, concluyendo, al final de la misma, de que es factible conocer a Dios. También, es el redactor de los 639 preceptos por los cuales se rigen los judíos, a nivel mundial, hasta nuestros días. Averroes, al igual que se va a hacer en la escuela de traductores de Toledo, España, y en la de Palermo, Sicilia, en la ciudad de Córdoba va a traducir las obras de Aristóteles, comentándolas. Gracias a estas escuelas de traductores se salva el 20% de las grandes obras de la antigüedad clásica, y habiéndolas traducido del griego y del latín, al árabe, y de éste al castellano, o en italiano, en Sicilia, es la razón por la cual, aún hoy, podemos leer lo poco que nos queda de aquel gran legado de la antigüedad, entre ellos Homero, Hesíodo, Esquilo, Herodoto, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Euclides, Cicerón, Séneca, Plutarco, Plotino, etcétera.
Al final del siglo XII, esa cristiandad nacida en Nicea busca de extender su férreo oscurantismo buscando apoderarse del centro de poder de Jerusalén, en poder de Saladino, otro de los grandes elementos equilibrantes en la historia del mundo occidental. Saladino era un personaje de una personalidad admirable, de gran sabiduría y generosidad. Fue amigo personal de Moisés Maimónides y de Ricardo Corazón de León. Gracias a la amistad con este último y por el acuerdo entre ambos, la tercera cruzada fue menos sangrienta de lo que pudo haber sido. Igual papel equilibrante habrá de cumplir en el siglo XVI el Gran Turco, Solimán El Magnífico, tan admirado por Cervantes como el mejor ejemplo de liderazgo forjado por sí mismo.
En el siglo XIII van a ocurrir una serie de acontecimientos que preanuncian el nacimiento de una vuelta a los orígenes de la cultura clásica, como antecedentes directos del humanismo, en diversas partes de Europa: en España y en Italia, en sus principales ciudades.
Esa institución cuya sede reside en Roma, que constituye la expresión de aquel movimiento de tergiversación de la verdad, nacido en Nicea, va a tener un enfrentamiento con los Cataros, que le va a menoscabar su nivel de poder. Al mismo tiempo, los viajes de Marco Polo, y los de los navegantes venecianos, genoveses y catalanes, entre otros, por las rutas de las especies y de la seda, permiten redescubrir regiones que habían sido olvidadas durante muchos siglos. El comercio que esto implica, va enriqueciendo a estos navegantes, quienes comienzan a anhelar un cultivo de sus personalidades y a interesarse por las culturas clásicas olvidadas.
El feudalismo, también se viene a menos, y el florecimiento exitoso de los artesanos e industriales le inspira un anhelo de cultivarse en mayor grado, así como de acceder a los cargos de gobiernos en los ayuntamientos, que, antes, habían estado, casi exclusivamente, en gente vinculada a aquella institución romana.
En el siglo XIII emergen figuras como la de Ibn Arabi, Rumi y Al Gazzali, en el sufismo, que van a escribir algunas de las páginas más hermosas de la sabiduría universal, en la historia de la humanidad.
En España destaca Alfonso X El Sabio, que va a reunir en torno a él a un sequito de filósofos, poetas, juristas, científicos, literatos, filólogos, etcétera, que estudiarán las obras de la antigüedad clásicas traducidas por los árabes al castellano, como son las de astronomía, de Ptolomeo, entre otras. La historia de España, con su Primera Crónica General, y Los Libros del Saber de la Astronomía, que escribirá Alfonso X El Sabio, se encuentran entre los que más contribuyeron a darle el calificativo de sabio. El Fuero Real, El Especulo y Las Siete Partidas, son obras jurídicas escritas por Alfonso X El Sabio, inspiradas en el Derecho Romano, de gran nivel. Podemos ver la importancia de LAS SIETE PARTIDAS cuando en cualquier Código Civil del mundo, al tratar el tema de los Contratos, la normativa allí sintetizada se encuentra inspirada en esta obra alfonsina.
Un sobrino de Alfonso X El Sabio, el Infante Don Juan Manuel, va a escribir una obra extraordinaria, como antecedente del humanismo florentino, intitulada EL CONDE LUCANOR. Sus 50 cuentos, muchos de ellos inspirados en personajes árabes, contienen un mensaje moralizante ejemplar. Esta obra es un antecedente de los cien cuentos, o novelas cortas, del Decamerón, que en el siglo XIV escribirá Bocaccio.
Como último antecedente del Humanismo, aunque, realmente, es una manifestación paralela al humanismo, que citaremos antes de adentrarnos en el siglo XIV, mencionamos a Ibn Jaldún, con su magna obra UNA INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA UNIVERSAL. Es una síntesis del esplendor alcanzado en todos los ámbitos del saber humano por la civilización árabe y trata, virtualmente, de todos los temas cuyas ciencias cultivaron los árabes: Poesía, literatura, sufismo, filosofía, ciencia, astronomía, derecho, política, matemática, álgebra, música, entre otros. El objetivo que le anima a Ibn Jaldún es el de investigar y/o percibir la razón por la cual las civilizaciones -y los grupos de poder-, en un momento dado emergen, se desarrollan, alcanzar un gran auge, para luego declinar, y, finalmente, desaparecer, o venir a menos. Este gran contenido sociológico de su obra es la razón por la cual se le considera como el padre de la Sociología, por lo menos en los países de cultura árabe.
