jueves, 24 de julio de 2014

LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR


LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR
Ensayo escrito en 1995

©Giuseppe Isgró C.


Bolívar, es uno de los genios más grandes que ha dado la humanidad, al lado de líderes políticos, militares y espirituales, como Solón, Creso, Shakyamuni, Pericles, Felipe de Macedonia, Demóstenes,  Alejandro Magno, Julio Cesar, Cicerón, Jesús, Marco Aurelio, Lincoln, Napoleón, José Martí, Gandhi, entre otros. Al igual que filósofos, científicos, artistas, escritores, educadores, etcétera, como Homero, Hesiodo, Confucio, Séneca, Plutarco, Rousseau, Benjamín Franklin, Allan Kardec, etcétera.
¿Cómo se desarrolló, para estar preparado y, llevar a cabo con éxito, la gran misión que la naturaleza de las cosas y la Divina Providencia le asignaron en el escenario del Continente Suramericano y mundial?
¿Cómo, en tan pocos años, llevó a cabo una síntesis tan admirable y coherente del saber universal, a cuyas grandes concepciones y proyectos siguieron acciones realizadoras, para plasmar lo pensado en la realidad?
Bolívar, haciendo lo que parecía imposible, una y otra vez, hizo lo posible: La Independencia Latinoamericana.
Ello marca el nacimiento de un nuevo mundo de realidades y posibilidades para el progreso de las causas de la humanidad y el desarrollo de los grandes valores universales del espíritu.
Bolívar nació en una familia de elevada condición socio-económico-cultural. Su padre poseía una importante biblioteca con libros de contenido vario, tales como: las obras completas de Benito J. Feijoo, erudito y ensayista español, entre ellas el Teatro Crítico Universal y los 19 tomos de las Cartas Eruditas y Curiosas, que contenían disertaciones sobre temas tan variados como filosofía, literatura, medicina, ciencias naturales, artes, etc.; obras literarias como la Odisea, Don Quijote, las Vidas Paralelas, de Plutarco, clásicos griegos, latinos y europeos, entre otros.
Los miembros de las familias como la de Bolívar, en la sociedad caraqueña de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, al decir de los ilustres viajeros de la época, como Humboldt y el Conde Segur, eran de elevada cultura, buen gusto y distinción; las mujeres eran consideradas con nivel cultural superior a las de la Europa de entonces.
Si bien el contacto de Bolívar con su padre duró sólo hasta los tres años, su psiconsciente se alimentó con las imágenes de su personalidad, con efectos modeladores. Su madre fue una mujer culta, disciplinada y excelente administradora, por lo cual, su contacto con ella, hasta los nueve años, modeló, con certeza, la personalidad del futuro gran hombre, con los valores éticos-morales, costumbres y actitudes positivas frente a la vida, tan propios de una familia que, por generaciones, jugó un rol de preponderancia en la sociedad caraqueña.
El temprano contacto con las negras Hipólita, que lo amamantó, y Matea, con quien realizó sus primeros juegos infantiles, le pusieron en comunicación con un mundo que, al identificarse con él, y recibir expresiones de amor y bondad, le prepararon para apreciar, y valorar, en su justa dimensión, en el futuro, a cada una de las personas con las cuales estuvo  en contacto, independientemente de su condición social.
Quedar solo, a los nueve años, le enfrentó, tempranamente, a la vida, permitiéndole aprender a valerse por sí mismo, sin desestimar la importancia que tuvieron sus tutores en la formación de su carácter y personalidad. La educación que recibió fue acorde a su nivel socio-económico y de lo mejor que un niño de su condición podía recibir en la Caracas de la época.
Entre sus primeros maestros, en forma gradual y espaciados en el tiempo, se encuentra Francisco Antonio Carrasco, empleado de confianza, contador y cajero de la familia, en una tienda de importaciones, quien, en sus ratos libres o en las horas fuera del trabajo, le daba a Simoncito, lecciones de primeras letras, escritura y aritmética. Carrasco, actuó, en 1791, en calidad de “Curador Ad litem” tanto de Simón como de Juan Vicente. Fernando Vides, el mismo que fungió de testigo cuando Simón, que tenía cinco años, acompañado de su abuelo y del licenciado Sanz, tomó posesión, el 30 de julio de 1788, de su casa de Las Gradillas, también le dio clases de primeras letras, escritura y aritmética.
Bolívar, asistió formalmente a la escuela de Manuel Zidardia, pedagogo erudito, de larga trayectoria. José Antonio Negrete, fue su maestro en historia, y espiritualidad. Guillermo Pelgrom, ilustre educador, de gran cultura, le dio clases de latín y, posiblemente, le habló de la historia de Roma, y de los clásicos latinos, en comentarios acordes con su edad. Francisco de Paula Revé y Berdura, mejor conocido como Andujar, gran humanista y científico, a partir de 1795, luego de la partida de Don Simón Rodríguez, de quien se hablará en el siguiente segmento, fue maestro, de Bolívar, a nivel más avanzado, en: Gramática, geometría, álgebra, moral y dibujo. A tales efectos le acondicionó, en su casa, un salón donde instaló una academia de matemáticas exclusivamente para él, a la cual, sin embargo, asistieron gran número de niños y jóvenes. Un principio de la filosofía educativa de Andujar, expresa: -“Es necesario orden y método para ensañar con claridad”.

