viernes, 30 de mayo de 2014

UN COLOQUIO SOBRE EL CREADOR UNIVERSAL





UN COLOQUIO SOBRE EL CREADOR UNIVERSAL

©Giuseppe Isgró C.


Dedicado a mi amigo y hermano J.A.T.T., quien, al mismo tiempo, 
es un Hidalgo y un Escudero; es decir, un humano de pensamiento y acción, 
que aportó la pregunta inicial y un par de comentarios en el curso del diálogo.


-"Salí en la carroza del primer albor, 
y caminé a través de los desiertos 
de los mundos, dejando mi rastro 
en las estrellas infinitas"-. 
Rabindranath Tagore




-Hidalgo, -dice Escudero-, todo lo que expones sobre el Creador Universal me parece verosímil y acertado, sin embargo, “creer que nuestra mente es una partícula de su mente y de igual modo nuestro Espíritu” se me antoja arriesgado siendo que somos una creación suya. De igual manera, tú expresas: “Quien conoce la parte puede conocer el todo a través de ella”,  me parece mucho, a mi corto entender, que se conozca, desde ese grado evolutivo, el TODO que significa EL CREADOR UNIVERSAL. Me gustaría tu opinión al respeto”.

-Escudero, -responde Hidalgo-, gracias por tus preguntas, las cuales permiten efectuar una retroalimentación sobre este “inasible”, complejo y apasionante tema del Creador Universal. Sin duda es arriesgado hacer algunas afirmaciones como las que tú destacas, y lo sería más atreverse a emitir opiniones sobre esta temática que, al final no serían más que eso, simples y superficiales opiniones personales, al margen de quien sea el expositor y la autoridad que se auto-abrogue.
-A lo sumo, Escudero, más que explicar lo que es el té, lo que pretendemos, con nuestros diálogos, es invitar a que se tome, o pruebe, y al saborear una gota de té, se sepa, directamente, lo que es. Pero, aun habiéndolo probado, -¿cómo explicar lo que es el té?
-Cuánto menos fácil lo es con el tema del Creador Universal o con el Creador Universal!
-Escudero, hay quienes buscan conocer lo que es el té por la explicación que de él dan quienes ya lo han probado; esos constituyen una parte de los futuros lectores de nuestros diálogos, en el espacio y en el tiempo. Otros, deciden ir a lo más importante de todo, que es probar el té, saborearlo, disfrutarlo, regocijarse en el acto de hacerlo, bien sea con el sofisticado arte taoísta, el inglés, el sufí, o, simplemente, en la forma personal que cada quien quiera hacerlo, sin que nadie tenga que ver con eso.
Este grupo, encontrará en nuestra obra una invitación directa para hacerlo, un estímulo, además, para que pruebe el Té, y algunas sencillas técnicas de cómo nosotros, tú y yo, hemos recabado mayor disfrute, al hacerlo.
El lector de nuestros diálogos, Escudero, deberá encontrar su estilo propio, y, finalmente, decidirse, tomando el té, una y otra vez, y después de probarlo una vez, seguirá en forma asidua en el disfrute de este saludable y virtuoso arte de saborear el té.
-Este es el grupo de nuestros lectores, Escudero, que nosotros anhelamos que cada día crezca más en el planeta tierra y en los demás mundos del universo. Los seguidores de la Doctrina que pregonamos,  Escudero, como tú bien lo sabes, se encuentran dispersos en diferentes mundos donde, repetidamente, mantenemos algunos ciclos de vida, siguiendo el plan de nuestro proyecto existencial, al igual que diferentes personas, actúan en diversos continentes, simultáneamente.
-Hay otro grupo, Escudero, afortunadamente el más pequeño, que ni quiere conocer lo que es el té ni se decide a probarlo, privándose de este privilegio. Pero, nosotros debemos respetar su decisión, por cuanto el Supremo Hacedor otorgó en lo íntimo de su ser, el don del libre albedrío.
Cada quien debe elegir libremente lo que quiere, disfrutando de los beneficios de su elección o pagar el costo de oportunidad. Con la práctica, se irá perfeccionando el proceso decisorio. Si el Creador Universal lo dispuso así, es porque ese es el mejor método pedagógico que él encontró para el desarrollo integral de los seres en los cuatro reinos naturales.
-Recuerda, Escudero, que una es la ley que rige todo y a todos.
Empero, quizá lo ideal sería combinar la experiencia del primer grupo con la del segundo, es decir: probar el té, y luego compartir con otros que han disfrutado de él a través de los tiempos, y en la inmensidad del espacio, en todos los reinos existentes: Humano, animal, vegetal y mineral.
Pero, todo se reduce a uno: el Espirital, que es el neologismo acuñado por nosotros, -Escudero-, para referirnos a todo lo que tiene Espíritu, al igual que los antiguos lo hicieron con todo lo que tiene alma; los animales, del término “ánima”.
Trasladando el contenido del enunciado de la segunda Ley de la termodinámica a este tema, o Principio de la conservación de la energía, quizá podríamos decir que, más que una creación, el Espíritu sea una emanación del Creador, que siempre estuvo allí, hasta que adquirió conciencia individual.
-Me lo imagino, -simplemente eso, querido hermano Escudero-, de la siguiente manera: en una masa extendida sobre una mesa, para hacer galletas, a la cual se le va aplicando moldes, extrayendo diferentes galletitas con figuras variadas. Las galletas se van extrayendo de la masa, pero queda su especio dentro de ella.
Podríamos imaginar que ese es el espacio del Espíritu dentro del Creador Universal, al cual se encuentra unido por un hilo elástico indestructible, al igual que el hilo de plata (alma o peri-espíritu). Es la unidad cósmica, perfecta, eterna e indisoluble, de la cual solemos hablar en estos diálogos.
La vida es una, los canales de expresiones son cada ser de los cuatro reinos, incluyendo el mineral.
La tierra es igual en todas partes, y el Creador también.
Las semillas son las ideas; en cualquier parte de la tierra en que se siembren, dan los mismos frutos, con las respectivas variantes del caso.
El Espíritu, -al igual que la tierra-, que es el mismo diferenciado en diferentes canales de expresiones, al sostener ideas –en la mente- (partícula de la universal) crea los mismos resultados en cualquier espíritu del mismo modo que lo hace la semilla en cualquier tierra. La unicidad de la vida, del Creador, del Espíritu, en la multiplicidad de expresiones.
La conciencia del Espíritu –y del ser o de los seres de los cuatro reinos- como réplica exacta de la del Creador.
Los atributos divinos del Creador son los mismos que los del Espíritu del ser humano, -y estimo, también, -Escudero-, que igual que el de los Espíritus en los otros tres naturales.
-Quizá, Hidalgo, -dice Escudero-, podríamos denominar a estas incursiones en “la búsqueda”, como decía Gandhi, al calificar su autobiografía: “Experimentos con la verdad”.

-Escudero, se trata, prácticamente de una “zona de nadie”, paradójicamente, y, quién podría asegurar que su percepción u opinión sea real y no un “espejismo”, por mucha “aparente” profundidad que puedan contener algunas afirmaciones no exentas de osadía?

Pero, estos tipos de actos osados, -Escudero-, es preciso que los realicen mayor número de personas, aún con el riesgo de equivocarse, una o millones de veces.