En el siglo XIV, en el “Trecento” italiano, emergen tres figuras descollantes, en la literatura y en la filología, como son Francesco Petrarca, Giovanni Bocaccio y Dante Alighieri. En el arte, encontramos a Giotto, Cimabue y Duccio, que inician un movimiento de expresión artística más representativa de la naturaleza, que alcanzará su mayor esplendor en el Renacimiento.
Petrarca, es el primero de los tres en emerger como uno de los padres del Humanismo. Vuelve su mirada a la antigüedad clásica, a Homero, a Hesíodo, a Herodoto, a Tucidides, a Platón, a Aristóteles, a Teofrasto, a Aristófanes, a Esquilo, a Sófocles, y a Plutarco, a los latinos, Cicerón, Séneca, entre otros. Homero y sus dos grandes poemas La Ilíada y La Odisea, le acompañarán a lo largo de su vida. Las obras homéricas, cuya descripción de las virtudes heroicas en acción, capaces de haber contribuido a gestación de la edad de oro griega, le inspirarán su mensaje de aliento. Petrarca percibe que el ser humano, afrontando las grandes pruebas de la vida es capaz de superarlas y someter al destino. A tales efectos, va a escribir sus Triunfos, impartiendo un mensaje de aliento a sus lectores y despertando su anhelo de volver su mirada a las fuentes clásicas, como en efectos lo hacen, donde encuentran una sabiduría olvidada durante la edad media. Sus rimas, sus cartas, su obra África, que relata las hazañas de Escipión El Africano, todas constituyen un estímulo positivo y alentador. El amor platónico de una hermosa mujer de nombre Laura, al igual que lo hiciera Dulcinea del Toboso con Don Quijote, y Beatriz con Dante, habrá de inspirar  gran parte de la densa obra de Petrarca.
Giovanni Bocaccio, también alimentado en fuentes clásicas, gran amigo de Petrarca, va a escribir su obra cumbre El Decamerón, para transmitir un mensaje de aliento. Él percibe que el ser humano es capaz de someter al destino, si afronta las pruebas de la vida con paciencia, tenacidad, confianza y fe. A tales efectos, somete a cada uno de los personajes de su magna obra a las más severas vicisitudes, quienes las superan positivamente, para acto seguido pasar a disfrutar de los beneficios compensatorios inherentes.
El Decamerón contiene cien cuentos o novelas cortas, y son relatos que van a realizar diez personas, durante diez días, en los alrededores de Florencia, en la época de la peste negra. Siete damas y tres caballeros, diariamente van a narrar un cuento. Esta obra inspirará, en el siglo XVI, a Cervantes, para escribir la primera gran novela de la lengua castellana, el Quijote, así como sus Novelas Ejemplares, de análogo valor literario que la magna obra.
Dante Alighieri, emerge como un meteoro, para completar el cuadro de los fundadores del Humanismo, con su Comedia, que con el correr del tiempo será conocida como la Divina Comedia.
Dante, poeta cultivado emulando a los grandes poetas de la edad clásica, a quienes va a traducir, desarrollando un estilo elegante, fluido, de corte clásico, e inspirándose en quien él denomina su maestro, Virgilio, alcanza una excelencia inigualable. La Comedia es una obra inspirada en un sueño que tuviera Mahoma, y el gran número de personajes de la cultura clásica que describe en los tres niveles de Infierno, Purgatorio y Paraíso, en su mayoría desconocidos por los contemporáneos, al leer la comedia se motivan para recurrir a las respectivas obras que conocen por las referencias de Dante. Esa vuelta a los orígenes de la cultura greco – latina, es lo que le dará un impulso decisivo a la consolidación del Humanismo.
La obra de Dante centra la atención en la supervivencia del Espíritu y en la pluralidad de moradas o mundos, cuyo mensaje es preciso analizar más a fondo a la luz de la Doctrina Espírita.
La obra de Dante es amplia y variada y, rápidamente se posiciona en un lugar preponderante, tanto en el siglo XIV como a nivel general, en toda la literatura universal, entre los más importantes clásicos, sobre todo su obra cumbre, La Divina Comedia.
Entre los grandes humanistas, a nivel europeo, encontramos a Chaucer, con sus Cuentos de Cantemburry, con un excelente mensaje místico y de espiritualidad elevada.
Victorino de Feltre, va a iniciar el humanismo pedagógico, por cuya senda seguirán Juan Amos Comenio, Juan Luís Vives, Juan Jacobo Rousseau,  Juan Pestalozzi e Hipolite León Denizard Rivail, estos dos últimos en el siglo XIX.
En los siglos XV y XVI, los aportes del Humanismo, al volcar las miradas hacia la cultura de la antigüedad clásica, los contemporáneos descubren una ciencia que había sido olvidada, también, la cual estimula el interés para su mayor profundización. Las disecciones del cuerpo humano realizadas por Leonardo Da Vinci, Miguel Ángel y Andrés Vesalio, junto con los aportes sucesivos de Miguel Servet y William Harvey, darán nacimiento a la Escuela de Anatomía y de Fisiología. Copérnico, leyendo a los antiguos, descubre el movimiento de rotación de la tierra en torno a su propio eje, y el de traslación alrededor del sol, con lo cual enuncia la teoría heliocéntrica en vez de la geocéntrica que imperaba, la cual va a recibir el apoyo de Johan Kepler y el de Galileo. Sobre este tema Galileo escribirá un importante tratado, analizando el sistema de Ptolomeo y el de Copérnico.
