viernes, 7 de febrero de 2014

LA NUEZ DENTRO DE LA CÁSCARA


LA NUEZ DENTRO DE LA CÁSCARA

©GIUSEPPE ISGRÓ C.



Napoleón Hill, acuñó un aforismo que encierra profunda sabiduría: -“Toda adversidad trae un beneficio equivalente”.
¿Qué es la adversidad? Es la situación adversa que se afronta en la vida, en diferentes épocas, la cual constituye un obstáculo a vencer en el camino que conduce al logro de los propios objetivos y al disfrute de los estados de felicidad.
Generalmente, la adversidad suele traer las mejores oportunidades escondidas dentro de las situaciones por resolver.
Empero, la adversidad tiene diversas vertientes que es preciso diferenciar.
En primer lugar, dentro del plan de vida que cada ser trae a la existencia actual, existe un determinado número de pruebas que el mismo espíritu se ha antepuesto en la etapa de preparación previa, antes de encarnar, en la dimensión espiritual.
Esas pruebas resultan de aquellas condiciones de flaquezas que ha observado en sus últimas encarnaciones, y las antepone como un ejercicio que le permita desarrollarse y fortalecerse en esas áreas específicas, cuyas condiciones, cuando oportunamente las enfrente, en el presente ciclo de vida, se suelen presentar como adversidad o dificultad a vencer, en cuyo logro genera nuevos estados de conciencia y sienta las bases para abordar retos de mayor envergadura.
Empero, otras condiciones adversas son antepuestas por la misma vida como consecuencia de la ley del karma, mediante las cuales el ser debe compensar a otros por actos realizados con anterioridad.
Por la ley de afinidad, la vida coloca a determinados seres en condiciones adversas, en lugares específicos, como karma colectivo.
Por la ley de atracción, cada persona atrae a la propia vida condiciones análogas a los pensamientos  que alberga en su mente. 
Los propios objetivos, presuponen, muchas veces, retos  que es preciso superar. Cada éxito alcanzado prepara para otro mayor.
La vida es una escuela y tiene sus propios objetivos de enseñanza por medio de las pruebas existenciales que implican la utilización de fuerzas adormecidas, las cuales, automáticamente, son activadas por la adversidad.
La fortaleza es la virtud que conlleva a la superación exitosa de toda adversidad, así como la templanza es la que se precisa en épocas de abundancia. Implica confianza en sí, en la vida, en las leyes que le rigen, en el Creador Universal y en la bondad de la intención que se anida detrás de cada prueba.
La adversidad concentra en un solo punto el poder creador y expande la conciencia para obtener el logro, la  enseñanza y el beneficio implícitos. Cada una que se afronta es un grado de necesidad que genera, automáticamente, el poder potencialmente infinito que se posee, en ese mismo nivel, para autosatisfacerla.
De no existir necesidades que satisfacer,  como pruebas adversas que superar, dejaría de expresarse el propio poder.
Se requiere aceptar las situaciones que se afrontan tal cual son, sin exagerarlas ni subestimarlas, con realismo, calma imperturbable, impasibilidad y serenidad, buscando comprender su causa y esencia y cual es la solución respectiva, poniendo manos a la obra.
En el acto de asumir la prueba, con determinación de triunfar, la misma naturaleza secunda para que sea superada exitosamente.
Toda adversidad objeto del propio karma que sea afrontada y superada, tiene efectos liberatorios.
Los obstáculos de la vida templan la personalidad y desarrollan las propias habilidades para afrontar retos de mayor envergadura.
Don Juan Matus,  decía: -"En tanto enfrentemos nuestro destino específico con definitivo abandono da igual cuál sea ese destino".
 La conexión con el Creador Universal y el constante recuerdo de Él, mediante la repetición de su nombre,  -o la meditación en Él y sus atributos o valores cósmicos-, armonizándose y elevándose a esferas superiores de vibración mental, es el mejor camino para potenciarse y superar toda prueba favorablemente.
Es propicio perdonar para auto-liberarse, dejando que actúe la justicia divina; pedir perdón, aunque sea mentalmente, si la persona está ausente; compensar y/o pagar las deudas de cualquier índole, única manera de emanciparse.
La programación de la mente con afirmaciones positivas  permite crear nuevas realidades y generar ideas intuitivas e inspiraciones que guían en la acción con efectividad.
Aunque parezca que todo está acabado, hay que seguir adelante con expectativas positivas. La victoria muchas veces está más cerca de lo que se cree.
Hay que expresar gratitud a la vida, por cuanto las cosas son mejores de lo que parecen.
La gratitud es una fuerza poderosa y efectiva. Afirma, diez o cien veces al día: -“Gracias, Creador Universal,  -ELOÍ-, por cuanto esta situación, en tus planes cósmicos, ya está resuelta”-.
Una voluntad decidida a vencer hace realidad, siempre, los mejores resultados factibles, en cada caso.
Adelante.