-II-

El maestro que ejerció mayor influencia en Bolívar, entre los ocho y los doce años, antes de las enseñanzas del profesor Andujar y de Andrés Bello, fue el Sócrates venezolano, Don Simón Rodríguez. Esto, no tanto por la legendaria aplicación del método Rousseauniano, leyenda plasmada por Jules Manzini, en su famosa biografía, publicada en París en 1912, con el título: -“Bolívar y la Emancipación de las Colonias Españolas desde los Orígenes hasta 1851”, la cual, modernas investigaciones dejan de sustentar, pese al gran número de biógrafos que la adoptaron, posteriormente, sino porque Simón Rodríguez era un excelente maestro.
Estaba al día con los más importantes e innovadores tratados educativos de España, estaba dotado de una sincera vocación para la enseñanza, la cual lo acompañará toda su larga vida.
Supo inculcar en su discípulo Simoncito, -su alumno de primeras letras, lengua castellana y latina, aritmética e historia, por recíproca elección espontánea y por la simpatía mutua que se tuvieron, mientras el maestro era amanuense en la casa de su abuelo Don Feliciano Palacios y Blanco, un gran amor al estudio y despertar su notable curiosidad. Preguntaba mucho y constantemente, constituyendo el primer paso para desarrollar sólidos conocimientos, firmes convicciones y poderoso entusiasmo.
Le enseñó a aprender de la vida misma, de la convivencia social y escrutando la naturaleza, con aguda observación, profunda concentración y reflexión constante.
Formó su carácter, templando su personalidad. Le inculcó el orden y afianzó su sentido de responsabilidad y autodisciplina.
El 03 de septiembre de 1792, Don Feliciano escribe a su hijo Esteban, que se encontraba en España, diciéndole: -“Te incluyo una lista para que me compres y me remitas los libros que contiene. Dichos libros, encargados por requerimiento de Don Simón Rodríguez, fueron, entre otros: Reflexiones sobre el Verdadero Arte de Escribir, de Servidori, con sus respectivas láminas; Arte de Escribir, y Discurso sobre la necesidad de la mejora de las escuelas, de Don José de Anduaga; Compendio de Este Arte; Método de enseñar el conocimiento de las letras y sus uniones en sílabas y dicciones; Aritmética y Elementos de Álgebra; Prevenciones a los Maestros; además de otras, lo cual da una idea de su interés por el estudio y la actualización profesional constante.
Paralelamente, Simón Rodríguez, fue maestro en la escuela de Primeras Letras, de Caracas, desde el 31-05-1791 hasta el 19-10-1795, por lo cual, su actividad de amanuense de Don Feliciano fue desarrollada a tiempo parcial, educando voluntaria y desinteresadamente a Bolívar.
Bajo su dirección, Simoncito, fortalece su capacidad para actuar con aprovechamiento del tiempo, con modestia y sosiego. El maestro, enseña divirtiendo, narrándole fábulas instructivas, como las de Esopo; leyéndole rasgos biográficos de hombres ilustres, trayendo a colación sucesos ilustrativos, estimulantes y formativos.
Estimuló al discípulo en ser: Fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado, respetuoso, y a cumplir con lo prometido. Dichas cualidades afianzadas en su personalidad lo llevarán a desarrollar, en cada caso, las habilidades que las circunstancias precisaban.
Le habla de las cinco clases de necesidades, fundamento del derecho natural, como son, a saber: alimentarse, vestirse, alojarse, curarse y distraerse; y, de las virtudes de los sabios, entre ellas: la prudencia, la justicia, el coraje, la fortaleza, la templanza, la modestia, el discernimiento, el respeto a la vida, a la propiedad, a la reputación, propia y ajena, que constituye la moderna auto-estima, indicándole que de la propia reputación depende el crédito.
Don Simón Rodríguez solía expresar: -“Sólo el modesto es respetable, porque tiene en que fundar sus pretensiones. Pretende con orgullo porque sabe que ha de obrar con acierto. Esta especie de hombre es la que reúne, de ordinario, mayor número de virtudes y hace mayor suma de bien, -yerra a veces, es verdad, pero, -¿quién se expondrá a errar sino el que emprende?”
Otras de las máximas del maestro, son:
1.    –“Si la ignorancia reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndole, el esclavo será libre”-.
2.    –“Pedir lo necesario, es el derecho natural; pedir lo que es debido, derecho civil; interesarse por el prójimo, benevolencia”-.
Bolívar, aprendió tempranamente que, el cumplimiento del deber es fuente certera de satisfacción, y a ser constante y esforzado en el logro de sus metas.
Don Simón Rodríguez, expresó: -“Todo es oficio; el que hace profesión de influir, debe saber en qué influye: -por qué, cómo y para qué”-.
Con el tiempo, Don Simón Rodríguez, sintetiza, fruto de su experiencia como educador, que toda persona debe recibir cuatro tipos de instrucción:
1.    –“Social, para hacer una Nación prudente”-.
2.    Corporal, para hacerla fuerte”-.
3.    Técnica, para hacerla experta”-.
4.    Y, “científica, para hacerla pensadora”-.
Como maestro efectivo, Don Simón Rodríguez, ayudó a Bolívar a comprender los elevados valores de la vida y a aprender por sí mismo, con lo cual, se convirtió, gradualmente, en uno de los más fecundos autodidactas que ha dado la humanidad.
Es posible que la influencia mayor de Simón Rodríguez, sobre el discípulo, la ejerció en el encuentro efectuado al inicio de 1805, en París, durante el segundo viaje de Bolívar a Europa, como se verá en otro artículo.
En el próximo segmento, se analizará la influencia, en la formación de Bolívar, de uno de los más importantes forjadores intelectuales que tuvo Bolívar: El Marqués de Ustariz, quien gestó al Estadista.

-III-

El 19 de abril de 1799, a los 16 años, Simón Bolívar, se embarca para España, con el objetivo de perfeccionar sus estudios.
Allí estará hasta mayo de 1802. Lleva con él las Vidas Paralelas, de Plutarco, de las cuales es asiduo lector. Su tío Esteban, queriéndolo preparar para la carrera diplomática, le pone al frente de profesores de lengua francesa, inglés e italiano; de matemáticas, baile, esgrima y equitación, durante aproximadamente un año.
Empero, la mayor influencia en su formación la ejercerá el sabio Marqués de Uztariz, a quien Bolívar estimaba como a uno de los siete sabios de Grecia. Lo admiró, expresándose de él, siempre, con veneración.
El Marqués de Uztariz poseía una de las mejores bibliotecas personales y había cultivado una sólida y profunda cultura clásica y filosófica. Francisco de Miranda que le conoció en 1778, se expresó elogiosamente de él, por: -“sus profundos conocimientos en las ciencias morales y políticas y por sus virtudes públicas y privadas pocos comunes”-.
Fue quien convirtió a Bolívar en un verdadero estudiante y estimuló el desarrollo de su personalidad a niveles muy elevados. Bajo su guía, estudió con profesores selectos las materias de: Matemáticas, idiomas vivos, filosofía, literatura e historia.
Profundizó el estudio de los autores clásicos de la antigüedad, entre ellos: filósofos como Platón, con sus obras La República y Las Leyes; Aristóteles, de quien estudió, con toda seguridad, su libro La Política; Epitecto y su famoso Manual; Marco Tulio Cicerón y sus Discursos, Sobre las leyes, La República, De los Deberes, Del Supremo Bien, etcétera; Séneca y sus Epístolas Morales a Lucilo y los Tratados Morales; historiadores como Herodoto y sus Nueve Libros de Historia; Tucidide y La Guerra del Peloponeso; Diógenes Laercio y Sus Vidas de los más ilustres Filósofos Griegos; Polibio y su Historia Universal; Tácito y los Anales del Imperio Romano; Suétonio y la Vida de los Doce Césares; Tito Livio y su Historia de Roma desde su fundación; Julio César y su Guerra Civil y Las Guerras de las Galias, obra ésta, que será su libro de cabecera durante sus futuras campañas.
Las lecturas de Bolívar incluyeron: Oradores como: Demóstenes y sus Discursos Políticos y privados; poetas, como Homero y sus clásicos La Ilíada y La Odisea. Hesiodo: Teogonía y Los trabajos y los días. Virgilio: La Eneida y Las Bucólicas.
Entre los autores clásicos europeos, leyó a Vittorio Alfieri, el poeta de: -“Quise, siempre quise, fortísimamente quise”-; Dante: La Divina Comedia; Maquiavelo: El Principe y El Arte de la Guerra; Voltaire: El siglo de Luis XIV y Cartas Filosóficas; Rousseau: El Contrato Social, Emilio o la Educación, Confesiones, Discurso sobre la Economía, etc.;  John Lock: Ensayo sobre el Gobierno Civil y el Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Es preciso destacar que la influencia de John Lock, además de la de Aristóteles, se observará, años más tarde, en las dos Constituciones escritas por Bolívar: la de Angostura y la de Bolivia.
Bolívar leyó, de Francis Bacon: Novum Organum y La Nueva Atlántida; de Condillac: su Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, el comercio y el gobierno, el lenguaje del cálculo, etc.; de Lavosier: Elementos de Química; de Spinoza: Ética y Tratado Teólogico-político; de Holbach: Sistemas de la naturaleza y sistema social; de Hume: Sobre el humano entendimiento; de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones; de Montesquieu: El Espíritu de las Leyes; de Bufón: Épocas de la Naturaleza, Historias Naturales, generales y particulares y Discurso sobre el estilo; de Hobbes: Leviatán, obra ésta que Bolívar estimaba mucho; de Diderot: Sistema Social; de Cervantes: Don Quijote; de Garcilaso de la Vega, El Inca, los Comentarios Reales y La Florida del Inca; de Bartolomé de Las Casas, Breve relación de la destrucción de India y su Vida de Cristóbal Colón.
Leyó, también, a Helvetius, D`Lambert, Filangieri, Rollin, Berthot; Labaide; Mably, Robertson, -de quien leyera su Vida de Carlos V y la Historia de América; Lord Chesterfield y los dos tomos de sus famosas Cartas a su hijo. Conoció –y leyó- la Enciclopedia, y un gran número de otros autores.
La enumeración que precede refleja las principales obras de los autores citados, de las cuales existen referencias, directas e indirectas, de que Bolívar las leyó. Es posible que algunas las leyera con mayor profundidad; que otras las haya solamente hojeado y continuado su lectura en épocas futuras, y cierto número de ellas, en su contenido las conociera por sus conversaciones, tanto con el Marqués de Ustariz, como con otros intelectuales con quienes entró en contacto.
Bolívar, solía expresar: -“Más se aprende conversando con el Marqués de Ustariz que en las obras de los sabios”. Bajo su guía, Bolívar comenzó a amar las grandes obras del espíritu humano, a meditar sobre sus ideas y a conversar con él sobre los variados temas de sus lecturas. Adquirió el hábito que lo mantendrá durante toda su vida, de alimentar su espíritu con las obras de los grandes pensadores de todos los tiempos.
El Marqués de Ustariz, es realmente quien gestó al futuro gran Estadista que luego sería Bolívar. Con él consolidó Bolívar su acervo cultural que tanta confianza le daría al emitir con brevedad juicios profundos y certeros, en cada una de sus actuaciones. En la casa del Marqués de Ustariz se efectuaban reuniones constantes con intelectuales destacados, cuyo intercambio de ideas, en el cual participó Bolívar, fue un medio importante para ampliar sus horizontes culturales y su visión de líder continental.
Cuando se va rastreando la influencia de las lecturas de Bolívar, se descubren las huellas de las mismas en muchos acontecimientos importantes de su trayectoria; por ejemplo: su decreto de la “Guerra a Muerte”, en el cual obligaba a los que vivían en Venezuela, durante la guerra de la independencia, -realistas y patriotas- a definirse por el bando de la causa patriótica, se inspiró en el emitido por Solón, cuando éste decretó que en épocas de peligro para la Patria ningún ciudadano podía permanecer indiferente.
La Carta con las instrucciones para la educación de su sobrino Fernando, -que constituye de por sí una joya de la Pedagogía moderna, de lectura obligada para todo intelectual- denota la influencia de las lecturas de Aristóteles y de Plutarco; del primero, cuando se refiere a la educación musical, -sugiriendo que no era preciso impartírsela salvo que mostrara una predisposición especial para dedicarse a este arte- reflejando el pensamiento aristotélico al respecto y del segundo, en lo referente al estudio de la historia, debiéndola estudiar comenzando desde la más reciente hasta remontarse,  gradualmente, a la más antigua, emulando el plan de Plutarco en la redacción de sus Vidas Paralelas. En el Resumen sucinto de la Vida del General Sucre, emula el arte de la biografía al estilo del gran Maestro de Queronea, al poner énfasis en los detalles edificantes, la cual constituye una auténtica obra maestra.
Adelante.