Tanto Galileo como Francis Bacón se van a constituir en los fundadores de la ciencia moderna, desarrollando el método científico, centrando su atención, fundamentalmente, en el enfoque inductivo.
Francis Bacón, mejor conocido por sus 58 Ensayos sobre diversos tópicos de los valores universales, síntesis de gran sabiduría y de su aguda capacidad de observación, va a enfocar su atención en el método inductivo, en contraposición al deductivo, de Aristóteles. Pese a no ser un investigador experimental, sugiere la experimentación y el análisis práctico, destacando que, realizando observaciones a partir de fenómenos individuales se puedan deducir consecuencias o principios generales. Se propone redactar una extensa obra de carácter científico, denominada INSTAURATIA MAGNA, de la cual va a sobresalir el NOVUM ORGANUM, -el Nuevo Organón-, a emulación del Organón, de Aristóteles. También escribirá una obra de carácter utópico, al estilo de las imperantes, en la época, como la de Moro y Campanella, que intitulará: La Nueva Atlántida.
Tomás Moro había escrito, ya, su obra en torno a la Isla Utopía, que definirá este tipo de literatura de carácter utópico, inspirada en la vida natural de los indios americanos. Esto ocurre en las inmediaciones del descubrimiento de América, después del año 1492.
A caballo entre los siglos XV y XVI emerge el gran humanista Erasmo de Rotterdam, quizá la figura señera del Renacimiento, de gran erudición clásica. Va a escribir los Coloquios, y una extensa obra humanística. Será mejor conocido por su obra EL ELOGIO DE LA ESTULTICIA, que escribiera a vuela pluma en honor de su amigo Tomás Moro. Este pequeño ensayo denota la profunda agudeza  que poseía Erasmo sobre  los valores universales y su inmensa capacidad de observación de las singularidades del carácter humano. Siendo una pequeña muestra de su ingenio, se deduce la magnitud del ingenio global que le animaba. Erasmo es un paradigma de la autonomía, o total independencia, que debe tener una persona en todos los ámbitos existenciales.
En Francia encontramos a una insigne humanista, la hermana de Francisco I, Margarita de Angulema, que, emulando a Bocaccio, va a escribir su Heptamerón; son setenta cuentos cuyo tono erótico superan a algunos de los que, de esta índole, escribiera Bocaccio.
En la misma Francia emerge otro gran humanista, Francois Rabelais, con su obra: Gargantúa y Pantagruel, obra no exenta de humorismo, con profundo contenido alquímico y constantes referencias a los autores y sus respectivas obras de la antigüedad clásica, que estimulan el volver la mirada a ese gran legado. El estilo pantagruélico de la obra no es sino una excusa para poder decir grandes verdades en una época en que decirla abría el camino hacia la hoguera, con un fuerte recrudecer de la inquisición hacia finales del siglo XV, y durante los siguientes tres siglos y medio, hasta mediados del siglo XIX.
En la Florencia del siglo XV emerge un gran personaje de la talla de Ptolomeo I Soter y de Abderramán III. Se trata de Lorenzo El Magnífico, quien va a emular sus obras y se va a rodear de un sequito de importantes filósofos, artistas y científicos, entre ellos Miguel Ángel, Marsilio Ficino y Giovanni Pico Della Mirandolla.
Marsilio Ficino va a traducir a los más importantes filósofos de la edad clásica: a Platón, sobre todo; además, el Corpus Hermeticum, de Hermes Trismegisto, las Eneadas, de Plotino, y los diversos Tratados de los Neoplatónicos, entre ellos Porfirio y Anmonio Sacas, las obras principales de Aristóteles, algunas Vidas Paralelas y Moralia, de Plutarco, los Tratados Morales de Cicerón y de Séneca, entre otros. Su obra: Teología Platónica, denota el gran nivel de su pensamiento y una enorme similitud con la del filósofo ateniense. En uno de sus ensayos destaca los tres grandes principios de la UNIDAD, de la VERDAD y de la BONDAD, regidores de todo cuanto existe. Es preciso tomar en cuenta que a Marsilio Ficino se le considera como a una reencarnación tanto de Plotino como de Platón.
Pico Della Mirandolla, vuelca su mirada a la filología hebrea y a la Cábala. Percibe, también él que el ser humano es capaz de someter al destino cuando afronta sus pruebas más severas con dignidad. A tales efectos escribe un TRATADO SOBRE LA DIGNIDAD, aportando elementos de gran interés sobre este argumento.
Tanto Ficino como Della Mirandolla, constituyen figuras señeras del Renacimiento italiano.
En España emergen grandes humanistas. Descuella, por encima de todos, Miguel de Cervantes y Saavedra, con su inmortal Quijote, la obra cumbre del pensamiento universal y sus Novelas Ejemplares. López de Vega, Baltazar Gracian,  Quevedo, Calderón de la Barca, Mateo Alemán, Francisco Vázquez y Valdés de Leal, son apenas una pequeña muestra del gran aporte de España, tanto al humanismo como al Renacimiento.