miércoles, 5 de febrero de 2014

UN ARTE DE LA TEMPLANZA


UN ARTE DE LA TEMPLANZA

©Giuseppe Isgró C.

La templanza es una de las cinco virtudes esenciales, conjuntamente con la sabiduría y/o prudencia, la justicia, la fortaleza y la belleza.

Representa un valor universal que tiene múltiples vertientes, entre ellas, fundamentalmente, la disciplina, la moderación, la austeridad, la frugalidad, el justo medio en todas las cosas, el silencio, la sencillez y el autodominio, o autocontrol. Todos estos valores, en la práctica efectiva, buscan, y logran, el perfecto equilibrio en todas las cosas.

La templanza, en sí, conlleva la práctica de todas las demás virtudes, como es el sentido común, la sabiduría y/o prudencia, la justicia y la equidad, la fortaleza, con sus elementos coadyuvantes, como son, el valor, o coraje, la serenidad, la constancia y/o tenacidad, la paciencia, la aceptación de las cosas tal como son, la visión clara de las cosas, la firmeza y la determinación, el entusiasmo, la voluntad de triunfar, entre otros aspectos inherentes, y la belleza, reflejo estético del carácter y de la personalidad.

Mientras la sabiduría y la prudencia representan dos aspectos esenciales del saber, o conocimiento, que es una de las dos grandes vertientes universales, que manifiesta la visión del camino y la etapa a recorrer en cada fase, la fortaleza y la templanza, reflejan la otra gran vertiente: la manifestación del poder creador universal, en sus dos elementos esenciales: Acción de empuje y acción de bloqueo. Hacer y dejar de hacer. Acción y descanso, día y noche, verano e invierno, otoño y primavera. Desgaste y recuperación.

Sidharta Gautama, -El Buda, o el Despierto-, en su primera fase de retiro espiritual, practicó un ascetismo férreo- Después de llegar a los extremos de que su cuerpo fuese sometido a los rigores inherentes, se percató que de nada servía debilitar el cuerpo de esa manera. Que era preciso mantener el perfecto equilibrio de la salud, y la integridad de las fuerzas vitales para tener una mente y un cuerpo vigorosos. Para cumplir con la misión de vida asignada por la naturaleza de las cosas, era necesario tener una mente y un cuerpo sanos. A tales efectos descontinuó ese sistema de vida, y comenzó a practicar otra forma de vida más natural y equilibrada, alimentando adecuadamente su cuerpo, y llevando condiciones de vida higiénicas. Tanto es así que vivió una larga vida, con un perfecto estado de salud integral.

La practica espiritual, necesaria para el perfecto equilibrio existencial, se puede realizar en cualquier condición de la vida moderna. No es necesario aislarse en un ascetismo riguroso, apartándose de la sociedad. Una elevada espiritualidad se puede, y se debe practicar, en cualquier circunstancia en que se desenvuelva el diario acontecer. Tanto es así que, en el sufismo, en algunas de cuyas corrientes se practicaban extremos ascéticos tales de llevar a cabo el ayuno de los cuarenta días. Este tipo de ayuno se sometía a extremos rigores al cuerpo, ha sido abolido, en línea general.

La práctica del misticismo elevado, que constituye una espiritualidad directa centrada en el Ser Universal, contribuye a enriquecer la propia vida, y a encontrarle un sentido a la existencia humana. La conexión con la fuente, que permita constituirse en canal de sabiduría, luz y poder creador, permite alcanzar la plenitud y un estado de alegría de vivir permanente. La felicidad es un estado mental, que requiere ser retroalimentado diariamente, al igual que se reprograma un termostato para mantener estable la temperatura ambiental. La meditación en el Ser Supremo, y en los atributos divinos es una fuente esencial de alimentación del espíritu, de iluminación para la mente y de fortaleza espiritual. Se puede practicar en cualquier ambiente, sin necesidad de someter a ningún tipo de excesos al organismo.