Publicado en el Diario EL TIEMPO, I) 28/07/1995; II) 04/08/1995; y III) 11/08/1995.

EL ENCUENTRO EN LA VICTORIA



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UN ENCUENTRO EN LA VICTORIA

Autor: ©Giuseppe Isgró C.

Del libro: La Victoria

Capítulo I

Me encontraba un día, en una fuente de aguas tranquilas, cristalinas, cuando se me acercó un Venerable hombre, vestido a la antigua usanza, con bata blanca, larga, pelo y barba que alguna vez fueron de color pelirrojo y un báculo en la mano derecha.

Concentró sus ojos en los míos; su mirada era profunda, serena y apacible.

Con voz suave y afectiva, me dijo:

-“Hola, hijo, como estás”-.

–Bien, -le contesté-; y, ¿usted?

–Por aquí andamos; -fue su respuesta-, mientras me sonreía.

-¿Dónde estamos?, -le pregunté al Venerable hombre-.

-Este sitio es conocido como La Victoria; -me contestó-. –¿Qué haces por estos lados?

-Salí esta mañana, temprano, con el coche, a dar un paseo; luego, al llegar a esta zona, me paré a contemplar la belleza de los araguaneyes y decidí caminar un poco y la verdad que, absorto en mis reflexiones, caminé por lo menos durante dos horas, hasta llegar aquí. Desconocía este hermoso lugar. Y, usted, -¿vive por aquí cerca? -le pregunté-.

Un poco más arriba, en esa colina boscosa. Hace algunos años, -relata el Venerable hombre- decidí retirarme de la agitada vida ejecutiva en que me desenvolvía profesionalmente, como abogado, en la ciudad de Quebec, Canadá, aunque he viajado por diversos países asesorando a incontables líderes. Construí la casa, en esta zona tropical, con la idea de pasar aquí los meses de invierno. Me dedico al estudio de la vida, a la meditación y a cultivar mi jardín y de vez en cuando, a escribir mis reflexiones, las cuales, algún día, habrán de ser publicadas para esparcir un poco la luz que he podido vislumbrar en mis estudios metafísicos-espirituales.

-¿Quieres tomar un café? –Me preguntó el Venerable hombre-. Lo he traído de Caripe El Guácharo; es de los más exquisitos que he probado.

-Sí, con gusto se lo acepto; -le contesté-.

Nos fuimos caminando por un sendero rodeado de árboles cargados de mangos, aguacates, naranjas y una hilera de cayenas de diversos colores. A lo lejos, el ruido de la brisa se oía apaciblemente. Todo era quietud, armonía y paz. Pero, sobre todo, lo que más me impresionaba era la apacibilidad y el sosiego del Venerable hombre de La Victoria. Emanaba de él un flujo de fuerza que, en su presencia, me sentía con un poder y una seguridad nunca antes experimentados. Fuerzas bienhechoras se iban apoderando de mí y aquella paz y relax que buscaba en la mañana, al salir a dar un paseo, sin percatarme de ello, las estaba experimentando ya.

Después de unos quince minutos de caminar, llegamos a la casa del Venerable hombre. Su aspecto exterior humilde estaba lejos de dejar entrever lo que segundos después habría de asombrarme con lo que encontré en el interior.

Al entrar, en la casa, una joven de unos veinte años saludó al Venerable hombre.

-¡Hola, abuelo!, ¿cómo estás?

–Bien, hija, -contestó el Venerable hombre-. -Prepara un poco de café, Lucía, mientras conversamos un poco, adentro.

-Por cierto, te presento a Santiago, quien ha llegado paseando hasta La Victoria.

Después de la presentación, entramos en la biblioteca del Venerable hombre. Un salón grande, lleno de estantes de libros por todas partes, lo cual hacía inimaginable dicho cuadro desde el exterior. Algunos cuadros al óleo de morichales y de personajes históricos, presentaban un ambiente acogedor. En un rincón se encontraban diversos retratos de Tagore, Gandhi, Cicerón, Séneca, Ibn Arabi y un dibujo de Don Quijote y Sancho Panza. En un pequeño cuadro, podía leerse: -“Lo que Alá quiera. Nada se le asemeja”-.