Valdés de Leal es un artista cuya obra “Gloria Finis Mundi”, analizada por el mayor alquimista del siglo XX, conocido por el pseudónimo Fulcanelli, que en 1999, 70 años después de publicar sus obras maestras “El misterio de las catedrales” y “Las Moradas filosofales”, envió al editor francés un libro con el mismo título que el del cuadro de Valdés de Leal, Gloria Finis Mundi, lo que implica una longevidad, en Fulcanelli, superior a 120 años, y un conocimiento de la historia y de la realidad mundial digno de la mente que fue capaz de descubrir el secreto de la transmutación alquímica en los símbolos de las grandes construcciones góticas, realizadas por los masones operativos, conocedores de un saber perdido, de la antigüedad, pero que, empero, persiste en el simbolismo universal por quien es capaz de percibirlo e interpretarlo.
En el primer capítulo, Fulcanelli analiza el simbolismo alquímico plasmado por Valdés de Leal en su cuadro, el cual se encuentra, aún, en Sevilla. Dicho análisis indica que Valdés de Leal fue una de las mentes más brillantes del Renacimiento europeo, en España, poseedor de una cultura clásica, y filosófica, profunda, además de lúcido alquimista.
Tanto el Humanismo como el Renacimiento, dan una constelación de grandes personajes, en todos los ámbitos de la cultura y de la ciencia, pese a lo cual, cuando analizamos los motivos plasmados en el arte del Renacimiento, esas mentes prodigiosas no fueron capaces, en gran medida, de zafarse de la tergiversación histórico-espiritual de la verdad, conducida por aquel movimiento nacido en Nicea.
Al principio del siglo XVI, en las décadas de los años 20 y 30, se lleva a cabo el cisma de las reformas luteranas, calvinistas y anglicanas. Estas reformas merman, inicialmente, a la institución romana, pero siguen participando, y sosteniendo, el gran engaño histórico-espiritual nacido en Nicea. Hacia mediado del siglo XVI, la institución romana vuelve al ataque con la contrarreforma, buscando recuperarse y arremeten, con todas estas variantes, con más fuerza, inhibiendo la libertad de pensamiento y frenando en determinados grados los avances alcanzados durantes los siglos XIV, XV y XVI, tanto por el Humanismo como por el Renacimiento.
Grandes personajes emergen en todos los ámbitos del conocimiento y actividades humanas, en el Renacimiento, cuyas obras aún esperan que sean analizadas con mayor profundidad, por cuanto contienen percepciones que anticipan nuevas eras de esplendor, entres ellos podemos citar a Giordano Bruno, con su obra: Sobre el infinito universo y los mundos,  en la que plasma su percepción de la pluralidad de mundos habitados; en sus demás libros, expresa, además, un conocimiento profundo de la cultura clásica, de los valores universales y de la filosofía moral, imbuida de un elevado idealismo. Paracelso, describe todas las áreas en que se divide la medicina, con agudas percepciones y anticipa el nacimiento de la Homeopatía; Maquiavelo, cuya visión precisa del correcto liderazgo plasma obras que habrán de orientar, aún, a incontables líderes; Baltasar de Castiglione, cuya obra El cortesano, describe, en forma admirable, el arte de la diplomacia; Shakeaspeare, al margen de que sus obras hayan sido escritas, o no, por Francis Bacon, constituyen un tesoro de incalculable valor por el caudal de sabiduría que contienen. Michel de Montaigne, con sus Ensayos, de un valor imperecedero, da inicio a un género literario que han cultivado los más importantes pensadores a partir de entonces.
Será en el siglo XIX cuando se va a lograr, en mayor grado, una emancipación del oscurantismo medieval, realizando los auténticos ideales tanto del Humanismo como del Renacimiento.
Sören Kierkegaard, Goethe, Ernesto Renán, Karl Jaspers, Nietzsche, Martín Heiddeger, Allan Kardec, Víctor Hugo, José Mazzini, León Denis, Emilio Castelar y H, P, Blavasky, entre otros, constituyen figuras fundamentales que van a alcanzar en mayor grado, aún, que en ninguna época pasada, los auténticos ideales del Humanismo y del Renacimiento.
En su obra: Temor y Temblor, Kierkegaard coloca, magistralmente, a diez personas, quienes van a imaginarse la forma en que Abraham sube al monte Moria para efectuar el sacrificio a Dios, de su primogénito Isaac, por una indicación de Aquel para probar, supuestamente, su fe; lo cual ha pasado a los seguidores de ese movimiento nacido en Nicea como una demostración de fe.
La última de las diez personas se plantea: -“Este acto de sacrificar a su primogénito, llevado a cabo por Abraham pasa a la posteridad como una prueba  de fe; pero, si en vez de Abraham lo hubiese realizado “X” persona, como lo considerarían sus contemporáneos?” Evidentemente, como un acto anómalo y digno de ser criticado y sancionado por la justicia humana, y la divina, por lo que aquel acto  hubiese significado de haber sido culminado.