Es preciso osar, creer que sí se puede conocer al Creador Universal, que sí es posible percibirlo, verle cara a cara, bajo múltiples vertientes y expresiones simbólicas, algunas, y debajo de incontables detalles.

Por creer muchas personas que es imposible hacerlo, es por lo que, se deja de profundizar en la relación directa del ser con el Creador, sustituyendo esa búsqueda centrando la atención en un “maestro”, creyendo que a través de él se pueda llegar al Ser Universal.
Esa es la razón de esa tergiversación y desviación del Creador a “un maestro” a quien esa inmensidad de personas podría sustituir equívocamente por Dios.
Y es el motivo de que en diversas corrientes de pensamiento se rinde un culto exagerado “al maestro” en vez de centrar la atención en la Fuente.
Recuerda, -Escudero, que existe un solo maestro, el Creador Universal, quien enseña por el lenguaje de los sentimientos de análoga índole a los valores universales, en su doble polaridad y por la fuerza creadora del empuje y del bloqueo, que determina, -Escudero-, que el tiempo del Creador Universal sea perfecto.

Los sufíes son conscientes de la UNICIDAD del Creador quien es UNO, y no trino.

Quizá más que una creación, sea el Espíritu una emanación del Creador, de análoga naturaleza espiritual, al igual que los son sus respectivos atributos –valores universales- impresos en la conciencia, -la conciencia del uno es la réplica exacta del otro-.

Lógicamente queda por descifrar qué es Dios, -el Creador Universal: Espíritu, Arquitecto, Legislador, ley cósmica, …….; ¿qué es el hombre? ¿Espíritu?, ¿Ley cósmica impresa en la conciencia mediante los atributos divinos? ¿Luz, energía, inteligencia, amor, poder potencialmente infinito, ….? -¿O, todo ello y más?

¿Quién puede tener la respuesta?

Gran número de personas han tenido una percepción “muy especial” del Creador Universal, por ejemplo: Ibn Arabi, Kabir, Rumi, ….Tagore.., Pitágoras, en la Tetratkis y el Cuaternario, y Claude de San Martín.
Allan Kardec, en el libro Génesis tiene una percepción que trasciende a El Libro de los Espíritus, pese a que en éste, se encuentran dispersos, fuera del capítulo que trata sobre el tema, ideas clarificadoras; pero, en algunos parajes de la obra “El Génesis” tiene una lucidez excepcional, sugiriendo que, en la medida en que el ser se va purificando, tiene una más nítida percepción de Él.

Al Ghazalli, Jacobo Boheme, Emanuel Swedemborg, Paul Brunton, Vivekananda, Babaji,  Gandhi, Carl Gustav Jung y otros que es preciso rastrear, presentan experiencias comunes que parecieran haberle percibido en algún grado más relevante que hace que sea alentador abocarse a esta búsqueda y experimentación con el Creador Universal, -en forma directa-.

Joaquín Trincado, hace referencia a una experiencia análoga. Su percepción del Espíritu, emanado del Creador, -y de análoga naturaleza espiritual-, es digna de meditación, en lo referente al ser humano.
-Sin embargo, -Escudero-, tú y yo hemos descubierto, como bien sabes, que los Espíritus de los cuatro reinos naturales son una emanación del Creador, a la conciencia individual, y formados de la misma naturaleza espiritual que la de Él. De igual manera, se encuentran dotados de idénticos atributos divinos, en estado potencial.
Ilimitadamente, cada quien, irá desarrollando, en la inmensidad del espacio y en la eternidad del tiempo, en su respectivo y temporal rango, en una espiral ascensional evolutiva, -donde lo material es análogo a lo espiritual, como lo de abajo es igual a lo que está arriba; lo de afuera, a lo de adentro, lo de la derecha, a lo de la izquierda-, en los trescientos sesenta grados del círculo y en la polarización del signo más, colocado en el centro, como símbolo y emblema, -al igual que la luz de los valores universales-, del Creador Universal.

Empero, es una experiencia personal, donde ninguna persona debería erigirse en una autoridad en el tema para regir a otros. Al contrario, es necesario compartir nuestras experiencias  y percepciones, aunque sean imperfectas, como un estímulo para albergar un mayor grado de confianza en que, al centrar la atención en el Creador Universal, nuestra conciencia se expande hasta percibirle. El hacerlo, permite darnos cuenta de que “ya” se le conocía en determinado grado.

Es posible que cada quien sepa mucho más de lo que es posible expresar en palabras, aún las personas más sencillas.

Estoy convencido de que aún los seres de rudimentario grado evolutivo, si albergaran la convicción de su factibilidad, le percibirían con facilidad; pero, pocos creen que sea factible y, todavía teniendo la experiencia, dejarán de darse cuenta de que la han tenido. Tenemos una convicción casi absoluta de ello.

Esa es la razón por la cual hemos desarrollado algunos ejercicios al respecto, incluidos en esta obra y otros dispersos en trabajos inéditos, todavía, que, en forma gradual nos hemos ido atreviendo en asomar, y, con ello, ganado confianza en realizar ejercicios de Conexión espiritual con el Creador Universal, en grupos diversos, tanto en el viejo continente como en el nuevo.

No osaríamos dar ninguna explicación a este importantísimo enfoque, -expresado por ti, Escudero,  por cuanto, al igual que el gato del cuento zen, que no sabía cómo lograba triunfar sin hacer daño, -y donde él estaba, no habían roedores-, a nivel objetivo este autor no tiene respuesta, por cuanto cualquiera que diese  no sería la respuesta, pero, la experiencia formidable de la conexión con el Creador, la meditación en Él y sus atributos, el constante recuerdo de Él, expanden la conciencia de acuerdo al propio grado de depuración espiritual y capacidad de abstracción, descentrando la atención del ego, y centrándola en Él, lo cual permite estados de armonía y de lucidez espiritual que determina que fluya un bienestar integral de paz y la unificación de conciencia muy especiales, que indican que se está en el camino correcto. La senda donde el Caminante, el Camino y la Fuente conforman la UNIDAD cósmica, perfecta e indisoluble, en el eterno ahora; donde el caminante y el camino son la misma cosa, y donde el caminante, el camino y la fuente además de ser la misma cosa, sin embargo, en la Rueda de la vida, se observan, y es posible diferenciar, el Camino, Los Caminantes y el Círculo y el Signo Más como rueda en eterno movimiento que guía, dirige, y proporciona energía en dirección de la Fuente. En el camino, recorrido por los caminantes, se observa la presencia acompañante del Creador que está allí, siempre presente. Se le puede ver, quien pueda hacerlo, y nadie la puede ver por otro. Es una paradoja apasionante; pero, ¿Quién osará explicarla?

-Estamos convencidos -querido hermano Escudero-, de que sí se puede, y aunque transcurran millones de vidas más, seguiremos en esa búsqueda apasionante, sin abandonar jamás, hasta descubrir toda la verdad que, en cada recodo del camino seamos capaces de lograr y creo que tú, -Escudero, al igual que nosotros, te encuentras en la misma onda de inquietud e interés.

-Así es, Hidalgo, -responde Escudero-.