-Le felicito por este inmenso tesoro que usted tiene aquí, -le dije al Venerable hombre-. -¿Cuáles son los temas de su interés?

A lo cual, me contestó: -Como usted puede ver, Santiago, -y me invitó a recorrer los estantes- aquí hay libros de variados temas: clásicos de todos los países y épocas, desde los Vedas, los Upanishads, el Mahabaratha, los libros de Confucio, El Tao te King, de Lao Tse, el Poema de Gilgamesh, el Código de Amurabí, autores griegos, como Homero y Hesiodo. Se encuentran las obras completas de Euclides, Platón, Aristóteles, Teofrasto, Demetrio de Falereo, de los Presocráticos, Epicteto, Plutarco, etcétera; de los latinos, autores como Séneca, Cicerón, -que son mis preferidos-, Julio César, Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso, Marco Aurelio, así como libros de Psicología, Gerencia, Sufismo, Yoga, ensayos, filosofía, parapsicología, hermetismo, El Quijote, libros de economía, filosofía, etcétera, en fin, un poco de todo lo que es preciso conocer para poder entender el significado de la vida: de dónde venimos, por qué estamos aquí y hacía dónde vamos, sin lo cual, la vida no tendría sentido, sobre todo por el gran afán a que está sometido el ser humano en la agitada vida moderna.

Nos sentamos en sendas butacas y nos entretuvimos conversando de temas diversos. Al poco rato, entró Lucía con dos tazas de oloroso café y unos biscochos, que degustamos con agrado en una amena e interesante conversación. Al fondo, podía oírse una suave música de Beethoven.

Pasamos cerca de una hora conversando de sobre la Atlántida, Egipto, los griegos, de Homero, de los sufíes, del budismo zen, los poderes del espíritu, meditación, etcétera, después de lo cual, le hice una pregunta directa.

-Seguramente, usted ha desarrollado alguna técnica de meditación y algún método de resolución de situaciones, en la vida, que me quisiera explicar, ya que, según observo, para tener usted una serenidad tan acentuada y una fortaleza física a la edad que imagino que usted debe tener, -cerca de noventa años- es porque ha encontrado en su larga experiencia algún secreto que quizás quisiera compartir conmigo.

Santiago, -me dijo el Venerable hombre, si vuelves a visitarme otro día, quizá te cuente algo que te pueda servir. Empero, antes de que te vayas, te haré entrega de unos apuntes que hace ya muchos años, en una época en que yo andaba a la búsqueda de sosiego y tratando de encontrarle sentido a la vida, un Venerable hombre que, en una edad similar a la mía, a su vez me entregara y cuya práctica asidua me permitió domar la mente, encarrilar mi vida y poner bajo control los hilos del destino. Son veintidós manuscritos, y una meditación diaria, –continuó diciendo el Venerable hombre, que si bien son ya un poco antiguos, podrás copiarlos de nuevo y si pones en práctica las técnicas que contienen, darás a tu vida un esplendor que habrá de sorprenderte agradablemente.

-Una vez que los hayas probado con total y absoluta satisfacción de tu parte, -me dijo, ponlos en limpio, en forma de libro y publícalo para que su mensaje llegue a mayor número de personas. Hacía tiempo que esperaba a alguien a quien confiarle este legado y creo que hoy, al llegar aquí, en la forma en que lo has hecho, tus pasos han sido dirigidos por Aquel que todo lo sabe y puede, por la Ley Cósmica, y en cuyos planes universales, todos somos sus instrumentos.

Me despedí del Venerable hombre y de su adorable nieta, sintiendo dentro de mí fuerzas desconocidas hasta entonces que preanunciaban grandes cambios en mi vida.

En los días siguientes, aparté una hora diaria, antes de dormirme, y leí y releí, todos los manuscritos, de la siguiente manera: En primer lugar copié la Meditación diaria en un cuaderno, el cual leí durante veintidós noches y mañanas seguidas, tal como lo indicaban las instrucciones de la misma.

Una nota al pie de página mencionaba que si yo la transcribía en un cuaderno, el hecho de hacerlo, grabaría en mi ordenador mental las instrucciones y me sería más fácil desarrollar, en mi personalidad, las cualidades y condiciones que formaban parte de los objetivos implícitos en la misma.

De los veintidós manuscritos, cada lunes, a las once en punto de la noche, copiaba uno en el cuaderno, y durante el resto de la semana, a la misma hora, lo leía y meditaba, siguiendo las fáciles y efectivas técnicas e indicaciones al inicio del mismo.

Cuatro semanas después de leer durante veintidós días seguidos, en la noche y en la mañana, la meditación diaria, comenzaron a manifestarse en mi vida una serie de cambios positivos que me dejaban asombrado a mi mismo, pero, también, los miembros de mi familia y a mis amistades; sobre todo mi semblante comenzó a ser más apacible; volví a sonreír desde el interior; mi estado anímico era de contento; me sentía más seguro de mi mismo; comencé a confiar más en la gente, en la vida y a vislumbrar el sentido de mi misión en la vida –percibía cosas que antes me pasaban desapercibidas, a pesar de haber estado siempre allí. Sentía fluir en mí una nueva corriente vivificadora de prosperidad, de felicidad, de alegría de vivir. Mi entusiasmo y amor por la vida y por mi familia, por mi trabajo y por las personas, crecía día a día. En aproximadamente dos meses había logrado muchas de las cosas en las cuales había soñado desde hacía años. Había dado un paso sorprendente en el camino de la autorrealización.

Efectivamente, pude comprobar que me fue relativamente muy fácil desarrollar las aptitudes y actitudes a nivel físico, mental, emocional, espiritual y en diversos aspectos de mi vida, como el financiero, que comenzó a mejorar casi inmediatamente, así como, surgieron nuevas oportunidades que comencé a aprovechar, casi sin esfuerzo de mi parte.

Transcurría el año de 1967 y mi vida había encontrado un sendero que habría de conducirme a cooperar en forma más efectiva en el plan divino que el Supremo Hacedor, en algún momento, había diseñado para mí.

Tres meses después volví a aquel lugar donde había encontrado al Venerable hombre de La Victoria y allí estaba la fuente que él dijo llamarse La Victoria; empero, cuando traté de encontrar el camino para llegar a la casa donde amablemente me ofreció un delicioso café, preparado por su nieta Lucía, no logré encontrarlo, pese a haber recorrido durante un par de horas por los alrededores. Pregunté a varias personas para ver si podían indicarme como llegar a la casa del Venerable hombre y cual fue mi sorpresa, nadie lo conocía.

Empero, después de tanto buscar, volví a encontrar la casa donde vivía el Venerable hombre de La Victoria, pero se encontraba abandonada. Su aspecto indicaba que debía encontrarse en ese estado un lapso mayor del que mediaba con el encuentro de aquel ser extraordinario. Es sorprendente como los inmuebles solos acusan el paso del tiempo en mayor grado que los que son habitados. Si no fuera por los manuscritos pensaría que el encuentro no fue más que un simple sueño. -¿O se trata, acaso de un sueño combinado con un fenómeno de aporte? Personalmente, no lo creo. El encuentro fue muy vívido y real. El aromático café servido por Lucía estaba exquisito. Durante varios años volví al lugar varias veces, la casa seguía sola. La última vez que volví, no la pude ubicar y sin tener tiempo suficiente para seguir buscándola, me fui. Ahora, vivo muy lejos de aquella zona, en otro continente; han transcurrido muchos años y después de tanto tiempo es poco probable que vuelva allí; pero, los manuscritos y la meditación diaria obran en mi poder, me han transformado y han enriquecido mi vida.