Aquí, Kierkegaard, inteligentemente, cuestiona un acto que se considera como un ejemplo de fe, y lo hace ver como un absurdo que en sí constituye un delito si lo realizara cualquier persona, incluyendo Abraham, en la época de Kierkegaard, o en la nuestra.
Kierkegaard comienza a redimensionar algunos criterios absurdos de esa cristiandad nacida en Nicea, que constituyen un engaño histórico-espiritual de la verdad para la humanidad. Él, como principal fundador del Existencialismo, percibe, al igual que los del Humanismo, que el ser humano es capaz de someter al destino, y triunfar de las pruebas más severas. Aporta un mensaje alentador, el cual van a fortalecer los demás existencialistas, entre ellos, Goethe, Jaspers, Heiddeger, Nietzsche, entre otros, y  Jean Paul Sartré, en el siglo XX.
Ernesto Renán, con su Vida de Jesús, deslastrándolo de los elementos de tergiversación de la verdad, nacidos en Nicea, es quien comienza a redimensionar, con su profunda visión de la cultura clásica, y de la historia, la verdad sobre Jesús de Nazareth. Escribe obras como El Anticristo, Marcos El Romano, una Vida de Averroes, e incontables más, que denotan su profunda erudición y percepción de la realidad histórica.
La figura señera del Humanismo, en el siglo XIX, la va a constituir el humanista Hipolite León Denizard Rivail, el codificador de la Doctrina Espírita.
Al definir al Humanismo, explicando el desenvolvimiento de este movimiento histórico, en su contexto filológico, literario, filosófico, espiritual,  artístico, pedagógico y jurídico, se contribuiría a redefinir la Doctrina Universal.
Además de Doctrina filosófica, científica y metafísica-espiritual, con un profundo contenido ético-moral, en sus enseñazas la Doctrina Espírita  es la mejor expresión del HUMANISMO –de corte RENACENTISTA-.
La Doctrina Espirita expresa un interés por el  estudio global: es decir, de los objetivos iniciales del humanismo, -de una vuelta a los orígenes, a la cultura clásica, con un interés literario, filológico, espiritual, filosófico y artístico, en sus inicios, en el siglo XIV, con Petrarca, Boccaccio, Dante, Giotto, Cimabue y Duccio-.
Realmente, como se ha observado, los verdaderos objetivos del HUMANISMO y del RENACIMIENTO, se comienzan a gestar a partir del siglo XIX, dentro de cuyos máximos exponentes, como Sören Kierkegaard, Goethe, Ernesto Renán, Karl Jaspers, Heiddeger, y Nietzsche, -del existencialismo y libre pensamiento- en general, es, en particular, la Doctrina Espirita quien cumple -de la manera más amplia, e integralmente, los propósitos tanto del Humanismo como del Renacimiento, CON TODOS SUS GRANDES EXPONENTES, como Allan Kardec, León Denis, Myers, Lodge, Conan Doyle, Amalia Domingo Soler, y una constelación de pensadores más.
La Doctrina Espirita restituye la reencarnación al conocimiento colectivo, la verdad histórica del hermano Jesús de Nazareth, -deslastrándolo de la tergiversación histórico-espiritual nacida en el Concilio de Nicea, en el año 325 de nuestra era, y del oscurantismo que de allí emanara, que desembocó en la Edad Media-, como una época poco luminosa para la humanidad.
La Doctrina Universal constituye una expresión clara de los valores universales, estudiados por la AXIOLOGÍA, además del resto de los objetivos del Espiritismo, que, fundamentalmente, y en esencia, son los mismos que los de los filósofos de la edad clásica.
El Humanismo, además, permite rastrear, en sus antecedentes históricos, el gran aporte de la civilización árabe, a partir del año 610 –d.n.e.-, como una demostración del equilibrio de la HISTORIA, por medio de la ACCIÓN-REACCIÓN EN LOS ACONTECIMIENTOS, donde, al lado de un período oscuro, como el de la Edad Media, fluyó la luz, con los filósofos árabes-judíos, y otros como Raimundo Lull, Don Juan Manuel, Chaucer y Alfonso X El Sabio, éste último, sobre todo, en cuanto al Derecho –Las Siete Partidas-.
Por lo cual, al percibir que la condición de ESPIRITA refleja la mejor expresión de HUMANISTA, -y del Humanismo-, en sentido lato, es decir, integral, filosófico-científico-espiritual,-artístico-literario, pedagógico y jurídico, en la concepción renacentista del término, nos permite percatarnos de que el ESPIRITA es un HUMANISTA en el verdadero sentido de la palabra.
Al igual que Martín Heiddeger, y Jean Paul Sartre quienes concluyeron que el EXISTENCIALISMO era HUMANISMO, con razón justificada, la Doctrina Espirita es HUMANISMO, además, de corte Renacentista, es decir, un Humanismo integral, en sentido lato, pero emancipado de todos aquellos elementos de los cuales ni aún las mentes más preclaras del Renacimientos pudieron hacerlo.
Además, el Humanismo, como ya fuera dicho, permite interpretar la historia del mundo occidental a partir del siglo IV de nuestra era, y comprender, mejor, los últimos 3.200 años de historia, a partir de Homero, cuyos relatos se encuentran enmarcados en el siglo XII –a.d.n.e.-, y como uno de los principales maestros e inspiradores de la edad de oro griega, a cuyas obras, en primer lugar, centran la atención, los humanistas como Petrarca y Boccaccio, además de las de Platón, Aristóteles, y otros.