Si somos Uno con el Creador, al descubrirnos, -al conocernos- lo descubriremos, le conoceremos a Él. Ciertamente es así. ¿Cuándo? Cuando Él quiera, como Él quiera, cuanto Él quiera, donde Él quiera, por las razones de Su incumbencia y de la nuestra, también.

-¿Quién osaría responder todas esas preguntas tan interesantes que tú haces, -Escudero? Las anteriores, son solamente algunas ideas que me han venido al vuelo, pero que no intentan ser una respuesta. Como decía Lao Tse: el Tao del que se puede hablar no es el Tao. Ignacio de Loyola, decía:  -“No es tanto el saber como el sentir las cosas del Creador Universal”. Estamos convencidos de que Él se comunica con nosotros por los sentimientos dentro de la conciencia y allí hay una clave, de las muchas, es decir: Dios, el Creador Universal-, como LEY CÓSMCIA impresa en la conciencia de cada ser, se expresa por los sentimientos análogos a los valores universales. Es sólo una de las infinitas claves.

Empero, esta infinitesimal aproximación a Dios no deja de ser apasionante y nos permite disponer de un tema para seguir la Gran Conversación, en el eterno ahora.

Parte de la respuesta, -Escudero, podría estar, inclusive, en un mayor conocimiento del ser humano….y en la respectiva medida en que le conozcamos a él,  –y de cada ser en los otros tres reinos naturales-, conozcamos mejor a Dios.

-"Gracias, Hidalgo, -dice Escudero-,  me siento muy bien respondido y comprendo mejor, ahora, lo que te cuestioné. Cierto es que hay que emprender la búsqueda, y persistir en ese camino, única manera en que se puedan encontrar las respuestas anheladas. Es preciso una elevada dosis de humildad, mente abierta, capacidad de observación, y sobre todo, de comprensión y aceptación de la realidad percibida. Tú intuyes que ando por este mismo sendero. Las claves siguen siendo: SABER, QUERER, OSAR Y CALLAR".

-Gracias, -Escudero-, seguiremos en la inagotable gran meditación del Creador Universal, en El Creador Universal.

Adelante.



miércoles, 28 de mayo de 2014

SÓCRATES Y LOS POETAS


SÓCRATES Y LOS POETAS


©Giuseppe Isgró C.




Querefonte, era un amigo de Sócrates desde la infancia. En una edad en que, ya, el gran filósofo ateniense se perfilaba como un hombre descollante en sabiduría, realiza la siguiente pregunta al oráculo de Delfos:
-“Hay alguién más sabio que Sócrates, en Grecia?”
La pitia, o pitonisa, responde: -“Nadie hay más sabio que Sócrates en Grecia".
Llegada esta noticia a sus oídos, él se sorprende. Estaba al tanto de que el oráculo délfico decía siempre la verdad, y conociendo a un gran número de políticos, poetas, artesanos y oradores a quienes consideraba más sabios que él, decide investigar para cerciorarse de la verdad inherente.
En compañía de sus discípulos, que le seguían por todas partes, visita a los políticos y verifica que en algunas áreas de su competencia eran realmente conocedores. Observa, que creían serlo, también, en los restantes ámbitos del saber.
Se da cuenta, entonces, de una realidad sorprendente: Los políticos entrevistados ignoraban que ignoraban en el ámbito ajeno a sus intereses; estimaban saber más de lo que realmente sabían.
Sócrates decide, entonces, visitar a los poetas. Estaba seguro de que, entre ellos, sí encontraría personas más duchas que él en sabiduría.
Del poeta entrevistado, por turno, elige las mejores obras que había escrito, respectivamente, y le formula preguntas sobre el contenido de las mismas.
Sócrates realiza un descubrimiento más sorprendente aún!
Cada uno de los poetas entrevistado demuestra incomprensión sobre lo que él mismo había escrito en su propia obra. Es decir, escribió sobre temas cuyo conocimiento del contenido trascendía su propia capacidad de comprensión.
Sócrates percibe que cada uno de los poetas poseía un conocimiento que calificó de “extrahumano”, es decir, no le pertenecía por el cultivo del arte, o estudios realizados previamente.
Entendió que se trataba de un conocimiento obtenido por intermedio de dos vertientes: La primera, por la inspiración.
En la inspiración, un ente espiritual transfiere pensamientos en el pensamiento del poeta, que éste cree que son suyos, pero cuyos alcances, la mayoría de las veces, trascienden su propia comprensión.
Platón, posteriormente, desarrollaría esta observación de Sócrates en el diálogo “Ión”.
La segunda vertiente, por la que se obtiene este conocimiento “extrasensorial”, es por medio de la intuición.
En la intuición es el propio Espíritu de la persona que, en proyección espiritual, o desdoblamiento, en una abstracción mental, viaja a la velocidad del pensamiento, y llegando al lugar en el que se encuentra la información, en un lugar físico, o en el archivo espiritual de una persona, encarnada o desencarnada, o en el propio archivo espiritual, fruto de incontables ciclos de vida, la lee y la transfiere a la propia conciencia objetiva, al reincorporarse al cuerpo.
La intuición es una de las principales fuentes de conocimiento, y trasciende la propia capacidad de razonamiento por la lógica inductiva y deductiva.
Después de reflexionar, Sócrates se da cuenta de que los poetas entrevistados, al escribir sobre esos temas, creían comprenderlos, sin ser verdad; pero, además del conocimiento genuino que pudiesen tener, creían conocer, igualmente, todos los demás temas del acervo cultural. Es decir, estimaban saber más de lo que realmente sabían.
Entonces, Sócrates, prudentemente se plantea: -“Qué es mejor, ser como ellos que poseen determinada sabiduría, e ignoran, al mismo tiempo, que ignoran sobre todo lo demás, o continuar siendo como soy, es decir, consciente de mi ignorancia?
Sócrates decide seguir por el camino de la autenticidad: Acepta ser como es, y acuña aquel famoso aforismo. –“Yo sólo sé que no se aquello que no sé”.
Igualmente, Sócrates nos aporta una lección de gran interés: El ejercicio del poder de la aceptación. Aceptarse tal como se es. Es el sentido genuino de la autenticidad.
A Sócrates se le reconoce el haber contribuido con el desarrollo de la mayéutica, es decir, el arte de formular preguntas efectivas para generar ideas.
Él enseñaba a las personas que deseaban aprender su método, sobre todo gente sencilla, a formularse preguntas que les facilitaran encontrar en su propia conciencia las respuestas correctas. Tanto Sócrates como Platón, opinaban, acertadamente, que aprender es recordar y de que todo el conocimiento se encuentra en el ser interno.
Otro gran aporte de Sócrates, fue el de la definición. Al definir, se genera el conocimiento esencial del qué, del cómo, del cuándo, del quién, del dónde, del cuánto y del por qué. Este aspecto de su doctrina se interrelaciona con la rectificación del nombre de Confucio, y con la recta opinión, de Sidharta Gautama.
Con la rectificación del nombre, la persona asume el rol que le permita ubicarse en una actividad determinada.
Con la recta opinión, -una manera de definir conceptos, e ideas, entre otras cosas-, la persona toma la decisión pertinente, entre diversas opciones, sobre lo que esté reflexionando, o discerniendo.
Al final, Sócrates piensa: -“Ellos no saben lo que ignoran; en cambio, yo sí estoy consciente de mi ignorancia. Seguramente, por ese pequeño detalle es la razón por lo que la pitia pudo calificarme de sabio, en la forma en que lo hizo”.
Una gran agudeza socrática, sin duda. Cómo alguien podría dominar determinadas áreas de conocimientos si ignorase  que lo ignora, o creyese  saber más de lo que realmente sabe, o si se tuviere, igualmente, competente en lo que no es, como si lo fuera?
Siglos después, Séneca afirmaría, con análoga sabiduría a la del ilustre ateniense: -“Muchos habrían alcanzado la sabiduría si no creyesen, ya, haberla poseído”-.
Un camino sin límites por recorrer en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. Una eternidad que por delante presenta una sabiduría infinita por conquistar, que despierta, cada día más y mejor, el anhelo y la emoción del cultivo del arte de vivir, haciendo un mejor uso de la mayéutica y de la definición socráticas, para descubrir que todo se encuentra dentro de cada ser.
Anaxágoras, -recordado por Sócrates, en su apología-, tenía inmensa razón cuando afirmó que lo grande y lo pequeño, el primero al expandirse, y el segundo, al interiorizarse, son infinitos, y jamás encuentran límites en sí mismos.
Adelante.