Durante más de treinta y cinco años he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen los manuscritos y la meditación diaria y cada vez que los pongo en práctica, experimentos los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para mí.

Su contenido es eminentemente práctico; no hay teorías superfluas. Si lleva a cabo los ejercicios que contienen, es probable que, gradualmente, se vaya efectuando la transmutación alquímica de su ser sintonizándose con los elevados resultados existenciales, los cuales, por añadidura, al ser creados a nivel mental, se van manifestando en su propia vida, oportunamente.

Sobre todo, con estos ejercicios, me percaté, cuando el Venerable hombre me entregó los manuscritos, de que se dispone de un método para domar la mente y ejercer un pleno dominio sobre la vida en general y, por ende, sobre el destino y controlar, cuando eventualmente se presenten, todas las situaciones, manteniendo un perfecto equilibrio físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

El Venerable hombre de La Victoria me comentaba que todo se puede lograr en la vida si se siembra la respectiva semilla por medio de correctas decisiones acordes con la propia y elevada auto-estima y dignidad personal, desarrollando el convencimiento de que sí se puede hacer, por medio de las afirmaciones, las visualizaciones y meditaciones, la experimentación de un estado emocional acorde al momento de ser logrados los respectivos resultados y la practica del desapego, es decir, dejar encargada a la mente psiconsciente del logro, y además, se espera el tiempo necesario haciendo, mientras tanto, todo lo que se requiere, según el caso o los objetivos por alcanzar.

Estas técnicas funcionan, me decía una y otra vez el Venerable hombre de La Victoria; luego, agregaba: -las he probado por más de cincuenta años y quien, a su vez me las entregó, habría hecho otro tanto, aseverando que eran efectivas, si yo seguía fielmente las instrucciones y las ponía en práctica con expectativas positivas.

Desde que en 1967, el Venerable hombre me hiciera entrega de los manuscritos, han transcurrido un poco más de de treinta y cinco años, durante los cuales yo también he puesto en práctica las diversas variantes de los ejercicios, afirmaciones y meditaciones que contienen, y cada vez que me ejercito con ellos, experimento los mismos beneficios. Ahora, ellos se encuentran en el libro que usted tiene en sus manos; espero que les sean tan útiles como los han sido para todos los que hemos aplicado las enseñanzas del Venerable hombre de La Victoria.

Él me repetía constantemente: -“¡Tú puedes si crees que puedes hacerlo! ¡Hazlo y tendrás el poder!

Recuerdo que ese día el Venerable hombre me dijo: -ejercer el poder con que la naturaleza de las cosas ha dotado a cada ser, cultivando los dones inherentes y aprendiendo todo lo que se pueda de sí y del vasto universo del que se forma parte, es una manera efectiva de ser cada día más feliz. Luego, cuando me despedí de él, expresó: -“¡Que cada día brille más y mejor tu luz interior!”.- Adelante.

Capítulo 2

Meditación diaria

Es lunes en la noche, son las once en punto.

Me dispongo a copiar textualmente, en el cuaderno que he dispuesto para ello, el manuscrito identificado con el título:

Meditación diaria

Dice así:

Afirme, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desee, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubra cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en su vida:

MEDITACIÓN DIARIA

Afirma, en la mañana y en la noche, antes de dormir, durante veintidós días; luego, cada vez que lo desees, esta poderosa fórmula de programación mental positiva y descubre cómo, con facilidad, van ocurriendo cosas maravillosas en tu vida. Al encender la luz en la mente se ilumina la propia existencia y todo en derredor vibra al unísono y con el mismo sentimiento de felicidad y bienestar, interrelacionándose por la ley de afinidad.

1. -Entro en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, contando de tres a uno: Tres, dos, uno.

Ø Ahora, estoy ya en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre.

Ø Voy a permanecer en el nivel de mi mente psiconsciente, en el centro de control de mi piloto mental automático, donde todo va bien, siempre, durante quince minutos y voy a programar los siguientes efectos positivos, los cuales perduran, cada vez mejor, hasta que vuelva a realizar este acceso y programación mental:

Ø Todo va bien, siempre, en todos los aspectos de mi vida, cada día mejor. (Tres veces). –Imagínalo-.

Ø Todo va bien en mi trabajo; cada día logro mejores niveles de efectividad, prosperidad, riqueza, abundancia y bienestar. (Imagínalo).

2. Formo una unidad cósmica perfecta con el Creador Universal, -ELOÍ. (Diez veces, con los ojos cerrados). Hoy se expresa en mí la Perfección universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión en todos los aspectos de mi vida.

3. -Cada día, en todas formas y condiciones, mi cuerpo y mi mente funcionan mejor y mejor. La consciencia de mi conexión permanente e indisoluble con el Creador Universal, -ELOÍ-, restablece y mantiene en mí, diariamente, durante las veinticuatro horas del día, un perfecto estado de salud a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Creador Universal, por darme un cuerpo perfecto, saludable, lleno de energía. Aquí y ahora, me siento en perfecto equilibrio de salud, a nivel físico, mental, emocional y espiritual.

4. Afronto y resuelvo bien toda situación que me compete, siempre.

5. Todo tiene solución, en todas las situaciones de mi vida.

6. El Creador Universal, -ELOÍ-, es en mí, cada día mejor, en todos los aspectos de mi vida, fuente de amor, luz, sabiduría, éxito, riqueza, prosperidad, abundancia y armonía.

7. Permito que las leyes universales de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión actúen bien en el plan de mi vida.

8. Tengo prosperidad y poder. Cada día enriquezco mejor mi vida a través del servicio efectivo, del amor y de la práctica de todas las virtudes.

9. Mi dignidad personal me lleva a realizar las cosas que me competen con la máxima perfección posible.

10. Cada día, en todas formas y condiciones, en todos los aspectos de mi vida, estoy mejor y mejor a nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero.

11. Actúo con templanza, serenidad, autodominio y perfecto equilibrio en todo. Conservo plena autonomía y control sobre todas mis facultades físicas, mentales, emocionales, intelectuales y espirituales. Hecho está. (Visualizar un escudo protector de luz que te envuelve y protege; -una pirámide-).

12. Tengo fortaleza, valor, confianza y fe suficiente para triunfar y alcanzar todas mis metas, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y en armonía con sus planes cósmicos. Soy inmune e invulnerable a las influencias y sugestiones del medio ambiente y de cualquier persona a nivel físico, mental, emocional y espiritual, en las dimensiones objetivas y subjetivas y en cualesquiera otras en que sea requerido.

13. El orden universal de la Vida, del amor, de la luz, de la sabiduría, del perdón, de la percepción de la verdad, de la aceptación de la realidad, de la justicia, de la igualdad, de la compensación, de la fortaleza, de la templanza, de la belleza, del equilibrio, de la armonía, de la salud, de la prosperidad, de la riqueza, de la abundancia, del servicio y de la provisión se establece en mi vida, en todos mis asuntos y en las personas interrelacionadas, aquí y ahora. Hecho está.

14. Asumo la responsabilidad de mis actos y cumplo bien todos mis compromisos, siempre oportunamente, de acuerdo con el orden cósmico.

15. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos da abundancia y armonía en el eterno presente. Vivo en abundancia y en armonía perfectas, aquí, ahora y siempre.