Víctor Hugo, poeta de corte espírita, con su magna obra Los Miserables y La pena de muerte, sigue el proceso de humanización del Derecho penal, alcanzando un elevadísimo nivel de expresión humanística con su obra La leyenda de los siglos.
En España, en el siglo XIX, emergen dos grandes mujeres, humanistas por excelencia, que siguen el proceso de humanización del Derecho; la primera es la gallega Concepción Arenal, que va a escribir un Tratado sobre la Igualdad, y otro sobre los Derechos de la mujer; la segunda, es la andaluza Amalia Domingo Soler, cuyos ensayos sobre la reencarnación y la ley de justicia divina, entre otras, constituyen una de las mejores expresiones del pensamiento universal.
Es preciso, para concluir, destacar que en América, en el siglo XIX, tanto en el Norte como en el Centro y en el Sur, brillaron una constelación de grandes humanistas, entre ellos los venezolanos Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Andrés Bello, Rafael María Baralt, Juan Vicente González, Juan Manuel Cajigal y Cecilio Acosta; Domingo Faustino Sarmiento, en Argentina; José Martí, en Cuba; Benjamín Franklin, Ralph Waldo Emerson y Walt Witman,  en Estados Unidos; José Joaquín de Olmedo y Juan Montalvo, en Ecuador, Rufino José Cuervo, en Colombia, entre tantos otros, cuyas obras son de lectura obligada.
En el siglo XX emergen un sinnúmero de grandes humanistas, pero éste será un tema que tocaremos en otra ocasión.
Adelante.


PEQUEÑO ENSAYO SOBRE EL HOMBRE Y SU RELACIÓN CON DIOS


PEQUEÑO ENSAYO SOBRE EL HOMBRE
Y SU RELACIÓN CON DIOS

©Giuseppe Isgró C.


En el curso de los milenios, la proliferación de ideas y conceptos sobre Dios ha permitido que pueda existir gran confusión y constante duda sobre la “insondable” personalidad de Dios.
Desde las épocas primitivas, cuando el hombre temía al rayo, a los truenos y a otros fenómenos naturales, concibió ideas de adoración y de ofrendar sacrificios que pudieran granjearle la simpatía de determinados dioses. Con la evolución de esas ideas y creencias, con el transcurso del tiempo, pasando por la adoración de los espíritus de los antepasados, etcétera, hasta concluir con el concepto monoteísta que en diferentes partes del mundo conocido, en cada época, fuera propagado por gran número de “guías de pueblos”, patriarcas, profetas, entre los cuales, nombrando sólo algunos, tenemos al “Hellí”. de Abraham, al Jehová, de Moisés, al Dios Atón, de Aknatón, en Egipto, etcétera, quienes han conducido las creencias hacia la existencia de un solo Dios Universal.
Cada nueva generación hace posible la introducción de “cambios” que aportan “nuevas luces” e “innovaciones” sobre los más arduos problemas del hombre, sus relaciones con una “casi ignorada” causa superior de los reinos espirituales, de los cuales, la proliferada división de creencias impartidas por las múltiples religiones, han sembrado la más espantosa oscuridad en las conciencias, cuyos cimientos arcaicos y dogmáticos, las nuevas generaciones se están haciendo cargo de demoler, para establecer ideas más dinámicas y acordes con la evolución que la humanidad está viviendo en los momentos históricos actuales tan trascendentales.
El hombre, por su condición intrínseca, al referirse a alguna cosa, tiende siempre a relacionarlo con las experiencias que él posee. Es común observar como el ser humano atribuye a Dios sus propias cualidades e imperfecciones humanas. Los conceptos que de Dios el hombre tiene, pareciera que lejos de ser un Creador Inmutable, fuese un Dios parcial, vengativo e injusto y terrible.
De igual manera se atribuye a Dios el don de perdonar si el pecador se arrepiente y algún semejante, “uno de sus ministros” le absolviera. Como si la naturaleza no diera suficientes manifestaciones y pruebas del rigor -de causa y efecto- que sigue a la infracción de las inmutables leyes.
Es frecuente ver que existen personas que creen que Dios puede permitir o impedir algunas realizaciones del hombre de manera arbitraria, dado que, si Él hizo las leyes, se piensa que también puede modificarlas.
Acertadamente, Joaquín Trincado, expresó: -“Dios hace todo cuanto debe y no cuanto quiere”-.
Cierto día, recuerdo haber oído a alguien que preguntaba a su amigo: -“¿Vienes mañana?” Y el amigo le contestó –“Bueno, ¡si Dios quiere!” Mientras que el amigo, sonriente, nuevamente, le decía: -“Bueno, ¡si Él no quiere, te vienes a escondidas!” Esto evidencia hasta que punto el hombre ha humanizado a Dios, pero también señala su despertar cuando ya comienza por romper los lazos del temor y de la superstición respecto a Dios.
Los clásicos y fantásticos infierno y paraíso, por los que fuera posible aumentaron, en el plano económico, los “millones” en las distintas instituciones u organizaciones de índole religioso, de manera especial en la llamada “iglesia universal”.