Con cada triunfo que se obtenga, en cualquier ámbito existencial, la voluntad se fortalece para emprender retos de mayor envergadura.
Lo esencial es trabajar en base a objetivos específicos, de manera que se pueda centrar la propia potencia en una cosa a la vez, claramente definida en el espacio y en el tiempo. Donde se centra la potencia espiritual se expande la conciencia perceptiva y el poder realizador para mantener el perfecto equilibrio en todo, con todos, en conexión con el Todo.
Adelante.


martes, 4 de febrero de 2014

LA GRAN ESFINGE HABLA: Rodolfo Benavides




EN LA LEYENDA,
LA GRAN ESFINGE HABLA

Rodolfo Benavides
-Insigne escritor mexicano-

De su magna obra:
Cuando las piedras hablan, los hombres tiemblan.


Y dijo así:

«—¡Oh Kqjaman Amin! ¡Oh Amté! ¡Oh Hamarqueis! Eres la Salva-guarda de mi vida pasada y por venir.»

Asi decía el viajero del desierto con el rostro hacia el cielo, para  luego bajar la cara hasta colocar la frente contra la arena a la sombra de la enorme cabeza de la Gran Esfinge.

«—¡Horus, protégenos de todo mal!»
Así clamaban muchas voces a coro, de todas las edades, que parecían salir de la candente arena.
«—¡Oh gran Dios del infinito, dador de la vida, gran Dios del desierto y del Nilo y de la Eternidad!»