16. El Creador Universal, -ELOÍ-, se está ocupando de todo, en todos los aspectos de mi vida, y se expresa en mí conciencia intuitiva por medio de los sentimientos en correspondencia con los valores universales.

17. Gracias, Creador Universal, -ELOÍ-, por esta vida maravillosa. Que Tu Inteligencia Infinita, Amor, Sabiduría, Justicia, Luz, y Poder Creador guíen, adecuadamente, todas mis decisiones y acciones, ahora y siempre. Gracias, Eloí, por este día maravilloso.

18. El Creador Universal, -ELOÍ-, nos proteja, aquí y en cualquier lugar, ahora y siempre. (Tres veces).

19. Siempre espero lo mejor, de acuerdo con la voluntad del Creador Universal, -ELOÍ-, y la Ley Cósmica, en armonía con todos.

20. Gracias, Creador Universal; todo va bien en todos los aspectos de mi vida, a nivel físico, mental, emocional y espiritual. Gracias, Eloí, todo va bien en mis practicas espirituales y en mi relación Contigo; Tú y yo formamos una unidad perfecta, armónica, aquí y ahora, en el eterno presente. Yo soy Tú, Tú eres yo. Te amo.

21. Voy a realizar –obtener o resolver- (mencionar), antes del: (fecha), de acuerdo al orden divino y en armonía con todos. (Si se trata de varios objetivos, anótelos y haga la afirmación y visualización con cada uno de ellos. Imagínelo concluido satisfactoriamente sin imponer canal alguno de manifestación.)

22. Tengo serenidad y calma imperturbable. Soy impasible frente a todo y a todos. No tengo temor a nada, a nadie ni de nadie en ningún nivel físico, mental, emocional, espiritual y financiero. Dentro de mí vibra la seguridad total. Tengo completa confianza en la vida y en mi propia capacidad de resolver situaciones y alcanzar los resultados satisfactorios que preciso, en cada caso, siempre.

A continuación anoté la fecha: Lunes 12 de agosto de 1967. Luego, tal como me lo indicó el Venerable hombre, anoté la fecha que correspondía veintidós días después: 03 de septiembre de 1967.

Acto seguido, me senté cómodamente, tomé tres respiraciones profundas y realicé la meditación.

Luego, cada noche, durante veintidós días, a las once en punto, me iba a mi cuarto, daba indicaciones de no ser interrumpido durante veinte minutos y realizaba la meditación del día, la cual, siempre complementaba con la lectura breve de uno de los libros de cabecera que siempre suelo tener en mi mesa de noche.

Iba notando, día a día como emergía de mi interior una nueva y desconocida fortaleza, seguridad, estado de ánimo contento, actitud más decidida, optimismo frente a la vida y a las situaciones; comencé a llevarme mejor en las relaciones con las demás personas, a ser más comedido en todo y sobre todo comenzaba a tener conciencia de cosas que antes me solían pasar desapercibidas.

Cabe destacar que, en el punto número veintiuno de la meditación, había anotado siete objetivos que desde hacía tiempo quería realizar y para mi sorpresa, treinta días después de haber terminado de efectuar la meditación del manuscrito número veintidós comencé a observar como, en forma aparentemente casual se iban manifestando la resultados de cada uno de ellos hasta que, algunos meses después, antes de la fechas previstas, los había realizado todos, menos dos, por lo cual, me senté y volví a anotar, en una hoja de mi cuaderno, otros diez objetivos, encabezados por los dos pendientes de la lista anterior, les puse la fecha tope a cada uno, antes de la cual debían ser logrados, para seguir visualizando, su logro, periódicamente.

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jueves, 24 de julio de 2014

LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR


LA EDUCACIÓN DE BOLÍVAR
Ensayo escrito en 1995

©Giuseppe Isgró C.


Bolívar, es uno de los genios más grandes que ha dado la humanidad, al lado de líderes políticos, militares y espirituales, como Solón, Creso, Shakyamuni, Pericles, Felipe de Macedonia, Demóstenes,  Alejandro Magno, Julio Cesar, Cicerón, Jesús, Marco Aurelio, Lincoln, Napoleón, José Martí, Gandhi, entre otros. Al igual que filósofos, científicos, artistas, escritores, educadores, etcétera, como Homero, Hesiodo, Confucio, Séneca, Plutarco, Rousseau, Benjamín Franklin, Allan Kardec, etcétera.
¿Cómo se desarrolló, para estar preparado y, llevar a cabo con éxito, la gran misión que la naturaleza de las cosas y la Divina Providencia le asignaron en el escenario del Continente Suramericano y mundial?
¿Cómo, en tan pocos años, llevó a cabo una síntesis tan admirable y coherente del saber universal, a cuyas grandes concepciones y proyectos siguieron acciones realizadoras, para plasmar lo pensado en la realidad?
Bolívar, haciendo lo que parecía imposible, una y otra vez, hizo lo posible: La Independencia Latinoamericana.
Ello marca el nacimiento de un nuevo mundo de realidades y posibilidades para el progreso de las causas de la humanidad y el desarrollo de los grandes valores universales del espíritu.
Bolívar nació en una familia de elevada condición socio-económico-cultural. Su padre poseía una importante biblioteca con libros de contenido vario, tales como: las obras completas de Benito J. Feijoo, erudito y ensayista español, entre ellas el Teatro Crítico Universal y los 19 tomos de las Cartas Eruditas y Curiosas, que contenían disertaciones sobre temas tan variados como filosofía, literatura, medicina, ciencias naturales, artes, etc.; obras literarias como la Odisea, Don Quijote, las Vidas Paralelas, de Plutarco, clásicos griegos, latinos y europeos, entre otros.
Los miembros de las familias como la de Bolívar, en la sociedad caraqueña de finales del siglo XVIII e inicios del XIX, al decir de los ilustres viajeros de la época, como Humboldt y el Conde Segur, eran de elevada cultura, buen gusto y distinción; las mujeres eran consideradas con nivel cultural superior a las de la Europa de entonces.
Si bien el contacto de Bolívar con su padre duró sólo hasta los tres años, su psiconsciente se alimentó con las imágenes de su personalidad, con efectos modeladores. Su madre fue una mujer culta, disciplinada y excelente administradora, por lo cual, su contacto con ella, hasta los nueve años, modeló, con certeza, la personalidad del futuro gran hombre, con los valores éticos-morales, costumbres y actitudes positivas frente a la vida, tan propios de una familia que, por generaciones, jugó un rol de preponderancia en la sociedad caraqueña.
El temprano contacto con las negras Hipólita, que lo amamantó, y Matea, con quien realizó sus primeros juegos infantiles, le pusieron en comunicación con un mundo que, al identificarse con él, y recibir expresiones de amor y bondad, le prepararon para apreciar, y valorar, en su justa dimensión, en el futuro, a cada una de las personas con las cuales estuvo  en contacto, independientemente de su condición social.
Quedar solo, a los nueve años, le enfrentó, tempranamente, a la vida, permitiéndole aprender a valerse por sí mismo, sin desestimar la importancia que tuvieron sus tutores en la formación de su carácter y personalidad. La educación que recibió fue acorde a su nivel socio-económico y de lo mejor que un niño de su condición podía recibir en la Caracas de la época.
Entre sus primeros maestros, en forma gradual y espaciados en el tiempo, se encuentra Francisco Antonio Carrasco, empleado de confianza, contador y cajero de la familia, en una tienda de importaciones, quien, en sus ratos libres o en las horas fuera del trabajo, le daba a Simoncito, lecciones de primeras letras, escritura y aritmética. Carrasco, actuó, en 1791, en calidad de “Curador Ad litem” tanto de Simón como de Juan Vicente. Fernando Vides, el mismo que fungió de testigo cuando Simón, que tenía cinco años, acompañado de su abuelo y del licenciado Sanz, tomó posesión, el 30 de julio de 1788, de su casa de Las Gradillas, también le dio clases de primeras letras, escritura y aritmética.
Bolívar, asistió formalmente a la escuela de Manuel Zidardia, pedagogo erudito, de larga trayectoria. José Antonio Negrete, fue su maestro en historia, y espiritualidad. Guillermo Pelgrom, ilustre educador, de gran cultura, le dio clases de latín y, posiblemente, le habló de la historia de Roma, y de los clásicos latinos, en comentarios acordes con su edad. Francisco de Paula Revé y Berdura, mejor conocido como Andujar, gran humanista y científico, a partir de 1795, luego de la partida de Don Simón Rodríguez, de quien se hablará en el siguiente segmento, fue maestro, de Bolívar, a nivel más avanzado, en: Gramática, geometría, álgebra, moral y dibujo. A tales efectos le acondicionó, en su casa, un salón donde instaló una academia de matemáticas exclusivamente para él, a la cual, sin embargo, asistieron gran número de niños y jóvenes. Un principio de la filosofía educativa de Andujar, expresa: -“Es necesario orden y método para ensañar con claridad”.