Pese a que a la ciencia le ha resultado fácil y ya ha sido posible demostrar la carencia de fundamentos de esas creencias, sin embargo, persiste una ola de confusión, especialmente en las mentes muy religiosas y fanáticas, en los últimos intentos de esas instituciones por mantener un poco más sus influencias.
La misma concepción absurda del “diablo” ya fue posible que rodara por el suelo, cuando las mentes abiertas no tuvieron prejuicios de abordar temas tan “delicados” e “insondables”. A tal objeto, cabe mencionar lo que a continuación copiamos del interesante libro “El Diablo” de Giovanni Papini: -“En una de las primeras páginas del librito de texto el pequeño Byron leyó estas palabras que nunca olvidó: “Dios hizo a Satán y Satán hizo el pecado…..Jorge (Byron) había sido educado por su niñera Mary Gray en un temor saludable a Satanás y de sus llamas eternas. Pero ahora en el libro le enseñaban que Satanás había sido hecho por Dios y que este hijo de Dios había tenido por hijo el pecado. ¿Cómo Dios, entonces, había creado a Satanás con capacidad para errar, para pecar y para hacer el mal? Dios era el Padre de Satanás y Satanás era el padre del pecado. Y una de dos: o no debió poner en el mundo a Satanás o debió haberlo hecho de una sustancia más pura, incapaz de perjudicarse a sí mismo y a los demás”. –“Razonamiento de niño?”, -pregunta Papini, y él mismo se responde: -“De acuerdo, pero, ¿acaso no ha dicho Jesús que a los niños ha sido dado comprender aquello que es oscuro a los sabios?”.
No obstante, a la luz de este trascendental siglo, y con los aportes de las nuevas generaciones, ya es posible vislumbrar un “Principio Creador” muy por encima de los absurdos atribuidos a Dios hasta ahora. La demostración repetida de la Reencarnación ha puesto en evidencia el reflejo superior de una “Ley” o “Justicia Divina Superior” muy digna del Creador Universal y de sus inmutables leyes, de las cuales, una muy fundamental, en ciertas instituciones de estudios superiores de filosofía o en la Escuela Espírita, se conoce con el nombre de “Ley del Karma” o “Ley de Compensación”.



La frase: “Dios creo al hombre a su imagen y semejanza” no es sino una tergiversación de la correcta expresión: -“Dios creó al hombre a imagen y semejanza de su naturaleza”; lo cual es muy distinto.
Sólo la acentuación de la ignorancia ha hecho posible que el hombre adorara como Dioses a maestros, profetas o misioneros de la antigüedad, tal como aconteció con Krisna, Jesús y otros.
El hombre, en la medida que evoluciona desecha las creencias cuya falsedad comprueba. Hoy ya comprende que no puede existir un Dios de Venganza, cuyo hecho más despreciable sería condenar eternamente a sus hijos. Así como, el de colocar para una sola existencia a cualquiera de sus hijos en el mundo de vicisitudes como el planeta tierra para luego condenarle a sufrir eternamente, como si ya no le hubiera sido suficiente la vida de luchas terrenas. Además, por otra parte, las vidas de gran número de individuos a quienes la “institución artífice de tales extravíos” elevara a la categoría de “santos” reflejan un cuadro poco halagador en cuanto a la práctica de todas las virtudes.
Las personas familiarizadas con la doctrina de la Reencarnación y la ley de compensación, comprenden perfectamente lo que de cierto hay sobre el punto anterior.
Ya el ser humano, en cada nueva generación, y de manera especial en los actuales momentos históricos, piensa en un Principio Creador, del cual emana todo lo existente; quien formalizó –en el eterno presente- las inmutables leyes –universales- las cuales comienzan por conocer y cumplir, aunque las fundamentales, sin conocerlas, también las cumple, pues como dijera Jesús: “Ni una hoja de un árbol se mueve –por la ley cósmica- sin la voluntad del Creador”. La ley por sí misma se manifiesta y el hombre sin darse cuenta no escapa de su fuerza de gravedad.
El hombre se percata de que a Dios es “imposible” que pueda conocerlo, a no ser por el reconocimiento de su grandeza en la grandeza de la naturaleza y en ella “conocerse a sí mismo”. Acertadamente expresó Quilón, el Lacedemonio: -“Hombre, conócete a ti mismo, que el estudio propio del hombre no es conocer a Dios, sino conocerse a sí mismo”. –Aquí reside el gran secreto para conocer a Dios. Primeramente el hombre debe conocerse a sí mismo; entonces conocerá a Dios, dentro de sí mismo y del que forma parte en una unidad perfecta e indisoluble. Al descubrir su propia divinidad, lo hace simultáneamente con la de Dios. La condición sine que non es conocerse a sí mismo, y en el mismo instante y grado, conocerá a Dios. Una pregunta interesante: ¿No conocemos ya a Dios? ¿No les hemos visto ya cara a cara, en la Rueda de la vida, en el Círculo y el Signo Más? Tratemos de recordar……subjetivamente, interiorizándonos profundamente, muy profundamente, con confianza. Nuestro Espíritu ya Le conoce. El constante recuerdo de su nombre nos conduce al recuerdo del recordado. Cuando Le veamos, en el Círculo y el Signo Más, en la Rueda de la Vida, nos percatamos, enseguida, de que ya Le conocíamos y apenas breves instantes antes se tiene la certeza de que se la va a ver. La meditación en los atributos divinos –valores universales- nos lleva al conocimiento de los propios atributos divinos o sentidos cósmicos, facilitando la práctica de todas las virtudes. Es preciso para ello una elevada depuración del propio Espíritu y vibrar a frecuencias acordes al fin propuesto. Es el testimonio de quienes aseveran este tipo de experiencias. Su número en el tiempo es mayor de lo que podría pensarse. (Nota del autor del día 25 de julio de 2009).