Y los hombres, con las percudidas, raídas y ligeras ropas que alguna vez fueron blancas, siguen lentamente su camino al lado de sus camellos impasibles, azotados cruelmente por los cálidos vientos del desierto.
La Gran Esfinge, serena, los ve alejarse y, suspirando, dice:
«—¡Yo, la reina de estas regiones, fui la primera en revelar a los hombres el misterio de la vida que hay en el trigo y en el maíz! ¡Yo, que traje la vida, desde siempre he visto desafiar la muerte!
Si, me he visto rodeada de seres sufrientes; pero tantos, tantos, desde la infancia de la humanidad... Sí, porque en mí está la historia de hombres de gran pensamiento, que, sin embargo, son hoy espíritus ignorados. Pero en mí quedó el recuerdo y en mi renació la vida mucho antes de empezar tu historia. ¡Oh tú, Heródoto el griego! ¡Oh tú, que me escuchas en estos tiempos revueltos que ya se acaban!
Mi vista se pierde en la distancia inmensa, entre el polvo de los siglos, de las edades, de los milenios, de los cataclismos y en el vibrar del sol candente sobre el gran desierto.
Por todo esto, he visto a tantos hombres dolientes y hambrientos pasar, pasar mustios a mi lado, arrastrando su miseria, pidiendo en plegaria a los dioses protección.
Y también he visto pasar profetas de luengas barbas, poetas de bello decir, hombres de alto pensamiento y buscadores de verdades en el cielo y en la Tierra; pero también he visto a la multitud de guerreros, enarbolando banderas de humo ensangrentado, vanidosos que nunca levantaron otra cosa que nubes espesas de polvo en las que escondieron siempre su vergüenza, y siempre con las bestias que los acompañaban, hombres sin alma ni espíritu, con el corazón movido por ilusiones de vana grandeza; hombres cargados como bestias de instrumentos homicidas.
Si, frente a mí han pasado Alejandro, César, Antonio, Cleopatra, Napoleón y qué sé yo cuántos hombres y razas diversas; todos, capitanes y vasallos, caminando siempre hacia espejismos. Pero escucha: ya desde mucho antes de Alejandro, se decía que el hombre teme al tiempo, pero que el tiempo teme a las pirámides y a la Esfinge. Y el tiempo nos teme, porque somos libros abiertos para quienes nos saben leer, y en nuestras páginas de piedra está lo que el tiempo ha hecho de los hombres que han aparecido y desaparecido juntamente con sus dioses, vanidades y absurdos.
Y, más cercanos a tu tiempo, han pasado geómetras, astrónomos, arquitectos, matemáticos y otros muchos sabios cuya mente ha rebotado contra la roca porque han negado su propio espíritu.
j0h tú, viajero del mundo, que me escuchas! Esta es la historia de Egipto, que empezó mucho después de que manos expertas hoy desconocidas me esculpieron en la viva roca de este sitio, para servir de referencia a las edades en el lejano pasado y de testigo viviente al "hoy" que está ya casi acabado. ¡Ayer, la catástrofe que bajó del cielo...! Mañana... ¿mañana? ¡Oh tú que me escuchas! Endereza ahora mismo tus veredas, porque tu porvenir está agotado.
j0h viajero, hoy del desierto, mañana del cielo! Tú que te cobijas a mi sombra y que pides protección, debes saber que durante milenios he sentido cómo los monzones refrescantes y los jamasin, vientos abrasadores cargados de arena, han cubierto mi cuerpo. Escucha, viajero del mundo: no te lleves pedazos de mi cuerpo, porque son letras que un día harán falta para poder leer la verdad completa que tantos quisieran conocer.
Nada de lo que te digo es vano. Ya hubo una vez quien me pidió, y yo le escuché y le contesté: "Líbrame de la arena que cubre mi cuerpo y yo te haré rey. El cumplió su parte y fue rey."
-Pero eran entonces tiempos en que el hombre adoraba dioses que, aunque de piedra, no eran sordos ni mudos. No obstante, algunos que se creyeron superiores llamaron a esa práctica idolatría, paganismo y otras cosas peores. Y, para diferenciarse, ellos humanizaron a los dioses. Y te diré: si nosotros los de piedra hemos durado algo, ciertamente los humanizados duraron menos, pues yo los he visto nacer y derrumbarse desencarnados y olvidados.
¡Oh viajero que pasas a mi lado, buscando las huellas y la verdad de tu origen y la meta de tu porvenir! Lo que has escuchado es mi mensaje, que, como habrás notado, sale de la profundidad de las edades.
"Habrás escuchado también, si eres sensible, las voces, el canto y el llanto de mujeres, hombres y niños clamando justicia.
Ellos, como huella de su paso por la vida, dejaron columnas, templos y símbolos diversos.
Hoy anochece ya, y te asustará el ver mi silueta recortada contra el cielo iluminado solamente por estrellas; puedes irte. Yo esperaré aquí a que mañana venga de nuevo el sol a saludarme, acariciándome el rostro. Entonces, si lo deseas, volveremos a hablar, cosa que a mí me agrada enormemente.
Y ten presente que me quedaré aquí para ver pasar a los hombres y a las edades hasta la eternidad, cuando un día todos seamos polvo cósmico. Sin embargo, mientras llega ese mañana, *estaré aquí para auxiliarte cuando me necesites.
Para mí, el tiempo no existe. Para ti, desde el instante mismo de tu nacimiento empezó tu muerte. Por ello, tu tiempo no es para desperdiciarlo. Yo puedo esperar aquí a que pasen los tiempos malos y a que lleguen otros mejores. Pero tú no puedes hacer lo mismo, porque tus pasos están contados desde mucho antes.
El calor y la luz de esta tierra tan querida, estimulan hoy el ardor de tu entusiasmo. Pero vendrán los días fríos: en la penumbra y en el silencio oliente a añejo del interior de museos y bibliotecas, en el deambular por terrenos escabrosos, en el vaivén de opiniones necias, abyectas y hasta ofensivas..., cuando todo eso —que es la condición humana— llegue, tendrás que resistirlo y necesitarás entonces más fuerza y entereza en el alma que en el cuerpo.»
Así dijo la piedra y entonces se abrió al frente el largo y sinuoso camino que conduce al infinito. Y ante la magnitud y profundidad de lo ignorado, el entusiasmo se fue transformando en miedo a lo desconocido. El Espíritu comenzó a temblar, mucho más de lo que pudiera hacerlo el cuerpo.
Era ese el instante del silencio imponente, principio de la noche, cuando el misterio envuelve esa tierra de faraones.
Después, con la sucesión de nuevos amaneceres, empezaron a desfilar "lenta y penosamente las realidades objetivas, todas difíciles de comprender, como llegadas de otra dimensión que nos obstinamos en negar, a pesar de que vivimos en ella.

Y tal como dijo la piedra, así sucedió en los años siguientes. La tarea empezó con la investigación del río Nilo, que se supone debe haber sido el principio de la vida de Egipto.




EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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viernes, 7 de febrero de 2014

LA NUEZ DENTRO DE LA CÁSCARA


LA NUEZ DENTRO DE LA CÁSCARA

©GIUSEPPE ISGRÓ C.



Napoleón Hill, acuñó un aforismo que encierra profunda sabiduría: -“Toda adversidad trae un beneficio equivalente”.
¿Qué es la adversidad? Es la situación adversa que se afronta en la vida, en diferentes épocas, la cual constituye un obstáculo a vencer en el camino que conduce al logro de los propios objetivos y al disfrute de los estados de felicidad.
Generalmente, la adversidad suele traer las mejores oportunidades escondidas dentro de las situaciones por resolver.
Empero, la adversidad tiene diversas vertientes que es preciso diferenciar.
En primer lugar, dentro del plan de vida que cada ser trae a la existencia actual, existe un determinado número de pruebas que el mismo espíritu se ha antepuesto en la etapa de preparación previa, antes de encarnar, en la dimensión espiritual.
Esas pruebas resultan de aquellas condiciones de flaquezas que ha observado en sus últimas encarnaciones, y las antepone como un ejercicio que le permita desarrollarse y fortalecerse en esas áreas específicas, cuyas condiciones, cuando oportunamente las enfrente, en el presente ciclo de vida, se suelen presentar como adversidad o dificultad a vencer, en cuyo logro genera nuevos estados de conciencia y sienta las bases para abordar retos de mayor envergadura.
Empero, otras condiciones adversas son antepuestas por la misma vida como consecuencia de la ley del karma, mediante las cuales el ser debe compensar a otros por actos realizados con anterioridad.
Por la ley de afinidad, la vida coloca a determinados seres en condiciones adversas, en lugares específicos, como karma colectivo.
Por la ley de atracción, cada persona atrae a la propia vida condiciones análogas a los pensamientos  que alberga en su mente. 
Los propios objetivos, presuponen, muchas veces, retos  que es preciso superar. Cada éxito alcanzado prepara para otro mayor.
La vida es una escuela y tiene sus propios objetivos de enseñanza por medio de las pruebas existenciales que implican la utilización de fuerzas adormecidas, las cuales, automáticamente, son activadas por la adversidad.
La fortaleza es la virtud que conlleva a la superación exitosa de toda adversidad, así como la templanza es la que se precisa en épocas de abundancia. Implica confianza en sí, en la vida, en las leyes que le rigen, en el Creador Universal y en la bondad de la intención que se anida detrás de cada prueba.
La adversidad concentra en un solo punto el poder creador y expande la conciencia para obtener el logro, la  enseñanza y el beneficio implícitos. Cada una que se afronta es un grado de necesidad que genera, automáticamente, el poder potencialmente infinito que se posee, en ese mismo nivel, para autosatisfacerla.
De no existir necesidades que satisfacer,  como pruebas adversas que superar, dejaría de expresarse el propio poder.
Se requiere aceptar las situaciones que se afrontan tal cual son, sin exagerarlas ni subestimarlas, con realismo, calma imperturbable, impasibilidad y serenidad, buscando comprender su causa y esencia y cual es la solución respectiva, poniendo manos a la obra.
En el acto de asumir la prueba, con determinación de triunfar, la misma naturaleza secunda para que sea superada exitosamente.
Toda adversidad objeto del propio karma que sea afrontada y superada, tiene efectos liberatorios.
Los obstáculos de la vida templan la personalidad y desarrollan las propias habilidades para afrontar retos de mayor envergadura.
Don Juan Matus,  decía: -"En tanto enfrentemos nuestro destino específico con definitivo abandono da igual cuál sea ese destino".
 La conexión con el Creador Universal y el constante recuerdo de Él, mediante la repetición de su nombre,  -o la meditación en Él y sus atributos o valores cósmicos-, armonizándose y elevándose a esferas superiores de vibración mental, es el mejor camino para potenciarse y superar toda prueba favorablemente.
Es propicio perdonar para auto-liberarse, dejando que actúe la justicia divina; pedir perdón, aunque sea mentalmente, si la persona está ausente; compensar y/o pagar las deudas de cualquier índole, única manera de emanciparse.
La programación de la mente con afirmaciones positivas  permite crear nuevas realidades y generar ideas intuitivas e inspiraciones que guían en la acción con efectividad.
Aunque parezca que todo está acabado, hay que seguir adelante con expectativas positivas. La victoria muchas veces está más cerca de lo que se cree.
Hay que expresar gratitud a la vida, por cuanto las cosas son mejores de lo que parecen.
La gratitud es una fuerza poderosa y efectiva. Afirma, diez o cien veces al día: -“Gracias, Creador Universal,  -ELOÍ-, por cuanto esta situación, en tus planes cósmicos, ya está resuelta”-.
Una voluntad decidida a vencer hace realidad, siempre, los mejores resultados factibles, en cada caso.
Adelante.