lunes, 26 de mayo de 2014

941. El temor a la desencarnación, es para muchos, causa de desasosiego; ahora bien, de dónde nace aquella aprensión, por cuanto tienen, delante de sí, el porvenir?



COMENTARIO EXEGÉTICO 941:

Giuseppe Isgró C.


941.           El temor a la desencarnación, es para muchos, causa de desasosiego; ahora bien, de dónde nace aquella aprensión, por cuanto tienen, delante de sí, el porvenir?
-“Están en un error, es verdad, pero, qué queréis? Desde la niñez se busca de persuadirles de que existe un infierno y un paraíso, y de que es mucho más probable que vean el infierno, por cuanto se le enseña que todo lo que se encuentra en la naturaleza constituye un pecado para el Espíritu. Por lo tanto, con los años, si tienen un poco de criterio no lo pueden admitir, se convierten en ateos, o materialistas, y se reducen a creer que, después de la presente vida no hay nada más. Si después persisten en las creencias de la infancia, estarán, siempre, debajo de la preocupación de aquel fuego eterno, en el que experimentan todos sus efectos, sin ser destruidos. La desencarnación no le atemoriza a la persona justa, por cuanto su  confianza le otorga la certeza del porvenir, la esperanza le hace percibir una vida mejor, y la solidaridad, cuya ley ha practicado, que en la dimensión espiritual, no encontrará ningún ser de quien tenga que temer su mirada”-. (Ver Nº 730).
El ser humano más apegado a la vida del cuerpo que a la del Espíritu, tiene sobre la tierra las insatisfacciones y los goces de la materia; su felicidad consiste en la satisfacción fugaz de todos sus deseos. Su Espíritu, siempre preocupado por las cosas de esta vida, sufre por ansiedad y torturas continuas. La desencarnación le aterroriza por cuanto duda de su porvenir, y deja sobre la tierra todas sus afecciones y esperanzas.
La persona moral, que se ha rendido superior a las necesidades ficticias creadas por las pasiones, prueba, en esta tierra, goces desconocidos al humano material. La moderación de sus deseos le concede a su Espíritu la paz y la serenidad. Satisfecho del bien que hace, no conoce desilusiones, y las contrariedades afrontadas no le dejan en el Espíritu ninguna impresión dolorosa.
El Libro de los Espíritus
Allan Kardec


El temor es una consecuencia del desconocimiento de las leyes espirituales que rigen la vida.

Al desconocer, la persona, que su cuerpo no es ella, en sí, sino un vehículo temporal, que oportunamente cambiará al igual que se hace con un vestido que ya ha dejado de ser útil, y al ignorar, también, que es poseedora de un Espíritu eterno e inmortal, que vivirá en infinitos ciclos de vida, en incontables mundos, es natural que el temor a la desencarnación cause inquietud y desasosiego, sobre todo al término de una existencia, cuando observa que, aún en la más “larga” longevidad, es muy poco lo que se ha hecho, y ver que todo "termina" no le aporta sentido a la vida.

Cuán diferente es la actitud de la persona que, conociendo la Doctrina Espírita, -y cualquier otra que aporta un conocimiento preciso sobre la existencia humana, el Espíritu eterno e inmortal, y la reencarnación como vehículo del eterno progreso-, que le otorga la certeza de que, la etapa que culmina, no es sino un recodo del camino, y un escalón que le permitirá contemplar más lejos en el horizonte universal, en el cual individuará su siguiente trayecto.

Sabe, como lo refería Sócrates en su Apología, que encontrará, a Homero, Orfeo, Hesiodo, e incontables otros amigos, y afines varios incontables, como compañeros del camino, y que retro-alimentará los resultados de su última existencia, y planificará los objetivos de la siguiente, -muchas veces, de varias futuras, como proyección de su trabajo, que precisa contemplar un macro plazo-.  Efectuará asociaciones con incontables seres para el trabajo común que le espera en el siguiente siglo de vida, y lo que para el que ignora la “Ciencia de la vida”, es temor, o desasosiego, y ausencia de sentido, por la educación previa recibida, para el cultor la filosofía de las “leyes espirituales”, es conocimiento de causa que da certeza, confianza y un sentido de vida, y de autorrealización, en la eterna polarización de un estado de conciencia a otro más elevado, que en cada ciclo existencial se va logrando.

Unos versos de juventud, -escritos por el autor en 1970-, intitulados “Poema a lo que existir no puede”, reflejan esta realidad:


“Poema a lo que existir no puede”:
                             


¡Oh, tú, que existir no puedes,
agobias al ser humano
en la ignorante materia!
¿Dónde la vida tendría sentido
si tú existencia real tuvieras?

¡Tú, que alimentada yaces
en errónea concepción!
¡Para el hombre racional ya no existes,
pronto nadie ha de temer
frente a la máscara de tu existencia!

¿Acaso no ha observado el hombre
que en la natura nada muere,
que todo se transforma?
¿Habría de ser el eje del progreso
quien en momentos dados
debiera perecer?

¡Renacer, reencarnar, son frases ya comunes,
por las ciencias psíquicas divulgadas!
¡En el hombre, el velo misterioso
que de la muerte su realidad cubría,
ha sido ya rasgado!

A ti que existir no puedes,
evoqué mi canto,
y cual poema sublime.
hizo la inspiración.

Los humanos horizontes han sido esclarecidos,
ya todos mirarte tranquilos pueden
y al unísono cantar aquello que dice así:
¡Muerte, figura equívoca del fin
que no existe,
ya reposar tranquila puedes,
pues, tú sí ya has muerto,
pero, ¿qué digo?
si aún tú no has nacido,
si nacido hubieras, morir no podrías!

¡Sucede,
que en oscuras eras que ya no vuelven,
hasta el presente que tiende
a no seguir opaco,
aparente vida creyeron haberte dado,
pero ese error
en la luz de los hombres
ha sido ya borrado!



EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

http://enbuscadelavictoria.blogspot.com/

viernes, 30 de mayo de 2014

UN COLOQUIO SOBRE EL CREADOR UNIVERSAL





UN COLOQUIO SOBRE EL CREADOR UNIVERSAL

©Giuseppe Isgró C.


Dedicado a mi amigo y hermano J.A.T.T., quien, al mismo tiempo, 
es un Hidalgo y un Escudero; es decir, un humano de pensamiento y acción, 
que aportó la pregunta inicial y un par de comentarios en el curso del diálogo.


-"Salí en la carroza del primer albor, 
y caminé a través de los desiertos 
de los mundos, dejando mi rastro 
en las estrellas infinitas"-. 
Rabindranath Tagore




-Hidalgo, -dice Escudero-, todo lo que expones sobre el Creador Universal me parece verosímil y acertado, sin embargo, “creer que nuestra mente es una partícula de su mente y de igual modo nuestro Espíritu” se me antoja arriesgado siendo que somos una creación suya. De igual manera, tú expresas: “Quien conoce la parte puede conocer el todo a través de ella”,  me parece mucho, a mi corto entender, que se conozca, desde ese grado evolutivo, el TODO que significa EL CREADOR UNIVERSAL. Me gustaría tu opinión al respeto”.

-Escudero, -responde Hidalgo-, gracias por tus preguntas, las cuales permiten efectuar una retroalimentación sobre este “inasible”, complejo y apasionante tema del Creador Universal. Sin duda es arriesgado hacer algunas afirmaciones como las que tú destacas, y lo sería más atreverse a emitir opiniones sobre esta temática que, al final no serían más que eso, simples y superficiales opiniones personales, al margen de quien sea el expositor y la autoridad que se auto-abrogue.
-A lo sumo, Escudero, más que explicar lo que es el té, lo que pretendemos, con nuestros diálogos, es invitar a que se tome, o pruebe, y al saborear una gota de té, se sepa, directamente, lo que es. Pero, aun habiéndolo probado, -¿cómo explicar lo que es el té?
-Cuánto menos fácil lo es con el tema del Creador Universal o con el Creador Universal!
-Escudero, hay quienes buscan conocer lo que es el té por la explicación que de él dan quienes ya lo han probado; esos constituyen una parte de los futuros lectores de nuestros diálogos, en el espacio y en el tiempo. Otros, deciden ir a lo más importante de todo, que es probar el té, saborearlo, disfrutarlo, regocijarse en el acto de hacerlo, bien sea con el sofisticado arte taoísta, el inglés, el sufí, o, simplemente, en la forma personal que cada quien quiera hacerlo, sin que nadie tenga que ver con eso.
Este grupo, encontrará en nuestra obra una invitación directa para hacerlo, un estímulo, además, para que pruebe el Té, y algunas sencillas técnicas de cómo nosotros, tú y yo, hemos recabado mayor disfrute, al hacerlo.
El lector de nuestros diálogos, Escudero, deberá encontrar su estilo propio, y, finalmente, decidirse, tomando el té, una y otra vez, y después de probarlo una vez, seguirá en forma asidua en el disfrute de este saludable y virtuoso arte de saborear el té.
-Este es el grupo de nuestros lectores, Escudero, que nosotros anhelamos que cada día crezca más en el planeta tierra y en los demás mundos del universo. Los seguidores de la Doctrina que pregonamos,  Escudero, como tú bien lo sabes, se encuentran dispersos en diferentes mundos donde, repetidamente, mantenemos algunos ciclos de vida, siguiendo el plan de nuestro proyecto existencial, al igual que diferentes personas, actúan en diversos continentes, simultáneamente.
-Hay otro grupo, Escudero, afortunadamente el más pequeño, que ni quiere conocer lo que es el té ni se decide a probarlo, privándose de este privilegio. Pero, nosotros debemos respetar su decisión, por cuanto el Supremo Hacedor otorgó en lo íntimo de su ser, el don del libre albedrío.
Cada quien debe elegir libremente lo que quiere, disfrutando de los beneficios de su elección o pagar el costo de oportunidad. Con la práctica, se irá perfeccionando el proceso decisorio. Si el Creador Universal lo dispuso así, es porque ese es el mejor método pedagógico que él encontró para el desarrollo integral de los seres en los cuatro reinos naturales.
-Recuerda, Escudero, que una es la ley que rige todo y a todos.
Empero, quizá lo ideal sería combinar la experiencia del primer grupo con la del segundo, es decir: probar el té, y luego compartir con otros que han disfrutado de él a través de los tiempos, y en la inmensidad del espacio, en todos los reinos existentes: Humano, animal, vegetal y mineral.
Pero, todo se reduce a uno: el Espirital, que es el neologismo acuñado por nosotros, -Escudero-, para referirnos a todo lo que tiene Espíritu, al igual que los antiguos lo hicieron con todo lo que tiene alma; los animales, del término “ánima”.
Trasladando el contenido del enunciado de la segunda Ley de la termodinámica a este tema, o Principio de la conservación de la energía, quizá podríamos decir que, más que una creación, el Espíritu sea una emanación del Creador, que siempre estuvo allí, hasta que adquirió conciencia individual.
-Me lo imagino, -simplemente eso, querido hermano Escudero-, de la siguiente manera: en una masa extendida sobre una mesa, para hacer galletas, a la cual se le va aplicando moldes, extrayendo diferentes galletitas con figuras variadas. Las galletas se van extrayendo de la masa, pero queda su especio dentro de ella.
Podríamos imaginar que ese es el espacio del Espíritu dentro del Creador Universal, al cual se encuentra unido por un hilo elástico indestructible, al igual que el hilo de plata (alma o peri-espíritu). Es la unidad cósmica, perfecta, eterna e indisoluble, de la cual solemos hablar en estos diálogos.
La vida es una, los canales de expresiones son cada ser de los cuatro reinos, incluyendo el mineral.
La tierra es igual en todas partes, y el Creador también.
Las semillas son las ideas; en cualquier parte de la tierra en que se siembren, dan los mismos frutos, con las respectivas variantes del caso.
El Espíritu, -al igual que la tierra-, que es el mismo diferenciado en diferentes canales de expresiones, al sostener ideas –en la mente- (partícula de la universal) crea los mismos resultados en cualquier espíritu del mismo modo que lo hace la semilla en cualquier tierra. La unicidad de la vida, del Creador, del Espíritu, en la multiplicidad de expresiones.
La conciencia del Espíritu –y del ser o de los seres de los cuatro reinos- como réplica exacta de la del Creador.
Los atributos divinos del Creador son los mismos que los del Espíritu del ser humano, -y estimo, también, -Escudero-, que igual que el de los Espíritus en los otros tres naturales.
-Quizá, Hidalgo, -dice Escudero-, podríamos denominar a estas incursiones en “la búsqueda”, como decía Gandhi, al calificar su autobiografía: “Experimentos con la verdad”.

-Escudero, se trata, prácticamente de una “zona de nadie”, paradójicamente, y, quién podría asegurar que su percepción u opinión sea real y no un “espejismo”, por mucha “aparente” profundidad que puedan contener algunas afirmaciones no exentas de osadía?

Pero, estos tipos de actos osados, -Escudero-, es preciso que los realicen mayor número de personas, aún con el riesgo de equivocarse, una o millones de veces.