Bastante es la labor que el hombre tiene para conocerse a sí mismo. Es su misión inmediata, por lo que reconoce la presencia del Principio Creador cuya grandeza es un estímulo en el conocimiento y cumplimiento de sus leyes. Evoluciona, siendo de esta manera posible conquistar más conocimiento de sí mismo. La contemplación estática sobre la naturaleza y la meditación pasiva sobre Dios no aportan beneficio alguno para la evolución del hombre. El hombre debería destacarse por su acción en todas las labores desechando para siempre la pasividad. Sólo el estudio activo y el constante trabajo permiten la evolución, la que hace posible la presencia de la Fe Viva, por el conocimiento y la sabiduría. Es preciso recordar que en lo que se centra la atención se expande la conciencia intuitiva y el poder creador.
Mediante el desarrollo alcanzado por la Psicología Experimental, -y las diversas corrientes de pensamientos- ha sido posible que el hombre verificara que la presente existencia es sólo una de las miles –o millones- que ha tenido y que tendrá en el futuro, en este planeta y en infinitos otros. Sabiamente expresó Kardec: -“Nacer, desencarnar y volver a nacer”, mientras que el filósofo Trincado corrobora lo mismo en la proclama del programa perpetuo de estudio “La vida eterna y continuada”.
El conocimiento de lo que acontecerá al hombre después de dejar la materia humana, unido a la comprensión de la Ley de Reencarnación, permite derribar, desechando, gran cúmulo de supersticiones sobre la “desencarnación”, despojándose la mente de absurdos dogmas, quien ya ha dejado de sentir temor de un supuesto Dios de “Venganza” e “ira”, sino que mediante la acción continua deberá reparar –compensando- los perjuicios que habrá podido ocasionar y –de esta manera- evolucionar.
El hombre actual, generalmente libre pensador, ya dejó de lado la adoración de imágenes y figuras porque comprende que al Principio Creador, esa no es la forma adecuada de adorarle o amarle. Comprende ya porque Isaías había condenado a los Dioses de barro y palo. Moisés, también es muy explícito cuando en el Decálogo dice: -“…¡No harás para ti obra de escultura ni figura de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra, no las adorarás ni le darás culto”!
El filósofo Joaquín Trincado, en una de sus múltiples obras, cuando se refiere a la adoración del Principio Creador, sabiamente expresa: -“…la adoración al Padre será en espíritu y verdad y con el pensamiento, sin fórmulas de oración que representan la rutina o el pensamiento de quien la compuso. El “espíritu” debe expresar por el pensamiento la necesidad o la alegría del momento, de pedido o de gratitud, y basta pensar en el Padre, sabiendo que somos sus hijos y nuestro pensamiento en estas condiciones llega a Él y porque con vosotros están espíritus afines que recogen vuestro pedido y nos sirven de intermediarios; pero los cantos de amor, de plegaría o gratitud hechos en común, son de mayor intensidad y son del agrado del Padre porque representan vuestras alegrías y unidad en el Pedido”. Nosotros, hoy en día, quienes promulgamos una espiritualidad directa centrada en el Creador Universal, estamos conscientes de que en la relación del hombre con su Creador son innecesarios los intermediarios. Empero, la asistencia espiritual de los afines, guías y protectores, es siempre de gran utilidad y apoyo y forma parte de la solidaridad universal.
El hombre tiene como templo el Universo, en él cumple las leyes naturales, su misión de “acrecentar la creación y ser maestro de la misma” y para elevarse a Dios lo hace sin fórmulas ni ritos. Bástale su potente pensamiento. La mejor manera en que el hombre puede adorar a Dios, es amando al semejante; la mejor oración es el trabajo productivo; el más sabio preceptor espiritual es la conciencia; el mejor perdón: reparar las faltas cometidas.
El hombre actual debería estimular las cualidades superiores del ser; intensificar su evolución, y saber que existe un Principio Creador, que tiene leyes inmutable, las cuales es preciso cumplir, pero también conocer, única manera de acentuar la propia evolución y demoler los castillos de la superstición respecto a la personalidad de Dios.
El Gran Pedagogo es Dios, -el Creador Universal: ELOÍ-, quien se expresa en la conciencia por medio de los sentimientos equivalentes a los valores universales. Es la Ley Cósmica en acción por medio de la conciencia. La ley de afinidad es la gran ordenadora del universo, con el veredicto de la ley de justicia, con la cooperación de la ley de compensación y la ley de igualdad, -en la ley y ante ella-. Por su intermedio, el ser recibe su salario cósmico de acuerdo a la obra realizada, el cual le ubica y reubica, constantemente, en el orden que le corresponde en armonía con su suma existencial.