miércoles, 5 de febrero de 2014

UN ARTE DE LA TEMPLANZA


UN ARTE DE LA TEMPLANZA

©Giuseppe Isgró C.

La templanza es una de las cinco virtudes esenciales, conjuntamente con la sabiduría y/o prudencia, la justicia, la fortaleza y la belleza.

Representa un valor universal que tiene múltiples vertientes, entre ellas, fundamentalmente, la disciplina, la moderación, la austeridad, la frugalidad, el justo medio en todas las cosas, el silencio, la sencillez y el autodominio, o autocontrol. Todos estos valores, en la práctica efectiva, buscan, y logran, el perfecto equilibrio en todas las cosas.

La templanza, en sí, conlleva la práctica de todas las demás virtudes, como es el sentido común, la sabiduría y/o prudencia, la justicia y la equidad, la fortaleza, con sus elementos coadyuvantes, como son, el valor, o coraje, la serenidad, la constancia y/o tenacidad, la paciencia, la aceptación de las cosas tal como son, la visión clara de las cosas, la firmeza y la determinación, el entusiasmo, la voluntad de triunfar, entre otros aspectos inherentes, y la belleza, reflejo estético del carácter y de la personalidad.

Mientras la sabiduría y la prudencia representan dos aspectos esenciales del saber, o conocimiento, que es una de las dos grandes vertientes universales, que manifiesta la visión del camino y la etapa a recorrer en cada fase, la fortaleza y la templanza, reflejan la otra gran vertiente: la manifestación del poder creador universal, en sus dos elementos esenciales: Acción de empuje y acción de bloqueo. Hacer y dejar de hacer. Acción y descanso, día y noche, verano e invierno, otoño y primavera. Desgaste y recuperación.

Sidharta Gautama, -El Buda, o el Despierto-, en su primera fase de retiro espiritual, practicó un ascetismo férreo- Después de llegar a los extremos de que su cuerpo fuese sometido a los rigores inherentes, se percató que de nada servía debilitar el cuerpo de esa manera. Que era preciso mantener el perfecto equilibrio de la salud, y la integridad de las fuerzas vitales para tener una mente y un cuerpo vigorosos. Para cumplir con la misión de vida asignada por la naturaleza de las cosas, era necesario tener una mente y un cuerpo sanos. A tales efectos descontinuó ese sistema de vida, y comenzó a practicar otra forma de vida más natural y equilibrada, alimentando adecuadamente su cuerpo, y llevando condiciones de vida higiénicas. Tanto es así que vivió una larga vida, con un perfecto estado de salud integral.

La practica espiritual, necesaria para el perfecto equilibrio existencial, se puede realizar en cualquier condición de la vida moderna. No es necesario aislarse en un ascetismo riguroso, apartándose de la sociedad. Una elevada espiritualidad se puede, y se debe practicar, en cualquier circunstancia en que se desenvuelva el diario acontecer. Tanto es así que, en el sufismo, en algunas de cuyas corrientes se practicaban extremos ascéticos tales de llevar a cabo el ayuno de los cuarenta días. Este tipo de ayuno se sometía a extremos rigores al cuerpo, ha sido abolido, en línea general.

La práctica del misticismo elevado, que constituye una espiritualidad directa centrada en el Ser Universal, contribuye a enriquecer la propia vida, y a encontrarle un sentido a la existencia humana. La conexión con la fuente, que permita constituirse en canal de sabiduría, luz y poder creador, permite alcanzar la plenitud y un estado de alegría de vivir permanente. La felicidad es un estado mental, que requiere ser retroalimentado diariamente, al igual que se reprograma un termostato para mantener estable la temperatura ambiental. La meditación en el Ser Supremo, y en los atributos divinos es una fuente esencial de alimentación del espíritu, de iluminación para la mente y de fortaleza espiritual. Se puede practicar en cualquier ambiente, sin necesidad de someter a ningún tipo de excesos al organismo.