-II-

El maestro que ejerció mayor influencia en Bolívar, entre los ocho y los doce años, antes de las enseñanzas del profesor Andujar y de Andrés Bello, fue el Sócrates venezolano, Don Simón Rodríguez. Esto, no tanto por la legendaria aplicación del método Rousseauniano, leyenda plasmada por Jules Manzini, en su famosa biografía, publicada en París en 1912, con el título: -“Bolívar y la Emancipación de las Colonias Españolas desde los Orígenes hasta 1851”, la cual, modernas investigaciones dejan de sustentar, pese al gran número de biógrafos que la adoptaron, posteriormente, sino porque Simón Rodríguez era un excelente maestro.
Estaba al día con los más importantes e innovadores tratados educativos de España, estaba dotado de una sincera vocación para la enseñanza, la cual lo acompañará toda su larga vida.
Supo inculcar en su discípulo Simoncito, -su alumno de primeras letras, lengua castellana y latina, aritmética e historia, por recíproca elección espontánea y por la simpatía mutua que se tuvieron, mientras el maestro era amanuense en la casa de su abuelo Don Feliciano Palacios y Blanco, un gran amor al estudio y despertar su notable curiosidad. Preguntaba mucho y constantemente, constituyendo el primer paso para desarrollar sólidos conocimientos, firmes convicciones y poderoso entusiasmo.
Le enseñó a aprender de la vida misma, de la convivencia social y escrutando la naturaleza, con aguda observación, profunda concentración y reflexión constante.
Formó su carácter, templando su personalidad. Le inculcó el orden y afianzó su sentido de responsabilidad y autodisciplina.
El 03 de septiembre de 1792, Don Feliciano escribe a su hijo Esteban, que se encontraba en España, diciéndole: -“Te incluyo una lista para que me compres y me remitas los libros que contiene. Dichos libros, encargados por requerimiento de Don Simón Rodríguez, fueron, entre otros: Reflexiones sobre el Verdadero Arte de Escribir, de Servidori, con sus respectivas láminas; Arte de Escribir, y Discurso sobre la necesidad de la mejora de las escuelas, de Don José de Anduaga; Compendio de Este Arte; Método de enseñar el conocimiento de las letras y sus uniones en sílabas y dicciones; Aritmética y Elementos de Álgebra; Prevenciones a los Maestros; además de otras, lo cual da una idea de su interés por el estudio y la actualización profesional constante.
Paralelamente, Simón Rodríguez, fue maestro en la escuela de Primeras Letras, de Caracas, desde el 31-05-1791 hasta el 19-10-1795, por lo cual, su actividad de amanuense de Don Feliciano fue desarrollada a tiempo parcial, educando voluntaria y desinteresadamente a Bolívar.
Bajo su dirección, Simoncito, fortalece su capacidad para actuar con aprovechamiento del tiempo, con modestia y sosiego. El maestro, enseña divirtiendo, narrándole fábulas instructivas, como las de Esopo; leyéndole rasgos biográficos de hombres ilustres, trayendo a colación sucesos ilustrativos, estimulantes y formativos.
Estimuló al discípulo en ser: Fiel, servicial, comedido, benéfico, agradecido, consecuente, generoso, amable, diligente, cuidadoso, aseado, respetuoso, y a cumplir con lo prometido. Dichas cualidades afianzadas en su personalidad lo llevarán a desarrollar, en cada caso, las habilidades que las circunstancias precisaban.
Le habla de las cinco clases de necesidades, fundamento del derecho natural, como son, a saber: alimentarse, vestirse, alojarse, curarse y distraerse; y, de las virtudes de los sabios, entre ellas: la prudencia, la justicia, el coraje, la fortaleza, la templanza, la modestia, el discernimiento, el respeto a la vida, a la propiedad, a la reputación, propia y ajena, que constituye la moderna auto-estima, indicándole que de la propia reputación depende el crédito.
Don Simón Rodríguez solía expresar: -“Sólo el modesto es respetable, porque tiene en que fundar sus pretensiones. Pretende con orgullo porque sabe que ha de obrar con acierto. Esta especie de hombre es la que reúne, de ordinario, mayor número de virtudes y hace mayor suma de bien, -yerra a veces, es verdad, pero, -¿quién se expondrá a errar sino el que emprende?”
Otras de las máximas del maestro, son:
1.    –“Si la ignorancia reduce al hombre a la esclavitud, instruyéndole, el esclavo será libre”-.
2.    –“Pedir lo necesario, es el derecho natural; pedir lo que es debido, derecho civil; interesarse por el prójimo, benevolencia”-.
Bolívar, aprendió tempranamente que, el cumplimiento del deber es fuente certera de satisfacción, y a ser constante y esforzado en el logro de sus metas.
Don Simón Rodríguez, expresó: -“Todo es oficio; el que hace profesión de influir, debe saber en qué influye: -por qué, cómo y para qué”-.
Con el tiempo, Don Simón Rodríguez, sintetiza, fruto de su experiencia como educador, que toda persona debe recibir cuatro tipos de instrucción:
1.    –“Social, para hacer una Nación prudente”-.
2.    Corporal, para hacerla fuerte”-.
3.    Técnica, para hacerla experta”-.
4.    Y, “científica, para hacerla pensadora”-.
Como maestro efectivo, Don Simón Rodríguez, ayudó a Bolívar a comprender los elevados valores de la vida y a aprender por sí mismo, con lo cual, se convirtió, gradualmente, en uno de los más fecundos autodidactas que ha dado la humanidad.
Es posible que la influencia mayor de Simón Rodríguez, sobre el discípulo, la ejerció en el encuentro efectuado al inicio de 1805, en París, durante el segundo viaje de Bolívar a Europa, como se verá en otro artículo.
En el próximo segmento, se analizará la influencia, en la formación de Bolívar, de uno de los más importantes forjadores intelectuales que tuvo Bolívar: El Marqués de Ustariz, quien gestó al Estadista.