Es preciso osar, creer que sí se puede conocer al Creador Universal, que sí es posible percibirlo, verle cara a cara, bajo múltiples vertientes y expresiones simbólicas, algunas, y debajo de incontables detalles.

Por creer muchas personas que es imposible hacerlo, es por lo que, se deja de profundizar en la relación directa del ser con el Creador, sustituyendo esa búsqueda centrando la atención en un “maestro”, creyendo que a través de él se pueda llegar al Ser Universal.
Esa es la razón de esa tergiversación y desviación del Creador a “un maestro” a quien esa inmensidad de personas podría sustituir equívocamente por Dios.
Y es el motivo de que en diversas corrientes de pensamiento se rinde un culto exagerado “al maestro” en vez de centrar la atención en la Fuente.
Recuerda, -Escudero, que existe un solo maestro, el Creador Universal, quien enseña por el lenguaje de los sentimientos de análoga índole a los valores universales, en su doble polaridad y por la fuerza creadora del empuje y del bloqueo, que determina, -Escudero-, que el tiempo del Creador Universal sea perfecto.

Los sufíes son conscientes de la UNICIDAD del Creador quien es UNO, y no trino.

Quizá más que una creación, sea el Espíritu una emanación del Creador, de análoga naturaleza espiritual, al igual que los son sus respectivos atributos –valores universales- impresos en la conciencia, -la conciencia del uno es la réplica exacta del otro-.

Lógicamente queda por descifrar qué es Dios, -el Creador Universal: Espíritu, Arquitecto, Legislador, ley cósmica, …….; ¿qué es el hombre? ¿Espíritu?, ¿Ley cósmica impresa en la conciencia mediante los atributos divinos? ¿Luz, energía, inteligencia, amor, poder potencialmente infinito, ….? -¿O, todo ello y más?

¿Quién puede tener la respuesta?

Gran número de personas han tenido una percepción “muy especial” del Creador Universal, por ejemplo: Ibn Arabi, Kabir, Rumi, ….Tagore.., Pitágoras, en la Tetratkis y el Cuaternario, y Claude de San Martín.
Allan Kardec, en el libro Génesis tiene una percepción que trasciende a El Libro de los Espíritus, pese a que en éste, se encuentran dispersos, fuera del capítulo que trata sobre el tema, ideas clarificadoras; pero, en algunos parajes de la obra “El Génesis” tiene una lucidez excepcional, sugiriendo que, en la medida en que el ser se va purificando, tiene una más nítida percepción de Él.

Al Ghazalli, Jacobo Boheme, Emanuel Swedemborg, Paul Brunton, Vivekananda, Babaji,  Gandhi, Carl Gustav Jung y otros que es preciso rastrear, presentan experiencias comunes que parecieran haberle percibido en algún grado más relevante que hace que sea alentador abocarse a esta búsqueda y experimentación con el Creador Universal, -en forma directa-.

Joaquín Trincado, hace referencia a una experiencia análoga. Su percepción del Espíritu, emanado del Creador, -y de análoga naturaleza espiritual-, es digna de meditación, en lo referente al ser humano.
-Sin embargo, -Escudero-, tú y yo hemos descubierto, como bien sabes, que los Espíritus de los cuatro reinos naturales son una emanación del Creador, a la conciencia individual, y formados de la misma naturaleza espiritual que la de Él. De igual manera, se encuentran dotados de idénticos atributos divinos, en estado potencial.
Ilimitadamente, cada quien, irá desarrollando, en la inmensidad del espacio y en la eternidad del tiempo, en su respectivo y temporal rango, en una espiral ascensional evolutiva, -donde lo material es análogo a lo espiritual, como lo de abajo es igual a lo que está arriba; lo de afuera, a lo de adentro, lo de la derecha, a lo de la izquierda-, en los trescientos sesenta grados del círculo y en la polarización del signo más, colocado en el centro, como símbolo y emblema, -al igual que la luz de los valores universales-, del Creador Universal.

Empero, es una experiencia personal, donde ninguna persona debería erigirse en una autoridad en el tema para regir a otros. Al contrario, es necesario compartir nuestras experiencias  y percepciones, aunque sean imperfectas, como un estímulo para albergar un mayor grado de confianza en que, al centrar la atención en el Creador Universal, nuestra conciencia se expande hasta percibirle. El hacerlo, permite darnos cuenta de que “ya” se le conocía en determinado grado.

Es posible que cada quien sepa mucho más de lo que es posible expresar en palabras, aún las personas más sencillas.

Estoy convencido de que aún los seres de rudimentario grado evolutivo, si albergaran la convicción de su factibilidad, le percibirían con facilidad; pero, pocos creen que sea factible y, todavía teniendo la experiencia, dejarán de darse cuenta de que la han tenido. Tenemos una convicción casi absoluta de ello.

Esa es la razón por la cual hemos desarrollado algunos ejercicios al respecto, incluidos en esta obra y otros dispersos en trabajos inéditos, todavía, que, en forma gradual nos hemos ido atreviendo en asomar, y, con ello, ganado confianza en realizar ejercicios de Conexión espiritual con el Creador Universal, en grupos diversos, tanto en el viejo continente como en el nuevo.

No osaríamos dar ninguna explicación a este importantísimo enfoque, -expresado por ti, Escudero,  por cuanto, al igual que el gato del cuento zen, que no sabía cómo lograba triunfar sin hacer daño, -y donde él estaba, no habían roedores-, a nivel objetivo este autor no tiene respuesta, por cuanto cualquiera que diese  no sería la respuesta, pero, la experiencia formidable de la conexión con el Creador, la meditación en Él y sus atributos, el constante recuerdo de Él, expanden la conciencia de acuerdo al propio grado de depuración espiritual y capacidad de abstracción, descentrando la atención del ego, y centrándola en Él, lo cual permite estados de armonía y de lucidez espiritual que determina que fluya un bienestar integral de paz y la unificación de conciencia muy especiales, que indican que se está en el camino correcto. La senda donde el Caminante, el Camino y la Fuente conforman la UNIDAD cósmica, perfecta e indisoluble, en el eterno ahora; donde el caminante y el camino son la misma cosa, y donde el caminante, el camino y la fuente además de ser la misma cosa, sin embargo, en la Rueda de la vida, se observan, y es posible diferenciar, el Camino, Los Caminantes y el Círculo y el Signo Más como rueda en eterno movimiento que guía, dirige, y proporciona energía en dirección de la Fuente. En el camino, recorrido por los caminantes, se observa la presencia acompañante del Creador que está allí, siempre presente. Se le puede ver, quien pueda hacerlo, y nadie la puede ver por otro. Es una paradoja apasionante; pero, ¿Quién osará explicarla?

-Estamos convencidos -querido hermano Escudero-, de que sí se puede, y aunque transcurran millones de vidas más, seguiremos en esa búsqueda apasionante, sin abandonar jamás, hasta descubrir toda la verdad que, en cada recodo del camino seamos capaces de lograr y creo que tú, -Escudero, al igual que nosotros, te encuentras en la misma onda de inquietud e interés.

-Así es, Hidalgo, -responde Escudero-.