Con cada triunfo que se obtenga, en cualquier ámbito existencial, la voluntad se fortalece para emprender retos de mayor envergadura.
Lo esencial es trabajar en base a objetivos específicos, de manera que se pueda centrar la propia potencia en una cosa a la vez, claramente definida en el espacio y en el tiempo. Donde se centra la potencia espiritual se expande la conciencia perceptiva y el poder realizador para mantener el perfecto equilibrio en todo, con todos, en conexión con el Todo.
Adelante.


martes, 4 de febrero de 2014

LA GRAN ESFINGE HABLA: Rodolfo Benavides




EN LA LEYENDA,
LA GRAN ESFINGE HABLA

Rodolfo Benavides
-Insigne escritor mexicano-

De su magna obra:
Cuando las piedras hablan, los hombres tiemblan.


Y dijo así:

«—¡Oh Kqjaman Amin! ¡Oh Amté! ¡Oh Hamarqueis! Eres la Salva-guarda de mi vida pasada y por venir.»

Asi decía el viajero del desierto con el rostro hacia el cielo, para  luego bajar la cara hasta colocar la frente contra la arena a la sombra de la enorme cabeza de la Gran Esfinge.

«—¡Horus, protégenos de todo mal!»
Así clamaban muchas voces a coro, de todas las edades, que parecían salir de la candente arena.
«—¡Oh gran Dios del infinito, dador de la vida, gran Dios del desierto y del Nilo y de la Eternidad!»