-III-

El 19 de abril de 1799, a los 16 años, Simón Bolívar, se embarca para España, con el objetivo de perfeccionar sus estudios.
Allí estará hasta mayo de 1802. Lleva con él las Vidas Paralelas, de Plutarco, de las cuales es asiduo lector. Su tío Esteban, queriéndolo preparar para la carrera diplomática, le pone al frente de profesores de lengua francesa, inglés e italiano; de matemáticas, baile, esgrima y equitación, durante aproximadamente un año.
Empero, la mayor influencia en su formación la ejercerá el sabio Marqués de Uztariz, a quien Bolívar estimaba como a uno de los siete sabios de Grecia. Lo admiró, expresándose de él, siempre, con veneración.
El Marqués de Uztariz poseía una de las mejores bibliotecas personales y había cultivado una sólida y profunda cultura clásica y filosófica. Francisco de Miranda que le conoció en 1778, se expresó elogiosamente de él, por: -“sus profundos conocimientos en las ciencias morales y políticas y por sus virtudes públicas y privadas pocos comunes”-.
Fue quien convirtió a Bolívar en un verdadero estudiante y estimuló el desarrollo de su personalidad a niveles muy elevados. Bajo su guía, estudió con profesores selectos las materias de: Matemáticas, idiomas vivos, filosofía, literatura e historia.
Profundizó el estudio de los autores clásicos de la antigüedad, entre ellos: filósofos como Platón, con sus obras La República y Las Leyes; Aristóteles, de quien estudió, con toda seguridad, su libro La Política; Epitecto y su famoso Manual; Marco Tulio Cicerón y sus Discursos, Sobre las leyes, La República, De los Deberes, Del Supremo Bien, etcétera; Séneca y sus Epístolas Morales a Lucilo y los Tratados Morales; historiadores como Herodoto y sus Nueve Libros de Historia; Tucidide y La Guerra del Peloponeso; Diógenes Laercio y Sus Vidas de los más ilustres Filósofos Griegos; Polibio y su Historia Universal; Tácito y los Anales del Imperio Romano; Suétonio y la Vida de los Doce Césares; Tito Livio y su Historia de Roma desde su fundación; Julio César y su Guerra Civil y Las Guerras de las Galias, obra ésta, que será su libro de cabecera durante sus futuras campañas.
Las lecturas de Bolívar incluyeron: Oradores como: Demóstenes y sus Discursos Políticos y privados; poetas, como Homero y sus clásicos La Ilíada y La Odisea. Hesiodo: Teogonía y Los trabajos y los días. Virgilio: La Eneida y Las Bucólicas.
Entre los autores clásicos europeos, leyó a Vittorio Alfieri, el poeta de: -“Quise, siempre quise, fortísimamente quise”-; Dante: La Divina Comedia; Maquiavelo: El Principe y El Arte de la Guerra; Voltaire: El siglo de Luis XIV y Cartas Filosóficas; Rousseau: El Contrato Social, Emilio o la Educación, Confesiones, Discurso sobre la Economía, etc.;  John Lock: Ensayo sobre el Gobierno Civil y el Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Es preciso destacar que la influencia de John Lock, además de la de Aristóteles, se observará, años más tarde, en las dos Constituciones escritas por Bolívar: la de Angostura y la de Bolivia.
Bolívar leyó, de Francis Bacon: Novum Organum y La Nueva Atlántida; de Condillac: su Ensayo sobre el origen del conocimiento humano, el comercio y el gobierno, el lenguaje del cálculo, etc.; de Lavosier: Elementos de Química; de Spinoza: Ética y Tratado Teólogico-político; de Holbach: Sistemas de la naturaleza y sistema social; de Hume: Sobre el humano entendimiento; de Adam Smith: La Riqueza de las Naciones; de Montesquieu: El Espíritu de las Leyes; de Bufón: Épocas de la Naturaleza, Historias Naturales, generales y particulares y Discurso sobre el estilo; de Hobbes: Leviatán, obra ésta que Bolívar estimaba mucho; de Diderot: Sistema Social; de Cervantes: Don Quijote; de Garcilaso de la Vega, El Inca, los Comentarios Reales y La Florida del Inca; de Bartolomé de Las Casas, Breve relación de la destrucción de India y su Vida de Cristóbal Colón.
Leyó, también, a Helvetius, D`Lambert, Filangieri, Rollin, Berthot; Labaide; Mably, Robertson, -de quien leyera su Vida de Carlos V y la Historia de América; Lord Chesterfield y los dos tomos de sus famosas Cartas a su hijo. Conoció –y leyó- la Enciclopedia, y un gran número de otros autores.
La enumeración que precede refleja las principales obras de los autores citados, de las cuales existen referencias, directas e indirectas, de que Bolívar las leyó. Es posible que algunas las leyera con mayor profundidad; que otras las haya solamente hojeado y continuado su lectura en épocas futuras, y cierto número de ellas, en su contenido las conociera por sus conversaciones, tanto con el Marqués de Ustariz, como con otros intelectuales con quienes entró en contacto.
Bolívar, solía expresar: -“Más se aprende conversando con el Marqués de Ustariz que en las obras de los sabios”. Bajo su guía, Bolívar comenzó a amar las grandes obras del espíritu humano, a meditar sobre sus ideas y a conversar con él sobre los variados temas de sus lecturas. Adquirió el hábito que lo mantendrá durante toda su vida, de alimentar su espíritu con las obras de los grandes pensadores de todos los tiempos.
El Marqués de Ustariz, es realmente quien gestó al futuro gran Estadista que luego sería Bolívar. Con él consolidó Bolívar su acervo cultural que tanta confianza le daría al emitir con brevedad juicios profundos y certeros, en cada una de sus actuaciones. En la casa del Marqués de Ustariz se efectuaban reuniones constantes con intelectuales destacados, cuyo intercambio de ideas, en el cual participó Bolívar, fue un medio importante para ampliar sus horizontes culturales y su visión de líder continental.
Cuando se va rastreando la influencia de las lecturas de Bolívar, se descubren las huellas de las mismas en muchos acontecimientos importantes de su trayectoria; por ejemplo: su decreto de la “Guerra a Muerte”, en el cual obligaba a los que vivían en Venezuela, durante la guerra de la independencia, -realistas y patriotas- a definirse por el bando de la causa patriótica, se inspiró en el emitido por Solón, cuando éste decretó que en épocas de peligro para la Patria ningún ciudadano podía permanecer indiferente.
La Carta con las instrucciones para la educación de su sobrino Fernando, -que constituye de por sí una joya de la Pedagogía moderna, de lectura obligada para todo intelectual- denota la influencia de las lecturas de Aristóteles y de Plutarco; del primero, cuando se refiere a la educación musical, -sugiriendo que no era preciso impartírsela salvo que mostrara una predisposición especial para dedicarse a este arte- reflejando el pensamiento aristotélico al respecto y del segundo, en lo referente al estudio de la historia, debiéndola estudiar comenzando desde la más reciente hasta remontarse,  gradualmente, a la más antigua, emulando el plan de Plutarco en la redacción de sus Vidas Paralelas. En el Resumen sucinto de la Vida del General Sucre, emula el arte de la biografía al estilo del gran Maestro de Queronea, al poner énfasis en los detalles edificantes, la cual constituye una auténtica obra maestra.
Adelante.



Publicado en el Diario EL TIEMPO, I) 28/07/1995; II) 04/08/1995; y III) 11/08/1995.