Si somos Uno con el Creador, al descubrirnos, -al conocernos- lo descubriremos, le conoceremos a Él. Ciertamente es así. ¿Cuándo? Cuando Él quiera, como Él quiera, cuanto Él quiera, donde Él quiera, por las razones de Su incumbencia y de la nuestra, también.

-¿Quién osaría responder todas esas preguntas tan interesantes que tú haces, -Escudero? Las anteriores, son solamente algunas ideas que me han venido al vuelo, pero que no intentan ser una respuesta. Como decía Lao Tse: el Tao del que se puede hablar no es el Tao. Ignacio de Loyola, decía:  -“No es tanto el saber como el sentir las cosas del Creador Universal”. Estamos convencidos de que Él se comunica con nosotros por los sentimientos dentro de la conciencia y allí hay una clave, de las muchas, es decir: Dios, el Creador Universal-, como LEY CÓSMCIA impresa en la conciencia de cada ser, se expresa por los sentimientos análogos a los valores universales. Es sólo una de las infinitas claves.

Empero, esta infinitesimal aproximación a Dios no deja de ser apasionante y nos permite disponer de un tema para seguir la Gran Conversación, en el eterno ahora.

Parte de la respuesta, -Escudero, podría estar, inclusive, en un mayor conocimiento del ser humano….y en la respectiva medida en que le conozcamos a él,  –y de cada ser en los otros tres reinos naturales-, conozcamos mejor a Dios.

-"Gracias, Hidalgo, -dice Escudero-,  me siento muy bien respondido y comprendo mejor, ahora, lo que te cuestioné. Cierto es que hay que emprender la búsqueda, y persistir en ese camino, única manera en que se puedan encontrar las respuestas anheladas. Es preciso una elevada dosis de humildad, mente abierta, capacidad de observación, y sobre todo, de comprensión y aceptación de la realidad percibida. Tú intuyes que ando por este mismo sendero. Las claves siguen siendo: SABER, QUERER, OSAR Y CALLAR".

-Gracias, -Escudero-, seguiremos en la inagotable gran meditación del Creador Universal, en El Creador Universal.

Adelante.



miércoles, 28 de mayo de 2014

SÓCRATES Y LOS POETAS


SÓCRATES Y LOS POETAS


©Giuseppe Isgró C.




Querefonte, era un amigo de Sócrates desde la infancia. En una edad en que, ya, el gran filósofo ateniense se perfilaba como un hombre descollante en sabiduría, realiza la siguiente pregunta al oráculo de Delfos:
-“Hay alguién más sabio que Sócrates, en Grecia?”
La pitia, o pitonisa, responde: -“Nadie hay más sabio que Sócrates en Grecia".
Llegada esta noticia a sus oídos, él se sorprende. Estaba al tanto de que el oráculo délfico decía siempre la verdad, y conociendo a un gran número de políticos, poetas, artesanos y oradores a quienes consideraba más sabios que él, decide investigar para cerciorarse de la verdad inherente.
En compañía de sus discípulos, que le seguían por todas partes, visita a los políticos y verifica que en algunas áreas de su competencia eran realmente conocedores. Observa, que creían serlo, también, en los restantes ámbitos del saber.
Se da cuenta, entonces, de una realidad sorprendente: Los políticos entrevistados ignoraban que ignoraban en el ámbito ajeno a sus intereses; estimaban saber más de lo que realmente sabían.
Sócrates decide, entonces, visitar a los poetas. Estaba seguro de que, entre ellos, sí encontraría personas más duchas que él en sabiduría.
Del poeta entrevistado, por turno, elige las mejores obras que había escrito, respectivamente, y le formula preguntas sobre el contenido de las mismas.
Sócrates realiza un descubrimiento más sorprendente aún!
Cada uno de los poetas entrevistado demuestra incomprensión sobre lo que él mismo había escrito en su propia obra. Es decir, escribió sobre temas cuyo conocimiento del contenido trascendía su propia capacidad de comprensión.
Sócrates percibe que cada uno de los poetas poseía un conocimiento que calificó de “extrahumano”, es decir, no le pertenecía por el cultivo del arte, o estudios realizados previamente.
Entendió que se trataba de un conocimiento obtenido por intermedio de dos vertientes: La primera, por la inspiración.
En la inspiración, un ente espiritual transfiere pensamientos en el pensamiento del poeta, que éste cree que son suyos, pero cuyos alcances, la mayoría de las veces, trascienden su propia comprensión.
Platón, posteriormente, desarrollaría esta observación de Sócrates en el diálogo “Ión”.
La segunda vertiente, por la que se obtiene este conocimiento “extrasensorial”, es por medio de la intuición.
En la intuición es el propio Espíritu de la persona que, en proyección espiritual, o desdoblamiento, en una abstracción mental, viaja a la velocidad del pensamiento, y llegando al lugar en el que se encuentra la información, en un lugar físico, o en el archivo espiritual de una persona, encarnada o desencarnada, o en el propio archivo espiritual, fruto de incontables ciclos de vida, la lee y la transfiere a la propia conciencia objetiva, al reincorporarse al cuerpo.
La intuición es una de las principales fuentes de conocimiento, y trasciende la propia capacidad de razonamiento por la lógica inductiva y deductiva.
Después de reflexionar, Sócrates se da cuenta de que los poetas entrevistados, al escribir sobre esos temas, creían comprenderlos, sin ser verdad; pero, además del conocimiento genuino que pudiesen tener, creían conocer, igualmente, todos los demás temas del acervo cultural. Es decir, estimaban saber más de lo que realmente sabían.
Entonces, Sócrates, prudentemente se plantea: -“Qué es mejor, ser como ellos que poseen determinada sabiduría, e ignoran, al mismo tiempo, que ignoran sobre todo lo demás, o continuar siendo como soy, es decir, consciente de mi ignorancia?
Sócrates decide seguir por el camino de la autenticidad: Acepta ser como es, y acuña aquel famoso aforismo. –“Yo sólo sé que no se aquello que no sé”.
Igualmente, Sócrates nos aporta una lección de gran interés: El ejercicio del poder de la aceptación. Aceptarse tal como se es. Es el sentido genuino de la autenticidad.
A Sócrates se le reconoce el haber contribuido con el desarrollo de la mayéutica, es decir, el arte de formular preguntas efectivas para generar ideas.
Él enseñaba a las personas que deseaban aprender su método, sobre todo gente sencilla, a formularse preguntas que les facilitaran encontrar en su propia conciencia las respuestas correctas. Tanto Sócrates como Platón, opinaban, acertadamente, que aprender es recordar y de que todo el conocimiento se encuentra en el ser interno.
Otro gran aporte de Sócrates, fue el de la definición. Al definir, se genera el conocimiento esencial del qué, del cómo, del cuándo, del quién, del dónde, del cuánto y del por qué. Este aspecto de su doctrina se interrelaciona con la rectificación del nombre de Confucio, y con la recta opinión, de Sidharta Gautama.
Con la rectificación del nombre, la persona asume el rol que le permita ubicarse en una actividad determinada.
Con la recta opinión, -una manera de definir conceptos, e ideas, entre otras cosas-, la persona toma la decisión pertinente, entre diversas opciones, sobre lo que esté reflexionando, o discerniendo.
Al final, Sócrates piensa: -“Ellos no saben lo que ignoran; en cambio, yo sí estoy consciente de mi ignorancia. Seguramente, por ese pequeño detalle es la razón por lo que la pitia pudo calificarme de sabio, en la forma en que lo hizo”.
Una gran agudeza socrática, sin duda. Cómo alguien podría dominar determinadas áreas de conocimientos si ignorase  que lo ignora, o creyese  saber más de lo que realmente sabe, o si se tuviere, igualmente, competente en lo que no es, como si lo fuera?
Siglos después, Séneca afirmaría, con análoga sabiduría a la del ilustre ateniense: -“Muchos habrían alcanzado la sabiduría si no creyesen, ya, haberla poseído”-.
Un camino sin límites por recorrer en el eterno retorno del ser individual hacia el Ser Universal. Una eternidad que por delante presenta una sabiduría infinita por conquistar, que despierta, cada día más y mejor, el anhelo y la emoción del cultivo del arte de vivir, haciendo un mejor uso de la mayéutica y de la definición socráticas, para descubrir que todo se encuentra dentro de cada ser.
Anaxágoras, -recordado por Sócrates, en su apología-, tenía inmensa razón cuando afirmó que lo grande y lo pequeño, el primero al expandirse, y el segundo, al interiorizarse, son infinitos, y jamás encuentran límites en sí mismos.
Adelante.