Y los hombres, con las percudidas, raídas y ligeras ropas que alguna vez fueron blancas, siguen lentamente su camino al lado de sus camellos impasibles, azotados cruelmente por los cálidos vientos del desierto.
La Gran Esfinge, serena, los ve alejarse y, suspirando, dice:
«—¡Yo, la reina de estas regiones, fui la primera en revelar a los hombres el misterio de la vida que hay en el trigo y en el maíz! ¡Yo, que traje la vida, desde siempre he visto desafiar la muerte!
Si, me he visto rodeada de seres sufrientes; pero tantos, tantos, desde la infancia de la humanidad... Sí, porque en mí está la historia de hombres de gran pensamiento, que, sin embargo, son hoy espíritus ignorados. Pero en mí quedó el recuerdo y en mi renació la vida mucho antes de empezar tu historia. ¡Oh tú, Heródoto el griego! ¡Oh tú, que me escuchas en estos tiempos revueltos que ya se acaban!
Mi vista se pierde en la distancia inmensa, entre el polvo de los siglos, de las edades, de los milenios, de los cataclismos y en el vibrar del sol candente sobre el gran desierto.
Por todo esto, he visto a tantos hombres dolientes y hambrientos pasar, pasar mustios a mi lado, arrastrando su miseria, pidiendo en plegaria a los dioses protección.
Y también he visto pasar profetas de luengas barbas, poetas de bello decir, hombres de alto pensamiento y buscadores de verdades en el cielo y en la Tierra; pero también he visto a la multitud de guerreros, enarbolando banderas de humo ensangrentado, vanidosos que nunca levantaron otra cosa que nubes espesas de polvo en las que escondieron siempre su vergüenza, y siempre con las bestias que los acompañaban, hombres sin alma ni espíritu, con el corazón movido por ilusiones de vana grandeza; hombres cargados como bestias de instrumentos homicidas.
Si, frente a mí han pasado Alejandro, César, Antonio, Cleopatra, Napoleón y qué sé yo cuántos hombres y razas diversas; todos, capitanes y vasallos, caminando siempre hacia espejismos. Pero escucha: ya desde mucho antes de Alejandro, se decía que el hombre teme al tiempo, pero que el tiempo teme a las pirámides y a la Esfinge. Y el tiempo nos teme, porque somos libros abiertos para quienes nos saben leer, y en nuestras páginas de piedra está lo que el tiempo ha hecho de los hombres que han aparecido y desaparecido juntamente con sus dioses, vanidades y absurdos.
Y, más cercanos a tu tiempo, han pasado geómetras, astrónomos, arquitectos, matemáticos y otros muchos sabios cuya mente ha rebotado contra la roca porque han negado su propio espíritu.
j0h tú, viajero del mundo, que me escuchas! Esta es la historia de Egipto, que empezó mucho después de que manos expertas hoy desconocidas me esculpieron en la viva roca de este sitio, para servir de referencia a las edades en el lejano pasado y de testigo viviente al "hoy" que está ya casi acabado. ¡Ayer, la catástrofe que bajó del cielo...! Mañana... ¿mañana? ¡Oh tú que me escuchas! Endereza ahora mismo tus veredas, porque tu porvenir está agotado.
j0h viajero, hoy del desierto, mañana del cielo! Tú que te cobijas a mi sombra y que pides protección, debes saber que durante milenios he sentido cómo los monzones refrescantes y los jamasin, vientos abrasadores cargados de arena, han cubierto mi cuerpo. Escucha, viajero del mundo: no te lleves pedazos de mi cuerpo, porque son letras que un día harán falta para poder leer la verdad completa que tantos quisieran conocer.
Nada de lo que te digo es vano. Ya hubo una vez quien me pidió, y yo le escuché y le contesté: "Líbrame de la arena que cubre mi cuerpo y yo te haré rey. El cumplió su parte y fue rey."
-Pero eran entonces tiempos en que el hombre adoraba dioses que, aunque de piedra, no eran sordos ni mudos. No obstante, algunos que se creyeron superiores llamaron a esa práctica idolatría, paganismo y otras cosas peores. Y, para diferenciarse, ellos humanizaron a los dioses. Y te diré: si nosotros los de piedra hemos durado algo, ciertamente los humanizados duraron menos, pues yo los he visto nacer y derrumbarse desencarnados y olvidados.
¡Oh viajero que pasas a mi lado, buscando las huellas y la verdad de tu origen y la meta de tu porvenir! Lo que has escuchado es mi mensaje, que, como habrás notado, sale de la profundidad de las edades.
"Habrás escuchado también, si eres sensible, las voces, el canto y el llanto de mujeres, hombres y niños clamando justicia.
Ellos, como huella de su paso por la vida, dejaron columnas, templos y símbolos diversos.
Hoy anochece ya, y te asustará el ver mi silueta recortada contra el cielo iluminado solamente por estrellas; puedes irte. Yo esperaré aquí a que mañana venga de nuevo el sol a saludarme, acariciándome el rostro. Entonces, si lo deseas, volveremos a hablar, cosa que a mí me agrada enormemente.
Y ten presente que me quedaré aquí para ver pasar a los hombres y a las edades hasta la eternidad, cuando un día todos seamos polvo cósmico. Sin embargo, mientras llega ese mañana, *estaré aquí para auxiliarte cuando me necesites.
Para mí, el tiempo no existe. Para ti, desde el instante mismo de tu nacimiento empezó tu muerte. Por ello, tu tiempo no es para desperdiciarlo. Yo puedo esperar aquí a que pasen los tiempos malos y a que lleguen otros mejores. Pero tú no puedes hacer lo mismo, porque tus pasos están contados desde mucho antes.
El calor y la luz de esta tierra tan querida, estimulan hoy el ardor de tu entusiasmo. Pero vendrán los días fríos: en la penumbra y en el silencio oliente a añejo del interior de museos y bibliotecas, en el deambular por terrenos escabrosos, en el vaivén de opiniones necias, abyectas y hasta ofensivas..., cuando todo eso —que es la condición humana— llegue, tendrás que resistirlo y necesitarás entonces más fuerza y entereza en el alma que en el cuerpo.»
Así dijo la piedra y entonces se abrió al frente el largo y sinuoso camino que conduce al infinito. Y ante la magnitud y profundidad de lo ignorado, el entusiasmo se fue transformando en miedo a lo desconocido. El Espíritu comenzó a temblar, mucho más de lo que pudiera hacerlo el cuerpo.
Era ese el instante del silencio imponente, principio de la noche, cuando el misterio envuelve esa tierra de faraones.
Después, con la sucesión de nuevos amaneceres, empezaron a desfilar "lenta y penosamente las realidades objetivas, todas difíciles de comprender, como llegadas de otra dimensión que nos obstinamos en negar, a pesar de que vivimos en ella.

Y tal como dijo la piedra, así sucedió en los años siguientes. La tarea empezó con la investigación del río Nilo, que se supone debe haber sido el principio de la vida de Egipto.