lunes, 26 de mayo de 2014

941. El temor a la desencarnación, es para muchos, causa de desasosiego; ahora bien, de dónde nace aquella aprensión, por cuanto tienen, delante de sí, el porvenir?



COMENTARIO EXEGÉTICO 941:

Giuseppe Isgró C.


941.           El temor a la desencarnación, es para muchos, causa de desasosiego; ahora bien, de dónde nace aquella aprensión, por cuanto tienen, delante de sí, el porvenir?
-“Están en un error, es verdad, pero, qué queréis? Desde la niñez se busca de persuadirles de que existe un infierno y un paraíso, y de que es mucho más probable que vean el infierno, por cuanto se le enseña que todo lo que se encuentra en la naturaleza constituye un pecado para el Espíritu. Por lo tanto, con los años, si tienen un poco de criterio no lo pueden admitir, se convierten en ateos, o materialistas, y se reducen a creer que, después de la presente vida no hay nada más. Si después persisten en las creencias de la infancia, estarán, siempre, debajo de la preocupación de aquel fuego eterno, en el que experimentan todos sus efectos, sin ser destruidos. La desencarnación no le atemoriza a la persona justa, por cuanto su  confianza le otorga la certeza del porvenir, la esperanza le hace percibir una vida mejor, y la solidaridad, cuya ley ha practicado, que en la dimensión espiritual, no encontrará ningún ser de quien tenga que temer su mirada”-. (Ver Nº 730).
El ser humano más apegado a la vida del cuerpo que a la del Espíritu, tiene sobre la tierra las insatisfacciones y los goces de la materia; su felicidad consiste en la satisfacción fugaz de todos sus deseos. Su Espíritu, siempre preocupado por las cosas de esta vida, sufre por ansiedad y torturas continuas. La desencarnación le aterroriza por cuanto duda de su porvenir, y deja sobre la tierra todas sus afecciones y esperanzas.
La persona moral, que se ha rendido superior a las necesidades ficticias creadas por las pasiones, prueba, en esta tierra, goces desconocidos al humano material. La moderación de sus deseos le concede a su Espíritu la paz y la serenidad. Satisfecho del bien que hace, no conoce desilusiones, y las contrariedades afrontadas no le dejan en el Espíritu ninguna impresión dolorosa.
El Libro de los Espíritus
Allan Kardec


El temor es una consecuencia del desconocimiento de las leyes espirituales que rigen la vida.

Al desconocer, la persona, que su cuerpo no es ella, en sí, sino un vehículo temporal, que oportunamente cambiará al igual que se hace con un vestido que ya ha dejado de ser útil, y al ignorar, también, que es poseedora de un Espíritu eterno e inmortal, que vivirá en infinitos ciclos de vida, en incontables mundos, es natural que el temor a la desencarnación cause inquietud y desasosiego, sobre todo al término de una existencia, cuando observa que, aún en la más “larga” longevidad, es muy poco lo que se ha hecho, y ver que todo "termina" no le aporta sentido a la vida.

Cuán diferente es la actitud de la persona que, conociendo la Doctrina Espírita, -y cualquier otra que aporta un conocimiento preciso sobre la existencia humana, el Espíritu eterno e inmortal, y la reencarnación como vehículo del eterno progreso-, que le otorga la certeza de que, la etapa que culmina, no es sino un recodo del camino, y un escalón que le permitirá contemplar más lejos en el horizonte universal, en el cual individuará su siguiente trayecto.

Sabe, como lo refería Sócrates en su Apología, que encontrará, a Homero, Orfeo, Hesiodo, e incontables otros amigos, y afines varios incontables, como compañeros del camino, y que retro-alimentará los resultados de su última existencia, y planificará los objetivos de la siguiente, -muchas veces, de varias futuras, como proyección de su trabajo, que precisa contemplar un macro plazo-.  Efectuará asociaciones con incontables seres para el trabajo común que le espera en el siguiente siglo de vida, y lo que para el que ignora la “Ciencia de la vida”, es temor, o desasosiego, y ausencia de sentido, por la educación previa recibida, para el cultor la filosofía de las “leyes espirituales”, es conocimiento de causa que da certeza, confianza y un sentido de vida, y de autorrealización, en la eterna polarización de un estado de conciencia a otro más elevado, que en cada ciclo existencial se va logrando.

Unos versos de juventud, -escritos por el autor en 1970-, intitulados “Poema a lo que existir no puede”, reflejan esta realidad:


“Poema a lo que existir no puede”:
                             


¡Oh, tú, que existir no puedes,
agobias al ser humano
en la ignorante materia!
¿Dónde la vida tendría sentido
si tú existencia real tuvieras?

¡Tú, que alimentada yaces
en errónea concepción!
¡Para el hombre racional ya no existes,
pronto nadie ha de temer
frente a la máscara de tu existencia!

¿Acaso no ha observado el hombre
que en la natura nada muere,
que todo se transforma?
¿Habría de ser el eje del progreso
quien en momentos dados
debiera perecer?

¡Renacer, reencarnar, son frases ya comunes,
por las ciencias psíquicas divulgadas!
¡En el hombre, el velo misterioso
que de la muerte su realidad cubría,
ha sido ya rasgado!

A ti que existir no puedes,
evoqué mi canto,
y cual poema sublime.
hizo la inspiración.

Los humanos horizontes han sido esclarecidos,
ya todos mirarte tranquilos pueden
y al unísono cantar aquello que dice así:
¡Muerte, figura equívoca del fin
que no existe,
ya reposar tranquila puedes,
pues, tú sí ya has muerto,
pero, ¿qué digo?
si aún tú no has nacido,
si nacido hubieras, morir no podrías!

¡Sucede,
que en oscuras eras que ya no vuelven,
hasta el presente que tiende
a no seguir opaco,
aparente vida creyeron haberte dado,
pero ese error
en la luz de los hombres
ha sido ya borrado!